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Dra. Valeria Sonna

DELEUZE O EL PLATONISMO COMO MÁQUINA

03.iii. Los engranajes de la máquina

Index

04. Consideraciones finales. El producto de la máquina Platón

03.ii. Platón y el simulacro

03.i. Máquina y agenciamiento

03. Propuesta de lectura: platonismo como máquina abstracta

02.ii Deleuze lector de Platón

02.i Inversión del platonismo

02 Estado del arte

01 Introducción

01. INTRO

La propuesta consiste en explorar una lectura poco convencional de la recepción del platonismo en la obra de Gilles Deleuze. En lugar de seguir una cronología lineal, propongo una inversión metodológica: partiremos de los conceptos de "máquina" y "agenciamiento", desarrollados en colaboración con Félix Guattari durante el período medio de su obra, para retroalimentar nuestra comprensión de la interpretación deleuziana del platonismo en Lógica del sentido. Más específicamente la sección del apéndice de LS dedicado al tema del simulacro en la filosofía antigua

OBJETIVO

02. ESTADO DEL ARTE

La lectura deleuziana de Platón en contexto

+ INFO

La inversión del platonismo conforma, a nuestro criterio, una tradición de lectura de la obra platónica que se inspira en la perspectiva de Nietzsche sobre el rol de este filósofo enla historia de la filosofía. Heidegger es el primero en recuperar esta fórmula y en hacerse ecode la interpretación nietzscheana de Platón (Heidegger, 1961).

“Mi filosofía, platonismo invertido: cuanto más lejos del ente verdadero, tanto más puro, bello, mejor. La vida en laapariencia como fin” (Nietzsche, Kritische Gesamtausgabe, vol. 3:207).

Una tradición historiográfica

02.i. Inversión del platonismo

+ INFO

  • Alliez 1992: la estrategia mediante la cual Deleuze aborda el problema de la inversión es una lectura sintomatológica, que consiste en interpretar el texto en función de las fuerzas que se expresan en él más allá de la lógica del querer-decir, que es la lógica de la función-autor.
  • Wolff 1992: se enfoca más bien en el carácter ambiguo e inestable que ocupa Platón en la filosofía deleuziana. Con base en la hipótesis de Deleuze de que Platón inaugura y rompe al mismo tiempo las oposiciones conceptuales que se propone desarticular.
  • Ginoux 2005: afirma, en la misma línea de lectura que Wolff, que Platón desempeña el papel de un personaje bifronte en la obra deleuziana, cuya ambivalencia remeda a la del phármakon, en el cual reside tanto el veneno como el remedio.

Su lugar en la tradición de inversión del platonismo

02.ii. Deleuze lector de Platón

03. propuesta de lectura

El platonismo como máquina abstracta

03.i. Máquina y agenciamiento

Es una multiplicidad de términos heterogéneos, cuya unidad está dada por el co-funcionamiento de esos términos heterogéneos

Deleuze & Guattari

Agenciamiento

La máquina es una unidad de producción, una conexión, una relación. Todo, desde un organismo biológico hasta una sociedad compleja, puede ser entendido como una máquina.

Deleuze & Guattari

MÁQUINA

El platonismo: la Odisea Filosófica

"La finalidad de la división no es, pues, en modo alguno, dividir un género en especies, sino, más profundamente, seleccionar linajes: distinguir pretendientes, distinguir lo puro y lo impuro, lo auténtico y lo inauténtico. De ahí la metáfora constante que coteja la división con la prueba del oro. El platonismo es la Odisea filosófica; la dialéctica platónica no es una dialéctica de la contradicción ni de la contrariedad, sino una dialéctica de la rivalidad (amphisbetesis), una dialéctica de los rivales o de los pretendientes..." (LS, 256)

03.ii. Platón y el simulacro

La participación

La Forma o Idea

El Mito

El método de división

En términos muy generales, el motivo de la teoría de las Ideas debe ser buscado por el lado de una voluntad de seleccionar, de escoger. Se trata de producir la diferencia. Distinguir la «cosa» misma y sus imágenes, el original y la copia, el modelo y el símulacro (LS, 255)

platónica

La motivación

04. Consideraciones Finales

+ INFO

El platonismo funda así todo el ámbito que la filosofía reconocerácomo suyo: el ámbito de la representación lleno de copias-iconos,y definido no en relación extrínseca a un objeto sino en relaciónintrínseca al modelo o fundamento

El producto de la máquina Platón

Los términos que generalmente se traducen por simulacro en la obra platónica son dos, phántasma y eídolon.

