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Paseos Guiados con perspectiva de género Córdoba

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Este edificio albergó la que fuera la casa palacio de Las Quemadas y en el siglo XVII de Los Fernández de Mesa, como se puede apreciar en el escudo de la puerta principal. Hasta 1997, fue sede de la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza, resaltando la encomiable labor de Carmen Cruz, que formó parte del grupo teatral T.E.U., manteniendo una gran actividad durante los años 40 y 60 del siglo XX. También es necesario mencionar a Maruja Cazalla, pionera en las arraigadas academias de baile, destacando su interpretación del Vito.

Plaza Agrupación las Cofradías

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Plaza del Triunfo

Este lugar, conocido tradicionalmente como "el barrio de los gitanos", cuenta con una morfología que le confiere tranquilidad y sosiego, articulado a base de pequeños espacios abiertos conectados por tortuosas y estrechas vías. La Plaza de la Alhóndiga fue durante el medievo Pósito Municipal, lugar donde se compraba y se vendía trigo. Los edificios que rodeaban la plaza funcionaban como hospederías. Este tipo de establecimientos era muy abundante en la zona por ser el lugar destinado para las transacciones comerciales. En el entorno de la plaza, en dirección a la plaza del Amparo, la calle Cara y la plaza Pozo de Cueto continúan jugando con el silencio, reforzado por la escultura de la Bañista que hace justicia histórica a este emplazamiento, ya que aquí se encontraba el Baño de la Pescadería, uno de los innumerables baños públicos que la ciudad hispanomusulmana ofrecía a sus habitantes. El baño musulmán recoge la tradición grecorromana, configurado en una sucesión de espacios que iban desde una sala fría hasta una caliente, pasando por uno o varios espacios intermedios que facilitaban la gradación de la temperatura. El baño público era para las mujeres una buena oportunidad, no sólo para el cuidado y la higiene, sino también para establecer contacto con la realidad social de la ciudad.

Plaza de la Alhóndiga

Las andalusíes solían acudir una o dos veces por semana. Allí podían ser atendidas por personal femenino, que aplicaba alheña, cuidaba el cabello, daba masajes, depilaba, empleaba aceites, perfumes y ungüentos. La jornada de una mujer en un baño podía estar llena, en verdad, de múltiples experiencias y sensaciones. Podríamos recrear el desarrollo de un día de baño de una mujer de alta clase social durante los siglos X-XIII.Actualmente, en las cercanías de la plaza de la Alhóndiga, existe un establecimiento donde se puede disfrutar de una sesión de baño público y masaje, gracias a una buena recreación del baño de tradición grecorromana ambientado en unas instalaciones de profundo sabor hispanomusulmán.

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La plaza, antes llamada de Santa Clara, por llegar hasta aquí el convento del mismo nombre, está dominada por la Ermita de la Concepción, fábrica del siglo XVIII. En esta plaza estuvo la alcaicería, el mercado de la seda. Los gusanos se criaban en las casas, siendo las mujeres las encargadas tanto de la cría como de la extracción y preparación de la seda para su posterior venta, sobre todo a los conventos y talleres de costura, donde se realizaban bordados de gran belleza. Esta tarea ocupaba a cientos de mujeres. El entorno de la Plaza de Abades presenta un conjunto de calles que, a través de la toponimia, mantienen viva la memoria de los oficios que se localizaron aquí durante el periodo medieval. Una de las calles que abre a la plaza es la calle Alfayatas, que debe su nombre a la forma en que llamaban a las mujeres que cosían ropa para hombres. Esta denominación hace referencia a la categoría profesional en cuestión, de menor capacitación y prestigio que la de sastre. Fue un oficio en el cual el hombre-sastre regentaba el taller y cortaba los patrones, mientras

Plaza de Abades

mientras que el resto del trabajo, costura, planchado y pruebas, recaía en manos de mujeres. El nombre de Badanillas recuerda la ubicación de talleres del curtido y tratado de pieles, pero también acogió a la artesanía de la plata trabajada en hilos (filigrana), y formó parte del espacio destinado a corral de animales, debido a la localización de las carnicerías en la calle Martínez Rücker, antes de la Carnicería. La calle de Caldereros hace alusión al trabajo de objetos de cobre, mientras que Zapatería Vieja identifica la localización del gremio dedicado a la fabricación de zapatos. Para las mujeres cristianas del periodo medieval, el mundo laboral se reducía a oficios propios de los gremios de hilanderas de seda, bordadoras y lavanderas

