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Transcript

Pbro. Leonel Báez Téllez

La Asunción de la Virgen María

Fórmula definitoria

Los doctores escolásticos

Los argumentos teológicos

afirmación de esta doctrina

Exigencia de la incorrupción

El testimonio de la liturgia

Consentimiento unánime

Encuesta oficial

Innúmeras peticiones

Introducción

Constitución Apostólica "Munificentissimus Deus" (Pío XII, 1950)

Introducción

Este privilegio resplandeció con nuevo fulgor desde que, Pío IX, de inmortal memoria, definió solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción de la augusta Madre de Dios:- Cristo con su muerte venció la muerte y el pecado, Dios concederá el pleno efecto de esa vistoria a los justos al final de los tiempos (resurrección), mientras tanto, sus cuerpos se disuelven en la muerte. De esa ley general quiso Dios fuera exenta la Bienaventurada Virgen María.

Introducción

Por eso, cuando fue solemnemente definido que la Virgen Madre de Dios, María, estaba inmune de la mancha hereditaria de su concepción, los fieles se llenaron de una más viva esperanza de que cuanto antes fuera definido por el supremo magisterio de la Iglesia el dogma de la Asunción corporal al cielo de María Virgen y pidieron con vivas instancias a la Sede Apostólica esta definición.

Introducción

Innúmeras peticiones

A este fin fueron promovidas cruzadas de oraciones; muchos y eximios teólogos intensificaron sus estudios sobre este tema, ya en privado, ya en los públicos ateneos eclesiásticos y en las otras escuelas destinadas a la enseñanza de las sagradas disciplinas; en muchas partes del orbe católico se celebraron congresos marianos, tanto nacionales como internacionales.- En esta piadosa competición, los fieles estuvieron admirablemente unidos con sus pastores.

Innúmeras peticiones

Encuesta oficial

El 1 de mayo de 1946 el Papa Pío XII envió al Pueblo de Dios la carta Deiparae Virginis Mariae, en la que preguntó: «Si vosotros, venerables hermanos, en vuestra eximia sabiduría y prudencia, creéis que la Asunción corporal de la beatísima Virgen se puede proponer y definir como dogma de fe y si con vuestro clero y vuestro pueblo lo deseáis».A la que dieron tanto a la una como a la otra pregunta una respuesta casi unánimemente afirmativa.

Encuesta oficial

Consentimiento unánime

El 1 de mayo de 1946 el Papa Pío XII envió al Pueblo de Dios la carta Deiparae Virginis Mariae, en la que preguntó: «Si vosotros, venerables hermanos, en vuestra eximia sabiduría y prudencia, creéis que la Asunción corporal de la beatísima Virgen se puede proponer y definir como dogma de fe y si con vuestro clero y vuestro pueblo lo deseáis».A la que dieron tanto a la una como a la otra pregunta una respuesta casi unánimemente afirmativa.

Consentimiento unánime

El testimonio de la liturgia

Pero como la liturgia no crea la fe, sino que la supone; los santos Padres y los grandes doctores en las homilías hablaban de la asunción como de una cosa conocida y admitida por los fieles.

- Sacramentario Galicano.

- Sacramentario de Adriano I.

En los libros litúrgicos ya se contenía la fiesta, bien sea de la Dormición, bien de la Asunción de la Virgen María:

El testimonio de la liturgia

Exigencia de la incorrupción

- San Juan Dasceno.

El el objeto de la fiesta no era solamente la incorrupción del cuerpo muerto de la bienaventurada Virgen María, sino también su triunfo sobre la muerte y su celestial glorificación a semejanza de su Unigénito.

Exigencia de la incorrupción

Afirmación de esta doctrina

San German de Constantinopla: «Tú, como fue escrito, apareces "en belleza" y tu cuerpo virginal es todo santo, todo casto, todo domicilio de Dios; así también por esto es preciso que sea inmune de resolverse en polvo; sino que debe ser transformado, en cuanto humano, hasta convertirse en incorruptible; y debe ser vivo, gloriosísimo, incólume y dotado de la plenitud de la vida».

Afirmación de esta doctrina

Los argumentos teológicos

Cant 3,6

Sal 131,8

1) Jesús ha querido la Asunción de María al cielo por su piedad filial hacia ella.2) La íntima unión de María con su Hijo, y aquel amor sumo que el Hijo tenía hacia su dignísima Madre.

