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Obra La familia de Carlos IV es una de las obras más conocidas de Francisco de Goya (1746-1828). Su diámetro es de 280×336cm y se encuentra en el Museo del Prado, en una sala en la que se exponen también los estudios preparatorios para la composición. La obra fue realizada en el año 1800, momento en el que la monarquía de Carlos IV era aliada de la Francia del Consulado. Enmarcada en el estilo romántico, esta pintura tiene, no obstante, rasgos marcados por el academicismo.

Representación La técnica empleada es óleo sobre lienzo y se trata de un retrato colectivo de la familia real. Forma parte de una serie de retratos de la familia real encargados a Goya, en ese momento, primer pintor de cámara. En la imagen aparecen catorce personajes en un interior austero y decorado únicamente con dos cuadros de gran formato. Es evidente la similitud de esta obra con las Meninas de Velázquez.

Reparto y personajes En el centro encontramos a la reina María Luisa de Parma con sus hijos pequeños: los infantes María Isabel y Francisco de Paula. A la izquierda, más adelantado y vestido con el azul del Principado de Asturias, se encuentra el futuro Fernando VII. Junto a él está su futura esposa, con el rostro oculto puesto que no había sido elegida. Tras el príncipe se encuentra su hermano, Carlos María Isidro, el que reclamaría el trono en 1833 y daría lugar a las Guerras Carlistas. A la derecha se encuentra el rey Carlos IV vestido con sencillo traje de gala y con el Toisón de oro, y, como el resto de varones de la escena, la banda de la orden de Carlos III, así como otras condecoraciones. En un segundo plano se encuentran los hermanos del rey: María Josefa a la izquierda y don Antonio Pascual a la derecha, junto a su esposa. A la derecha de la imagen se encuentran la infanta doña María Luisa con su hijo en brazos y su esposo, el príncipe Luis de Parma. A la izquierda de la imagen, en zona de penumbra se autorretrata el pintor junto a un caballete, en clara referencia a Velázquez y su representación en Las Meninas. La obra de Goya carece de la profundidad y de la relación entre personajes de la pintura de Velázquez, pero destaca la sinceridad de los retratos: no se limita a captar los rasgos físicos, sino que traspasa y capta su psicología.

Color y pincelada El color predomina sobre el dibujo, si bien los contornos están bien definidos. La pincelada es corta y suelta, especialmente en los detalles de las medallas y los bordados de los vestidos: el espectador aprecia el conjunto solo cuando se aleja de la obra.

Composición, movimiento y profundidad La composición, muy cuidada y equilibrada, se organiza en torno a la figura central de la reina María Luisa, siendo el equivalente a la infanta Margarita pintada por Velázquez en Las Meninas. No se aprecia el movimiento más allá de las miradas o los sutiles gestos de los personajes. La profundidad la consigue con el juego de luces y sombras y la disposición de los personajes.

Significado En un tiempo convulso en Europa, tras la caída de Luis XVI durante la Revolución Francesa, la situación política exigía mostrar a los borbones españoles como una dinastía fuerte y duradera. Para Goya la realización de esta obra supone un momento cumbre en su carrera: es pintor de cámara, pero además, tiene la oportunidad, como pocos artistas antes que él, de hacer un retrato colectivo de la familia real. La obra es un reflejo de la España del momento: con una monarquía absoluta en un tiempo en el que el liberalismo era incipiente en el resto de Europa. No obstante, los vestidos elegidos son de la moda posterior a la Revolución, lo que muestra el interés de los borbones de representarse acorde con los nuevos tiempos.

Influencia Se ha hablado ya de Las Meninas como el principal antecedente de la obra, aunque podemos nombrar a otros artistas por haber influido en la forma en que Goya trabaja los retratos, como Rembrandt o Mengs. Goya y su obra serán un referente para movimientos artísticos posteriores. Por nombrar una obra concreta, este retrato colectivo de la familia real es un claro antecedente de La familia de Juan Carlos I, pintado por Antonio López.

El autor y su obra A caballo entre dos eras, Francisco de Goya es considerado uno de los principales pintores de todos los tiempos. Fue testigo de su época y de los acontecimientos que terminarían con el Antiguo Régimen. Dentro de las múltiples facetas de la obra de Goya, y la cantidad de géneros que trabajó, el retrato es el género en el que tuvo una actividad más constante. Los retratos fueron su principal fuente de ingresos: tenía encargos de familias aristocráticas (Duques de Osuna, Duquesa de Alba…) y de políticos ilustrados (Jovellanos, Pignatelli, Floridablanca), aunque también destacan sus autorretratos. El punto cúlmen de su trabajo como retratista viene cuando llega a ser pintor de Cámara del rey Carlos IV, y puede realizar retratos individuales de gran calidad y el retrato colectivo que hemos comentado.