Want to create interactive content? It’s easy in Genially!

Get started free

Mapa data vis

FIFI MENDOZA

Created on August 15, 2024

Start designing with a free template

Discover more than 1500 professional designs like these:

Transcript

MENSAJE DE LA DIRECCIÓN

NAVIDAD 2024

JESÚS SANA AL PARALÍTICO

EL MESÓN (POSADA)

DIOS PADRE

RESURRECCIÓN DE JESÚS

EL PORTAL DE BELÉN

RESCATE DE MOISÉS

LOS TRABAJADORES DE LA VIÑA

ANUNCIO DEL NACIMIENTO DEL NUEVO REY PASTORES

JESÚS PROCLAMA SU MISIÓN EN NAZARET

ANUNCIO DEL NACIMIENTO DE JESÚS A JOSÉ

LOS REYES MAGOS EN CAMINO

CAMINO DEL CALVARIO SIMÓN DE CIRENE AYUDA A JESÚS A CARGAR LA CRUZ

TABLAS DE MOISES

MANTO SAGRADO

CRUCIFIXIÓN

PUEBLO ANTIGUO DE NAZARET

EL PALACIO DE HERODES

Anuncio del nacimiento del nuevo Rey a los pastores

En el campo de Belén, un grupo de pastores vigilaba su rebaño por la noche. De repente, un ángel del Señor se les apareció, rodeado de una gran luz. Los pastores se asustaron, pero el ángel les dijo: «No temáis, porque os traigo buenas noticias de gran alegría para todo el pueblo. Hoy ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor.» (Lc 2:10-11). De repente, apareció un coro de ángeles que cantaban: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.» (Lc 2:14) Los pastores se maravillaron y se preguntaron qué significaba este mensaje. El ángel les explicó que el niño que había nacido era el Mesías prometido, que traería salvación y paz a la humanidad. Los pastores se sintieron bendecidos por haber recibido este mensaje y decidieron ir a Belén para ver al niño. Al llegar, encontraron a María, José y el Niño Jesús, tal como el ángel les había dicho. Los pastores se postraron ante el niño y le adoraron, y luego regresaron a sus rebaños, proclamando a todos la buena noticia del nacimiento de Jesús. El mensaje de los ángeles, «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.», se convirtió en una proclamación de esperanza y alegría para todos los que lo escucharon. Era un recordatorio de que Dios había enviado a su Hijo para traer paz y salvación a la humanidad, y que los hombres de buena voluntad podrían recibir esta bendición.

La huida a Egipto

Este pasaje bíblico relata la forma en que la sagrada familia tuvo que viajar a Egipto cuando el rey Herodes ordenó matar a todos los niños menores de dos años en Belén. José fue advertido por un ángel del Señor de huir a Egipto con María y el Niño Jesús. Sin dudarlo, José tomó la decisión de proteger a su familia y emprendió el peligroso viaje a Egipto. La buena voluntad de José se muestra en su disposición a dejar todo atrás para salvar a su familia. No se queja ni se resiste, sino que confía en la providencia divina y actúa con rapidez y valentía. La huida a Egipto también nos muestra la buena voluntad de los egipcios, que acogen a la Sagrada Familia y les brindan refugio. A pesar de ser un pueblo extranjero, los egipcios demuestran hospitalidad y compasión hacia los necesitados.

El Portal de Belén

En aquel tiempo, el emperador César Augusto emitió un edicto para que se hiciera un censo de población de todo el imperio. Los habitantes debían empadronarse en su lugar de origen. Así fue como José de Galilea viajó a Belén, su población natal, para hacerse inscribir con María, su esposa, que estaba encinta. Unos ciento cincuenta kilómetros separaban a Nazaret de Belén. Por su estado, el viaje resultó especialmente duro para María. José y María llegaron a la posada del pueblo, conocida como Portal de Belén, sin encontrar alojamiento disponible para pasar la noche. José no consideró que los patios del portal, único espacio disponible, compartido por personas y animales, fuesen un sitio adecuado para una mujer que estaba a punto de dar a luz. A José no le importaba la pobreza, pero sí la y limpieza y el abrigo necesario. José y María aceptaron entonces la invitación del posadero para irse a pernoctar a una de las grutas empleadas como establo. La buena voluntad del posadero es un ejemplo de cómo la bondad y la generosidad pueden cambiar la vida de los demás. La buena voluntad es el hilo conductor de la historia del portal de Belén, donde la bondad y la generosidad de unos pocos cambian el curso de la historia. Nos enseña que, en momentos de necesidad, la buena voluntad puede hacer una gran diferencia en la vida de los demás.

