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Teoría psicosocial

Fuerza del Ego

Es esencial la socialización en niños para que puedan desarrollar su identidad y sea posible que adquieran las competencias necesarias.

Estructura

Autores

Erik Erikson

Interacción

Permite el aprendizaje y desarrollo de las habilidades psicológicas y sociales que son necesarias para vincularnos y socializar de manera sana

¿Qué es?

Es el proceso de interacción continuo que hay entre las personas y su entorno

Elementos escenciales

Erik Erikson establece ocho etapas por las que una persona pasa a lo largo de su vida. Desde el momento de nacer hasta la vejez.

Uno de los nombres más importantes de la Historia de la Psicología como disciplina científica.

Etapas denominadas "Crisis de identidad" entendiendo esto solo como un periodo de transición.

En cada una de las etapas se adquieren competencias concretas.

Adquisición de competencias al enfrentar un conflicto. Dichas competencias serán desarrolladas más adelante en la vida adulta.

Cada superación de conflictos supone un punto de inflexión para crecer psicológicamente.

Conceptos

Teoría psicosocial

Desde el nacimiento hasta los 18 meses. Un bebé es totalmente dependiente, espera que se ocupen de sus necesidades con esto aprenden que pueden contar con las personas, aprenden a confiar o a desconfiar, esto dependerá del tipo de crianza recibida y del aprendizaje en la gestión de los vínculos y del apego. La sensación de confianza o desconfianza, frustración o seguridad, determinan la calidad de las futuras relaciones de una persona.

Etapas

Confianza vs. Desconfianza

Autonomía vs. Vergüenza y duda

Iniciativa vs. Culpa

Laboriosidad vs. Inferioridad

Exploración de la identidad vs. Difusión de la identidad

Intimidad vs. Aislamiento

Generatividad vs. Estancamiento

Integridad del ego vs. Desesperación

Desde los 18 meses hasta los tres años, los niños empiezan a ser conscientes de su cuerpo y adquieren cierto control sobre él. Comienzan a ejercitar y controlar los músculos que controlan esfínteres. Y logran cierto desarrollo cognitivo. Por lo que aquí puede aparecer la duda y la vergüenza, al mismo tiempo que aprenden lo que es la autonomía con los logros necesarios. El éxito de esta etapa brinda una autoestima más sana en el futuro. Según Erikson, el equilibrio entre la autonomía y la vergüenza lleva a la voluntad, saber se puede actuar con intención dentro de los límites de la razón.

Desde los tres hasta los 5 años. Edades cuando los niños más rápido crecen. Comienza su curiosidad por el juego y por relacionarse con otros niños. Para ello, necesitan de la iniciativa. El reto es encontrar la armonía entre la iniciativa y el querer jugar o cooperar con otros. En el éxito de esta etapa adquirirán una sólida autoconfianza y la habilidad de guiar a otros. En cambio, si no les ha ido tan bien, sentirán culpa y dudas. Y si los adultos reaccionan de forma negativa ante sus preguntas, los niños sentirán más culpa y más torpeza. En todo caso, la culpa, en la medida exacta, les servirá para aprender de sus errores. En exceso, el niño no se sentirá capaz de afrontar nuevos retos o conflictos.

Desde los 5 hasta los 13 años. El cerebro del niño ya está más desarrollado, por lo que puede empezar a manejar conceptos abstractos y pueden comenzar a realizar tareas más complicadas. Tienen la capacidad de reconocer sus propias habilidades y las de los demás. Por lo que empiezan a compararse, con otros y con ellos mismos. Al poder reconocer sus logros pedirán tareas cada vez más desafiantes para ellos. Tienen un interés genuino por mejorar para obtener el reconocimiento social. El éxito en esta etapa dependerá de la estimulación positiva y el nivel de reconocimiento hacía ellos. El sentimiento de inferioridad aparecerá cuando fracasen. Un fracaso mal acogido o comparaciones con otros niños, aumentará el sentimiento de inferioridad y de inseguridad respecto a los demás.

En la adolescencia es cuando forjamos nuestra identidad. Desde los 13 años hasta los 21, realmente, nunca dejamos de desarrollarla, es en esta etapa cuando comenzamos a ser más conscientes de que tenemos una identidad y de lo que ello implica. Una de ellas es la identidad sexual y empiezan a actuar como esa persona que ven a futuro y en la que se ven reflejados o identificados; desean pasar más tiempo con sus iguales, comienzan a preguntarse cuáles son sus propósitos, que rol tienen en las relaciones y quiénes son realmente. El éxito esta en encontrar el equilibrio entre lo que quieren y desean ser y lo que su entorno espera de ellos. En ese proceso de exploración surgirán dudas y confusión. La adolescencia marcada por un apego disfuncional, situaciones de acoso o de abuso puede dar una difusión de la identidad.

Desde los 20 hasta los 40 años. En esta etapa, se va modificando la forma que tenemos de relacionarnos, abordamos las relaciones de una forma más madura, priorizamos unas sobre otras teniendo como criterio la intimidad de cada uno de nuestros vínculos y comenzamos a valorar el compromiso. Buscamos la compañía, la seguridad y la confianza. Cuando esta etapa no tiene éxito es cuando se establecen vínculos poco sanos: se actúa para complacer, no hay límites, hay desconfianza y se tiende al aislamiento.

Desde los 40 hasta los 60 años, aproximadamente. En esta etapa vital se cuida de la familia y queremos dedicarles tiempo a los miembros que la forman, pero también pasar y dedicar tiempo aquello que nos gusta y satisface; si no se ha formado una familia puede ser al trabajo, una afición o a las amistades. Buscamos sentirnos útiles, queremos ofrecer algo al mundo. “¿Cuál es el sentido de mi vida?”. Si no se encuentra respuesta a esto se puede producir un estancamiento.

De los 65 años en adelante, caracterizada por tener que afrontar duelos. Se pierden o se han perdido ya seres queridos, ya no somos tan productivos. El estilo de vida cambia. Con la mirada al pasado puede aparecer la desesperación, sin embargo, también puede generar una sensación de integridad si dicha mirada es hacia lo que hemos compartido. El éxito en esta etapa estará en reafirmar el valor que tiene nuestra existencia.