+ INFO

Eídolon, tiene un significado más general de ‘imagen’. Es traducido a veces por simulacro cuando refiere al reflejo en el agua o en los espejos. Esta acepción de eídolon es importante en tanto refiere a la óptica como efecto e involucra de manera clave el lugar de la mirada y por lo tanto, de la perspectiva. Chantraine relaciona el sufijo -olo- con un matiz de irrealidad, relacionado con lo falso (1968, p. 317), de una manera que partiría de la referencia a la visión o captación indicada en la raíz id, para sumar a ella un sufijo que agrega precisamente la marca de lo defectuoso, de la falla intrínseca que afecta esta visión, de modo tal que la imagen queda asociada desde su denominación misma con lo falso.

Phántasma: aparición, imagen, espectro o fantasma. Este término pertenece —por su raíz, phaw (phaF), a partir del derivado phantázo— al mismo grupo semántico que phantasía (Chantraine, 1968: 1170), Toda imagen o copia de las Formas es, en efecto, defectuosa para Platón, pero sin embargo, el phántasma es un tipo especial de imagen que no puede valuarse en los mismos términos. El phántasma se presenta muy especialmente como algo real o genuino y no lo es.

Gracias!

En términos muy generales, el motivo de la teoría de las Ideas debe ser buscado por el lado de una voluntad de seleccionar, de escoger. Se trata de producir la diferencia. Distinguir la «cosa» misma y sus imágenes, el original y la copia, el modelo y el símulacro.¿Pero son válidas todas estas expresiones?

platónica

La motivación

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2019

Producto

Íconos y Fantasmas

Engranaje 4

La Idea

Engranaje 3

La participación

Engranaje 2

El mito

Engranaje 1

La diáiresis

P1

E4

E3

E2

E1

E1

En términos muy generales, el motivo de la teoría de las Ideas debe ser buscado por el lado de una voluntad de seleccionar, de escoger. Se trata de producir la diferencia. Distinguir la «cosa» misma y sus imágenes, el original y la copia, el modelo y el símulacro.¿Pero son válidas todas estas expresiones?

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La motivación

Idea

Íconos-Fantasmas

Participación

Mito

Diáiresis

Imagendelpensamiento

Participar es, en todo caso, ser el segundo. De ahí la célebre tríada neoplatónica: lo imparticipable, lo participado, el participante. También podríamos decir; el fundamento, el objeto de la pretensión, el pretendiente; el padre, la hija y el novio. El fundamento es lo que posee algo en primer lugar, pero que lo da a participar, que lo da al pretendiente poseedor en segundo término por cuanto ha sabido atravesar la prueba del fundamento. Lo participado es aquello que lo imparticipable posee al principio. Lo imparticipable da a participar, da lo participado a los participantes: la justicia, la cualidad de justo, los justos. Y sin duda, hay que distinguir todo tipo de grados, toda una jerarquía en esta participación electiva: ¿no hay aquí un poseedor en tercero o cuarto lugar, etc., hasta el infinito de una degradación, hasta aquel que no posea ya más que un simulacro, un espejismo, él mismo espejismo y simulacro? En El Político se distingue detalladamente: el verdadero político o el pretendiente bien fundado, después, los padres, los auxiliares, los esclavos, hasta llegar a los simulacros y las falsificaciones. La maldición pesa sobre estos últimos, pues encarnan la mala potencia del falso pretendiente.

