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El voto silenciado: Lo que no llevó a los mexicanos a las urnas

Expertos analizan la crisis en el sistema electoral mexicano, su historia, factores y consecuencias. A un mes de las elecciones presidenciales, los ecos de frustración y desconfianza siguen presentes. En las calles, la gente comenta las largas filas, las boletas que se agotaron y la sensación de que, una vez más, el sistema falló. Para muchos, el verdadero problema no fue lo que ocurrió el día de la elección, sino lo que no ocurrió: una participación significativa. "Estos procesos electorales se están convirtiendo en un circo", asegura Conrado Gómez, abogado en litigio constitucional. "El problema no es solo que la gente no vote, sino que sienten que el sistema no los representa. La desconexión es profunda y creciente." El desencanto: una amenaza para la democracia Los expertos coinciden en la realidad de que el abstencionismo no es un acto de pereza ni de indiferencia, sino de hartazgo. "La gente siente que los políticos son todos iguales, que las promesas no se cumplen y que su voto no cambia nada”. En este contexto, ¿cómo motivar a alguien a participar? El fenómeno del voto útil, según Gómez, es un síntoma claro de esta apatía. "Elegir al 'menos malo' no es participar realmente. Es un acto de resignación. Y cuando las opciones no emocionan, el resultado es el mismo: menos gente votando." Votos desde el más allá: un síntoma de la desconfianza Pocas cosas ilustran mejor la desconfianza en el sistema electoral que la frase: “los muertos sí votan”. Aunque parezca un chiste oscuro, Juan Manuel Casa, arquitecto e historiador, explica que es una realidad preocupante. Para Casa, estas irregularidades son el combustible perfecto para las teorías de fraude. "Cada vez que ocurre algo así, alimentas la narrativa de que las elecciones están amañadas. Y si la gente ya desconfía, esto solo les da más razones para quedarse en casa." Fuente: Equipo Abstencionismo MX Educación y violencia: barreras estructurales al momento de votar La falta de educación y la violencia son dos de las principales razones por las que los mexicanos no votan, aseguran los expertos. Dorilen Camacho, historiadora, señala que la educación cívica ha sido relegada por años. "¿Cómo puedes esperar que la gente valore el voto si nunca les enseñaste su importancia? Desde jóvenes, el sistema educativo falla en mostrar que el voto no solo es un derecho, sino un poder." Pero incluso para quienes entienden la importancia de votar, la violencia es un factor antiguo. Camacho lo resume con certeza: "En algunas regiones del país, ir a votar puede ser un acto de valentía. Si hay riesgo de violencia en las casillas, la elección entre votar o quedarse en casa se convierte en una decisión de supervivencia." Arnoldo Díaz, historiador experto en análisis social, añade que la violencia electoral no solo afecta a los votantes, sino también a los candidatos. Explicando ciertas maneras de comentar fraude electoral en las urnas. La participación juvenil: clave para el cambio A pesar de representar un sector importante de la población, los jóvenes siguen siendo los grandes ausentes en las elecciones. Diaz afirma que el problema radica en que las campañas no abordan los temas que realmente les importan. "Los jóvenes están preocupados por el cambio climático, el acceso a empleos dignos y la igualdad social, pero esos temas rara vez están en el centro de las propuestas políticas. Si no te sientes escuchado, ¿para qué vas a participar?" Camacho coincide y señala que los jóvenes necesitan sentir que su voto tiene un propósito. "La juventud tiene el poder de transformar la política, pero para eso necesitan creer que su participación hará la diferencia. Sin propuestas reales que conecten con ellos, es difícil que se animen a acudir a las urnas." Más allá de las urnas: la importancia de la participación activa "El voto es solo una herramienta, pero la democracia requiere un compromiso constante", destaca Gómez. No se trata solo de votar cada tres o seis años, sino de involucrarse activamente en las decisiones que afectan al país. "Si no nos apropiamos de los procesos democráticos, dejamos que otros decidan por nosotros. La participación ciudadana no termina el día de la elección; es un trabajo de todos los días." Frente a un panorama de desencanto y desafíos, los expertos coinciden en que la solución pasa por un modelo político que inspire confianza y represente verdaderamente a la sociedad mexicana. Díaz concluye con un llamado contundente: "Necesitamos construir un sistema que no solo invite a votar, sino que motive a creer. Si logramos eso, podemos cambiar el rumbo de nuestra democracia." La reconstrucción de la democracia en México requiere algo más que reformas estructurales: necesita ciudadanos comprometidos y políticos responsables. Con más de 2,700 cargos renovados en estas elecciones, el verdadero cambio no comenzará en las oficinas de los recién electos, sino en las calles, en los hogares y, sobre todo, en las urnas.