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Desarrollo del apego desde el nacimiento hasta la adolescencia

Etapa 1

Orientación hacia los miembros de la propia especie.

Etapa 2

Interacción privilegiada con las figuras de apego sin rechazar a desconocidos.

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es visual

Etapa 3

Vinculación y rechazo a los desconocidos.

Etapa 4

A partir del primer año hasta la pubertad y adolescencia.

Etapa 4: a partir del primer año hasta la pubertad y adolescencia.

A partir del primer año, el niño gana independencia gracias a sus capacidades motoras, cognitivas y lingüísticas, enriqueciendo su relación con las figuras de apego. Durante el segundo y tercer año, tolera mejor separaciones breves y reduce la necesidad de contacto constante, aunque en momentos de aflicción vuelve a activar conductas de apego temprano. Entre los 4-6 años y la pubertad, el niño mantiene relaciones armoniosas con sus figuras de apego, sintiéndose seguro y compartiendo valores familiares. Su desarrollo en comunicación, autocontrol y socialización facilita interacciones positivas y aprendizajes, haciendo de este período uno de los más gratificantes para la familia. En la pubertad y adolescencia, a pesar de los cambios familiares, el adolescente sigue necesitando una relación de apego con sus padres para sentirse seguro. Aunque la influencia del grupo de iguales aumenta, los padres, especialmente las madres, siguen siendo figuras clave de apego, mientras que los amigos comienzan a asumir también este rol.

Etapa 3. Vinculación y rechazo a los desconocidos (6/7-12 meses).

Hacia el séptimo mes, el desarrollo emocional y cognitivo, junto con las experiencias previas, establece el vínculo afectivo con figuras específicas (madre, padre, abuelos). Su presencia brinda seguridad, mientras que su ausencia genera angustia, marcando el inicio del sistema de conducta de apego. Los niños muestran proximidad a estas figuras, angustia por separación y forman modelos internos que influirán en sus relaciones futuras. Además, interactúan otros sistemas: exploración, activado por la seguridad de las figuras de apego; miedo a extraños, visible hacia el octavo mes y máximo al año; y, en algunos casos, afiliación hacia desconocidos desde la seguridad del apego.

Etapa 1. Orientación hacia los miembros de la propia especie, sin diferenciar las figuras que le cuidan (0-3 meses).

En esta etapa, el niño busca activamente estímulos sociales y comienza a asociarlos con eventos de su vida. Aunque aún no distingue figuras de apego de desconocidos, identifica características básicas como el olor, tono de voz y rostro de las personas que le brindan más atención y cuidados

Etapa 2. Interacción privilegiada con las figuras de apego sin rechazar a los desconocidos (3-6/7 meses).

El bebé comienza a discriminar entre personas, mostrando preferencia por quienes cubren sus necesidades y ofrecen interacción privilegiada, como la madre, el padre o un abuelo. Esta preferencia se refleja en sonrisas, vocalizaciones diferenciales y llanto al separarse de esa figura. Estas conductas fortalecen el vínculo, incrementan los cuidados de la figura de apego y mejoran la comunicación, permitiendo una relación más satisfactoria y adaptada a las necesidades del niño.