La finalidad de la división no es, pues, en modo alguno, dividir un género en especies, sino, más profundamente, seleccionar linajes: distinguir pretendientes, distinguir lo puro y lo impuro, lo auténtico y lo inauténtico. De ahí la metáfora constante que coteja la división con la prueba del oro. El platonismo es la Odisea filosófica; la dialéctica platónica no es una dialéctica de la contradicción ni de la contrariedad, sino una dialéctica de la rivalidad (amphisbetesis), una dialéctica de los rivales o de los pretendientes: la esencia de la división no aparece a lo ancho, en la determinación de las especies de un género, sino en profundidad, en la selección del linaje. Seleccionar las pretensiones, distinguir el verdadero pretendiente de los falsos. Para

El proyecto platónico sólo aparece verdaderamente si nos remitimos al método de la división... En primer lugar diríase que este método consiste en dividir un género en especies contrarias para subsumir la cosa buscada en la especie adecuada, como en el caso del proceso de especificación continuada cuando se busca una definición de la pesca con caña. Pero éste es apenas el aspecto superficial de la división, su aspecto irónico....En El Político se ofrece una primera definición; el político es el pastor de los hombres. Pero surgen todo tipo de rivales, el médico, el comerciante, el labrador, que dicen: «El pastor de los hombres soy yo.» En Fedro se trata de definir el delirio y, de manera más precisa, de distinguir el delirio bien fundado o el verdadero amor. También ahí surgen muchos pretendientes que dicen: «El inspirado, el amante, soy yo.»

Así, el mito construye el modelo inmanente o el fundamento-prueba según el cual deben ser juzgados los pretendientes y su pretensión medida. Bajo esta condición, la división persigue y alcanza su propósito que no es la especificación del concepto, sino la autentificación de la Idea; no la determinación de las especies, sino la selección del linaje. Sin embargo, ¿cómo explicar que de los tres grandes textos sobre la división, Pedro, El Político y El Sofista, este último no presente ningún mito fundador? La razón de esto es simple. Sucede que, en El Sofista, el método de división se emplea paradójicamente, no para evaluar a los justos pretendientes sino, por el contrario, para acorralar al falso pretendiente como tal, para definir el ser (o más bien, el no ser) del simulacro. El propio sofista es el ser del simulacro, el sátiro o centauro, el Proteo que se inmiscuye y se insinúa por todas partes. Pero, en este sentido, puede que el final de El Sofista contenga la aventura más extraordinaria del platonismo: a fuerza de buscar por el lado del simulacro y de asomarse hacia su abismo. Platón, en el fulgor repentino de un instante, descubre que éste no es simplemente una copia falsa, sino que pone en cuestión las nociones mismas de copia... y de modelo.

Según Wolff hay una intención común a Foucault, Derrida y Deleuze como historiadores del platonismo: tomar el texto de Platón por objeto en cuanto que en él se inaugura toda una historia que se llamará de manera provisional “historia de la metafísica”. Esto implica también un procedimiento común que consiste en rastrear en el corpus platónico las huellas de ese acontecimiento capital; concentrar la lupa genealógica en un diálogo, un texto, una página, una frase que traiciona mejor que otra, en la que se juega más que en otra parte, que expresa por sí sola el acto de nacimiento de esa voluntad de verdad que lleva el nombre de platonismo, del que somos todavía tributarios y que es el nombre de una estructura constante de pensamiento y no de una doctrina.Para Wolff, la de Deleuze es la menos “suspicaz” de las tres lecturas. Es quien lee más ingenuamente los textos filosóficos porque los lee como si ofrecieran enunciados aceptables, animados todavía por un proceder en cierto sentido fecundo y no sólo como significativos o sintomáticos (Wolff 1992, p. 172). Con esto, Wolff no quiere decir que la lectura deleuziana sea más ingenua que la de Derrida o la de Foucault, sino que, a diferencia de éstos, se interesa en rescatar el contenido de los textos platónicos y no sólo por su carácter sintomático de una estructura de pensamiento que se quiere revertir.

