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Gabriela Cepeda Olivares

Created on November 29, 2024

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Nota del Editor
Opinión
El Auge del Nacionalismo Revolucionario
Soberanía en negociación: Los Acuerdos de Bucareli y el camino hacia una política exterior independiente

El asesinato de Carranza en 1920 dio paso a una nueva etapa en México. Obregón enfrentó presiones internacionales, especialmente de Estados Unidos, para proteger los intereses extranjeros

México ante el mundo: Revolución, tensiones y diplomacia (1917-1940)

México: La consolidación de un Estado nacionalista y soberano

Las potencias cuestionaban artículos como el 27, que limitaba la propiedad extranjera sobre los recursos naturales, y el 123, que garantizaba derechos laborales.

La Revolución Mexicana en el Escenario Internacional

Edición Especial: México y el Mundo, 1917-1940

Viernes 29 de noviembre de 2024

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Desde la promulgación de la Constitución de 1917, los gobiernos revolucionarios se embarcaron en una misión ambiciosa: construir un aparato institucional capaz de gobernar un país marcado por la fragmentación política y las desigualdades sociales. Para 1940, el sistema político mexicano había alcanzado una notable centralización autoritaria. La presidencia se erigió como el eje rector del Estado, controlando todas las instituciones y neutralizando a la oposición, mientras el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) articulaba una base de apoyo masiva en sectores obreros y campesinos

El Estado centralizado y el sistema político autoritario

El periodo de 1917 a 1940 marcó un capítulo esencial en la construcción del México posrevolucionario. Este lapso fue testigo de la consolidación de un proyecto nacional que redefinió las bases económicas, políticas y sociales del país, enfrentando simultáneamente los retos impuestos por las grandes potencias extranjeras y los intereses internos.

México: La consolidación de un Estado nacionalista y soberano

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Fuente: https://bit.ly/3ML0yq6

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La política exterior mexicana de este periodo estuvo íntimamente ligada a su proyecto nacionalista. La defensa de los principios de la Revolución, como la propiedad nacional de recursos naturales y la reforma agraria, chocó frecuentemente con los intereses de potencias extranjeras, especialmente Estados Unidos y Europa. México argumentó con firmeza su derecho soberano a regular la propiedad privada, aplicando los mismos principios tanto a nacionales como a extranjeros, y rechazó la diplomacia intervencionista que intentaba proteger a los capitales internacionales. Uno de los episodios más icónicos fue la expropiación petrolera de 1938, que reafirmó la soberanía mexicana sobre sus recursos naturales y fortaleció el proyecto cardenista. Este acto, aunque desató tensiones con Estados Unidos y Gran Bretaña, consolidó el nacionalismo revolucionario como un pilar de la política exterior mexicana. Además, México abogó por el principio de no intervención y apoyó a gobiernos legítimos como el republicano español, destacándose en el escenario internacional como un país defensor de la autodeterminación.

Nacionalismo revolucionario en el ámbito internacional

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Fuente: https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/Im/1928-Nov-3%20_Elias_Calles-Morrow_2.jpg

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El México de 1940 no solo era un país con un sistema político sólido y centralizado, sino también un actor internacional que había defendido con éxito su derecho a decidir sobre su futuro. Aunque enfrentó limitaciones y concesiones, como los acuerdos Calles-Morrow, el gobierno mexicano logró mantener la esencia de su proyecto nacional frente a los embates de las grandes potencias. Hoy, el análisis de este periodo nos recuerda que la soberanía y la justicia social no son conquistas simples, sino resultados de una lucha constante contra las fuerzas que buscan perpetuar privilegios. México, en esos años, dio al mundo un ejemplo de resistencia y determinación que sigue siendo relevante en el contexto contemporáneo.

Un legado de soberanía y resistencia.

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La Constitución de 1917 y su Resonancia Internacional
Revolución y Diplomacia Antiimperialista.
México en un Mundo en Transformación

En el plano internacional, la Primera Guerra Mundial marcó el ascenso de Estados Unidos como potencia global. La neutralidad mexicana, combinada con episodios como el Telegrama Zimmermann, que proponía una alianza entre Alemania y México, posicionaron al país como un punto estratégico en el conflicto. Sin embargo, la negativa de México a involucrarse activamente le permitió mantener su soberanía en un momento de tensiones geopolíticas.