La calle Diario de Córdoba fue llamada antiguamente de la Librería, por el gran número de estos establecimientos que a principios del siglo XVIII se situaban en ella. Esta calle recibe su nombre por haber albergado la publicación más relevante de ámbito local "El diario Córdoba" cuyo nacimiento tuvo lugar en 1850. En este diario, y en otros muchos que también se editarán en la ciudad, fue prestigiosa articulista Rosario Vázquez Angulo (1823-1915), que destacó por su educación y cultura, a la vez que por su denuncia de la situación social existente, redactando numerosos textos feministas. El caso de la Sra. Vázquez Angulo no fue aislado, ya que la participación de la mujer en la prensa durante el siglo XIX fue bastante prolífica, consistiendo su labor, en la publicación de cartas, poemas, traducciones, artículos sobre modas, lo doméstico, costumbres o educación, todo ello con un gran cuidado y un gran respeto a la moral cristiana sobre todo cuando el contexto político así lo requería.

Calle Diario de Córdoba

Se tiene constancia de que a mediados del siglo XIX hubo una mujer que bajo seudónimo dirigió un periódico "El vergel de Andalucía", desde donde se difundirían múltiples textos feministas. Otro periódico significativo, "El Expósito", editado en beneficio de la Casa de Maternidad, dedicó espacios a las mujeres publicando artículos de moda y de biografías femeninas. En 1858 nace "Revista Cordobesa", especializada en literatura y artes donde participaron los mejores literatos de la localidad y donde hubo cabida para la expresión artística de mujeres como Amalia Domingo.

Esquina Rodríguez Marín

Además de ser conocida gracias a las acomodadas familias que la habitaron, esta zona ha sido históricamente considerada lugar de reunión de "brujas" desde el siglo XV. Saliendo de la calle Ronquillo Briceño nos encontramos al frente con una calle denominada Siete Revueltas, por donde se accede a lo que se ha denominado popularmente el "Panderete de las brujas", una plaza en la que supuestamente se reunían mujeres para elaborar hechizos. Parece que esta creencia tiene su origen en una señora que vivía en las cercanías y que se dedicaba a la adivinación y curandería. Con el siglo XV comienza con intensidad la persecución y condena de individuos por la acusación de brujería. Se creía que las brujas habían realizado un pacto con el diablo para dañar al prójimo, celebrando reuniones nocturnas, donde se practicaban los hechos más aberrantes. Se emprende de esta manera una caza despiadada contra personas que en muchos de los casos eran depositarias de sabiduría y costumbres ancestrales, como el uso de ciertas hierbas con propósitos

Calle Agustín Moreno

propósitos curativos o amatorios, y que durante siglos habían sido aceptadas y respetadas dentro de las comunidades. Debido al cambio ideológico, se consideraban personas enemigas de la fe cristiana.Un ejemplo de lo expuesto lo encontramos en la figura de la monja clarisa cordobesa Magdalena de la Cruz, condenada por hereje en el siglo XVI, tras confesar haber estado representando desde los trece años el papel de Santa. Se hizo pasar por Santa para mejorar su modesta posición social, llegando a ser una de las mujeres más importantes de la época con sus predicciones, sobre todo políticas, que se hicieron eco en toda Europa, incluso el rey Carlos I envió una bandera a la "Santa" para que la bendijera.

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Arrancando desde la esquina norte, el itinerario propone, no una parada, sino un recorrido pausado a lo largo de este angosto "pasillo público" que, en los días de esplendor de la civilización sefardí en la ciudad, marcaba la dirección de los pasos judíos hasta la sinagoga. La escasez de vanos al exterior en las fachadas es una herencia hispanomusulmana, celosa guardiana de la intimidad de la casa, posibilitando el triunfo de la cal y de la luz. En la hilera oeste se ordenan las casas que se adosan a la muralla, engullendo los adarves cristianos, y frente al templo de la sinagoga, aparece por el este, junto al zoco, la calle Averroes, en lo que parece una reivindicación de la memoria cultural del pueblo musulmán. Averrroes, filósofo y médico andalusí del siglo XII, destaca también como defensor acérrimo de los derechos de la mujer. Consideraba que el hombre no debía tener varias esposas siendo a su vez contrario a que la familia decidiera acerca del destino matrimonial de las mujeres, considerando que el matrimonio debía celebrarse con el libre consentimiento de ambos contrayentes; incluso abogaba por la aceptación del divorcio cuando la esposa sufriera malos tratos por parte de su marido, siendo también un ....

