REFLEXIÓN PERSONAL

CARLOS ARMANDO AGUAYO CABRERA

REFLEXIÓN PERSONAL

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REFLEXIÓN

Hoy en día, la tecnología está presente en casi todos los aspectos de nuestra vida, y el aula no es la excepción. Al usarla en la educación, me he dado cuenta de que no solo facilita el acceso a información, sino que también puede hacer que aprender sea mucho más interesante y significativo. Personalmente, creo que contar con herramientas digitales en clase permite que los estudiantes interactuemos de formas más dinámicas y creativas, ya sea a través de presentaciones, videos o aplicaciones que nos ayudan a practicar y comprender mejor los temas.

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Sin embargo, no todo es tan fácil como parece. He notado que cuando no todos los estudiantes tienen acceso a la misma tecnología, se puede generar una brecha que afecta a quienes no cuentan con los recursos necesarios. Además, el exceso de pantallas y dispositivos puede distraernos si no se usa de manera adecuada. Por eso pienso que la tecnología debe ser una ayuda, no una obligación, y siempre acompañada de estrategias que nos permitan aprender realmente y no solo consumir información.

También considero que los maestros juegan un papel muy importante. No basta con tener herramientas digitales; los docentes deben saber cómo integrarlas en sus clases de manera efectiva, guiándonos y mostrando cómo aprovecharlas al máximo. La tecnología bien usada puede hacer que el aprendizaje sea más personalizado, que cada uno avance a su ritmo y que se reconozcan nuestras fortalezas y áreas de oportunidad.

En resumen, la tecnología en el aula es una herramienta poderosa, pero depende de cómo la usemos. Cuando se integra de forma consciente y con objetivos claros, puede transformar la manera en que aprendemos, hacer nuestras clases más participativas y prepararnos mejor para el futuro. Pero también es importante no olvidar la parte humana del aprendizaje: la interacción, la reflexión y la colaboración siguen siendo esenciales.

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