Así, el mito construye el modelo inmanente o el fundamento-prueba según el cual deben ser juzgados los pretendientes y su pretensión medida. Bajo esta condición, la división persigue y alcanza su propósito que no es la especificación del concepto, sino la autentificación de la Idea; no la determinación de las especies, sino la selección del linaje. Sin embargo, ¿cómo explicar que de los tres grandes textos sobre la división, Pedro, El Político y El Sofista, este último no presente ningún mito fundador? La razón de esto es simple. Sucede que, en El Sofista, el método de división se emplea paradójicamente, no para evaluar a los justos pretendientes sino, por el contrario, para acorralar al falso pretendiente como tal, para definir el ser (o más bien, el no ser) del simulacro. El propio sofista es el ser del simulacro, el sátiro o centauro, el Proteo que se inmiscuye y se insinúa por todas partes. Pero, en este sentido, puede que el final de El Sofista contenga la aventura más extraordinaria del platonismo: a fuerza de buscar por el lado del simulacro y de asomarse hacia su abismo. Platón, en el fulgor repentino de un instante, descubre que éste no es simplemente una copia falsa, sino que pone en cuestión las nociones mismas de copia... y de modelo.

Partíamos de una primera determinación del motivo platónico: distinguir la esencia y la apariencia, lo inteligible y lo sensible, la Idea y la imagen, el original y la copia, el modelo y el simulacro. Pero ya vemos que estas expresiones no son válidas. La distinción se desplaza entre dos tipos de imágenes. Las copias son poseedoras de segunda, pretendientes bien fundados, garantizados por la semejanza; los simulacros están, como los falsos pretendientes, construidos sobre una disimilitud, y poseen una perversión y una desviación esenciales. Es en este sentido que Platón divide en dos el dominio de las imágenes-ídolos: por una parte las copias-iconos, por otra los simulacros-fantasmas. Podemos entonces definir mejor el conjunto de la motivación platónica: se trata de seleccionar a los pretendientes, distinguiendo las buenas y las malas copias o, más aún, las copias siempre bien fundadas y los simulacros sumidos siempre en la desemejanza. Se trata de asegurar el triunfo de las copias sobre los simulacros, de rechazar los simulacros, de mantenerlos encadenados al fondo, de impedir que asciendan a la superficie y se «insinúen» por todas partes.

Deleuze Dialogues, p. 84

El agenciamiento hombre-caballo-estribo en el que el estribo reemplaza la energía del hombre por la potencia del animal. Es una nueva simbiosis humano-animal, agenciamiento de guerra, que se define por su grado de puissance o de "libertad"

Para realizar este objetivo. Platón procede una vez más con ironía. Pues, cuando la división llega a esta verdadera tarea selectiva, todo sucede como si renunciase a cumplirla y se hiciera relevar por un mito. De esta manera, en Pedro, el mito de la circulación de las almas parece interrumpir el esfuerzo de la división; igual que en El Político, el mito de los tiempos arcaicos. Este desprenderse, esta apariencia de desprendimiento o de renuncia es la segunda trampa de la división, su segunda ironía. Pues, en realidad, el mito no interrumpe nada; por el contrario, es elemento integrante de la misma división. Lo propio de la división es superar la dualidad del mito y de la dialéctica, y reunir en sí la potencia dialéctica y la potencia mítica. El mito, con su estructura siempre circular, es, ciertamente, el relato de una fundación. Es él quien permite erigir un modelo con el que los diferentes pretendientes puedan ser juzgados. Lo que ha de ser fundado, en efecto, es siempre una pretensión.

Para realizar este objetivo. Platón procede una vez más con ironía. Pues, cuando la división llega a esta verdadera tarea selectiva, todo sucede como si renunciase a cumplirla y se hiciera relevar por un mito. De esta manera, en Pedro, el mito de la circulación de las almas parece interrumpir el esfuerzo de la división; igual que en El Político, el mito de los tiempos arcaicos. Este desprenderse, esta apariencia de desprendimiento o de renuncia es la segunda trampa de la división, su segunda ironía. Pues, en realidad, el mito no interrumpe nada; por el contrario, es elemento integrante de la misma división. Lo propio de la división es superar la dualidad del mito y de la dialéctica, y reunir en sí la potencia dialéctica y la potencia mítica. El mito, con su estructura siempre circular, es, ciertamente, el relato de una fundación. Es él quien permite erigir un modelo con el que los diferentes pretendientes puedan ser juzgados. Lo que ha de ser fundado, en efecto, es siempre una pretensión.

