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Trujillo (Cáceres)

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Cáceres

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Guadalupe (Cáceres)

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Zafra (Badajoz)

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Mérida (Badajoz)

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Jarandilla (Cáceres)

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Plasencia (Cáceres)

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Trujillo (Cáceres)

400 metros separan la estatua del conquistador Francisco Pizarro del parador de Trujillo, erigido sobre un convento del siglo XVI. Sus dos claustros, uno de ellos con arcos y columnas renacentistas, aportan luz y sosiego. Extramuros se halla la piscina para refrescarse en verano. De paseo por el pueblo, el visitante se encuentra con la iglesia de San Martín de Tours, el palacio de la conquista, el castillo y, por supuesto, el monumento de bronce al trujillano que dirigió la primera expedición europea a Perú en 1524.

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Plasencia (Cáceres)

Un convento gótico del siglo XV alberga el parador de esta localidad, circundada por el río Jerte. Este enclave estratégico de la Ruta de la Plata se revela como un excelente punto de partida para conocer las Hurdes, la sierra de Gata o la comarca de la Vera. Sin salir del municipio, dos catedrales —la Nueva constituye el único edificio plateresco de Extremadura— y los restos de las murallas medievales. Y sin salir del parador, migas del pastor, sopa de cereza o perdiz en escabeche en su restaurante decorado con cerámica de Talavera del siglo XVI.

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Cáceres

Un palacio renacentista en el casco antiguo de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad acoge este hotel de cuatro estrellas y 39 habitaciones. Renovado hace una década, a la estructura primigenia le han incorporado nuevas tecnologías como calderas de alto rendimiento o sistemas de control de la climatización. Con solo salir a la puerta, el visitante se topa con casas-fortaleza, palacios renacentistas o las murallas árabes. De vuelta tras el paseo, le espera una ensalada de verduras de la zona (zorongollo), jamón ibérico de bellota y solomillo de ternera retinta. Mesas dentro y fuera en un agradable y bien iluminado jardín. El hotel permanecerá cerrado por obras del 2 de enero al 31 de marzo de 2025.

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Guadalupe (Cáceres)

Contiguo al Real Monasterio, un santuario catalogado como Patrimonio de la Humanidad, se ubica el parador de Guadalupe. La vida en este hotel de cuatro estrellas y 41 habitaciones arranca en el claustro mudéjar, nutrido de limoneros y naranjos. Esta localidad cacereña de 1.828 habitantes alberga un conjunto histórico artístico de los siglos XV y XVI de gran valor. En la hermosa terraza paralela a la fachada del parador y en su bello y calmado jardín interior sirven sopa de tomate, arroz meloso del Guadiana y técula mécula, una tarta a base de yema, almendras y hojaldre.

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Zafra (Badajoz)

El palacio de Ferias, hoy convertido en parador, se alza sobre un castillo construido en 1437 en esta localidad pacense de 16.810 habitantes. El interior alberga artesonados, arcones, herrajes, pasamanos y elementos decorativos pertenecientes a la antigua construcción. Fuera, en un agradable paseo, esperan las plazas Grande y Chica, la colegiata o el jaleo de la calle de Sevilla. De vuelta en el hotel y si el tiempo lo permite, el patio renacentista se llena de mesas para disfrutar una cazuela de bacalao con pisto extremeño o quesos de la zona con vinos Ribera del Guadiana.

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Mérida (Badajoz)

Este convento del siglo XVIII supone un buen punto de partida para conocer la Mérida romana, visigoda y árabe, y la ciudad moderna y contemporánea. El parador se asienta sobre una plaza de naranjos a cinco minutos del muy bien conservado teatro romano, donde aún se representan espectáculos. El claustro interior y el jardín forman un conjunto arqueológico con elementos mudéjares, romanos y visigóticos. Tras visitar el circo romano y el anfiteatro, el restaurante y la terraza del mencionado jardín musealizado ofrecen embutidos ibéricos de la dehesa de Extremadura, caldereta de cordero o pluma asada con carbón de encina.

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Jarandilla (Cáceres)

Este castillo-palacio del siglo XIV, donde se alojó el emperador Carlos V entre 1556 y 1557 de camino a su retiro en el monasterio de Yuste, brilla por su luminoso y fresco patio interior, lugar de esparcimiento de huéspedes, habitantes de la zona y turistas de paso. Jarandilla de la Vera, verde y húmeda, cuenta junto con el resto de los pueblos de la Vera con un clima muy agradable en verano. El parador supone un buen inicio de rutas a pie o en coche para conocer Garganta la Olla, el mencionado monasterio o las cascadas y piscinas naturales de agua de la sierra de Gredos que para los forasteros baja helada y para los lugareños, simplemente óptima. El hotel permanecerá cerrado por obras del 2 de enero al 31 de mayo de 2025.