Calle Judíos

gran detractor de la obligación de llevar velo. Uno de los reflejos más llamativos de la coexistencia cultural en la Córdoba medieval era el que desprendían los atuendos y vestiduras.Las mujeres judías y cristianas sufrieron fuertes limitaciones en el uso de indumentarias ostentosas a través de las leyes suntuarias, regulaciones legales que prohibían el lujo en el vestir y demás facetas de la vida cotidiana, afectando sobremanera a la mujer judía, que vio reducido su estilo a la túnica y el manto, evitando despertar la envidia de las gentiles.

En este lugar estratégico para disfrutar de la singularidad de los pasos procesionales durante la Semana Santa Cordobesa, fue notoria la labor desarrollada por María Ruiz Zamorano "la talegona" (1909-1991), como prestigiosa cantaora de saetas al paso de las distintas cofradías que realizaban sus estaciones de penitencia por la calle San Fernando. "La Talegona", perteneciente a una familia relacionada con el cante, empezó a cantar diversos palos del flamenco desde muy pequeña junto a su madre, llegando a obtener uno de los premios del concurso Nacional de Arte Flamenco en 1965. Por otra parte, recorrió medio mundo representando la obra teatral de "La celestina". Otra vecina ilustre de esta zona es Josefina Molina (1936), que destaca por su labor como directora de cine y teatro y por su trabajo en televisión.

Cuesta de Luján

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Arrancando desde la esquina norte, el itinerario propone, no una parada, sino un recorrido pausado a lo largo de este angosto "pasillo público" que, en los días de esplendor de la civilización sefardí en la ciudad, marcaba la dirección de los pasos judíos hasta la sinagoga. La escasez de vanos al exterior en las fachadas es una herencia hispanomusulmana, celosa guardiana de la intimidad de la casa, posibilitando el triunfo de la cal y de la luz. En la hilera oeste se ordenan las casas que se adosan a la muralla, engullendo los adarves cristianos, y frente al templo de la sinagoga, aparece por el este, junto al zoco, la calle Averroes, en lo que parece una reivindicación de la memoria cultural del pueblo musulmán. Averrroes, filósofo y médico andalusí del siglo XII, destaca también como defensor acérrimo de los derechos de la mujer. Consideraba que el hombre no debía tener varias esposas siendo a su vez contrario a que la familia decidiera acerca del destino matrimonial de las mujeres, considerando que el matrimonio debía celebrarse con el libre consentimiento de ambos contrayentes; incluso abogaba por la aceptación del divorcio cuando la esposa sufriera malos tratos por parte de su marido, siendo también un ....

Calle Judíos

gran detractor de la obligación de llevar velo. Uno de los reflejos más llamativos de la coexistencia cultural en la Córdoba medieval era el que desprendían los atuendos y vestiduras.Las mujeres judías y cristianas sufrieron fuertes limitaciones en el uso de indumentarias ostentosas a través de las leyes suntuarias, regulaciones legales que prohibían el lujo en el vestir y demás facetas de la vida cotidiana, afectando sobremanera a la mujer judía, que vio reducido su estilo a la túnica y el manto, evitando despertar la envidia de las gentiles.

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La Ronda de los Tejares es hoy una avenida principal en la ordenación del casco urbano, principalmente atendiendo al tráfico rodado, ya que permite la circulación fluida a través del centro de la ciudad. El apelativo de ronda lo toma de su ubicación, junto a la línea de muralla que cercaba la antigua ciudad romana, y que continuó con tal función a lo largo de los siglos y junto al resto de civilizaciones que han habitado la urbe. Por otro lado, el apelativo de Tejares procede de la existencia en esta vía de talleres y alfares masculinizados dedicados a la elaboración de tejas y otros materiales de construcción, debido a que esta zona extramuros ha localizado en ella diversas instalaciones industriales desde época romana. En el ecuador de la avenida, donde se ubica un conocido centro comercial desde los años setenta de la pasada centuria, se alzaba majestuoso desde 1846, el coso taurino de la ciudad, lugar donde cientos de cordobeses y cordobesas acudían para disfrutar de esta fiesta tan arraigada en la idiosincrasia nacional. En las plazas de toros las mujeres solían lucir mantillas que enriquecían de esbeltez su figura y alegraban el escenario con sus coloridos abanicos que sofocaban el calor de las tardes primaverales y estivales. El graderío era el lugar que la mujer ocupaba en la plaza, teniendo vetado el acceso a la profesión de "torera", incluso son pocas las que hoy día se dedican a tan arriesgado oficio. Sin embargo se han documentado casos de mujeres toreras, aunque ninguna cordobesa.