La finalidad de la división no es, pues, en modo alguno, dividir un género en especies, sino, más profundamente, seleccionar linajes: distinguir pretendientes, distinguir lo puro y lo impuro, lo auténtico y lo inauténtico. De ahí la metáfora constante que coteja la división con la prueba del oro. El platonismo es la Odisea filosófica; la dialéctica platónica no es una dialéctica de la contradicción ni de la contrariedad, sino una dialéctica de la rivalidad (amphisbetesis), una dialéctica de los rivales o de los pretendientes: la esencia de la división no aparece a lo ancho, en la determinación de las especies de un género, sino en profundidad, en la selección del linaje. Seleccionar las pretensiones, distinguir el verdadero pretendiente de los falsos.

El proyecto platónico sólo aparece verdaderamente si nos remitimos al método de la división... En primer lugar diríase que este método consiste en dividir un género en especies contrarias para subsumir la cosa buscada en la especie adecuada, como en el caso del proceso de especificación continuada cuando se busca una definición de la pesca con caña. Pero éste es apenas el aspecto superficial de la división, su aspecto irónico....En El Político se ofrece una primera definición; el político es el pastor de los hombres. Pero surgen todo tipo de rivales, el médico, el comerciante, el labrador, que dicen: «El pastor de los hombres soy yo.» En Fedro se trata de definir el delirio y, de manera más precisa, de distinguir el delirio bien fundado o el verdadero amor. También ahí surgen muchos pretendientes que dicen: «El inspirado, el amante, soy yo.»

Partíamos de una primera determinación del motivo platónico: distinguir la esencia y la apariencia, lo inteligible y lo sensible, la Idea y la imagen, el original y la copia, el modelo y el simulacro. Pero ya vemos que estas expresiones no son válidas. La distinción se desplaza entre dos tipos de imágenes. Las copias son poseedoras de segunda, pretendientes bien fundados, garantizados por la semejanza; los simulacros están, como los falsos pretendientes, construidos sobre una disimilitud, y poseen una perversión y una desviación esenciales. Es en este sentido que Platón divide en dos el dominio de las imágenes-ídolos: por una parte las copias-iconos, por otra los simulacros-fantasmas. Podemos entonces definir mejor el conjunto de la motivación platónica: se trata de seleccionar a los pretendientes, distinguiendo las buenas y las malas copias o, más aún, las copias siempre bien fundadas y los simulacros sumidos siempre en la desemejanza. Se trata de asegurar el triunfo de las copias sobre los simulacros, de rechazar los simulacros, de mantenerlos encadenados al fondo, de impedir que asciendan a la superficie y se «insinúen» por todas partes.

La distinción se desplaza entre dos tipos de imágenes. Las copias son poseedoras de segunda, pretendientes bien fundados, garantizados por la semejanza; los simulacros están, como los falsos pretendientes, construidos sobre una disimilitud, y poseen una perversión y una desviación esenciales. … por una parte las copias-iconos, por otra los simulacros-fantasmas} Podemos entonces definir mejor el conjunto de la motivación platónica: se trata de seleccionar a los pretendientes, distinguiendo las buenas y las malas copias o, más aún, las copias siempre bien fundadas y los simulacros sumidos siempre en la desemejanza. Se trata de asegurar el triunfo de las copias sobre los simulacros, de rechazar los simulacros, de mantenerlos encadenados al fondo, de impedir (LS, 258)