Con la promulgación de la Constitución, México adoptó principios revolucionarios que chocaron con los intereses de grandes potencias. El artículo 27, que nacionalizaba los recursos del subsuelo, alarmó a empresas petroleras extranjeras y sus gobiernos. La tensión escaló al punto de provocar presiones diplomáticas y económicas. Según el historiador Lorenzo Meyer, México se enfrentó al rechazo de potencias como Inglaterra, que nunca reconoció formalmente al gobierno de Carranza, mientras que Estados Unidos adoptó una postura ambivalente hacia las reformas revolucionarias.

La Doctrina Carranza emergió como una respuesta ideológica a las presiones externas. Este enfoque promovía la autodeterminación y la igualdad jurídica entre naciones, estableciendo una postura antiimperialista que buscaba alinear a los países latinoamericanos en un frente común contra las grandes potencias. Aunque esta doctrina no tuvo un impacto inmediato, sentó las bases de una política exterior nacionalista que México consolidaría en décadas posteriores.

La Revolución Mexicana y su Impacto en el Escenario Internacional (1917-1940)

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Fuente: https://laverdadnoticias.com/mexico/mexico-y-espana-relacion-marcada-por-traiciones-y-distanciamiento-diplomatico-20241125

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La Revolución Mexicana marcó un parteaguas no solo en la política interna del país, sino también en sus relaciones internacionales. Entre 1917 y 1940, México enfrentó desafíos críticos en el escenario global, desde la implementación de su revolucionaria Constitución hasta la consolidación de su soberanía en un contexto de tensiones con Estados Unidos, acuerdos petroleros y la búsqueda de aliados en Europa. Este período destaca por los dilemas de una nación que intentaba equilibrar sus ideales revolucionarios con las realidades de la geopolítica internacional.

México ante el mundo: Revolución, tensiones y diplomacia (1917-1940)

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Los acuerdos de Bucareli y su impacto
La revolución como diplomacia
México en busca de aliados

Ante la presión estadounidense, México buscó diversificar sus relaciones diplomáticas, acercándose a Europa. En 1925, se reanudaron las relaciones con Gran Bretaña, gracias a la disposición de Londres de aceptar las políticas nacionalistas mexicanas. Este acercamiento contrastó con la política de fuerza que predominaba en las relaciones con Washington.

En 1923, los Acuerdos de Bucareli surgieron como un intento de normalizar las relaciones entre México y Estados Unidos, particularmente en torno a los derechos de propiedad de las empresas petroleras. Sin embargo, las diferencias persistieron, y para 1925 estos acuerdos ya estaban obsoletos. La administración del presidente Plutarco Elías Calles intensificó la aplicación de las leyes petroleras, reafirmando la soberanía nacional, lo que reavivó el conflicto con las empresas y el gobierno estadounidense.

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Entre 1917 y 1940, México demostró que la revolución no solo se libraba en los campos de batalla, sino también en los escenarios diplomáticos. La consolidación de su soberanía frente a potencias extranjeras sentó las bases de una política exterior independiente y nacionalista, que influiría en su papel en el ámbito internacional en las décadas posteriores. Esta etapa, llena de desafíos y contradicciones, definió el carácter de México como una nación que defendía su autonomía en un mundo que rápidamente cambiaba tras las grandes guerras y crisis económicas.

Soberanía en negociación: Los Acuerdos de Bucareli y el camino hacia una política exterior independiente

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La Constitución de 1917 estableció principios revolucionarios que buscaban limitar la influencia extranjera sobre los recursos naturales del país, en particular el petróleo. Sin embargo, este nacionalismo constitucional pronto chocó con los intereses de las empresas extranjeras. Este conflicto llevó a la firma del Acuerdo Calles-Morrow en 1928, un pacto que modificó la Ley Petrolera para tranquilizar a las empresas estadounidenses y británicas, y aseguró la estabilidad en las relaciones bilaterales. Aunque el acuerdo comprometió parte del espíritu revolucionario, permitió a México normalizar sus vínculos con las potencias internacionales.

De la contitución de 1917 a los acuerdos internacionales
La revolución, el petróleo y el orden internacional

La Revolución Mexicana marcó un antes y un después en la historia nacional e internacional del siglo XX. Este movimiento no solo transformó el panorama político y social de México, sino que también redefinió su interacción con el mundo, especialmente con Estados Unidos y las potencias europeas, durante el periodo de 1917 a 1940.

México en la encrucijada global

Fototeca INAH.

