El banco misterioso

El banco misterioso

Martín acompañó a su abuela al banco porque ella quería hacer un depósito. Como la fila era muy larga, decidió salir un momento y sentarse en un banco del parque que estaba enfrente.

Mientras observaba a la gente pasar, sintió algo duro bajo su pie. Miró hacia abajo y vio una pequeña caja de madera con un sello rojo y gastado. "¿Qué será esto?", pensó, emocionado. En la tapa de la caja había una inscripción extraña:

"La clave está en la letra".

Martín frunció el ceño. “¿Qué letra?”, se preguntó. ¿Se refería a una letra del abecedario? ¿O tal vez a la letra de una canción?

Al no saber qué hacer, Martín fue a pedir ayuda a la única persona que estaba en el parque

Intentó abrir la caja

¿Que hace Martín?

Intentó abrir la caja, pero estaba bien cerrada. Recordó que su hermana usaba un sello de goma para marcar sus cuadernos, pero este sello parecía más serio, como los que usaban en documentos importantes.

Al no saber qué hacer, Martín fue a pedir ayuda a la única persona que estaba en el parque, un músico callejero, al cual le preguntó sobre la caja. Este, le respondió que no sabía nada sobre la caja e intentó abrirla, pero no pudo.

De repente, escuchó un chapoteo. Miró hacia el lago del parque y vio un enorme banco de peces saltando en el agua. Uno de ellos, en un mal cálculo, cayó fuera del lago y aterrizó justo a sus pies. Martín pegó un salto y rió. Entonces, tuvo una idea. “¡La clave está en la letra de la caja!” Miró la inscripción otra vez y notó que una de las letras estaba más marcada que las demás: la B.

Corrió de regreso donde estaba su abuela y vio un cartel que decía:

¿A dónde va Martín ahora?

Ir al banco con su abuela

Volver al banco del parque

Hay más pistas en el banco

“¡Eso es!”, pensó Martín. Tal vez la caja pertenecía a alguien del banco. Corrió a mostrársela a su abuela y juntos entraron a preguntar.

“¡Eso es!”, pensó Martín. Fue corriendo al banco del parque y buscó más pistas. Al no encontrar nada más, volvió con su abuela, la cual le sugirió que entrasen al banco a preguntar.

El gerente del banco sonrió al ver la caja. “¡Esto es parte de un concurso de acertijos que organizamos! Felicidades, has encontrado una pista secreta.” Martín no podía creerlo. Gracias a las palabras y sus múltiples significados, había descubierto un misterio. Ahora solo le quedaba una pregunta… ¿qué habría dentro de la caja?

Intentar descifrarla

Preguntar directamente

Martín abrió la caja y descubrió que dentro de ella había una partitura llena de claves musicales. Confundido, miró a su abuela y al banquero en busca de respuestas. ¿Qué hará Martín con la partitura?

Confundido, miró a su abuela y al banquero en busca de respuestas. ¿Qué es este papel? Es una canción, es la partitura del himno del pueblo.- Respondió el gerente.- El premio incluye que puedas participar en la banda, te enseñaran a tocar el tambor.

Martín se quedó callado intentando descifrar las líneas del papel, no quería molestar más a su abuela. Tras unos segundos, se dió cuenta de que era una partitura. ¿Es una canción? Así es, es la partitura del himno del pueblo.- Respondió el gerente.- El premio incluye que puedas participar en la banda, te enseñaran a tocar el tambor.

Martín miró con emoción a su abuela, sus amigos también participaban y llevaban de uniforme unas bandas con el nombre y pines conmemorativos. Él siempre había querido una. Le mandaremos la información a tu abuela Martín, pronto te veremos en los ensayos. Te informo que yo soy el director de la banda, me hace mucha ilusión que vayas a participar Martín.- Sonrió el gerente del banco.

Le mandaremos la información a tu abuela Martín, pronto te veremos en los ensayos. Te informo que yo soy el director de la banda, me hace mucha ilusión que vayas a participar Martín.- Sonrió el gerente del banco.

Antes de que Martín pudiera agradecerle, su abuela tiró de su mano. ¡Muchas gracias! Pero vámonos Martín, que me acaba de llamar el abuelo, se ha roto el tambor de la lavadora…

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