Ronda de los Tejares

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Plaza del Triunfo

De la Plaza del Potro salía una callejuela a la Ribera donde se encontraba la Mancebía, casa pública regulada por el Ayuntamiento donde prestaban sus servicios las meretrices, trabajadoras que eran examinadas anualmente por un médico de la Corte. Una de las normas que debían respetar las prostitutas era la de no vestir ni adornarse de forma impúdica fuera de las mancebías, para no dar mal ejemplo a las mujeres honestas, no obstante dentro de la casa podían utilizar cuantos adornos considerasen necesarios para el ejercicio de su actividad. Según la normativa, la prostituta debía ser mayor de doce años, abandonada por su familia, de ascendencia desconocida o huérfana, y nunca de familia noble. Tenía que haber perdido la virginidad antes de iniciarse en las labores del sexo, y el juez, antes de otorgar el oportuno permiso, tenía la obligación de persuadir a la muchacha.

Calle Enrique Romero de Torres

Durante las fiestas religiosas estaba prohibido ejercer el viejo oficio, lo cual suponía un problema de orden público, ya que ésos eran los días en que más clientela solían tener las prostitutas. Al encontrarse las mancebías cerradas, los hombres intimidaban a las mujeres por las calles. Por ello, las autoridades municipales habrían permitido la apertura de los burdeles a partir del mediodía de los domingos y en algunas otras fechas antes vedadas. Una Real Pragmática, motivada por el cambio ideológico propiciado por la Contrarreforma, ordenó, en el siglo XVII, el cierre de todas las mancebías del Reino, y desterró la posibilidad de que en adelante volvieran a abrirse los burdeles municipales. Se pretendía hacer extensibles las normas de la vida eclesiástica a la vida civil.

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La restauración del lienzo de muralla trae consigo la conexión del casco histórico con la avenida de Doctor Fleming, que se materializa a través de este tortuoso corredor que cumple con la tradicional estructura viaria hispanomusulmana. La bienvenida a la plaza de la Luna se hace a través de una fuente de sonido recurrente, que nos reconfirma la importancia del agua en la Córdoba hispanomusulmana y nos hace figurarnos cómo las mujeres de la época y de periodos posteriores, utilizaban estas fuentes públicas para con sus cantaros proveer de agua sus hogares, siendo estos lugares centros de reunión del colectivo femenino. La Plaza de la Luna desemboca en la calle Cairuán, elemento que conecta con la Puerta de Almodóvar, contando con la muralla oeste como telón de fondo. La figura del célebre filósofo Averroes nos acompaña en este emplazamiento, recordando el fructífero desarrollo de la cultura en la capital del Califato Omeya.La sociedad islámica, y por extensión la hispanomusulmana, propugnaba el acceso de las mujeres a la cultura, atendiendo a la valoración positiva que de ella se realiza en el Corán. Igualmente, los hombres musulmanes destacan como virtudes apetecibles en las féminas aquellas que tienen que ver con el ingenio y el conocimiento.

Plaza de la Luna

Quizá esta circunstancia propicia que los varones faciliten el aprendizaje de las mujeres, buscando asegurar así la transmisión de conocimientos a su descendencia.Las niñas musulmanas de las clases más humildes tenían más dificultades para acercarse al conocimiento. Aún así, se consideraba indispensable la educación femenina con objeto de que ésta pudiera acceder a los contenidos de su religión. La existencia de mujeres dedicadas a las ciencias y las letras presupone un primer nivel de enseñanza femenino. Niñas y niños aprendían el lenguaje, la lectura y la escritura en la familia. Posteriormente, las familias que podían permitírselo facilitaban la educación individualizada, contratando a una persona como instructora en las ciencias y las letras universales y andalusies.