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La influencia de Estados Unidos y el equilibrio de poder
México y la dinámica global de entreguerras
El cardenismo: una redefinición del nacionalismo

La presidencia de Lázaro Cárdenas (1934-1940) representó una renovación del nacionalismo revolucionario. Su política de masas, la expropiación petrolera de 1938 y la redistribución de tierras reforzaron el control del Estado sobre los recursos naturales y reavivaron el espíritu de justicia social. Este acto, aunque provocó tensiones internacionales, especialmente con Estados Unidos y Gran Bretaña, consolidó la soberanía mexicana y sentó un precedente en América Latina.

Durante este periodo, la política exterior mexicana estuvo marcada por la necesidad de mantener una relación estable con su vecino del norte. Los embajadores como Dwight Morrow jugaron un papel crucial en mediar entre los intereses revolucionarios mexicanos y los económicos estadounidenses. La cooperación en asuntos como el control de la rebelión escobarista y el suministro de armas al gobierno federal ejemplifican la dependencia mutua en temas de seguridad y estabilidad.

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El contexto internacional entre las guerras mundiales influyó significativamente en las decisiones mexicanas. La Gran Depresión afectó severamente las exportaciones mexicanas, pero también creó un escenario donde la autosuficiencia agrícola y las políticas de redistribución amortiguaron los impactos sociales. Asimismo, la participación de México en la Guerra Civil Española y su política de asilo para refugiados republicanos subrayaron su compromiso con los ideales democráticos y antifascistas.

Entre vecinos y principios: México redefine su soberanía frente a la influencia de Estados Unidos

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Fuente: Fragmento de la "Historia de México a través de los siglos", Diego Rivera, 1931, Palacio Nacional, México.

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En medio de un mundo convulso por conflictos internacionales y transformaciones ideológicas, México vivió entre 1917 y 1940 un proceso clave en su historia: la consolidación del nacionalismo revolucionario. Durante este periodo, la política nacional no solo transformó el rostro interno del país, sino que también redefinió sus relaciones internacionales, marcando hitos que resonarían en todo el continente.

El Auge del Nacionalismo Revolucionario

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Del Maximato al Cardenismo: La revolución se reorganiza
Un México global en un mundo en guerra
La Expropiación Petrolera: Culminación del nacionalismo revolucionario

Uno de los momentos más icónicos de este periodo fue la expropiación petrolera de 1938, un acto que desafió los intereses de poderosas compañías extranjeras y de sus gobiernos. Cárdenas justificó la medida como un acto de soberanía nacional y una defensa de los derechos de los trabajadores. Aunque provocó tensiones diplomáticas con Estados Unidos y Gran Bretaña, la decisión consolidó la identidad nacionalista del México post-revolucionario y dio origen a Petróleos Mexicanos (Pemex), símbolo de la independencia económica

El periodo posterior a la Constitución de 1917 estuvo marcado por un fuerte control político bajo el llamado Maximato. Sin embargo, la llegada de Lázaro Cárdenas a la presidencia en 1934 desencadenó una nueva etapa. La expulsión de Plutarco Elías Calles en 1936 consolidó el poder presidencial y dio paso a reformas radicales. La nacionalización de tierras y la redistribución agraria beneficiaron a millones de campesinos, mientras que la creación de grandes organizaciones obreras como la CTM fortaleció la base popular del régimen.

Entre 1937 y 1940, el contexto internacional también influyó en las decisiones mexicanas. La Segunda Guerra Mundial estaba en ciernes, y México tomó una posición antifascista que marcó sus alianzas globales. Al mismo tiempo, la política de "Buena Vecindad" impulsada por Estados Unidos buscaba reforzar la cooperación hemisférica frente a las amenazas de los regímenes totalitarios

De Calles a Cárdenas: La Revolución Mexicana Reafirma su Soberanía y Unidad Nacional

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Fuente: https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/CRL95.html

Un México transformado: soberanía y justicia social como legado del cardenismo

Al finalizar el periodo cardenista en 1940, México había logrado consolidar un proyecto revolucionario con profundas transformaciones sociales y económicas. Sin embargo, los retos no cesaron. Las tensiones internas y la presión internacional seguían siendo un desafío constante para un país que buscaba encontrar su lugar en un orden mundial cambiante. La Revolución Mexicana, en su segunda fase, no solo transformó al país sino que inspiró a otras naciones del continente. La expropiación petrolera y las reformas sociales cardenistas se mantienen como un legado vivo del espíritu de soberanía que marcó aquellos años. En palabras de Cárdenas: “Es tiempo de que México sea para los mexicanos