Sansón en el molino

En esta historia se narra uno de los episodios de la vida de Sansón, en que después de muchos triunfos y glorias, por dejarse llevar por sus debilidades, finalmente es víctima de un engaño y cae en manos de sus enemigos, iniciando así su caída. «Dalila adormeció a Sansón sobre sus rodillas y llamó a un hombre que le cortara las siete trenzas de su cabellera. Inmediatamente, empezó a debilitarse y se le fue su fuerza. Cuando Dalila le gritó: “¡Sansón, los filisteos!”, él despertó y pensó que se salvaría, como en las otras ocasiones. Pero no sabía que Dios ya no estaba con él. Los filisteos lo apresaron, le sacaron los ojos y lo llevaron a Gaza. Allí lo amarraron con cadenas de bronce y lo pusieron a trabajar en el molino de la cárcel. Pero la cabellera de Sansón volvió a crecer.» (Jue 16:19-22). Sansón, el guerrero más poderoso de la Biblia, poseedor de una fuerza sobrehumana, fue el protagonista de muchos actos heroicos, como luchar contra un león y matarlo con sus propias manos, y haberse enfrentado solo contra los filisteos, a quienes derrotó en batalla, cobrando la vida de mil de ellos. Por supuesto que, siendo humano, tantas virtudes y triunfos lo llenaron de egoísmo y orgullo. Y a pesar de conocer muy bien las leyes, pues era juez, no dudaba en desobedecer a Dios, por seguir su propia voluntad y deseos de gloria. Después de haber sido traicionado por Dalila, Sansón, quien en otros tiempos fuera libre y poderoso, ahora está debilitado, ciego, preso y encadenado. Siendo obligado a llevar a cabo un humillante trabajo digno solo de un animal, jalando la rueda de piedra del molino de la cárcel. No cabe duda, que en esas condiciones reconoció sus faltas, aprendió sobre la humildad y, en un acto final de buena voluntad, decidió sacrificarse a sí mismo derrumbando el templo de los filisteos, cobrando también la vida de más personas de las que había matado en combate. Entre las cuales murieron muchos de sus líderes políticos, militares y religiosos, dando con esto mayor libertad al pueblo de Israel.

Rescate de Moisés

Hace mucho tiempo, en Egipto, un nuevo faraón entró a gobernar. Se dio cuenta de que los israelitas eran un pueblo muy numeroso y temía que se unieran a sus enemigos si había guerra. Por eso, decidió que todos los niños hebreos debían ser echados al río, mientras que las niñas podían vivir. En ese contexto, un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu, y tuvieron un niño que era muy hermoso. La madre decidió ocultarlo para protegerlo. Durante tres meses, lo mantuvo escondido, pero llegó un momento en que no pudo hacerlo más. Entonces, preparó un canasto de papiro, lo recubrió con alquitrán para hacerlo impermeable y colocó al bebé dentro. Lo puso entre los juncos a la orilla del río Nilo y la hermana del niño se quedó cerca para ver qué pasaba. Ese día, la hija del faraón bajó al río a bañarse. Al pasear por la orilla, vio el canasto entre los juncos y envió a una de sus criadas a buscarlo. Cuando abrió el canasto y vio al niño llorando, sintió mucha compasión y exclamó: «¡Es un niño hebreo!». La hermana del niño se acercó y le dijo: «Si quieres, puedo buscar a una mujer hebrea que lo crie.» La hija del faraón aceptó y le pidió que fuera. La hermana fue rápidamente a buscar a la madre del niño, quien llegó y recibió la orden de cuidar al pequeño. La hija del faraón le dijo: «Toma a este niño y críamelo, yo te pagaré.» Así, la madre pudo cuidar de su hijo. Cuando el niño creció, la madre lo llevó de vuelta a la hija del faraón, que lo crio como si fuera su propio hijo. Le puso el nombre de Moisés, porque decía: «lo he sacado de las aguas.» (Éx 2:10). Esta historia revela una lección profunda sobre el impacto de acciones aparentemente pequeñas de buena voluntad. La decisión de la hija del faraón de recoger a Moisés del Nilo no solo salvó una vida, también desencadenó una serie de eventos, que cambiarían el destino de todo un pueblo, el de Israel. Debemos estar conscientes de que, aunque nuestras acciones diarias parezcan insignificantes, pueden tener un impacto profundo. Esta historia es un testimonio de cómo la buena voluntad tiene un papel crucial en el plan divino.