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La calle San Fernando era antiguamente conocida como Calle de la Feria por los numerosos festejos que aquí se realizaban. Estos festejos tuvieron como entidad promotora a la Cofradía de los Calceteros, que organizaban una feria que duraba ocho días. Subiendo por esta calle, se encuentra la Casa de los Marqueses del Carpio. Esta casa palacio fue donada en el siglo XIII a la familia Méndez de Sotomayor, para que defendiesen y vigilasen la muralla que pasaba por la actual calle San Fernando y que separaba las dos partes de la ciudad. Los Méndez de Sotomayor eran una de las familias nobiliarias más importantes de la ciudad. Tal como ocurría con las familias en la Época Moderna era el padre quien ejercía su autoridad sobre todos los miembros de la unidad familiar, transmitiéndose esta autoridad a sus descendientes masculinos. Las mujeres, como en épocas anteriores, no desempeñaban ningún papel fuera de la familia y del hogar, incapacitándolas la legislación para celebrar contratos o acudir a juicios sin consentimiento de un tutor masculino, no podían comprar fiado, ni enajenar bienes; y hasta el siglo XIX no se deroga la ley que prohibía a las mujeres casadas cordobesas obtener su parte de los bienes gananciales adquiridos durante el matrimonio.

Calle San Fernado

El ideal de mujer del Siglo de Oro coincidía con la obediencia, castidad, retraimiento, vergüenza y modestia, siendo la virginidad algo tremendamente valorado por la escasez de la misma. La reparación de virgos debía ser un fenómeno bastante generalizado, siendo las celestinas las encargadas de realizar estas operaciones, al tiempo que también se dedicaban a depilar, hacer filtros amorosos o buscar amantes.Otro de los hitos significativos de esta vía lo encontramos en el número 7, donde se ubicó el Hospital de los Peregrinos para evitar que los pobres forasteros molestasen de casa en casa pidiendo limosna. En 1521 reformaron sus estatutos obligando a hospedar pobres transeuntes de uno y otro sexo.

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Plaza del Triunfo

Los numerosos triunfos levantados en la ciudad al Arcángel San Rafael, custodio de la ciudad de Córdoba, encuentran en éste el ejemplo más monumental y elaborado. Realizado por el escultor francés Miguel Verdiguier entre 1765 y 1781, el Triunfo centraliza el mirador vantado en el siglo XVIII sobre el solar que acogiera hasta entonces el Hospital de los Ahogados. Este espacio se presen ta como un oasis abierto en el centro de la monumentalidad colosal que ofrecen el Seminario de San Pelagio, el Palacio Episcopal y, por supuesto, la Mezquita Catedral de Córdoba. La mezquita fue alzada sobre los cimientos de la visigoda basílica de San Vicente, compartida ésta última para el culto entre fieles del Cristianismo y del Islam desde el 751 hasta el 785, cuando Abd al Rahman I ordena la construcción del primitivo templo islámico, el cual sufrirá sucesivas ampliaciones hasta el siglo X. Por un momento vamos a retroceder en el tiempo para imaginar una Córdoba califal, llena de esplendor, con una gran multitud de gente alrededor del templo y otro tanto en su interior, donde el profundo silencio mitiga la algarabía profana.En el mundo musulmán las mujeres quedaban excluidas de todo poder decisorio dentro del ámbito religioso, impidiéndosele ejercer de imán (líder espiritual) o de

Plaza del Triunfo

espiritual) o de hatib (predicador).Las mujeres musulmanas accedían a las oraciones en la mezquita de manera más restringida que los hombres: las casadas se colocaban en las últimas filas, detrás de los muchachos, que estaban a su vez detrás de los hombres; las jóvenes vírgenes no tenían obligación de acudir a la mezquita si no había en ésta un lugar apartado reservado para ellas.Se eximía de acudir a la oración del viernes en la mezquita aljama a dos tipos de mujeres: las que estaban afectadas por la impureza legal (menstruación) o por el retiro legal (divorcio).Esta separación de las mujeres con respecto a los hombres en los recintos sagrados no es exclusiva del Islamismo, también en las iglesias cristianas y en las sinagogas judías se producía esta separación física entre sexos.

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Saliendo del Pasaje Luis de Venegas por el lado opuesto a la entrada abocamos a la calle Gutiérrez de los Ríos, que tomaremos hacia la izquierda, hasta llegar a la calle de Cedaceros, que se abre a la derecha del recorrido. Esta calle nos recuerda que volvemos a una zona de gremios, en este caso el de los fabricantes de cedazos, oficio considerado masculino y consistente en crear instrumentos para separar elementos finos de gruesos, generalizados en la purga de productos como la harina. Si tomamos Cedaceros en dirección a la izquierda, encontraremos a la derecha un callejón denominado el Toril, que dará acceso a una gran plaza, "La Corredera". A esta calle se asoma el camarín de la Virgen de la Ermita del Socorro, que data del siglo XVII, siendo una de las más pequeñas de la ciudad, anteriormente Hospital de los Angeles. La imagen titular se puede vislumbrar desde el exterior, a través de un ventanal abierto en la galería superior que cubre un tramo de la calle. Esta vía recibe el nombre de "Toril" debido a que era utilizada como pasillo por el que entraban los toros a la plaza, en el tiempo en el que ésta era utilizada como lugar principal para la celebración de festejos relacionados con estos animales.

