Sin Culpa

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Javier

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Javier

Mario

pulsar el primer capítulo

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Una nota roza el piso de mi casa y me acerco a ver de qué se trata. Un manicomio, que buen lugar, preciso y enloquecido. Ya son las cinco así que me apresuraré. Una vez arriba del coche he de poner la marcha con temple firme para dirigirme a mi primer caso. Doy vuelta a la última rotonda y la veo. Bua… esta casa es enormemente grande, no creí que los locos se dieran estos lujos a decir verdad, ni mucho menos que fuera un lugar tan silencioso. Hasta deben poder oírse las hojas al pisarlas en otoño. Escucho una voz joven tras mi hombro.

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Sigo a la señorita por diferentes pasillos hasta llegar al lugar esperado: la escena del crimen. Saludo a todos con un apretón de manos y empiezo a investigar la alfombra donde parece haber sucedido el homicidio. -Hemos reunido a los sospechosos señor Rodríguez, en cuanto usted esté listo lo recibirán.- Dice apresurado el dueño de esta hermosa mansión llamado John. -Escogimos a las personas cuyas cinco puertas son más cercanas al crímen, como puede ver nos encontramos rodeados de ellas en este preciso momento.- continua John.-Está bien, me parece algo precipitado pero los veré en cuanto me desocupe. Al terminar, volvemos a pasar por aquellos eternos pasillos antiguos y John me abre la puerta de la sala donde se encuentran los sospechosos. A simple vista todos se ven muy tranquilos y seguros de no haber sido ellos. Los observo detenidamente con mirada incisiva, pero no logro dar con ninguna pista concreta. Otra señorita, me entrega la ficha médica de cada uno y con eso voy guiando mi entrevista. Al salir de aquella locura, ha quedado este mapa mental en mi cabeza:

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Elías

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María/Sofía

Abi

Mario

javier

pulsar el segundo capítulo

- Eli…- vuelve a cantar Lucía. Y yo me vuelvo a hacer el dormido para no tener que sonreírle. Escucho un ruido y me incorporo en la cama. No pienso quedarme sentado, así que me levanto a ver que sucede. -¡Cuidado Eli, no te alejes!- Dice con voz irritante como siempre Lucía. Me voy acercando; pero este pasillo es muy angosto y no logro oír nada. Al fin se escucha un murmullo a lo lejos… -¿Pero cómo es posible? ¡creí que este lugar era seguro pero parece no serlo en absoluto!- Brama Rodríguez. Al parecer, el detective no se ha despertado de buen humor. - Tranquilícese Rodríguez, le afirmo que es seguro y que Mario lo lamenta profundamente.- Lo interrumpe la señorita Sonia. -¿Puede entonces aclararle que no se juega con los papeles de mi oficina?- Dice Rodríguez.

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¿Papeles? En efecto, la arrogante voz del joven detective no se equivoca y aquel ser inquieto, Mario, sostiene un par de papeles tachados y escritos con una letra importante que parece no ser de su propiedad.Decido dar una vuelta e ir a desayunar al comedor mientras más gente sigue sumándose de cotilla a esta absurda escena de robo. Y como el viento, al llegar a la cafetería ya todos saben de lo ocurrido. Algunos, charlan con los demás de sus posibles teorías, de si es el asesino, si tiene algún otro problema o si sólo es tonto, mientras que a la mayoría les ha generado ataques de pánico y están con sus acompañantes. Es sofocante, la gente discute y se ríe, discute y se sigue riendo como si hablaran de algo realmente importante o estuviesen en medio de una reunión familiar hablando de política o economía. Que lindo debe ser poder sentirlo, hablar, ser parte…

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María/Sofía

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Mario

pulsar tercer capítulo

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Yo, Maria Paredes, me encuentro en mi habitación observando uno de los cuadros que demuestra cómo es posible que un barco navegue entre las olas por más espuma que estas tengan. Pero algo me descentra de mi sutil atracción por el arte simple, un sonido… Me acomodo en mi silla de ruedas, con algo de miedo a que alguien me asuste de repente saliendo de una de las muchas puertas que tiene el pasillo y lo recorro lenta y armoniosamente intentando no romper el silencio. Me voy guiando por mi oído y me dirijo a donde este me lleve.

Un joven parece estar buscando algo y no creo que le pertenezca ya que actúa temeroso. Rechina una de mis ruedas. Y entonces una voz interrumpe mi búsqueda. -¿Qué haces aquí y no en tu habitación?- pregunta una mujer. -Ya mismo vuelvo, perdone.- Rápidamente enfilo la silla a mi cuarto. A lo lejos escucho como le gritan al joven por haber intentado robar algo. -¡Sara, María, Sofía, Mercedes!- Se oye cerca. -No me vuelvas a asustar así, regresa al cuarto. - dice mi acompañante gritando. Me empuja con suavidad y yo me deslizo en mi silla hasta la habitación. Yo, Sofía Torres, he empezado a notar…

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Abi

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Javier

Mario

pulsar cuarto capítulo

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No creo que pase nada malo, cuatro vueltas, o tal vez sí, cinco vueltas,aunque solamente tenía curiosidad, no necesariamente es mi culpa. Seis vueltas… -¡Mario!- gritan para alarmar a quien se encuentra dentro de la sala que estoy por visitar, como si hubiese que alejar las cosas de vidrio, como si hubiese que esconder lo inflamable, como si yo, no hubiese entendido tras tantos retos. Por un momento, intento concentrarme y dejar de morderme las uñas, para así parar de dar vueltas indeciso e ir a la sala donde se encuentra Rodríguez. Con mi mayor esfuerzo, me detengo por un momento, tomo aire y camino sereno hasta llegar a la sala del detective. El cual parece estar planeando qué decir y cómo reaccionar ante la incómoda situación.

