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La Teoría Crítica no puede entenderse como un compendio de propuestas teóricas dadas de una vez por todas, sino como un análisis del proceso histórico que debe constituirse desde un presente concreto, repensando y reelaborando las contribuciones realizadas en esta tradición. Su cometido hoy sería por tanto recibir esta gran “herencia teórica” y actualizar sus herramientas de análisis desde la experiencia de unas circunstancias transformadas: porque la Teoría Crítica, o bien es respuesta a la actualidad, o no es nada. Su objetivo es comprender la dinámica de los procesos sociales, pero el motor de esta comprensión es el impulso de intervenir en ellos, de intentar responder a la injusticia y al sufrimiento socialmente producido que persisten y siguen pesando sobre los sujetos. Jordi Maiso

Contribuciones a la reflexión pedagógica crítica latinoamericana

Contribuciones a la reflexión pedagógica crítica latinoamericana

El referente que hace parte de esta reflexión es el pensamiento de Hugo Zemelman, a partir de su aporte se pretende desde la “la teoría crítica y las pedagogías críticas que son en sí mismas un proyecto político… poner en discusión como un “eje articulador” la contribución en la “la construcción de otras miradas que reivindican a los sujetos, a los pueblos y a los movimientos invisibilizados, ya que dan cuenta de las múltiples realidades en América Latina.

Hago explícitas algunas realidades:

Todo esto para pensar una “propuesta pedagógica crítica situada”

Esta propuesta emerge de los significados de las agitaciones de los sujetos históricos. Lo que “supone la exigencia de pensar y nombrar con nuevas claves, nuevos nombres, sentidos y significados, dentro de la exigencia vital del pensar categorial, como parte de la propuesta de formación. Esto pasa por el lenguaje, ya que todo movimiento “implica una tensión en los modos de expresión como forma de abrirse a un abanico de posibilidades…Lo anterior se traduce en una constante superación de los ámbitos y de las significaciones del orden social y del conocimiento que no se restringe a parámetros, sino que siempre está en interacción entre elementos que no guardan un orden especifico ni se relacionan entre sí”.

La utopía sigue viva. Es un sueño, una invitación, una movilización... una esperanza

La utopía como horizonte orienta la cimentación de opciones en el quehacer Político… es el cumplimiento del pensamiento y las posibilidades innovadoras del sujeto que se constituye, se coloca, se configura y reconfigura cotidianamente superando cada vez más los límites. Significa, en el orden una opción para trabajar por objetivos que hagan posible una vida que se desarrolla de manera armoniosa y equitativa, y que se opone a cualquier concepción fatalista de la historia.

Es también ruptura del orden existente como forma cultural permanente que es aceptada como natural expresión de las necesidades básicas y permanentes del individuo. Es la oposición a la cultura afirmativa de la que habla Marcuse.

1898 - 1979

Elementos para responder a Marcuse Si nuestro pensamiento estuviera dominado por la cultura afirmativa, aquella que “…pertenece a la época burguesa y que a lo largo de su propio desarrollo ha conducido a la separación del mundo anímico-espiritual, en tanto reino independiente de los valores, de la civilización, colocando a aquél por encima de ésta. [aquella que su] característica fundamental es la afirmación de un mundo valioso, obligatorio para todos, que ha de ser afirmado incondicionalmente y que es eternamente superior, esencialmente diferente del mundo real de la lucha cotidiana por la existencia. (Marcuse, 1969, págs. 49-50). Seguramente estaríamos despojados de cualquier posibilidad para poder ver la belleza del mundo y sus horrores, para cuestionar esto (belleza, horror), en relación con nuestro mundo de la vida. Y lo digo pues, esta cultura afirmativa, nos llevaría a la contemplación las afirmaciones que se han instalado en la sociedad para edificar “un mundo feliz”, al estilo de Huxley.Es vivir en medio de las situaciones que nos rodean (guerra, hambre, desigualdad, exclusión, corrupción), insistiendo que estamos bien, que nada pasa. Entregados a la búsqueda de la satisfacción personal, sin la capacidad dialéctica y crítica para ver la realidad, viviendo en la creencia que lo real es racional y que el sistema establecido proporciona los bienes para estar felices. Sería existir olvidando lo que enuncia Marcuse “Los hombres necesitan en su lucha por la existencia del esfuerzo del conocimiento, de la búsqueda de la verdad, porque a ellos no les está revelado de manera inmediata lo que es bueno, conveniente y justo” (Marcuse, 1969, pág. 45). Acostumbrados a lo que está definido como bueno, justo y conveniente, sin preguntarnos quién o quiénes definen la “conciencia feliz” (Marcuse, 1968), del sistema al que estamos sometidos. Afortunadamente (esto es un sueño, un deseo y quizás la esperanza), vivimos luchando para enriquecer nuestra capacidad dialéctica, para fortalecer un pensamiento crítico, que no se deja disciplinar, que no es depositario del ideal cultural que vende la felicidad como bien supremo. Hacer lo contrario, es dejarnos engañar y convertir nuestro cuerpo, nuestra inteligencia y nuestra personalidad en terreno abonado para afirmarnos en placeres establecidos por los poderes que insisten en definir que es lo espiritualmente bueno para habitar este mundo.

