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Transcript

Cuento presocrático-"Tirso y el Misterio del Cosmos"

Juan Pablo Segura, Paulina Aguilar, Emiliano Avila, Daniela Ortiz y Daniel Camacho

Fecha 29/08/24

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Escena 03

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Tirso se encuentra en un sueño en la ciudad de Mileto, donde conoce a Tales, quien le explica que "todo es agua". Este es el comienzo de su entendimiento sobre los elementos básicos del universo.

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Escena 02

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En una ciudad donde todo parecía estar bajo control, Tirso siempre buscaba algo más allá de lo que los ojos podían ver. Ese día, un antiguo pergamino cambiaría su vida para siempre

Escena 01

Conoce la historia de Tirso, un joven romano en busca de respuestas.

"Tirso y el Misterio del Cosmos"

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Escena 11

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Escena 10

La Pluralidad de Anaxágoras.

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Escena 09

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Los dos lados de la vida.

Escena 08

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Escena 07

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Escena 06

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Escena 05

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Escena 04

Cuento presocrático-"Tirso y el Misterio del Cosmos"

Juan Pablo Segura, Paulina Aguilar, Emiliano Avila, Daniela Ortiz y Daniel Camacho

Tirso conoce la infinidad de las cosas , donde todo nace, muere y se encuentra.

FIN

El fuego de Heráclito.

El número de Pitágoras.

Esa noche, mientras dormía, Tirso fue transportado en un sueño a la antigua ciudad de Mileto. Allí conoció a un hombre sabio llamado Tales, Tales le explicó a Tirso que "todo es agua". Le mostró cómo el agua fluye, nutre la tierra, y cómo de ella emergen todas las cosas. Tirso quedó fascinado al comprender que algo tan simple como el agua podría ser la base de toda la existencia. Tales: "Todo lo que ves, Tirso, proviene de algo tan simple y vital como el agua. El agua es la esencia de todas las cosas."Tirso: "¡WOW, todo tiene sentido!"

Cuando Tirso volvió a abrir su ojos ahora se encontraba en un observatorio, el cual destacaba por su notable cúpula que parecía estaba "rota" dejando ver a un cielo de estrellas que estaban mucho mas cerca que de costumbre, incluso se movian y formaban numeros y otras figuras matematicas.Wn ese momento, Pitágoras lo sorprende y le dice"Bienvenido al observatorio estelar, que te trae aquí?"Tirso le comenta"Vengo buscando respuestas, me gustaría saber porque el universo, si cambia siempre, no se vuelve caos."Pitágoras piensa un momento y le responde:"Es simple, los números no solo son datos, son las reglas del universo, el cambio siempre es basado en ellas, la armonía del cosmo es gracias a ellos, y también por eso podemos entenderlo.""¡Wow, muchas gracias señor!""No hay de que, ahora ve, que hay alguien más esperandote."Y Tirso siguió su travesía.

Tirso siguió su camino hasta un bosque oscuro, donde las sombras y la luz danzaban entre los árboles. Allí conoció a Heráclito, un pensador solitario que le habló sobre el cambio constante y la dualidad de la vida. Heráclito: "Mira este río, Tirso. No puedes bañarte dos veces en el mismo río. Todo cambia, nada permanece."Tirso: "Entonces, ¿nada es constante?"Heráclito: "El cambio es lo único constante. El mundo se mantiene en equilibrio a través de los opuestos. Lo que parece opuesto es, en realidad, parte de un todo."Tirso: "¿Y qué lugar ocupo en todo esto?"Heráclito: "Tú también fluyes con el cambio, como este río. Aprende a aceptar el cambio, y encontrarás la armonía en medio del caos."Tirso observó el río, comprendiendo que la vida, como el agua, estaba en constante movimiento. Agradecido, siguió su camino, sabiendo que el cambio era parte de lo que era.

Tirso ahora se dirige hacia una playa, en donde se encuentra a Anaximandro, un filósofo con quien tiene una pequeña conversación.- "Así que buscas ver más allá de las cosas, pues déjame decirte que, entre más lejos vayas, entre más lejos veas, y si te pudieras alejar lo suficiente hacia las estrellas encontrarías el infinito." - dijo Anaximandro.- "¿Qué es el infinito?" - preguntó Tirso.- "Es el principio y el fin, siempre está en movimiento y gobierna las cosas, está más allá del cielo y lo más impresionante de todo, es indefinido, es el principio de todas las cosas y seguramente también su final" - explicó Anaximandro.- "Entonces, todo tiene un principio y un final en el que se encuentran" - expresó confundido Tirso.- "Así es Tirso, y se llama "Ápeiron".- "Ahora debes de seguir con tu travesía, hay más cosas que debes de entender" - concluyó Anaximandro.- "Nos veremos pronto" - dijo despidiéndose Tirso.

