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puertas de papel

Cada vez que lees un buen libro, en algún lugar del mundo se abre una puerta para permitir que entre más luz —Vera Nazarian

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A lo largo de nuestras vidas hemos atravesado innumerables puertas: las de nuestras casas, de espacios ajenos y también aquellas invisibles, simbólicas, que marcan el pasaje de una etapa a otra, de una experiencia a otra, de un mundo a otro. Cada puerta implica una decisión: quedarse o cruzar, permanecer en lo conocido o aventurarse hacia lo desconocido. En este gesto tan cotidiano como trascendente se condensa la idea de tránsito, de pasaje, de umbral.

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puertas de papel

Este itinerario de lectura se organiza en torno a las múltiples representaciones de las puertas en la literatura. El recorrido abarca desde portales mágicos que conducen a realidades alternativas hasta umbrales más íntimos y simbólicos. La puerta aparece así como metáfora y como objeto, como obstáculo y como posibilidad, como límite y como promesa.

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Nuestra propuesta se inscribe en una línea de reflexión sobre la literatura juvenil y la complejidad de sus definiciones y clasificaciones. Como plantea Zohar Shavit (1999), muchos textos dirigidos a niños y jóvenes ocupan una posición ambivalente: se sitúan en el cruce de varios sistemas literarios (infantil, adulto, escolar, comercial) y pueden ser leídos de manera distinta según el lector y el contexto. En este sentido, cada obra funciona como un pasaje no solo hacia otro mundo, sino también hacia un modo particular de leer, que depende de quién atraviese esa puerta y desde qué lugar lo haga.

puertas de papel

Como señalan Couso, Hermida y Bayerque (2021), el corpus de textos vinculados a los jóvenes puede pensarse como un bosque frondoso, donde existen senderos abiertos y caminos nuevos que demandan constantemente decisiones de lectura. En ese sentido, cada libro funciona como un umbral posible, una puerta que habilita recorridos singulares para cada lector.

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Para llevar a cabo nuestro itinerario retomamos la propuesta de Paula Labeur (2019), organiza su recorrido a partir de la metáfora de la biblioteca dividida en estantes. Tal organización no busca encasillar los textos en categorías cerradas, sino poner en evidencia los cortocircuitos y tensiones que se producen entre literatura, escuela, mercado editorial y jóvenes lectores. Así, cada estante se convierte en un pasaje, y cada obra en una invitación a traspasar un umbral distinto.

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puertas de papel

Con este itinerario buscamos abrir puertas: a la imaginación, a la reflexión, al diálogo entre textos y lectores. Cada obra es un umbral distinto y, al recorrerlos, se nos invita a habitar mundos que expanden nuestra experiencia de lectura y de vida.

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Las puertas de papel

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puertas de papel

La literatura, entendida como práctica cultural y social, también responde a la lógica de los umbrales. Cada texto puede pensarse como una puerta que habilita el acceso a otros territorios: a universos fantásticos, a la intimidad de lo subjetivo, a lo espiritual, a lo reprimido, o incluso a la simple cotidianidad que, bajo la mirada literaria, se vuelve significativa. Leer supone siempre abrir una puerta y aceptar el desafío de ingresar en un espacio que, aunque ajeno, termina por resignificar lo propio. Este estante puede pensarse de dos maneras: 1. Como el lugar para aquellos libros en los que los propios libros funcionan como puertas a otros mundos. 2. Como el espacio para los libros que se convirtieron en nuestras puertas de entrada a la lectura.

La historia sin fin de Michael Ende

Libros donde los libros funcionan como puertas a otros mundos: en esta novela, la obra misma se convierte en un umbral que permite al lector/personaje entrar en Fantasía, un universo paralelo donde la imaginación y la realidad se entrelazan. El libro que Bastián lee no es un objeto pasivo: actúa como portal, invita al lector a cruzar hacia un territorio distinto, a asumir riesgos, explorar emociones y dilemas que reflejan y expanden su propia experiencia.

Reseña

Puertas de antaño

Siguiendo la clasificación de Labeur (2019), Alicia en el país de las maravillas encuentra su lugar en el estante dos, junto a aquellas obras escritas especialmente para jóvenes antes de la consolidación del fenómeno editorial-escolar contemporáneo. La novela de Lewis Carroll, publicada en 1865, se inscribe en esa tradición de literatura pensada para un público infantil y juvenil, circuló durante décadas en colecciones familiares, ediciones ilustradas y adaptaciones que trascendieron los límites de la escuela. Decidimos elegir este libro en nuestro itinerario por dos razones: en primer lugar, constituye un ejemplo paradigmático del cruce de umbrales fantásticos: Alicia atraviesa la madriguera del conejo y accede a un mundo otro. Por otro lado, la novela no solo funciona como una “puerta mágica”, sino también como un texto inaugural en la conformación de la literatura juvenil, también puede ser pensada como una puerta a la lectura.

Reseña Youtube

Nuestras puertas

La metáfora se vuelve metaliteraria: la biblioteca misma como espacio de puertas infinitas.Leer siempre implica atravesar un portal, entrar en territorios desconocidos y resignificar lo propio a través de la experiencia literaria.

