Estrés
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CONDICIONES QUE PUEDEN AFECTAR LA SALUD MENTAL
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Hay diferentes tipos de estrés y todos originan riesgos para la salud física y mental. Algunos ejemplos son el estrés de rutina relacionado con las presiones del trabajo, la escuela, la familia y otras responsabilidades diarias; el estrés provocado por un cambio negativo repentino, como la pérdida del trabajo, el divorcio o una enfermedad, y el estrés secundario a trauma que se experimenta en un acontecimiento como un accidente grave, la guerra, vivir algún tipo de violencia (familiar, institucional, laboral, de género, en el noviazgo, etc.), o una catástrofe natural en el que las personas pueden estar en peligro de sufrir heridas graves o morir. Las personas que tienen estrés postraumático pueden mostrar síntomas emocionales y físicos temporales muy angustiantes, pero la mayoría se recupera naturalmente poco después (National Institutes of Health, s.f.).
ESTRÉS
- Sentirse abrumada/o
- Irritabilidad o enojo
- Tristeza o depresión
- Consumo de comida en exceso o por debajo de lo normal
- Consumo excesivo de alcohol, tabaco u drogas ilegales
- Aislamiento social
- Práctica de ejercicio con menos frecuencia
- Dolor de cabeza
- Tensión o dolor muscular
- Dolor en el pecho
- Fatiga
- Cambios en el deseo sexual
- Malestares estomacales (colitis, gastritis, intestino irritable)
- Problemas de sueño
- Ansiedad
- Inquietud
- Falta de motivación o enfoque
Los síntomas del estrés pueden afectar al cuerpo, los pensamientos, sentimientos y al comportamiento. Es importante saber reconocer los síntomas comunes de estrés, ya que esto puede ayudar a controlarlos (Mayo Clinic, 2019). Algunos efectos comunes del estrés son los siguientes:
Establecer el nivel estresante de una situación dependerá de cómo se perciba, lo que para una persona es sumamente estresante, para otra será algo poco significativo. De igual forma, hay quienes pueden lidiar con el estrés más eficazmente o recuperarse de los acontecimientos estresantes más rápido, todo depende de cómo valoren la situación y los recursos y estrategias con los que cuentan para afrontarla (Lazarus & Folkman, 1986, citado en Regueiro & León, 2003).
Puede complicar la habilidad de recuperación en caso de una enfermedad seria. Un estudio sueco encontró que las mujeres que han sufrido ataques al corazón tienden a tener menos oportunidades de recuperación si también se encuentran experimentando estrés matrimonial como la infidelidad, el abuso de alcohol, o la enfermedad física o psiquiátrica de la pareja (American Psychological Association, s.f.). Los estudios también demuestran que las personas que reaccionan con coraje o que exhiben hostilidad frecuente (una conducta común en quienes viven bajo estrés) tienen un riesgo mayor de padecer una enfermedad del corazón (American Psychological Association, s.f.).
El estrés ha sido relacionado también con enfermedades gastrointestinales como la colitis, gastritis y el síndrome de intestino irritable. El intestino y el cerebro se desarrollan en la misma parte del embrión humano, por lo que no debería sorprendernos que el tracto gastrointestinal cuente con un suministro muy rico de terminaciones nerviosas, lo que ha llevado a que se le conozca en ocasiones como “el pequeño cerebro”. Esta colección de células nerviosas es en parte responsable de controlar la ansiedad y el miedo, lo que podría explicar por qué estas emociones se pueden asociar con el funcionamiento colónico (International Foundation for Gastrointestinal Disorders, 2019).
El sistema inmune se ve afectado por la exposición prolongada al estrés, ya que, al estresarnos, se elevan los niveles de sustancias que disminuyen su funcionamiento, lo que nos vuelve más susceptibles a contraer infecciones, prolonga la duración de las enfermedades infecciosas y el tiempo de cicatrización de heridas, esto aunado a que las personas expuestas a estrés crónico pueden presentar hábitos dañinos para la salud como patrones de sueño alterados, mala alimentación, sedentarismo, consumo excesivo de alcohol y tabaco (Gómez González & Escobar, 2006).
Los sentimientos de desesperación que acompañan al estrés pueden tornarse en depresión crónica (American Psychological Association, s.f.). Tener dificultades para manejar el estrés crónico, puede desgastar y abrumar a la persona, lo que puede derivar en que con frecuencia no tenga un buen estado de ánimo, que su productividad disminuya, sus relaciones interpersonales se vean perjudicadas, tenga problemas para dormir y hasta podría resultarle difícil seguir adelante con su rutina diaria (Mayo Clinic, 2020).
Los trastornos por ansiedad y depresión son causados en un 90% por el estrés laboral, emocional, económico o social, y a su vez provocan en el organismo consecuencias graves como alteraciones metabólicas: pérdida o aumento excesivo del apetito y periodos de diarrea o estreñimiento, asimismo pueden presentarse crisis de pánico y problemas de sueño, entre otros (Federación Mexicana de Diabetes, 2015).
Altos niveles de estrés no manejados pueden facilitar también el abuso en el consumo de sustancias psicoactivas (tabaco, alcohol y otras drogas), o a ser personas consumidoras de fin de semana. Esta dependencia inicia cuando una persona está deprimida, angustiada o estresada y empieza a consumir alcohol, por ejemplo, para disminuir las tensiones. En ocasiones el consumo atenúa la ansiedad, tristeza o los pensamientos negativos y de anticipación que generan angustia, por lo que algunas personas pueden tomarlo como una especie de tratamiento que combate sus malestares, lo que puede generar adicción (Universidad de Guadalajara, 2010). Es importante hacer énfasis en que, en el caso del consumo de sustancias, el estrés es un facilitador, es decir, por sí sólo no genera conductas dependientes; no todas las personas llegan a consumir o a presentar una adicción, influyen otros factores, tales como la educación, la personalidad y el medio ambiente (Universidad de Guadalajara, 2010).Vivir con estrés de manera prolongada puede también generar síndrome de burnout, que será descrito a detalle más adelante.
Así, podemos ver que el estrés afecta de múltiples maneras a nuestro organismo, aunque existe una gran diferencia entre el estrés temporal, el cual ocasiona que los efectos físicos sean de corta duración, al estrés crónico, con efectos sostenidos y cuyo impacto será mayor. Mientras más tiempo se experimente estrés, el sistema de reacciones físicas se mantendrá más activado, ocasionando mayores problemas de salud (American Psychological Association, s.f.).Las situaciones estresantes están presentes constantemente, ya sea como eventos aislados y repentinos o en la vida cotidiana. A fin de reducir su impacto en nuestra salud física y mental, es importante generar estrategias de afrontamiento adecuadas, que son recursos psicológicos que ponemos en marcha para hacer frente a este tipo de situaciones (Macías et al., 2013), y pueden ser aprendidas a lo largo de nuestro desarrollo como personas.