El buen Samaritano

En esta parábola, el Señor Jesús cuenta la historia de cómo un hombre de Samaria encontró malherido a un desconocido en el camino, que había sido atacado por unos ladrones. Antes que él, ya habían pasado por ahí un Sacerdote y un Levita, pero siendo el herido un completo extraño, no tenían ninguna obligación con él, y decidieron pasar de largo. Sin embargo, el Samaritano decidió acercársele, vendar sus heridas, untarlas con aceite y vino, subirlo a su cabalgadura y llevarlo a una posada para cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y dijo al posadero: «Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.» (Luc 10:35) La parábola del buen samaritano es una poderosa ilustración de lo que es la buena voluntad y la compasión. En la historia, un samaritano, encuentra a un hombre herido en el camino, sin importarle las ropas que vestía y que no tenía ninguna obligación con él, finalmente decide ayudarlo. Este bondadoso acto muestra que la verdadera buena voluntad implica actuar solidariamente, con amor y sin esperar nada a cambio. El samaritano ve al herido como a su prójimo, y además de brindarle ayuda inmediata y curar personalmente sus heridas, también pone de sus recursos para asegurarse que este reciba la atención y los cuidados necesarios. Muestra un interés y un compromiso genuinos por el bienestar del enfermo, quien por cierto es totalmente ajeno a él, pero gracias a su buena voluntad lo trata como a su prójimo. Esta parábola nos invita a reflexionar sobre ¿qué tan dispuestos estamos a dar la mano a un semejante que sufre, sin importar que tan ajeno sea para nosotros?, y ¿cómo quisiéramos que un extraño se comportara con nosotros, si estuviéramos en aprietos? Tomemos decisiones con base en la empatía y en la buena voluntad, que después se conviertan en actos bondadosos, que posteriormente, al recordarlos, nos llenen de paz.

Anuncio del nacimiento de Jesús a José

María, la madre de Jesús, estaba comprometida con José. Antes de que se mudaran juntos, ella quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. José, al enterarse, pensó en separarse de ella, pero como era un buen hombre, decidió actuar de manera discreta para no perjudicarla. Mientras estaba pensando en esto, un ángel se le apareció en un sueño y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que podrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» (Mt 1:20). Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo el profeta: «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le podrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros.» (Mt 1:23). Cuando José despertó, hizo lo que el ángel le había dicho y llevó a María a su casa. Y ella dio a luz a un hijo, al que le puso por nombre Jesús. La admirable capacidad de actuar con generosidad en situaciones desafiantes es quizá la manifestación más genuina de buena voluntad. Al aceptar el llamado a convertirse en el padre adoptivo de Jesús, José elige seguir el plan divino sin cuestionar; este acto refleja una fe profunda, una confianza plena y una gran valentía. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras decisiones deben estar guiadas por el deseo de contribuir al bien común, a pesar de la incertidumbre que esto pueda generar. Seguir los llamados más profundos del corazón siempre nos acercará a Dios.

José «El Soñador»

José fue el hijo predilecto de Jacob. Tenía diez hermanastros que lo odiaban por ser el favorito. Un día, Jacob envió a José a buscar a sus hermanos que estaban lejos pastoreando ovejas. Cuando los encontró, la mayoría de sus envidiosos hermanos quisieron matarlo. Desistieron de hacerlo, pero lo vendieron como esclavo a algunos mercaderes que pasaban de camino a Egipto. Jacob quedó devastado cuando le hicieron creer que José había muerto. En Egipto, los mercaderes vendieron a José como esclavo al capitán de la guardia del Faraón. José se esmeró trabajando y pronto fue ascendido a mayordomo. No fue sino hasta que el propio Faraón tuvo una pesadilla, dos años después, que José demostró su don para interpretar sueños. El faraón soñó con siete vacas flacas que se comían a siete gordas. Cuando los sabios no pudieron interpretar el sueño, acudieron a José y lo consultaron. José reveló al Faraón que su sueño anunciaba siete años de abundancia, justo antes de una hambruna que también duraría siete años. Le sugirió al Faraón que considerara el futuro, y que almacenara grano en prevención. La interpretación del sueño, combinada con el sabio consejo, causó una gran impresión en el Faraón, quien decidió poner a José como segundo al mando en Egipto. Y así fue como muchos años después, se encontró cara a cara con sus hermanos traicioneros. Cuando llegaron a pedirle ayuda en tiempos de hambruna, no lo reconocieron, pero se inclinaron ante él. José fingió no reconocerlos. En lugar de castigarlos por su maldad pasada, José los recibió con amor y generosidad, diciéndoles: «No temáis, porque ¿quién puede resistir a la voluntad de Dios? Ustedes tuvieron la intención de hacerme un mal, pero Dios transformó aquel mal por bien, para convertirme ahora en el salvador de muchos pueblos.» (Génesis 50:19-20). La historia de José, el soñador, es una de las más inspiradoras de la Biblia. Nos enseña que la buena voluntad es una actitud que debemos cultivar en nuestras vidas, especialmente hacia aquellos que nos han hecho daño. Al igual que José, debemos ser capaces de perdonar y ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio. La buena voluntad nos permite ver a los demás con ojos de compasión y amor, y nos motiva a actuar con bondad y generosidad hacia ellos.