Pregunté a personas cuáles habían sido sus puertas literarias. Estas fueron algunas de sus respuestas: - Alejandro respondió: " en realidad empecé con libros de dinosaurios, pero con el tiempo llegué a Harry Potter... Y Percy Jackson, con los dos, pero creo que Harry Potter me marco un poco más". - Morena también enumeró sus hallazgos literarios: Valentina, Caídos del mapa y Bajo la misma estrella. - Belén: "Mis primeros libros fueron la colección de las tres mellizas. Son unos libritos que narran las aventuras de Anna, Teresa y Helena (mellizas)". - Abril dijo: “Leí un montón de mitos griegos y egipcios, después un librito que se llamaba Aventureros y enamorados. También toda la saga de Caídos del mapa y mi libro favorito era Diario de un viaje imposible de Ana María Shua.” - Lucía contó que empezó a leer con cuentos infantiles y novelitas que estaban esparcidas en su casa, pero la primer saga que leyó y la metió de lleno en el mundo de la lectura fue Crepúsculo. - Macarena respondió que su primer acercamiento fue Narnia por la lectura de su padre, pero la primer novela que leyo fue Hush Hush. - Mis puertas creo que fueron La habitación adoptiva de Michaelis Anton y Harry Potter de J.K. Rowling.

No existe una única puerta de entrada a la lectura: cada uno de los libros funciona como un umbral personal, una invitación a descubrir y a construir una relación propia con la literatura.Este estante nos recuerda que la biblioteca no es solo un espacio de libros, sino un conjunto de puertas infinitas que esperan ser abiertas. Y que cada lector, con su recorrido singular, resignifica la metáfora. Cada puerta que abrimos en la lectura es también un ingreso a ese bosque frondoso y diverso que se plantea en "“Como entrar en un bosque por primera vez…” Jóvenes y literatura", donde los caminos nunca son iguales y cada lector inventa el suyo propio.

Puertas que susurran

La puerta se vuelve inquietante y peligrosa, en una narrativa pensada para jóvenes y con fuerte impacto editorial. Un portal que enfrenta a la protagonista con lo siniestro. La novela Coraline (2002) de Neil Gaiman se ubica en el estante tres, correspondiente al fenómeno editorial juvenil contemporáneo que circula principalmente por fuera de la escuela. Su publicación responde a una lógica propia del mercado juvenil global: ediciones múltiples, traducciones a diferentes idiomas, adaptaciones a otros lenguajes, por ejemplo, el cine. Creemos pertinente marcar la perspectiva de Bustamante (2011), Coraline constituye también un ejemplo de literatura juvenil que no se reduce a un “realismo simplificador”: desafía al lector con imágenes inquietantes, invita a explorar el límite entre lo familiar y lo extraño. Así, el libro no solo entretiene, sino que abre un espacio para reflexionar sobre la identidad, la autonomía y el vínculo con los otros.

La obra dialoga con el concepto de “puerta”: su apertura implica tanto la promesa de un mundo nuevo como el riesgo de perderse en él. La puerta aparece como un dispositivos narrativos potente que permite explorar la subjetividad, el coraje y la autonomía de los jóvenes lectores.

Novela gráfica

Puertas sin retorno

"La casa de Adela" pertenece al estante cinco, que reúne textos de literatura general protagonizados por personajes jóvenes. No son obras escritas específicamente “para jóvenes”, sino narraciones que logran interpelarlos a partir de la edad, las experiencias y las emociones de sus protagonistas. Todos hemos sido chicos, y en casi todos los barrios existió, de algún modo, una “casa de Adela”: ese lugar prohibido, cargado de misterio y de peligro. Además, este libro ha sido traducido a numerosos países y galardonado con el Premi Ciutat de Barcelona, lo que evidencia su gran reconocimiento. Esa circulación internacional y su condición de texto de amplia popularidad influyeron en el mercado editorial y contribuyeron a que llegara con fuerza a los jóvenes lectores. La puerta de la casa abandonada funciona como un umbral que separa el mundo cotidiano, las calles del barrio y la infancia segura de un territorio otro, marcado por lo peligroso y lo siniestro. La puerta abre hacia lo desconocido y activa la curiosidad y el miedo, invitando al lector a atravesar la frontera entre lo familiar y lo extraño.

Fragmento de entrevista a Mariana Enriquez

El acceso secreto

El estante cuatro reúne textos de la literatura general que, aunque no fueron escritos originalmente para jóvenes, han sido seleccionados como lecturas escolares. El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886) de Robert Louis Stevenson se inscribe en esta categoría: un clásico de la literatura que, por su brevedad y potencia, ha sido incorporado a los planes de lectura juvenil. La obra se articula con la metáfora de la puerta, pero el umbral no es un portal físico hacia otro mundo, sino un acceso simbólico a la dualidad interior del ser humano: la oscilación entre la respetabilidad social de Jekyll y las pulsiones reprimidas encarnadas en Hyde. La puerta de su casa, que aparece repetidamente en la novela como espacio secreto, funciona como imagen material de esa frontera entre lo permitido y lo prohibido, lo visible y lo oculto, lo consciente y lo reprimido.

Guión obra de teatro