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Transcript

"Bienvenidos a Musicolandia"

Pablo, un niño de 5 años a quien siempre le ha gustado la música, tenía muchas ganas de aprender a tocar algún instrumento.

Pero, ¿cuál sería?

Sus amigos del parque sabían tocar algunos y eso le hizo pensar que también podía encontrar el instrumento perfecto para él.

¿Sería el triángulo? ¿O mejor el tambor? ¿Y si eran las maracas?

Un día, mientras paseaba, sin darse cuenta se alejó demasiado de su casa y empezó a escuchar muchos sonidos que provenían de una extraña puerta.

¿Encontraría aquí su instrumento?

Siguiendo esta agradable melodía, acabó llegando a un hermoso lugar lleno de música:Musicalandia

Le gustó tanto, que decidió quedarse un rato a investigar.

- ¡No, no, no! ¡Tú eres demasiado estridente! - exclamó Pablo y se marchó

Mientras caminaba, se encontró con Aitor, el tambor de mano.

- Soy Aitor el tambor y soy de percusión, me tocan con baquetas, manos o una pelotita de color - se presentó Aitor

- Bailas muy bien, pero suenas demasiado fuerte - le dijo Pablo mientras se alejaba

- Yo soy Marieta la pandereta, de hermosa percusión, y con mis sonajas bailo y bailo con toda canción - bailaba Marieta

Siguió su camino hasta una calle llena de panderetas y allí se encontró a Marieta.

- Ay, perdona, pero me he mareado con tanto subir y bajar de altura

¡Ten más cuidado niño! Soy Manolo, la flauta de émbolo. Subo y bajo como un ascensor, haciendo esta música con mucho esplendor

Al girar la esquina de la calle, Pablo se tropezó con alguien.

Me gusta como suenas, pero tu sonido es muy agudo y largo, me gusta algo más marchoso - Cogió su merienda y se despidió de Cángulo

Yo soy Cángulo el triángulo, con mi varilla y mi destreza luzco como las estrellas - presumió el triángulo

Esperando en la cola que había para comprar un pastel, conoció a Cángulo, el triángulo.

Como ya era hora de merendar, a Pablo le entró mucha hambre. Al ver a lo lejos una pastelería, decidió entrar.

Continuaba su paso por Musicolandia, hasta que de pronto...

- ¡A mí me encanta bailar! - exclamó Pablo - Sois muy marchosas y tenéis mucho ritmo. ¿Os gustaría ser mi instrumento?

- ¡Hola! Somos Maca y Paca, las maracas. Nos ponemos a sonar y bailamos sin parar - dijeron a la vez

Maca y Paca llevaban mucho tiempo deseando ser el instrumento favorito de alguien por lo que, emocionadas, le dijeron al niño que sí.

Pablo comenzó a agitar las maracas, y no pudo evitar mover sus caderas al mismo tiempo. La melodía atrajo a los instrumentos que por allí rondaban, quienes se unieron a aquella fiesta riendo y bailando.

Al final del día, Pablo se despidió de todos ellos feliz. Había encontrado su instrumento, uno que llenaba su vida de alegría.

FIN

Al fin había encontrado su instrumento, y no era otro que las alegres maracas.

Desde entonces, cada vez que tocaba las maracas, su corazón vibraba de euforia.