La Anunciación

«En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret, con una virgen de nombre María, que estaba comprometida con un hombre llamado José. El Ángel entró en su casa y saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”. María quedó desconcertada ante este saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin.” María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?” El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel, a pesar de su vejez y que era considerada estéril, concibió un hijo, y está en su sexto mes, porque para Dios no hay nada imposible”. Entonces María dijo: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”.» (Lc 1:26-38) En este famoso pasaje de la Anunciación, las primeras palabras que el ángel tuvo para María fueron «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Esto es un reconocimiento que Dios le da, pues la considera de manera muy especial y la tiene en alta estima. Después, cuando el ángel Gabriel le revela que dará a luz al Hijo de Dios, su reacción inicial es de asombro, lo que muestra su naturaleza humana. No son únicamente sus dudas sobre cómo podría concebir siendo virgen, sino también el natural temor al rechazo de su marido y a las severas leyes y costumbres que regían la vida de las mujeres de esa época en Israel. A pesar de estos temores, la buena voluntad de María se manifiesta de forma muy conmovedora. Cuando, con una entrega total al mandato divino, finalmente le responde al ángel: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Así, ella eligió confiar en Dios, poniendo el plan divino por encima de sus propias preocupaciones y deseos. Con esta entrega, María encarna fielmente la esencia de la buena voluntad, aceptando ser un instrumento de obediencia, confianza y sacrificio por el bien y para el bien de los demás.

LAS TABLAS DE Moisés

Y Moisés estuvo con Dios cuarenta días y cuarenta noches; sin comer pan, ni beber agua; escribiendo en las tablas los diez mandamientos. «Cuando bajó del monte Sinaí, Moisés llevaba en las manos las dos tablas con las Declaraciones divinas, donde estaban escritas las leyes de la Alianza, y no sabía que la piel de su cara se había vuelto radiante, por haber hablado con Dios. Aarón y los hijos de Israel vieron con sorpresa ese resplandor de la cara de Moisés, y sintieron miedo de acercarse a él. Pero Moisés los llamó; y entonces Aarón y los jefes de la comunidad volvieron a él, y Moisés les habló. El pueblo a su vez se acercó, y Moisés les comunicó todo lo que Dios le había mandado en el monte Sinaí.» (Ex. 34: 29-32) Desde el momento que Moisés fue rescatado de las aguas, ya estaba destinado a ser el líder espiritual del pueblo de Israel. Pero ¿qué significa realmente ser un líder?, si no aquel que tiene la buena voluntad de servir al grupo que lidera. En cada acto de su vida, Moisés, demostró su disposición, compromiso y la buena voluntad para servir a Dios y a su pueblo. De igual modo, cuando descendió cargando las tablas de los mandamientos, el resplandor de su rostro era la prueba de que Dios encontraba gracia en él, tanto así, que solamente a él se le permitió subir al Sinaí, para hablar cara a cara con él, y hacer un pacto con su pueblo. Es natural que Aarón y sus compañeros sintieran miedo, pues estaban ante una señal de divinidad puesta por Dios en el rostro de Moisés, y conociendo su propia naturaleza, tal vez no se sentían merecedores. Pero Moisés, con total disposición, les pidió que se acercaran y cuando lo hicieron, les compartió las enseñanzas que había recibido, para que el pueblo comprendiera y siguiera las leyes de Dios. Y así hasta el final de su vida, Moisés fue para el pueblo de Israel un líder y un ejemplo de buena voluntad.

