Julieta se asomó al interior de las cajas de la ofrenda. sus ojos brillaron al descubrir a la Catrina y al papel picado.-¿Es cierto que abuelita vendrá a la casa?- preguntó Julieta.-¡Sí!- respondió mamá-. Las almas de nuestros ancestros nos visitarán en el día de muertos.Julieta sonrió. ¡No podía esperar la llegada de abuelita!
Papá tomó un carrete de hilo color guinda.-A tu bisabuela Cuca le encantaba coser vestidos
-¿Y esto?- preguntó Mario- Abuelito José era piloto- comentó Lola
Julieta y sus hermanos ayudaron a poner la ofrenda.-¿Qué son estos?- preguntó Mario-Recuerda- contestó Julieta-. Para contar historias sobre nuestros ancestros y así tenerlos presentes siempre.
Mientra Julieta escuchaba, tuvo una idea. Encontraría un regalo especial para abuelita. Uno que le hiciera sonreir, y le demostrara cuánto la extrañaba.
Julieta recordó momentos especiales compartidos con abuelita.Pensó en las manos arrugadas de abuelita, trenzando coronas de flores con las que después jugaban a ser princesas.-¡Eso es!- gritó Julieta con emoción
Ella intentó hacer una corona, pero...
Al instante recordó cuando los observaba con abuelita.-¡Eso es!- gritó Julieta con emoción
Mientras recogía las flores, Julieta escuchó pajaritos cantando afuera de la ventana.
Intentó hacer un pajarito de origami, pero...
En el fondo, Julieta sabía que lo que más disfrutaba ella y abuelita era bailar. Zapatear al ritmo de los jaraneros y ondear sus vestidos de un lado al otro como olas del mar.
Al bailar juntas creaban su pequeño mundo.Uno lleno de calidez y alegría.
Julieta se sintió perdida. Con el Día de Muertos tan cercano, se estaba quedando sin tiempo y sin ideas
Sin su abuelita, girar al ritmo de "La Bamba" ya no era divertido.
Los ojos de Julieta se llenaron de lágrimas al recordar otro momento.
El día en que dejó de bailar y guardó sus accesorios de baile.
Todos habían encontrado una forma de honrar a sus ancestros, excepto Julieta.
Sus primos y hermanos crearon un camino de cempasuchil para guiar a las almas a la ofrenda.
Toda la familia estaba ocupada preparando la celebración, Mamá y tía Yolanda hicieron mole y tamales. Papá y tío Paco ensayaron "La Llorona".
Cuando Julieta despertó el primero de noviembre, todavía no había encontrado el regalo ideal.
Al verlas, Julieta recordó sus visitas a la Feria del Día de Muertos con abuelita. Ahí compraban calaveritas y dulces de leche, los favoritos de abuelita.-¡Eso es!- gritó Julieta con emoción- ¡Lola!
Julieta miró hacia la calle y vió pasar a una niña con su abuela, cargando una bolsa de mandado.
¿Por qué no estás sonriendo abuelita?
Julieta miró los retratos de sus ancestros, preguntándose por sus historias. Pero cuando observó el de abuelita, notó que algo estaba mal.
Y lo peor, cuando llegaron al puesto de doña Carmen, los dulces de leche se habían agotado.
La feria de Día de Muertos cibraba con gran colorido. Dulces, chocolates y calaveritas encantaban a los visitantes.La música y el alegre murmullo de la gente creaban un ambiente festivo, Pero para Julieta y Lola, no se sentía la misma mágia sin abuelita.
Julieta corrió escaleras arriba. Conteniendo el aliento, abrió su caja de recuerdos. Adentro encontró sus zapatos de baile, un abanico, peinetas y fotografías
-Lo arreglaré- dijo Julieta.
Al volver a casa, Julieta se sentí junto a la ofrenda.-De verdad lo intenté- dijo entre lágrimas-.No te pareces a la abuelita que yo recuerdo.tu sonrisa... siempre me hacía sonreir.
En ese momento sintió qu abuelita bailaba a su lado.-¡Eso es!- susurró Julieta
Julieta cerró sus ojos y dió un giro.
-¡Esa es mi abuelita!- exclamó Julieta-.Tu sonrisa era la más brillante cuando bailabamos.
Mas tarde, la celebración comenzó.Julieta y su familia disfrutaron de arroz, mole y pan de muertos. Como cada año, los adultos contaron historias sobre sus ancestros.pero esta vez, Julieta tenía una sorpresa
-El baile fué el regalo que abuelita medió- dijo Julieta-, ahora, será mi propio regalo para las dos.Mientras su familia la animaba, Julieta zapateaba y ondeaba su vestido. Había encontrado el regalo perfecto dentro de sí misma.
Con cada giro, Julieta sentía como si las manos de abuelita tomaran las suyas. Y en su carazón, Julieta supo que mientras siguiera bailando, su lazo con abuelita viviría para siempre.