Calle Toril

El itinerario desciende por la de Armas, llamada así por acoger varios talleres de armamento durante la conquista cristiana de Granada. A la izquierda queda la calle del Tornillo, donde se encontraba un pequeño torno que transportaba hacia el interior de la casa de expósitos, aquí localizada, a niños y niñas cuyos progenitores habían abandonado. La maternidad es algo fundamental en la vida de la mujer moderna, ya que no tener descendencia era considerado un castigo de Dios y la esterilidad se consideraba exclusiva de las mujeres. Se solía tener mucha descendencia para compensar las altas tasas de mortalidad infantil, prefiriendo el nacimiento de varones sobre el de mujeres. Por otra parte, eran muchas las mujeres que fallecían en el parto, por lo que el nacimiento de un bebé siempre era un trance incierto para el futuro de sus principales protagonistas. Las mujeres nobles que daban a luz solían entregar al bebé al cuidado de un ama de cría. Este oficio femenino superaba los límites de lo laboral, ya que la mujer que lo desempeñase debía estar sana y ser virtuosa, al creerse que ésta, a través de la leche, trasmitía caracteres físicos y morales a la criatura. También se pensaba que el cambio de ama de cría podía acabar con su vida. Los nacimientos il

Calle Armas y Calle Tornillo

vida. Los nacimientos ililegítimos serán muy abundantes, especialmente en la ciudad. Entre las explicaciones se podría encontrar la escasa represión sexual y la abundancia de relaciones extramatrimoniales, provocadas en gran parte por la ausencia del amor en el matrimonio concertado. Esta elevada ilegitimidad provocará el abandono de quienes estaban recién llegados al mundo, lo que obligará a la creación de instituciones de acogida, como es el caso del hospicio localizado en la calle Tornillo. La primigenia casa de los Expósitos de Córdoba se creó a principios del siglo XVI en una de las galerías del Patio de los Naranjos, donde los bebés eran expuestos en sus cunas en espera de ser adoptados.

El Paseo Ribera comienza en el que fuera uno de los accesos de la zona del río a la ciudad amuraEste paseo tiene comienzo en una zona muy significativa del casco histórico por albergar en ella el actual Ayuntamiento de Córdoba. Empezó a adquirir importancia a partir de la conquista cristiana (1236), destacando desde el punto de vista comercial y residencial, ya que esta era una de las vías principales donde circulaban los mercaderes para hacer sus transacciones comerciales en la Plaza del Potro, Plaza de la Alhóndiga o Plaza de la Corredera; es también por ello, por lo que siempre se han instalado aquí residencias de lujo como actualmente podemos observar, viviendo en ellas las familias nobles de la época. En este lugar se situaron siempre las Casas Consistoriales. El antiguo ayuntamiento se demolió en 1960 y se trasladó al Paseo del Gran Capitán, construyéndose el actual en la década de los 80. En este lugar hay que destacar la labor política desarrollada por una mujer, Doña Rosa Aguilar Rivero, que hasta la actualidad ha sido la única mujer que ha ocupado la alcaldía en el Consistorio cordobés.

Calle Capitulares

Sobre la fachada del antiguo ayuntamiento se distribuían numerosos "poyos" (bancos de piedra) sobre los que escribanos, zapateros y demás oficios ofrecían mercancías, por lo que también se la llamó calle de los Poyos. Enfrente podemos ver la obra barroca del Convento de San Pablo (1706), fundado por una Congregación de Dominicos.En esta calle aconteció en el Antiguo Régimen una historia, la Leyenda de: "El caso del caballero veinticuatro".

