Want to create interactive content? It’s easy in Genially!
BEA Y FLORINDA
Leonor Guzman varela
Created on July 9, 2024
Start designing with a free template
Discover more than 1500 professional designs like these:
Transcript
BEA Y FLORINDA
Había una vez un bosque mágico donde las flores cantaban al amanecer y las abejas danzaban entre los rayos de sol. En este lugar, vivía una abeja llamada Bea. Bea era diferente a las demás abejas. Siempre se aseguraba de tomar solo la cantidad necesaria de néctar para su colmena, pero un día, mientras volaba por el jardín, notó una hermosa flor de color rosa. La abeja se detuvo cuando se acercó a la flor y miró hacia adentro, viendo un néctar dorado en su interior. Era el néctar más dulce que Bea había visto en su vida1.
La flor, por otro lado, era especial. Se llamaba Florinda y tenía pétalos suaves como terciopelo. Pero había algo que la hacía diferente: su néctar estaba prohibido para las abejas. Las otras flores le advertían a Bea que no se acercara a Florinda, pero la curiosidad de la abeja era más fuerte. ¿Por qué una flor tan hermosa tendría un néctar prohibido? Bea no podía resistirse.
Un día, durante su vuelo de exploración, una abeja vieja mostró a Bea la flor de la que habían estado hablando el día anterior. Bea quedó impresionada por esa flor no muy abundante, pero bella entre todas las flores. Insistió en que no comprendía por qué no podía posarse en esa flor, creando cierto malestar en las otras abejas. Pero Bea no se rindió. Decidió averiguar el secreto de Florinda2.
Bea se acercó a Florinda con cuidado. La flor parecía triste y solitaria. “¿Por qué tienes un néctar prohibido?”, preguntó Bea. Florinda suspiró y le contó su historia. Resulta que su néctar tenía el poder de conceder un deseo a quien lo bebiera. Pero solo podía hacerlo una vez en la vida. Las abejas codiciosas habían abusado de este don, pidiendo riquezas y poder. Como consecuencia, Florinda había perdido su brillo y su vitalidad.
Bea sintió compasión por la flor y decidió ayudarla. “No quiero riquezas ni poder”, le dijo a Florinda. “Solo quiero que todos en el bosque sean felices”. Bea tomó un poco del néctar prohibido y lo compartió con las demás abejas. Pronto, el bosque se llenó de risas y alegría. Las flores florecieron más hermosas que nunca, y las abejas zumbaban con gratitud.
Florinda recuperó su vitalidad y su color. “Gracias, Bea”, susurró la flor. “Has salvado mi magia y la has convertido en algo hermoso”. Desde entonces, Bea y Florinda se convirtieron en amigas inseparables. Juntas, cuidaron del bosque mágico, recordando siempre que la verdadera riqueza reside en la generosidad y la bondad.
bosque mágico, recordando siempre que la verdadera riqueza reside en la generosidad y la bondad. Y así, en el corazón del bosque encantado, la abeja y la flor enseñaron a todos que el amor y la amistad son los verdaderos tesoros. Y cada vez que alguien decía “por favor” y “gracias”, el bosque brillaba un poco más, recordándonos que las palabras mágicas no solo abren puertas, sino también corazones3. ✨🌼🐝