El Pesebre del Nacimiento

Al llegar a Belén, José y María no encontraron alojamiento en la posada. Por invitación del posadero, se dirigieron a una gruta, empleada como establo, pero vacía en ese momento. En el silencio de la noche, José encendió un fuego fuera de la gruta para dar calor y poder preparar alimento. «Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.» (Lucas 2: 1-7). Al momento del nacimiento, solo un buey y un asno acompañaban a la Sagrada Familia. El burro fue el medio empleado para recorrer 130 kilómetros de Nazareth a Belén, cargando sobre su lomo a María por la montañosa región de Samaria. El buey tuvo la función de aportar más calor, en una noche con seguridad muy fría. Tanto el buey como el asno son los símbolos proféticos que ocultan uno de los misterios de la iglesia católica. «El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; Israel no tiene conocimiento, mi pueblo no tiene entendimiento.» (Isaías 1: 2-3). En esta ocasión, la buena voluntad se refleja en la actitud de los pastores que, al enterarse del nacimiento de Jesús, vinieron a adorarlo y a ofrecerle regalos. El nacimiento de Jesús en un pesebre también nos enseña sobre la buena voluntad de Dios, que se humilla y se hace vulnerable para estar cerca de la humanidad. Dios muestra su amor y su bondad al enviar a su Hijo a nacer en un lugar humilde, demostrando que la verdadera grandeza se encuentra en la humildad y la sencillez.

Dejad a los niños que vengan a mí

En este fragmento de la Biblia, el Señor Jesús nos deja ver lo que piensa de los niños, el gran amor que siente por ellos y la buena voluntad con que actúan estos pequeños. «Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y dijo: “Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él”. Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos.» (Mc 10:13-16). Aquí se muestra la importancia de la inocencia infantil, y la buena voluntad en nuestra relación con Dios y con nuestros semejantes. Dios tiene en alta estima a los niños, y nos invita a ser como ellos, abiertos y generosos. Al intentar apartar a los niños, los discípulos, representan la actitud insensible y ciega que tenemos los adultos. Sin embargo, Jesús responde con firmeza, mostrando que el reino de Dios se construye sobre la buena voluntad hacia todos, especialmente hacia los más indefensos. La buena voluntad implica actuar con amor y compasión, reconociendo el valor de cada persona. Cuando Jesús abraza y bendice a los niños, nos enseña que la verdadera espiritualidad, siempre da frutos de aceptación y cuidado. Cada acción de buena voluntad es un llamado para todos nosotros a promover los actos de bondad y generosidad para con nuestros semejantes. Al recibir a Dios con un corazón de niño, nos quitamos prejuicios y egoísmo, permitiendo que la buena voluntad guíe nuestras acciones. Este pasaje nos invita a llenarnos de amor, creando un ambiente donde, sin importar su edad o jerarquía, puedan experimentar la hermandad. Así, viviendo la buena voluntad, nos acercamos a Dios y practicamos el mensaje de Jesús.

Los Reyes Magos en camino

«Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.”» (Mateo 2:1-2). «Entonces Herodes llamó a los magos en secreto y se cercioró con ellos del tiempo en que había aparecido la estrella. Y enviándolos a Belén, dijo: Id y buscad con diligencia al Niño; y cuando le encontréis, avisadme para que yo también vaya y le adore. Y habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí, la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó, y se detuvo sobre el lugar donde estaba el Niño. Cuando vieron la estrella, se regocijaron sobremanera con gran alegría. Y entrando en la casa, vieron al Niño con su madre María, y postrándose le adoraron; y abriendo sus tesoros, le presentaron obsequios de oro, incienso y mirra. Y habiendo sido advertidos por Dios en sueños de que no volvieran a Herodes, partieron para su tierra por otro camino.» (Mateo 2:7-12). En este pasaje se relatan las travesías que vivieron los Reyes Magos durante su viaje en búsqueda del recién nacido rey de los judíos. Desde el inicio se manifiesta la buena voluntad de los magos, ya que se requiere una gran humildad, respeto y obediencia, para dejar sus hogares en el lejano Oriente y seguir una señal divina que los guía por un camino desconocido, con el único objetivo de adorar al niño Dios. La Biblia menciona que venían de Oriente, guiados por una estrella luminosa, y así llegaron a Jerusalén donde preguntaron por el rey de los judíos que acababa de nacer. Por supuesto que eso inquietó mucho a Herodes, el rey de Judea, quien fingiendo buena voluntad les envió a buscar al niño a Belén, y tramposamente pidió que regresaran a decirle donde estaba para “adorarlo”. Belén está a solo 8 km de Jerusalén y guiados por la estrella, seguramente llegaron el mismo día, para adorar al niño y cubrirlo de obsequios. Si los magos hubieran regresado con Herodes, que era un hombre sanguinario, seguramente también los habría matado. Sin embargo, Dios premió su buena voluntad y obediencia, hablándoles en sueños e indicándoles que regresaran a su tierra por otro camino.

