Semillas y no frutos

Una mujer soñó que entraba en una nueva tienda y, para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba detrás del mostrador. - ¿Qué vendes aquí? – le preguntó. - Todo lo que tu corazón desee. – respondió Dios. La mujer pidió lo mejor que un ser humano puede desear: - Deseo espíritu de paz, amor, felicidad y sabiduría. – y añadió: - No sólo para mí, sino para todo el mundo. Dios se sonrió y le dijo: - Querida, recuerda que aquí no vendemos frutos. Únicamente vendemos semillas. Tony de Mello