Bienvenidos amigos, mi señor don Quijote ha perdido la cordura, resolved los siguientes retos para devolverle la razón.
Ayudad a don Quijote a ver lo que es en realidad este castillo, resolviendo el siguiente reto. El agua es la clave.
CAPITULO XV
Ordenad cronológicamente los siguientes hechos narrados por Cervantes en su obra "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" y así obtendréis la palabra oculta para pasar a la siguiente prueba. Escríbidla depués de pulsar el candado
Don Quijote sale de su tierra y se arma caballero. O
Don Quijote visita la cueva de Montesinos R
Don Quijote encuentra a Dulcinea U
Don Quijote regresa a su hogar A
Don Quijote tiene una aventura con los molinos de viento C
Don Quijote lee muchos libros de caballería. L
Escribe en mayúsculas la palabra que has obtenido al ordenar la lista
Introduce la contraseña
Nuestras aventuras suceden fundamentalmente en Castilla-La Mancha. La clave para resolver la prueba y que don Quijote vea la realidad, es el número de localidades de Ciudad Real que aparecen en el siguiente listado
Alcázar de San Juan
El Toboso Argamasilla de Alba
Consuegra Campo de Criptana Alcalá de Henares Villanueva de los Infantes Almagro
Escribe con mayúsculas el numero de localidades de Ciudad Real
Introduce la contraseña
Soy Aldonza Lorenzo, pero don Quijote me conoce como Dulcinea del Toboso,a la luz de la vela encontraréis las instrucciones para el siguiente reto
CAPITULO I
Escribid con mayúsculas número de objetos intrusos encontrados
Introduce la contraseña
Unid las piezas del rompecabezas para obtener la clave
La clave es TOBOSO
Escribid la palabra clave en mayúsculas
Introduce la contraseña
¡ Os venceré a todos!
Ayudad a don Quijote a ver los molinos superando los desfíos que os plantean los gigantes.
CAPITULO VIII
Si queréis hacerme desaparecer elegid la respuesta correcta
Entre los siguientes instrumentos musicales que aparecen en el Quijote escoged el único de percusión.
ARPA
GAITAS ZAMORANAS
TAMBORINES
JA, JA, JA Todavía sigo aquí... Podéis intentarlo de nuevo
¡FELICIDADES! Habéis hecho desaparecer un gigante.Continuad con los que quedan.
¡ Me falta un gigante!
CAPITULO VIII
Si queréis hacerme desaparecer elegid la respuesta correcta
JA, JA, JA Todavía sigo aquí...Podéis intentarlo de nuevo
¡MAGNÍFICO! Habéis hecho desaparecer otro gigante.Continuad con los que quedan.
¡ Ahora faltan dos gigantes!
CAPITULO VIII
Si queréis hacerme desaparecer elegid la respuesta correcta
¿ Cómo sigue la secuencia?
A S D F G H J
PISTA:
JA, JA, JA Todavía sigo aquí...Podéis intentarlo de nuevo
¡MARAVILLOSO! Habéis hecho desaparecer otro gigante.Sólo queda uno.
¡ Los gigantes me tienen miedo!
CAPITULO VIII
Si queréis hacerme desaparecer elegid la respuesta correcta
Hay un número que muy valiente se creía, pero cuando su cinturón le quitabas todo su valor perdía.
10
JA, JA, JA Todavía sigo aquí...Podéis intentarlo de nuevo
¡ Eran molinos de viento!
¡ENHORABUENA! Habéis hecho desaparecer a TODOS los giganteS.
¡MUCHAS GRACIAS AMIGOS! He recuperado la razón y me encuentro mucho mejor.
CAPÍTULO XV Y la suerte, que sus cosas de bien en mejor iba guiando, aún no hubo andado una pequeña legua cuando le deparó el camino, en el cual descubrió una venta, que a pesar suyo y gusto de don Quijote había de ser castillo. Porfiaba Sancho que era venta, y su amo que no, sino castillo; y tanto duró la porfía, que tuvieron lugar, sin acabarla, de llegar a ella, en la cual Sancho se entró, sin más averiguación, con toda su recua.
CAPÍTULO VIII En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
-¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.
-Aquéllos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
CAPÍTULO XV Y la suerte, que sus cosas de bien en mejor iba guiando, aún no hubo andado una pequeña legua cuando le deparó el camino, en el cual descubrió una venta, que a pesar suyo y gusto de don Quijote había de ser castillo. Porfiaba Sancho que era venta, y su amo que no, sino castillo; y tanto duró la porfía, que tuvieron lugar, sin acabarla, de llegar a ella, en la cual Sancho se entró, sin más averiguación, con toda su recua.
CAPÍTULO I ¡Oh, y cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quien dar nombre de su dama. Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni le dio cata de ello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla «Dulcinea del Toboso» porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto
Avanzad hasta la siguiente imagen pinchando en la llave y localizad en la habitación de Dulcinea, los objetos intrusos,que no pertenecen a su época. Para superar este reto debéis contarlos. La contraseña es el número de objetos que están fuera de su tiempo.
La respuesta está en alguna parte de un ordenador
CAPÍTULO VIII En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
-¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.
-Aquéllos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
CAPÍTULO I ¡Oh, y cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quien dar nombre de su dama. Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni le dio cata de ello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla «Dulcinea del Toboso» porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto
CAPÍTULO VIII En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
-¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.
-Aquéllos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
CAPÍTULO I ¡Oh, y cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quien dar nombre de su dama. Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni le dio cata de ello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla «Dulcinea del Toboso» porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto
CAPÍTULO VIII En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
-¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.
-Aquéllos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
CAPÍTULO XV Y la suerte, que sus cosas de bien en mejor iba guiando, aún no hubo andado una pequeña legua cuando le deparó el camino, en el cual descubrió una venta, que a pesar suyo y gusto de don Quijote había de ser castillo. Porfiaba Sancho que era venta, y su amo que no, sino castillo; y tanto duró la porfía, que tuvieron lugar, sin acabarla, de llegar a ella, en la cual Sancho se entró, sin más averiguación, con toda su recua.