El hijo pródigo

La parábola del hijo pródigo es una de las historias más conmovedoras y significativas de la Biblia. Un padre amoroso y generoso tiene dos hijos, uno de los cuales decide dejar su hogar y malgastar su herencia en una vida de pecado y extravío. Cuando el hijo se da cuenta de su error y regresa a casa, el padre lo recibe con los brazos abiertos y lo celebra con una gran fiesta. Esta parábola nos enseña sobre la buena voluntad y el amor incondicional del padre hacia su hijo. A pesar de que el hijo lo había decepcionado y malgastado su herencia, el padre no lo rechaza ni lo condena. En lugar de eso, lo recibe con amor y compasión, demostrando una buena voluntad que va más allá de la comprensión humana. La buena voluntad del padre es un reflejo de la bondad y la generosidad divinas. Nos muestra que Dios nos ama y nos acepta tal como somos, sin importar nuestros errores o fracasos. La parábola nos enseña que la buena voluntad es una actitud de amor, compasión y perdón que debemos cultivar en nuestras vidas. Al igual que el padre de la parábola, debemos ser personas de buena voluntad, dispuestas a perdonar y ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. La buena voluntad nos permite ver a los demás con ojos de compasión y amor, y nos motiva a actuar con bondad y generosidad hacia ellos.

CAMINO DEL CALVARIO SIMÓN DE CIRENE AYUDA A JESÚS A CARGAR LA CRUZ

Simón de Cirene

El día en que Jesús sería crucificado, los soldados romanos lo llevaron al patio del palacio y juntaron a toda su tropa alrededor de él. Le quitaron la ropa y le pusieron una capa roja de soldado. Luego le hicieron una corona de espinas y le dieron una caña para que la sostuviera. Se arrodillaban ante él y se reían, diciendo: «¡Viva el rey de los judíos!» (Mt 27:29). Le escupían en la cara y lo golpeaban en la cabeza con la caña. Cuando terminaron de burlarse, le quitaron la capa, le pusieron su ropa de nuevo y lo llevaron a crucificar. En el camino, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón y lo obligaron a cargar la cruz de Jesús. Así como Simón, en diferentes momentos de nuestra vida nos encontramos cargando con «cruces» que no escogimos. Ante esas circunstancias, la buena voluntad, entendida como una actitud de aceptación, puede marcar una gran diferencia. Aceptar las circunstancias con un espíritu constructivo y abierto, con buena voluntad, significa enfrentarse a las dificultades con un corazón dispuesto a servir y a contribuir, a pesar de los desafíos.

Jesús sana a un paralítico en Cafarnaúm

«Jesús volvió a la barca, cruzó de nuevo el lago y vino a su ciudad. Allí le llevaron a un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de esos hombres, dijo al paralítico: “¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!” Algunos maestros de la Ley pensaron: “¡Qué manera de burlarse de Dios!” Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: “¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: ‘Quedan perdonados tus pecados’, o: ‘Levántate y anda?’ Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.” Entonces dijo al paralítico: “Levántate, toma tu camilla y vete a casa.” Y el paralítico se levantó y se fue a su casa. La gente, al ver esto, quedó muy impresionada, y alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres.» (Mt 9: 1-8). En este pasaje se muestra la profunda conexión que existe entre la fe, la compasión, el perdón y la sanidad. A pesar de las dificultades, los amigos del paralítico tuvieron la buena voluntad de llevarlo ante Jesús. Estos actos de fe, entrega y su deseo de ayudar al semejante son una auténtica muestra de compasión. Entonces Jesús se dirigió al paralítico como a un hijo, diciéndole amorosamente «¡Ánimo, hijo!», dándole seguridad, para que este pudiera recibir el perdón. Después le dijo: «¡tus pecados quedan perdonados!» Y fue solo después de reprender a los maestros de la ley, que dijo al paralítico «Levántate, toma tu camilla y vete a casa.» Con esto Jesús nos recuerda que para que sane el cuerpo, se requiere primero el perdón de los pecados. Ahora los médicos sugieren que muchas de nuestras enfermedades son de origen emocional o espiritual, y la pregunta es: ¿Cuántas enfermedades podrían ser sanadas con el perdón y la liberación de las culpas? Jesús nos enseña que el perdón es tan vital como la sanación física y nos invita a reflexionar sobre nuestra vida: Dejemos de intentar sanar nuestras heridas internas, con cosas materiales, y busquemos la sanidad, con actos de buena voluntad, por medio del perdón y la fe en Dios.