  • Nietzsche complejiza la noción de apariencia en su filosofía, preguntando por su sentido y su estatus una vez liberada de su subordinación de lo supra-sensible. Según Heidegger, quien fue el primero en problematizar la inversión nietzscheana del platonismo, su máxima expresión queda plasmada en El crepúsculo de los ídolos, texto en el que Nietzsche reconstruye el tránsito de la Idea platónica por la historia de la filosofía en seis pasos. La Idea que comienza siendo la Verdad ética, ontológica y gnoseológica va alejándose y y volviéndose inaprensible hasta desaparecer. Al desaparecer la Idea y con ella el Mundo Verdadero, desaparece también el Mundo Aparente (CI, 57-8).
  • Heidegger indica que la vinculación platónica entre verdad y belleza es una relación de determinación en la que lo verdadero es determinante y lo bello determinado. Esto es así porque lo verdadero pertenece a la esfera de lo inteligible, de lo suprasensible, y lo bello pertenece a la esfera de lo que se percibe por los sentidos, de lo sensible.
  • La verdadera inversión es para Heidegger, en rigor, la que logra abolir el arriba y el abajo, lo que Nietzsche no logra sino hasta la última producción de su obra y que viene a conformar el carácter perspectivista de la “estética fisiológica” de Nietzsche y que Heidegger resume en la siguiente frase: “…ver la ciencia desde la óptica del arte y el arte, en cambio, desde la óptica de la vida.” (Heidegger 1961: 205) Desde este enfoque “apariencia” y “error” cobran un significado nuevo no peyorativo.

Participar es, en todo caso, ser el segundo. De ahí la célebre tríada neoplatónica: lo imparticipable, lo participado, el participante. También podríamos decir; el fundamento, el objeto de la pretensión, el pretendiente; el padre, la hija y el novio. El fundamento es lo que posee algo en primer lugar, pero que lo da a participar, que lo da al pretendiente poseedor en segundo término por cuanto ha sabido atravesar la prueba del fundamento. Lo participado es aquello que lo imparticipable posee al principio. Lo imparticipable da a participar, da lo participado a los participantes: la justicia, la cualidad de justo, los justos. Y sin duda, hay que distinguir todo tipo de grados, toda una jerarquía en esta participación electiva: ¿no hay aquí un poseedor en tercero o cuarto lugar, etc., hasta el infinito de una degradación, hasta aquel que no posea ya más que un simulacro, un espejismo, él mismo espejismo y simulacro? En El Político se distingue detalladamente: el verdadero político o el pretendiente bien fundado, después, los padres, los auxiliares, los esclavos, hasta llegar a los simulacros y las falsificaciones. La maldición pesa sobre estos últimos, pues encarnan la mala potencia del falso pretendiente.

Deleuze & Guattari El Antiedipo, p. 42

Una máquina se define como un sistema de cortes. No se trata en modo alguno del corte considerado como separación con la realidad; los cortes operan en dimensiones variables según el carácter considerado. Toda máquina, en primer lugar, está en relación con un flujo material continuo (hylè) en el cual ella corta. La máquina funciona como máquina de cortar jabón: los cortes efectúan extracciones en el flujo asociativo. Así por ejemplo, el ano y el flujo de mierda que corta; la boca y el flujo de leche, pero también el flujo de aire, y el flujo sonoro; el pene y el flujo de orina, pero también el flujo de esperma.

...el método de división se emplea paradójicamente, no para evaluar a los justos pretendientes sino, por el contrario, para acorralar al falso pretendiente como tal, para definir el ser (o más bien, el no ser) del simulacro. El propio sofista es el ser del simulacro, el sátiro o centauro, el Proteo que se inmiscuye y se insinúa por todas partes. Pero, en este sentido, puede que el final de El Sofista contenga la aventura más extraordinaria del platonismo: a fuerza de buscar por el lado del simulacro y de asomarse hacia su abismo. Platón, en el fulgor repentino de un instante, descubre que éste no es simplemente una copia falsa, sino que pone en cuestión las nociones mismas de copia... y de modelo. La definición final del sofista nos lleva a un punto en donde ya no podemos distinguirlo del propio Sócrates: el ironista que opera en privado con argumentos breves. ¿No era preciso llevar la ironía hasta ahí? ¿No era necesario que Platón fuese el el primero que indicara esta dirección de la inversión del platonismo? (LS, 257)