Tirso siguió con su viaje hacia una especie de bosque en donde se encontró con Empédocles, quien tenía un pequeño jardín de rosas. - "¿Así que tú eres el que emprendió la gran búsqueda del conocimiento?" - preguntó desafiante Empédocles.- "Así es y vengo a conocer su gran enseñanza" - respondió firme Tirso.- "Muy bien, yo te enseñaré sobre las dos grandes fuerzas que generan cambios en nosotros las personas. Los cambios no son solo físicos, también existen cambios en tus emociones, en tus pensamientos, en tu forma de actuar o ver la vida. Esas dos grandes fuerzas que generan cambios son el amor y el odio" - explicó Empédocles.- "Tiene sentido, pero si ambas son completamente distintas, cómo es que generan cambios" - dudo Tirso.- "Es más sencillo de lo que parece, las fuerzas opuestas son las que mantienen el equilibrio en el cosmos, mira esas rosas, son bellas, pero también peligrosas, toma una, pero cuidado con las espinas" - dijo Empédocles.-"Ayy, si son peligrosas" - gritó Tirso después de enterrarse una espina.- "Los pétalos crecen al mismo tiempo que las espinas, tal y como el orden y el caos coexisten para mantener el equilibrio, tal y como el amor y el odio existen para mantener el equilibrio" - explicó Empédocles.- "Entiendo, muchas gracias por su conocimiento, seguiré con el viaje" - dijo Tirso a modo de despedida y siguió con su camino.

Tirso aprendio que su busqueda no solo habia sido un viaje por el conocieminto sino tmabien un viaje que le hizo comprender que el cosmos era una mezcla de cambio y permanencia, de caos y orden, y la clave para comprenderlo era aceptar y armonizar estas dualidades.Después de todos sus encuentros y aprendizajes, Tirso regresó a Roma. Pero ya no era el mismo joven curioso que había comenzado su viaje. Ahora, tenía una profunda comprensión del cosmos y del lugar que ocupaba en él. Se paró en la cima de una colina, mirando hacia su ciudad con el viejo pergamino en la mano. Sabía que su misión ahora era compartir lo que había aprendido con los demás, para que ellos también pudieran entender los misterios del universo.FIN

De un momento a otro, Tirso se encontró en un lugar nuevo, donde el viento soplaba con fuerza. Aquí conoció a Anaxímenes, un filósofo que creía que el aire era la base de la vida y del cosmos. Anaxímenes tomó una profunda bocanada de aire y explicó que, sin el aire, nada podría vivir. Le mostró cómo el aire se condensa y se transforma en otras sustancias. Tirso respiró hondo, sintiendo cómo el aire llenaba sus pulmones y comprendiendo que ese elemento invisible era esencial para todo lo que existía.

Tirso llegó a un lugar donde los elementos parecían mezclarse en una espiral infinita. Allí, Anaxágoras le explicó que el cosmos estaba compuesto por una pluralidad de principios, donde todo estaba en todo. Le mostró cómo una pequeña parte de algo contenía en sí misma todas las demás partes del universo. Tirso quedó asombrado al comprender que en cada cosa había un pedazo del todo, que el universo estaba intrincadamente conectado de maneras que nunca había imaginado.

Tirso era un joven romano con una curiosidad insaciable. Pasaba sus días recorriendo las bulliciosas calles de Roma, observando a la gente, las estatuas y los templos que adornaban su ciudad. Un día, mientras paseaba por el foro, algo llamó su atención: un viejo pergamino abandonado en un rincón polvoriento. Lo recogió con cuidado y, al abrirlo, sus ojos se iluminaron. El pergamino hablaba sobre los "Secretos del Cosmos". Sin dudarlo, Tirso decidió emprender un viaje para descubrir más sobre esos misterios que siempre había sentido en su corazón.

Tirso llegó a un paisaje sereno, donde todo parecía inmóvil, eterno. Allí encontró a Parménides, un filósofo de semblante tranquilo. Parménides le habló de la verdadera naturaleza del ser, algo que nunca cambia.Parménides: "El ser es uno, Tirso. Es eterno e inmutable. Lo que existe, siempre ha existido y siempre existirá."Tirso: "Pero, ¿qué pasa con el cambio que veo en el mundo?"Parménides: "El cambio es una ilusión. La verdadera realidad es el ser, que nunca cambia. Lo que ves es solo apariencia."Tirso reflexionó sobre las palabras de Parménides. Aunque todo en el mundo parecía estar en constante cambio, comprendió que detrás de esa apariencia había una verdad más profunda, una realidad eterna e inmutable.

De un segundo para otro Tirso apareció en una zona oscura, cuya unica fuente de luz era una fogata en el centro, sin embargo, esta no era como las otras fogatas, esta tenía un aura mistica, pues sus llamas cambiaban a formas reconocibles y bailarinas, en esta zona Heráclito le muestra el fuego y le dice:"Este cuerpo de fuego es la representación del inevitable cambio, todo lo que ves está destinado a cambiar de alguna forma u otra, pero sigue estando presente en espíritu de un modo u otro."Tirso le responde:"Pero... ¿entonces no perdería todo su armonía?Si el cambio sigue en un punto todo quedará en Caos.Heráclito rie y le contesta:"Eso es algo que yo no puedo enseñarte, pero conozco a alguien que si."Y antes de que Tirso pudiera responder fue transportado a otra área.