Los argumentos teológicos

Los doctores escolásticos

San Bernardino de Siena.

San Roberto Belarmino.

San Buenaventura.

San Antonio de Padua.

Vieron indicada la Asunción de la Virgen Madre de Dios no sólo en varias figuras del Antiguo Testamento, sino también en aquella Señora vestida de sol, que el apóstol Juan contempló en la isla de Patmos (Ap 12, 1s.)

Los doctores escolásticos

La fórmula definitoria

Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste.

Gracias.

No encontraron dificultad en admitir que María haya muerto del mismo modo que su Unigénito. Pero esto no les impidió creer y profesar abiertamente que no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro su sagrado cuerpo y que no fue reducida a putrefacción y cenizas el augusto tabernáculo del Verbo Divino.

«A Ti, Dios, Rey del universo, te concedió cosas que son sobre la naturaleza; porque así como en el parto te conservó virgen, así en el sepulcro conservó incorrupto tu cuerpo, y con la divina traslación lo glorificó».

«Digna de veneración es para Nos, ¡oh Señor!, la festividad de este día en que la santa Madre de Dios sufrió la muerte temporal, pero no pudo ser humillada por los vínculos de la muerte Aquella que engendró a tu Hijo, Nuestro Señor, encarnado en ella».

No encontraron dificultad en admitir que María haya muerto del mismo modo que su Unigénito. Pero esto no les impidió creer y profesar abiertamente que no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro su sagrado cuerpo y que no fue reducida a putrefacción y cenizas el augusto tabernáculo del Verbo Divino.

No encontraron dificultad en admitir que María haya muerto del mismo modo que su Unigénito. Pero esto no les impidió creer y profesar abiertamente que no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro su sagrado cuerpo y que no fue reducida a putrefacción y cenizas el augusto tabernáculo del Verbo Divino.

«A Ti, Dios, Rey del universo, te concedió cosas que son sobre la naturaleza; porque así como en el parto te conservó virgen, así en el sepulcro conservó incorrupto tu cuerpo, y con la divina traslación lo glorificó».

"Era necesario que Aquella que en el parto había conservado ilesa su virginidad conservase también sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte. Era necesario que Aquella que había llevado en su seno al Creador hecho niño, habitase en los tabernáculos divinos. Era necesario que la Esposa del Padre habitase en los tálamos celestes".

No encontraron dificultad en admitir que María haya muerto del mismo modo que su Unigénito. Pero esto no les impidió creer y profesar abiertamente que no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro su sagrado cuerpo y que no fue reducida a putrefacción y cenizas el augusto tabernáculo del Verbo Divino.

No encontraron dificultad en admitir que María haya muerto del mismo modo que su Unigénito. Pero esto no les impidió creer y profesar abiertamente que no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro su sagrado cuerpo y que no fue reducida a putrefacción y cenizas el augusto tabernáculo del Verbo Divino.

«Ven, ¡oh Señor!, a tu descanso, tú y el arca de tu santificación».

La Esposa de los Cantares, «que sube por el desierto como una columna de humo de los aromas de mirra y de incienso» para ser coronada.

No encontraron dificultad en admitir que María haya muerto del mismo modo que su Unigénito. Pero esto no les impidió creer y profesar abiertamente que no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro su sagrado cuerpo y que no fue reducida a putrefacción y cenizas el augusto tabernáculo del Verbo Divino.

Como Jesucristo, dice el santo, resurgió de la muerte vencida y subió a la diestra de su Padre, así «resurgió también el Arca de su santificación, porque en este día la Virgen Madre fue asunta al tálamo celeste».

«¿Quién es esa que sube del desierto, llena de delicias, apoyada en su amado?» (Cant 8, 5), razona así: «Y de aquí puede constar que está allí (en la ciudad celeste) corporalmente... Porque, en efecto..., la felicidad no sería plena si no estuviese en ella personalmente, porque la persona no es el alma, sino el compuesto, y es claro que está allí según el compuesto, es decir, con cuerpo y alma, o de otro modo no tendría un pleno gozo».

Mi alma aborrece el solo pensamiento de que aquella carne virginal que engendró a Dios, le dio a luz, le alimentó, le llevó, haya sido reducida a cenizas o haya sido dada por pasto a los gusanos.

El hecho de que la Iglesia no haya nunca buscado y propuesto a la veneración de los fieles las reliquias corporales de la bienaventurada Virgen suministra un argumento que puede decirse «como una prueba sensible.