El empadronamiento de la Sagrada Familia

En este pasaje bíblico se narran los antecedentes e implicaciones derivadas del empadronamiento ordenado por el emperador César Augusto, quien obligó a todos los habitantes del imperio romano a registrarse en su ciudad natal. José y María, siendo de la tribu de Judá y descendientes del rey David, debían ir a Belén para cumplir con el decreto. Aunque el empadronamiento era un acto de obligación, José y María lo cumplieron con buena voluntad, demostrando su sumisión a la autoridad y su confianza en la providencia divina. A pesar de las dificultades y peligros del viaje, ellos se dispusieron a ir a Belén, llevando consigo a María, que estaba embarazada. Ellos no se quejaron ni se resistieron, sino que confiaron en que Dios tenía un propósito en este viaje. La buena voluntad también se refleja en la actitud de los habitantes de Belén, quienes acogieron a José y María en su ciudad, a pesar de la escasez de alojamiento. La bondad y la generosidad de los belemitas demostraron que la buena voluntad puede ser un reflejo del amor y la compasión de Dios.

Jesús proclama su misión en Nazaret

Después de andar vagando cuarenta días en el desierto de Judea, donde venció las tentaciones que le planteó el diablo, Jesús regresó a Nazaret, su pueblo natal. «...Un sábado, como era su costumbre, fue a la sinagoga. Cuando se levantó a leer, le dieron el libro del profeta Isaías. Jesús lo abrió y leyó: “El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me eligió y me envió para dar buenas noticias a los pobres, para anunciar libertad a los prisioneros, para devolverles la vista a los ciegos, para rescatar a los que son maltratados y para anunciar a todos que: ¡Este es el tiempo que Dios eligió para darnos salvación!”. Jesús cerró el libro, lo devolvió al encargado y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga se quedaron mirándolo. Entonces Jesús les dijo: “Hoy se ha cumplido ante ustedes esto que he leído.” Todos hablaban bien de Jesús, pues se admiraban de lo agradables que eran sus enseñanzas.» (Lc 4:16-22). Luego les dijo: «En verdad os digo que ningún profeta tiene aceptación en su tierra.» Lucas 4:24. «Todos aquellos que estaban reunidos en la sinagoga se enfurecieron al oír tales palabras, se levantaron y lo arrojaron fuera de la ciudad, y lo llevaron a la cumbre de la montaña sobre la que estaba edificada para despeñarle. Pero Él se les fue pasando por entre ellos.» (Lc 4:28-30). La buena voluntad de Jesús se muestra en su compromiso con los marginados y oprimidos. Su misión es llevar buenas noticias a los que han sido olvidados y excluidos. La buena voluntad de Jesús también se refleja en su actitud hacia los que lo rechazan. A pesar de que los nazarenos lo expulsan de la sinagoga y quieren arrojarlo por un precipicio, Jesús no se vuelve contra ellos. En lugar de eso, continúa su misión, mostrando que la buena voluntad no se rinde ante la oposición.

Los trabajadores de la viña

Había una vez un propietario de una viña que decidió contratar trabajadores para cosechar sus uvas. Al amanecer, salió a buscar a algunas personas en la plaza y acordó pagarles un salario justo por su trabajo. Los trabajadores aceptaron y comenzaron a trabajar en la viña. A media mañana, el propietario volvió a la plaza y vio a otros trabajadores que no tenían trabajo. Les dijo: «Vayan también a mi viña, y les pagaré lo que sea justo.» (Mt 20:4). Más tarde, alrededor de la tarde, el dueño de la viña volvió a la plaza y encontró a más trabajadores. Les hizo la misma oferta y ellos también aceptaron. Al final del día, regresó a la plaza y vio a algunos más que aún no habían trabajado. Les preguntó por qué no habían ido a trabajar, y ellos respondieron que no había nadie que los contratara. El propietario les dijo que fueran a su viña. Cuando llegó la hora de pagar, el propietario pidió que le trajeran a los trabajadores y decidió comenzar por los que habían llegado al final del día. Les pagó a todos un salario completo. Los primeros trabajadores, que habían trabajado desde la mañana, pensaron que recibirían más. Pero cuando llegó su turno, también recibieron el mismo salario. Se quejaron y dijeron: «Estos últimos apenas trabajaron una hora, y los consideras igual que a nosotros, que hemos aguantado el día entero y soportado lo más pesado del calor.» El propietario les respondió: «Amigo, no fui injusto con ustedes. ¿Acaso no acordamos un salario justo? ¿No puedo hacer lo que quiera con mi dinero? ¿Tienen envidia porque yo soy generoso?» (Mt 20:13). Aunque pagar el mismo salario a todos los trabajadores, sin importar el tiempo que cada uno haya trabajado, parece desafiar nuestras ideas sobre la justicia humana, revela una verdad más profunda acerca de la equidad divina. La generosidad de Dios no se mide por nuestras expectativas o méritos, sino por un amor incondicional y una justicia que trascienden nuestras comprensiones limitadas. La gracia y la bondad no siempre siguen las reglas del cálculo humano. Esta parábola nos desafía a adoptar una actitud de gratitud y a celebrar la abundancia de la generosidad, con actos de buena voluntad hacia los demás. Recordemos que, al final, todos recibimos más de lo que merecemos.

