LÁGRIMAS POR UN SUEÑO
Pablo Da Silva
Created on July 9, 2024
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Transcript
Tenia solo cuatro años cuando descubrió el que sería el gran sueño de su vida. Tenia solo cinco cuando con gran determinación atravesó la puerta de un pabellón para enfrascarse en la que sería la gran batalla de su vida. Pasados tan solo dos meses de entrenamiento llamaron a sus familiares para informarles a cerca de la decisión que habían tomado sobre su persona, iban a ascenderla a categoría de competición, su enorme esfuerzo estaba comenzando a dar sus frutos. Con el paso de los meses, pasó de entrenar tres días en semana a cinco días cuatro horas diarias, pero no le importó. Nada le importaba porque tan sólo había una cosa que tenía clara en su vida, ella quería llegar a lo más alto. Ella quería volar.
Nada era tan importante para ella, ni sus amiguitos, ni los cumpleaños, ni tan siquiera la familia. Y no sabía si aquello se estaba convirtiendo en una pasión o si verdaderamente era una obsesión, porque la mayor parte de sus días eran destinados a las dos únicas cosas que verdaderamente le importaban en la vida; estudiar y entrenar. El gran esfuerzo que estaba realizando comenzó a dar sus frutos, y mas pronto que tarde empezó a GANAR. Torneo tras torneo, competición tras competición ella siempre se situaba en el primer lugar y eso, y la descarga de adrenalina que le producía salir a un tapiz, fueron su perdición; definitivamente ya su mundo era ese. No podía vivir sin esas sensaciones que le provocaba saber que poco a poco estaba un paso mas cerca de conseguir su primer objetivo, ser llamada a formar parte de la Federación Autonómica. Y como era de esperarse LO CONSIGUIÓ.
Ahí comenzó realmente su sufrimiento. Sufrimiento que de alguna forma masoquista ella disfrutaba. Fue ojeada por la Federación Nacional, que era su verdadero sueño, pero ella tenía un ‟defecto”, algo que había que corregir. Las palabras de su entrenadora (una estricta mujer búlgara que conocía a la perfección lo que era luchar por un sueño) calaron hondo tanto en su mente como en su corazón. ‟ Yo si tú estas dispuesta a esforzarte al máximo estoy dispuesta a arreglarte” Y ella como siempre, dijo que sí. ¿Acaso realmente era un defecto ser zurda? Esa no era realmente la cuestión. La verdadera cuestión era, ¿Qué estaba dispuesta a soportar para conseguir lo que realmente anhelaba? Ella siempre supo la respuesta; todo. Así fue como con tan sólo nueve años fue voluntariamente sometida a los entrenamientos más estrictos que una pequeña persona a tan corta edad podría soportar. Y como también era de esperarse, ella los soportó. Y no sólo eso, ella también LO CONSIGUIÓ.
Consiguió ser cuarta mejor gimnasta de España, ‟arreglando” su defecto. Consiguió ser campeona nacional al año siguiente y así sucesivamente, siempre quedando entre las mejores clasificadas. También consiguió subir a pódiums en otros países y con ella ser conocida de forma internacional a tan corta edad. Y al fin, con tan solo trece años consiguió su gran sueño, su logro, su meta, su pasión. Aquello que había esperado con ansias, con anhelo desde que tenía uso de razón. Había sido convocada para formar parte de la Selección Nacional de Gimnasia Rítmica de su país; España. Nada, ni el abandonar a sus amigos y familiares, ni el dejar atrás su instituto, su sala de entrenamiento, ni tan siquiera alejarse de su hogar disminuyeron lo más mínimo su felicidad. Y así siendo tan sólo una niña se enfrascó en una gran aventura. Se mudó a Madrid a vivir a la residencia deportiva Blume. Y su vida cambió.
No tuvo precisamente una gran acogida de su compañera de habitación. Pero ella lo soportó. Desplates, malas caras, la habitación siempre repleta de personas desconocidas la llevaron a buscar refugio en otras compañeras que al menos le bridaban el calor y el cariño que una niña, por muy madura que fuese, necesitaba estando alejada de todo lo que a lo largo de su vida había conocido. Pero lo superó, y aguantó. Los duros entrenamientos, ocho horas diarias seis días en semana. Estudiar hasta altas horas de la madrugada, para mantener los sobresalientes que eran indispensables para poder mantenerse ahí. Todo, lo soportó todo, lo superó todo también. Se adaptó a duras penas y con sufrimiento pero también LO CONSIGUIÓ.
Hasta que un día llegó la noticia que la hizo perder el norte de su vida, la dirección que se había marcado y todo en su vida se vino abajo por una LESIÓN. Tenía que abandonar, renunciar al que había sido el directorio de su vida, su amor, su pasión. Había derramado sangre, sudor y lágrimas por un sueño, y todo terminó. No fue culpa suya, era su destino que las cosas terminasen así. Le iba a costar la mismísima vida superar la gran pérdida y el enorme vacío que habían calado hondo tanto en su alma como en su corazón, pero…. ¿Qué se podía esperar de una persona que absolutamente toda su vida estaba acostumbrada a luchar? LO CONSIGUIÓ, TAMBIEN LO CONSIGUIÓ.