*Fragmentos de un texto dedicado a Zoila Betancourt por Sonia Ortiz Amaró, exprofesora en la Escuela provincial del Partido.

Tengo grabado de por vida mi primer encuentro con ella, la Directora de la Escuela. Me habló con precisión, claridad y en el tono que exigía su responsabilidad. No muy tarde percibí el respeto que hacia ella mostraban trabajadores y alumnos, amigos y compañeros.
Y es quizás que supo determinar y enseñar las fronteras entre la amistad y el deber; entre su condición de mujer singular y de Directora; entre las exigencias del momento cultural y el que puede exigir, en determinado momento, la vida cotidiana.
Fui su compañera de cuarto en el albergue de la Escuela, ahí pude conocer su integridad como ser humano: sencilla, discreta, madura, valiente. Entre los móviles de su imagen pública estuvo la ejemplaridad. Habitó con responsabilidad cada espacio donde tenía que estar, aun cuando cumplió a la par varias y contundentes tareas.
Admiré su actitud de retornar a su Escuela una vez que cumplió misiones que, por su dimensión pública, pudieron haberle abierto caminos ampulosos. El desempeño en el lugar donde había sido la máxima figura administrativa, fue tan serio como humilde.
Fue paradigma de la sinceridad. En momentos de debates complejos esperábamos sus aseveraciones. Iba a lo puntual y justo. En casi cuarenta años de vínculos laborales y personales percibí el legado de su ingeniosidad para saber determinar el momento y la forma para cada conducta o reflexión.
A su vez, ante esa mujer de apariencia dura muchos fuimos testigos de su capacidad para generar confianza, auscultar y proponer sabias soluciones a dolencias o introversiones de personas más o menos allegadas. En la cúspide de sus sentimientos enseñó cómo reponerse ante los toques oscuros del amor y de la vida.
Los amigos que cosechó tienen orígenes y caracteres disímiles. Pero, ante el riesgo mortal que resistió alrededor de una semana, todos pedimos a cualquier fuerza o posibilidad que se hiciera el milagro de su recuperación. Con lágrimas o sin ellas, desde cerca, desde lejos, hemos llorado su partida. Fue tan patriota y tan ejemplar que escogió el siete de diciembre para emprender su nuevo camino.
Mujer singular*