Estimados colaboradores: Con motivo de la Navidad, queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento por su arduo trabajo y dedicación a nuestra empresa. Es gracias a su esfuerzo y compromiso que hemos podido alcanzar nuestros objetivos y seguir creciendo. En este tiempo de celebración y reflexión, queremos recordarles la importancia de actuar con buena voluntad. La Navidad es un momento para compartir, para ser generosos y para mostrar compasión hacia los demás. Es un momento para recordar que nuestro trabajo no solo es para beneficio propio, sino también para el bien de nuestra comunidad y de los que nos rodean. En nuestra empresa, nos esforzamos por crear un ambiente de trabajo que sea inclusivo, respetuoso y solidario. Queremos que todos se sientan valorados y apreciados, y que se sientan parte de un equipo que trabaja juntos hacia un objetivo común. En este sentido, les pedimos que sigan siendo ejemplos de buena voluntad en su trabajo y en su vida diaria. Que sigan siendo generosos con su tiempo y sus recursos, que sigan siendo compasivos y solidarios con sus colegas y con la comunidad. Recuerden que la buena voluntad es la base de todo lo que hacemos. Es la que nos hace humanos, es la que nos hace mejores personas y es la que nos hace una mejor empresa. Muchas gracias por su esfuerzo y dedicación. Que tengan una Navidad llena de paz, amor y alegría.

NAVIDAD 2024 «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!» (Lucas 2:14). Esta es la paz que los ángeles cantan, y es la misma que anuncian a todo el mundo. Es la consigna más bella de la Navidad; allí se encuentra contenido todo lo que las almas cristianas deben desear en el umbral de un nuevo año. La paz que se desea a los hombres de buena voluntad no es una palabra hueca, es fruto de la fe y de la caridad que obran verdaderamente para la gloria de Dios. La buena voluntad es el amor sincero de Dios, y como dice San Pablo, «es la caridad de un corazón puro, de una conciencia recta y de una fe que no es fingida» (1 Timoteo 1:5). De la misma manera, la buena voluntad es fingida en aquellos donde no se sustenta y se mantiene por las buenas obras; y las buenas obras son aquellas en que de corazón se busca agradar a Dios, y no al humor, capricho, inclinación y deseo propio. Jesús hizo muchos milagros durante su ministerio en la tierra. En ellos se manifiesta la buena voluntad de Dios de satisfacer las necesidades de la gente. Jesús no solo enseñó sobre la fe y la espiritualidad, sino que también se preocupó por las necesidades físicas de la gente. Al multiplicar los panes y los peces, Jesús demostró su compasión y su bondad hacia la gente, y nos enseñó a ser generosos y a confiar en su providencia. Como dice la Biblia en Mateo 9:36: «Y al ver la muchedumbre, se movió de compasión por ellos, porque estaban desamparados y dispersos, como un rebaño sin pastor…». La buena voluntad es un concepto que brilla con luz propia, pero que se refleja de manera distinta en el espejo de Jesús y en el de los hombres. En Jesús, la buena voluntad es un río de amor inagotable, que fluye desde el corazón de Dios y se desborda en la tierra; es la esperanza que levanta el espíritu. En los hombres, la buena voluntad es un brote que surge del corazón, un esfuerzo por actuar con bondad y compasión, una voz que susurra consuelo, una mano que se extiende en ayuda. Y es en la unión de ambas donde se encuentra la verdadera fuerza. Cuando la buena voluntad de los hombres se une a la de Jesús, se convierte en un río que trasciende los límites, un espejo que refleja la belleza de Dios. Entonces, la buena voluntad se convierte en un milagro, un milagro que cambia vidas, que hace reír a los tristes, que da esperanza a los desesperados. En Mateo 25:40, se dice: «El Rey les responderá: “En verdad os digo que, en cuanto lo hicisteis a uno de estos pequeños miembros míos, lo hicisteis a mí”». Este versículo destaca la importancia de actuar con bondad, compasión y generosidad hacia los demás, ya que Dios se identifica con los más vulnerables. Y también, como dice la Biblia en Proverbios 22:9: «El que tiene un corazón generoso, será bendecido…». Por eso, para que el próximo año sea verdaderamente bueno y santo, no basta con cantar el canto de los ángeles en Navidad: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!, sino que debe transformarse en acciones concretas, todos los días del año…