- Toma asiento. - Dice antes de toser para poder engrosar la voz intentando no sonar como yo, pese a parecer de menos de veinte.- Bueno.- Respondo, y me acomodo en una posición tal que casi no haya distracciones ni posibles accidentes.-Está bien, te escucho atento.- resopla Rodríguez-¿El qué?-¿No te disculparás o arreglarás los daños de alguna manera? - Ten en cuenta que has entrado a robar dos veces.- Insiste Rodríguez-No habitualmente, pero lo que sí puedo hacer es intentar justificarme.-Te escucho entonces.--Yo sólo tenía curiosidad por el caso, usted no pasó hace mucho la adolescencia, sabe cómo somos los jóvenes, ¿no es cierto?-Puede ser, nada más que yo nunca he sido un sospechoso, en cambio tú… Tendré que vigilarte, investigar sobre ti y tenerte más en cuenta a la hora de hacer las acusaciones.- asevera intimidante.Realmente no le encuentro sentido alguno a lo que hablan los adultos; pero sí me doy cuenta que esté estresado, inquieto y no pare de mirar el reloj de reojo intentando no ser demasiado obvio frente a mí. ¿Para qué se le hará tarde?

Javier

pulsar quinto capítulo

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Otra noche sin dormir, una más sin importancia alguna más que el deseo de que una estrella despierte a quienes sí pueden hacerlo. Las ramas se mueven, bailan avisando que algo se acerca, una delgada y sigilosa figura asoma por la oscura ventana. Silencio absoluto, las lágrimas no me dejan ver y después de limpiarme el ojo termino viendo algo, alguien. Con cierta gracia termina de entrar por la ventana sin verme, me hago a un costado dando un paso hacia la oscuridad y me mantengo inmóvil observando al individuo. Su mirada da vueltas por toda la habitación y se ha detenido en un oscuro rincón, mí oscuro rincón. Pasa su mano frente a mi cara, de arriba a abajo, dando a entender que no sabe si estoy ciega o dormida. Pero eso no importa, ya ha salido de la habitación y abre otra puerta a lo lejos, creo que es la del ladrón de papeles, así que pisaré descalza el frío pasillo para averiguarlo. Me voy acercando y segundo a segundo la habitación ocupa un silencio más grande, abro la puerta con fuerza y otra vez me encuentro con aquella figura alargada, estiro la mano y antes de que sea tarde prendo la luz para poder apreciar la escena. ¿El detective, no es así?

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En la habitación de uno de nosotros es verdaderamente poco profesional encontrarlo. John, el director, ya se ha acercado y comienza a cuestionarlo. Rodríguez intenta explicarle que es parte de su investigación. Mientras tanto, los ayudantes intentan tranquilizar a Mario que ahora está despierto. Lo bueno es que todos están despiertos y con hambre, así que no sufriré más de mi tediosa soledad e iré a desayunar al café. Antes de partir, escucho como el director de la institución murmura algo a la oreja del detective y él intenta justificarse balbuceando algo sin sentido.

Lo que le dice es:

Tilín, tilín. Se oye una campana; pero por el altavoz avisan que sólo debemos acudir los cercanos a la escena del crímen, y aunque no conozco bien a ese detective estoy seguro de que si lo vuelvo a ver le quemaré toda la cara con una antorcha tan caliente que sus pequeñas neuronas se achicharrarán. -¡Ya Javier! Ahora intenta no pensar en nada relacionado con el fuego, ya veo que te acusan falsamente, y yo, de seguro que me desmayo.- dice mi acompañante Bibi, con voz débil y temerosa como siempre. Seguro que te desmayas, eres más frágil que una mosca, pero tranquila, que no pensaré en nada inflamable. Todos salimos con nuestros respectivos acompañantes y nos envuelve un incómodo silencio. Sólo se oye el rechinar de la silla de ruedas de una de las sospechosas. Entramos a una sala donde se encuentra Rodríguez, nos invita a sentarnos en unos sillones junto a él. Al obedecerlo, se levanta y empieza a moverse para intimidarnos hasta decidirse a hablar. Acomoda su voz y luego comienza a argumentar que según sus conclusiones es muy evidente de quién se trata y bla bla bla. De pronto, despierto del fantástico sueño del aburrimiento por culpa de una voz grave y agrandada. -Tú.- me acusa Rodríguez con el dedo índice. -¿Yo? No me lo puedo creer, no pensé que fuese tan iluso como para creer que yo puedo hacer algo, además de pensar en fuego y en cómo sus neuronas se achicharrarán. Inesperadamente, se oye el rechinar de una silla de ruedas…

última parte

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Javier

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mi nombre es...

ES...

Cristine, y sí, si puedo caminar