Ayuntamiento

El Paseo Ribera comienza en el que fuera uno de los accesos de la zona del río a la ciudad amurallada. En esta plaza destaca una cruz cuya historia data de finales del siglo XV, momento en el que la antigua nobleza cordobesa estaba dividida en dos bandos, capitaneando uno de ellos Alonso de Aguilar, que contaba con el apoyo de la minoría judía, posesora de grandes bienes, circunstancia que ocasionaba mucho odio por parte de los cristianos viejos pertenecientes al otro bando. Esta intolerancia hacia el pueblo judío se reflejaba en diversos ámbitos, por ejemplo, no se les permitía pertenecer al Hospital de la Caridad, sito en la Plaza del Potro. Así, cuando en 1473 la Virgen procesionaba por la zona hoy denominada Cruz del Rastro, una mujer, supuestamente empujada por miembros de la minoría judía, arrojó orines sobre la imagen, lo cual desató un clima de odio exacerbado que tuvo como resultado multitud de víctimas mortales. El Hospital de la Caridad, reconociendo que fue en su seno donde se originó la revuelta, quiso redimir su culpa situando en el lugar una Cruz para que no se olvidara lo sucedido. La primera de las cruces instaladas fue reemplazada en el año 1814, permaneciendo allí hasta el año 1852, cuando fue demolida a causa de las obras destinadas a levantar el muro de contención del río, datando la actual del año 1927. Se le denomina Rastro por la existencia de un rastrillo en esta zona hasta el año 1568, fecha en la cual fue trasladado al Puente Romano.

Plaza de la Cruz del Rastro

El paseo del Gran Capitán era lugar de reunión de la ciudadanía cordobesa, sirviendo de escenario ideal al cortejo de los hombres a las damas. El cortejo era casi un ritual consistente en lo siguiente: las mujeres paseaban en dirección de las manillas del reloj y los hombres en sentido contrario, de esta forma se podían ver las caras y, cuando un hombre se quedaba prendado de una mujer determinada, pedía permiso para poder acompañarla; d si la mujer aceptaba, el caballero cambiaba su trayectoria y se unía a la dama y a su siempre inseparable carabina. Como podemos apreciar, era el varón quien tomaba la iniciativa en las artes amatorias, no estando bien visto por la moral de la época que la mujer lo hiciera. Este paseo cuenta también con un edificio lúdico que daría vida a las noches cordobesas desde 1873, nos referimos al Gran Teatro.Entre las mujeres que actuaron en los albores de la vigésima centuria sobresalen Josefa Baena "Pepita Baena", que intervino en numerosas zarzuelas con gran éxito como "La Dolorosa", "La Alegría de la Huerta", "Los Gavilanes", etc..., y la tonadillera Dora "la Cordobesita", famosa cordobesa retratada en un cartel por Julio Romero de Torres, que triunfó en toda España. Dora se retiró para casarse con el matador de toros "Chicuelo". Era común entre las artistas retirarse de la escena tras contraer matrimonio, debido a la mala fama que tenían las mujeres dedicadas a esta profesión. Esta retirada del mundo laboral tras contraer matrimonio se hacía extensiva a todas las profesiones ya que era obligación del "cabeza de familia" mantener económicamente a su familia, siendo muy mal considerados, en este caso, los hombres que "permitían" que su esposa trabajara, siendo peyorativamente denominados "mantenidos".

Bulevar Gran Capitán

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De lo que fuera casa solariega de la familia Cea encontramos aún en pie la fachada, fábrica del siglo XV, uno de los mejores ejemplos que quedan en la ciudad de arquitectura civil propia del gótico mudéjar. Pero su nombre común del Indiano se debe a un morador posterior, Don Cosme Paniagua, que recibió el sobrenombre del Indiano por haber hecho una gran fortuna en las Américas. La calleja sin salida frente a la fachada, aún conserva el nombre de la familia Cea. Con respecto a esta familia hay que destacar a Doña María de Cea, empecinada dueña de un cortijo donde mandó construir un pozo sobre una loma, para tener agua cerca de la casa, a pesar de que se le advirtió sobre lo dificultoso de la obra. Se le atribuyó ser el pozo de mayor profundidad de todos los de la ciudad y se tardó en construir más de tres meses. Doña María también poseyó un huerto con un gran número de moreras por las que el cabildo le exigía un diezmo que se negaba a pagar. Para no hacerlo, interpuso un costoso pleito con el Obispado. El fallo judicial cayó de parte del Obispado y cuando Doña María tuvo noticia de tal resultado, antes de que llegasen los funcionarios a pedirle cuentas, mandó arrancar todas las moreras, y arguyó ante las autoridades que ella nunca había poseído tales árboles en el huerto.