El legado de un México renovado

Fuente: https://www.centrolibrero.com/mx/productos/estado-economia-y-sociedad-en-el-mexico-posrevolucionario#product-gallery-1

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El México postrevolucionario, entre 1917 y 1940, vivió un periodo de profunda transformación en su proyecto nacional, sistema político y política exterior, un trinomio que funcionó como un engranaje único en la consolidación de un Estado soberano, aunque no exento de tensiones internas y externas. El eje central del proyecto revolucionario mexicano fue la Constitución de 1917, una carta magna que redefinió las bases del desarrollo social y económico del país. Principios como la propiedad nacional de los recursos naturales, la reforma agraria y los derechos laborales representaron un desafío directo a los intereses de las potencias extranjeras y sus empresas, particularmente en el sector petrolero. Este nacionalismo, que culminaría en la expropiación petrolera de 1938 bajo Lázaro Cárdenas, no solo reafirmó la soberanía de México, sino que marcó un precedente en la lucha por el control de los recursos frente a corporaciones internacionales.

Opinión: Nacionalismo, política y diplomacia en el México revolucionario (1917-1940)

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El sistema político: centralización y movilización popular
Un legado de resistencia y pragmatismo
La política exterior: un reflejo del nacionalismo interno

La política exterior del México revolucionario fue tanto una defensa como una extensión de su proyecto nacional. La Doctrina Estrada y la defensa de la no intervención reforzaron su posición soberana frente a las potencias extranjeras. A pesar de las tensiones con Estados Unidos y Europa, México utilizó su política exterior para proteger sus intereses, resistiendo presiones por compensaciones desmesuradas y utilizando foros internacionales como la Sociedad de Naciones para legitimar sus principios. Además, su apoyo al gobierno republicano español y su rechazo al fascismo evidenciaron un compromiso con la justicia más allá de sus fronteras.

cohesión interna frente a las presiones externas. Desde la consolidación del poder presidencial con la expulsión de Plutarco Elías Calles hasta la creación del Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938, el gobierno logró construir una estructura centralizada respaldada por organizaciones de masas. La Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación Nacional Campesina (CNC) no solo integraron a sectores obreros y campesinos al proyecto revolucionario, sino que también jugaron un papel crucial en la defensa de las políticas nacionalistas en foros internacionales.

Aunque el camino del nacionalismo revolucionario no estuvo exento de concesiones, como los Acuerdos de Bucareli o el Calles-Morrow, México logró mantener su soberanía y avanzar en su proyecto de justicia social. Este periodo dejó un legado de resistencia ante el poderío extranjero y mostró cómo un país, a pesar de sus limitaciones, puede influir en el orden internacional a través de una combinación de pragmatismo político y movilización social. En una era donde las desigualdades globales persisten, el ejemplo del México revolucionario sigue siendo una lección vigente sobre cómo un país puede, incluso en condiciones adversas, defender su autonomía y luchar por los intereses de su pueblo.

Opinión: Del poder centralizado a la movilización popular: El Estado mexicano como eje del nacionalismo revolucionario

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Fuente:https://www.mexicohistorico.com/paginas/las_relaciones_internacionales_de_mxico_durante_la_revolucin.html

Edición Especial: México y el Mundo, 1917-1940

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El periodo de 1917 a 1940 destaca como una etapa en la que México buscó redefinir su relación con el mundo a través de un nacionalismo revolucionario. Este proyecto, cimentado en la Constitución de 1917, tuvo como objetivos primordiales la justicia social y la recuperación de los recursos naturales. Sin embargo, estos ideales no habrían sido posibles sin un sistema político centralizado que, aunque autoritario, permitió al país resistir las presiones extranjeras. La política exterior mexicana, anclada en la Doctrina Estrada y el principio de no intervención, fue una extensión del nacionalismo interno. Los gobiernos revolucionarios lograron, con diversos grados de éxito, limitar el poder de las potencias extranjeras mientras promovían reformas económicas y sociales que, aunque incompletas, sentaron las bases de la modernidad mexicana. En un mundo marcado por crisis económicas y conflictos ideológicos, México demostró que la soberanía es una conquista constante. El legado de este periodo nos recuerda que la autonomía nacional y el desarrollo social son metas que solo pueden lograrse a través de una visión de Estado fuerte y una política exterior coherente.

Editorial: Un México soberano en un mundo de contradicciones