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Según la Comisión Europea, el 40% de los productos etiquetados como ecológicos no tienen pruebas verificables. Este engaño perpetúa la sobrecompra, que a menudo tiene un impacto mayor que consumir conscientemente productos menos idealizados. Comprender estas dinámicas ayuda a los consumidores a tomar decisiones fundamentadas y evitar ser cómplices del impacto ambiental oculto.

Muchas empresas etiquetan productos como “naturales” o “eco-friendly” sin evidencia científica que respalde su impacto ambiental positivo. Este tipo de greenwashing manipula a los consumidores, apelando a su deseo de hacer elecciones sostenibles mientras promueve hábitos de consumo innecesario.

Estudios como los publicados en Nature han demostrado que hábitos individuales, como reducir el uso de plásticos desechables o adoptar formas de transporte sostenible, tienen un impacto acumulativo significativo y contribuyen a generar una cultura de sostenibilidad. Ignorar el potencial de estas acciones perpetúa la inercia social y subestima su capacidad para impulsar cambios en sistemas más amplios.

Se suele promover la idea de que las acciones individuales no tienen un impacto significativo frente a la crisis climática, lo que fomenta el desinterés y la inacción. Este engaño está diseñado para justificar la pasividad personal al trasladar toda la responsabilidad a los gobiernos y corporaciones, argumentando que solo los grandes emisores tienen el poder de hacer cambios relevantes. Sin embargo, esta narrativa es falaz

“Compro orgánico, estoy ayudando”

“Mis acciones no cuentan”

DIMENSIÓN PERSONAL

Sin embargo, investigaciones de Environmental Research Letters muestran que las comunidades que toman medidas locales, como reforestación o gestión de residuos, logran resultados tangibles e inspiran a los gobiernos a implementar políticas sostenibles. La participación ciudadana activa es crucial para un cambio transformador.

Muchas personas justifican su inacción frente a problemas ambientales al culpar exclusivamente a las instituciones gubernamentales, creyendo que estas son las únicas responsables de generar soluciones significativas. Esta idea refuerza una mentalidad de apatía ciudadana y debilita el poder de la acción colectiva.

Los estudios del Journal of Consumer Research revelan que menos del 15% de las personas que participan en activismo digital toman medidas tangibles adicionales. Esto no solo frena el progreso colectivo, sino que desvía la atención de actividades más significativas, como la participación en proyectos comunitarios o el voto informado para políticas ambientales.

El slacktivism es la práctica de participar en acciones digitales superficiales, como compartir publicaciones en redes sociales o firmar peticiones en línea, sin comprometerse con acciones concretas. Este comportamiento, aunque bien intencionado, genera una falsa sensación de impacto y refuerza la inacción.

“Es tarea del gobierno”

Slacktivism

DIMENSIÓN CIUDADANA

El argumento de que adoptar prácticas sostenibles afecta negativamente la rentabilidad de las empresas se utiliza como excusa para evitar cambios en los modelos operativos. Sin embargo, estudios de Harvard Business Review demuestran que las empresas que implementan estrategias sostenibles, como el uso eficiente de recursos o la economía circular, son más competitivas a largo plazo. Este mito no solo desmotiva a las organizaciones, sino que también oculta los beneficios financieros y sociales de incorporar la sostenibilidad como parte central de su estrategia.

Según el Journal of Business Ethics, el 70% de estas afirmaciones carecen de respaldo científico, perpetuando la idea de que el sector privado está contribuyendo al cambio cuando en realidad no lo hace. Identificar estas prácticas permite a los consumidores y empleados exigir mayor transparencia y responsabilidad.

Algunas empresas promueven prácticas supuestamente sostenibles, como la “neutralidad de carbono”, sin demostrar evidencia real de sus afirmaciones. Estas estrategias de greenwashing, como las compensaciones de carbono no verificadas, buscan mejorar la percepción pública sin realizar cambios sustanciales en sus operaciones.

“No es rentable ser sostenible”

Greenwashing corporativo

DIMENSIÓN PROFESIONAL

indican que el verdadero impacto ambiental positivo proviene de reducir el consumo total, reparar objetos en lugar de reemplazarlos y participar en prácticas como el reciclaje o el intercambio de bienes. Cambiar este paradigma es esencial para disminuir la huella ecológica global.

Según el UNEP, más del 80% de los productos electrónicos se desechan antes de alcanzar su vida útil óptima. Al identificar estas prácticas, las personas pueden optar por alternativas más duraderas y participar en economías circulares, reduciendo así su impacto ambiental.

El consumo consciente mal entendido promueve la idea de que comprar productos etiquetados como “eco-friendly” o “verdes” es suficiente para contribuir al cambio ambiental. Aunque estos productos pueden tener menor impacto, este enfoque puede perpetuar el sobreconsumo. Investigaciones del Journal of Industrial Ecology

La obsolescencia programada fomenta la fabricación de productos con una vida útil intencionadamente corta, incentivando el consumo repetido. Este engaño explota a los consumidores y genera una gran cantidad de desechos electrónicos y plásticos, que son difíciles de gestionar de manera sostenible.

Consumo consciente mal entendido

Obsolescencia programada

DIMENSIÓN DE CONSUMO