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Enfoque interseccional

Pensamiento decolonial e interseccionalidad

Enfoque interseccional y diversidad en las luchas contemporáneas de las mujeres en México

Enfoque interseccional

En la década de los años 80 del siglo XX, en el marco del feminismo negro de los Estados Unidos, la abogada Kimberlé Crenshaw propuso la interseccionalidad como un camino para visibilizar las opresiones entrelazadas que viven las mujeres negras, así como para expresar un sistema complejo de estructuras de opresión, múltiples y simultáneas. Desde la crítica al feminismo hegemónico o blanco de la época se establece una distinción entre interseccionalidad estructural e interseccionalidad política.

Interseccionalidad estructural

Implica la convergencia de sistemas de discriminación (racial, de género y clase, entre otros) que produce formas específicas de subordinación y tiene efectos concretos en la vida de las mujeres.

Interseccionalidad política

Apunta a la intersección de los múltiples tipos de opresión que las desempodera, promueve su posicionamiento relativo como grupo subordinado y las margina o excluye de las agendas políticas (Cubillos, 2015).

Enfoque interseccional

Esta propuesta ha tenido gran influencia en los estudios de género y de las mujeres, lo que ha permitido el desarrollo de diversas corrientes para el análisis de las formas de discriminación y violencia que experimentan. Desde el enfoque interseccional se les concibe como un nexo o nudo donde se articulan factores estructurales que afectan a las mujeres de manera diferenciada en función de categorías como género, raza, etnia, sexualidad, edad, entre otras. Actualmente, este enfoque se emplea en diversos ámbitos “para estudiar, entender y responder a las maneras en las que el género se cruza con otras identidades y cómo estos cruces contribuyen a experiencias únicas de opresión y privilegio” (AWID, 2004, citado en PNUD, 2017).

Pensamiento decolonial e interseccionalidad

Históricamente, el feminismo latinoamericano ha contado con un desarrollo propio y una visión crítica desde la década de los años ochenta. Los llamados feminismos disidentes (mujeres de color y lesbianas, fundamentalmente), apuntaban la visión homogénea del feminismo blanco, burgués y heteronormado que no consideraba las diversas mujeres, sexualidades y realidades vividas en la región.El feminismo decolonial surge en la década de los noventa, con la movilización organizada de mujeres que reivindican la identidad indígena y afrodescendiente, desde una crítica al feminismo urbano y blanco-mestizo que no reconoce la existencia de otras formas de ser mujer ni la articulación del género con la raza y la herencia colonial, elementos estructurales en las sociedades latinoamericanas.Esta corriente busca:

“comprender las experiencias de las mujeres pobres y racializadas como producto de la intersección dinámica entre el sexo/género, la clase y la raza en contextos de dominación construidos históricamente” (Viveros, 2016: 8).

Pensamiento decolonial e interseccionalidad

Las feministas decoloniales apuntan la necesidad de abordar cómo las condiciones de vida de las mujeres en América Latina se articulan con nuestro pasado colonial. Desde esta perspectiva, sus efectos en la clasificación y subordinación de los pueblos, por medio de la racialización de los cuerpos, ha sido determinante en la trayectoria de vida de hombres y mujeres. Esto es estructural en las violencias contra de las mujeres indígenas y afrodescendientes, pues en los territorios colonizados la violencia sexual contra de ellas fue un instrumento que consolidó y extendió la dominación sobre los pueblos (Lugones, 2008). Desde el pensamiento feminista decolonial, las mujeres afrodescendientes e indígenas latinoamericanas plantean otros horizontes de lucha a nivel local y regional que no se ajustan a los entendimientos y necesidades trazadas por las corrientes dominantes.