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DANIELA VALENTINA MONDRAGON MEZA

El puente del diablo

Durante la época colonial en Puente Grande, Jalisco, vivían Don Esteban de la Garza y su esposa Doña Margarita. Sin hijos y con sueños incumplidos, Don Esteban estaba profundamente deprimido, pues no pudo ofrecerle a su esposa la vida prometida en su juventud.

Una noche, después de una visita a una cantina, Don Esteban encontró al Diablo, quien estaba borracho y aburrido. El Diablo le ofreció un trato: construir un puente entre Puente Grande y Zapotlanejo en una sola noche a cambio del alma de Don Esteban.

El Diablo estipuló que si el puente no estaba terminado antes del primer canto de los gallos, el trato se desharía y él perdería la apuesta. Don Esteban, también borracho, creyó que el Diablo no podría cumplir el reto.

Don Esteban aceptó el trato sin pensarlo mucho, convencido de que el Diablo no lograría completar la construcción. El Diablo, entonces, convocó a todos los demonios del averno para comenzar el trabajo inmediato en el puente durante la noche.

Los demonios comenzaron a trabajar intensamente. Don Esteban observaba cómo cientos de diablitos corrían, empujaban carretillas llenas de piedras y las colocaban en su lugar. El puente parecía estar avanzando rápidamente y a buen ritmo.

Mientras tanto, Don Esteban se retiró a su casa, afligido y preocupado. Doña Margarita, al ver a su esposo tan angustiado, se interesó por saber qué ocurría y pronto se enteró del trato con el Diablo y su inminente consecuencia.

Doña Margarita, astuta y valiente, ideó un plan para salvar el alma de su marido. Salió al patio y comenzó a golpear sus muslos para simular el canto de los gallos, creando un sonido que despertaría a todos los gallos del pueblo.

El ingenioso plan de Doña Margarita funcionó a la perfección. Los gallos de todas las casas empezaron a cantar, anunciando el amanecer y la llegada del alba, justo cuando el Diablo y sus demonios estaban a punto de terminar el puente.

El Diablo, al escuchar el canto de los gallos, se dio cuenta de que no podría cumplir con el trato a tiempo. En un furor, se lanzó al río junto con todos los demonios que estaban trabajando en el puente.

Dejaron atrás las carretillas, herramientas y planos de construcción. El puente quedó incompleto con un hueco visible, donde faltaba una piedra que el Diablo no pudo colocar debido al engaño de Doña Margarita y el canto de los gallos.

Don Esteban, al ver que el trato con el Diablo había fracasado, se sintió aliviado y agradecido por la astucia de su esposa. Su alma estaba a salvo y el puente permaneció inacabado debido al plan exitoso de Doña Margarita.

Desde entonces, el puente en Puente Grande tiene un hueco donde se iba a colocar la última piedra. La leyenda cuenta que cualquier intento de colocar una piedra en ese lugar hace que esta se caiga al río sin excepción.

La leyenda del Puente Grande es un ejemplo fascinante del folklore mexicano. Su enseñanza perdura en la memoria de quienes conocen la historia, recordándonos que, a veces, el ingenio puede vencer incluso a las fuerzas más poderosas.

Este hueco en el puente se convirtió en un símbolo de la victoria de la astucia sobre el mal. La leyenda de Don Esteban y Doña Margarita se convirtió en una historia popular en la región, transmitida de generación en generación.