El lugar de actuación de la utopía (el mundo de la vida)

El espacio en que se concibe esta utopía sirve como punto de partida para revisar con detenimiento los variados enfoques sobre los que trabajan muchos de los movimientos sociales. Los microespacios y microtiempos son los marcos definidos para las situaciones en las que se actúa, se asumen iniciativas, se impulsan alianzas y se revisan los resultados de acciones anteriores para proceder a recaudar sus métodos y objetivos, que son ratificados por los actores en lo cotidiano que pretenden lograr su destino. Dado lo anterior, es un error pretender estructurar un solo pensamiento en el plano de la abstracción. Por el contrario, hay que remitirse a una realidad heterogénea, difícil de organizar en esquemas, esto es, una realidad en gran medida imprevisible donde realmente lo necesario y coexistente permita al sujeto conformar unas utopías con su propio quehacer constructor. Todo esto consiste en la transformación de la subjetividad en la realidad histórica, que obliga a romper con ese fetichismo de la realidad del individuo.

Esto es un marco de referencia para nombrar y renombrar las acciones de los sujetos en las realidades que habitan

Esto es recuperar la subjetividad en la historia mediante dos responsabilidades:

La primera responsabilidad, trata de reconocer y definir las opciones, lo que requiere que se tenga conciencia del momento histórico y no solo información.La segunda responsabilidad es determinar la viabilidad de las opciones, es decir, la transformación de la utopía en políticas que contribuyan a su construcción, lo que exige de una cierta capacidad teórica que traspase el umbral de los simples principios normativos

Señalo esto pues implica un estudio juicioso y detallado para poder nombrar lo que se identifica en la acción social de los sujetos.

apertura a la realidad que se esté viviendo

En estas dos situaciones se debe tener una apertura a la realidad que se esté viviendo y que esta misma refuerce los procesos de reafirmación de las estructuras sociales. Lo que conlleva a pensar que “La utopía es para potenciar a la realidad del presente y consiste en el esfuerzo por construir la realidad histórica” esto implica “mirar la realidad histórica desde un concepto utópico del mundo en cuyo marco se ubiquen las percepciones y las experiencias tanto teóricas como cotidianas. Se trata de transformar la realidad situada que hace posible la colocación y recolocación del sujeto en un horizonte histórico”.

Esto es situar el conocimiento en la problemática de la conciencia histórica.

Marcuse dice: La abstracción es un suceso histórico en una continuidad histórica. Procede sobre bases históricas y permanece relacionada a la propia base de la que parte: el universo social establecido.

El pensar histórico que se complementa mediante un movimiento constitutivo que apunta a la superación de la concepción tradicional del tiempo (pasado, presente, futuro). En este sentido, se asume todo aquello que fluye desde lo dado a partir de la superación lo que trata de fijarlo. Se llega, entonces, a un límite abierto desde el cual el sujeto puede potenciar sus dimensiones y ejercer, de esa manera, la construcción histórica

Lo político “como capacidad para reconocer lo potenciable, la voluntad de construcción y su influencia para transformar lo estructural en ámbito de sentido” (Zemelman, 2012a, p. 71), en otras palabras, historizar y preguntar a la historia.

La construcción de la realidad como espacio relacional se concreta en momentos en los que se dan dinámicas relacionales entre los sujetos no se reducen a simples factores, ya que estas contienen muchas posibilidades de concreción según se den en la articulación histórica.

la conciencia histórica es un acto político. De esto se desprende:

El lenguaje como expresión del pensamiento y de poder: esto implica que el sujeto reconozca su historicidad y no asuma una voluntad de poder desde una subjetividad exaltada. Es decir, debe recuperar el lenguaje oral desde las practicas lingüísticas para enriquecerlo al igual que sus construcciones sintácticas. Lo que le permite la emancipación del espíritu.

Pensar históricamente

El pensar histórico genera una serie de categorías que posibilitan la vivencia de los espacios, la articulación de lo dado y lo potenciable, la delimitación de la realidad y la resignificación de la objetividad. En este contexto, se tiene en cuenta que dichas categorías pueden alcanzar un nivel de abstracción en el plano del conocimiento. Es una cuestión simple: conocer la realidad genera posibilidades para la comprensión de las acciones que se deben desarrollar para darle sentido a lo que estamos viviendo y a lo que somos.

En este sentido, se promueve una forma adecuada de razonamiento llamada pensar categorial. Esta manera de pensar permite que el sujeto se enfrente a lo posible por medio de un lenguaje que lo lleve a abrirse a múltiples palabras y le anime a transformar lo dado y aparentemente inmóvil.

Configurar esa opción pedagógica para Latinoamérica

Afianzar el lenguaje en su dimensión política

El pensamiento categorial nos lleva a:

Lograr cambios político-sociales

Concretar los enunciados permite reconocer actores y niveles de indeterminación de los contenidos usados, según sea el movimiento del sujeto en este para ponerlo en contexto
Que implica la problematización de cada uno de sus términos, de manera que, ubicados en un momento concreto, se explote la polisemia de cada termino
Construcción en sentido histórico. Así, asocia las posibilidades practicas anticipadas y denotadas con las practicas contextualizadas que ayudan a reconocer las potenciaciones viables

La concreción

La contextualización

Para logralo es necesario realizar 3 movimientos:

El significado

De esta manera, el sujeto se libera de las formas de racionalidad que aprisionan al pensamiento en lo dado. Así, se da paso a un pensamiento que es capaz de leer las posibilidades de construcción y que lo hacen protagonista de su historia desde lo incompleto que se siente al momento de pensarse políticamente.