Casa del Indiano

El Castillo de la Judería era el nombre con el que el actual barrio de San Basilio fue conocido durante la mayor parte del periodo medieval. La Torre de Belén aparece como testigo del antiguo recinto fortificado en la fitna (siglo XI), protector de una extensa comunidad judía, localizada aquí hasta la revuelta antisemita acaecida en el año 1391. Destacable es el episodio sucedido durante las luchas entre Enrique II de Trastámara y Pedro I el Cruel, en el siglo XIV, donde las mujeres del Alcázar Viejo, en ausencia de los hombres, ofrecieron resistencia organizada a las huestes de Pedro I en su incursión bélica en la ciudad. Desde ese momento, el barrio del Alcázar Viejo ha sido parte integrante de la vida de la urbe. En esta época destaca una mujer muy vinculada a la monarquía, doña Leonor López de Córdoba cuya labor como camarera de la reina Catalina de Lancaster influyó en los avatares políticos de la época. La casa patio es el elemento protagonista, con una estructura de patio central sobre el que se articulan las viviendas, y que constituyen toda una manifestación cultural con la llegada del Festival de los Patios en el mes de mayo, momento en que el vecindario abre las puertas de sus viviendas para mostrar el esplendor de un espacio conquistado por las flores y el agua.

Torre de Belén

Frente a la "casa de vecinos", surgida de las divisiones realizadas sobre casas solariegas, la estructura de las casas medievales levantadas aquí respondía a una edificación modesta, realizada en madera, piedra y adobe. En este ámbito, las mujeres organizan desarrollan el trabajo doméstico, bien como administradoras de la vivienda o como integrantes de la servidumbre de la misma. La casa solía tener un cercado pequeño para el cultivo de legumbres y hortalizas, y los animales, si los había, compartían el espacio interior con los/las inquilinos/as.La educación de las niñas se circunscribe al ámbito doméstico, donde aprenden todo lo necesario para poder afrontar el matrimonio, entendido éste como el único destino de la mujer cristiana, excluyendo los casos en los que la mujer entraba a formar parte de alguna de las múltiples órdenes religiosas existentes.

El Paseo Ribera comienza en el que fuera uno de los accesos de la zona del río a la ciudad amuraEste paseo tiene comienzo en una zona muy significativa del casco histórico por albergar en ella el actual Ayuntamiento de Córdoba. Empezó a adquirir importancia a partir de la conquista cristiana (1236), destacando desde el punto de vista comercial y residencial, ya que esta era una de las vías principales donde circulaban los mercaderes para hacer sus transacciones comerciales en la Plaza del Potro, Plaza de la Alhóndiga o Plaza de la Corredera; es también por ello, por lo que siempre se han instalado aquí residencias de lujo como actualmente podemos observar, viviendo en ellas las familias nobles de la época. En este lugar se situaron siempre las Casas Consistoriales. El antiguo ayuntamiento se demolió en 1960 y se trasladó al Paseo del Gran Capitán, construyéndose el actual en la década de los 80. En este lugar hay que destacar la labor política desarrollada por una mujer, Doña Rosa Aguilar Rivero, que hasta la actualidad ha sido la única mujer que ha ocupado la alcaldía en el Consistorio cordobés.

Calle Capitulares

Sobre la fachada del antiguo ayuntamiento se distribuían numerosos "poyos" (bancos de piedra) sobre los que escribanos, zapateros y demás oficios ofrecían mercancías, por lo que también se la llamó calle de los Poyos. Enfrente podemos ver la obra barroca del Convento de San Pablo (1706), fundado por una Congregación de Dominicos.En esta calle aconteció en el Antiguo Régimen una historia, la Leyenda de: "El caso del caballero veinticuatro".

Ayuntamiento

La calle Diario de Córdoba fue llamada antiguamente de la Librería, por el gran número de estos establecimientos que a principios del siglo XVIII se situaban en ella. Esta calle recibe su nombre por haber albergado la publicación más relevante de ámbito local "El diario Córdoba" cuyo nacimiento tuvo lugar en 1850. En este diario, y en otros muchos que también se editarán en la ciudad, fue prestigiosa articulista Rosario Vázquez Angulo (1823-1915), que destacó por su educación y cultura, a la vez que por su denuncia de la situación social existente, redactando numerosos textos feministas. El caso de la Sra. Vázquez Angulo no fue aislado, ya que la participación de la mujer en la prensa durante el siglo XIX fue bastante prolífica, consistiendo su labor, en la publicación de cartas, poemas, traducciones, artículos sobre modas, lo doméstico, costumbres o educación, todo ello con un gran cuidado y un gran respeto a la moral cristiana sobre todo cuando el contexto político así lo requería.

Calle Diario de Córdoba

Se tiene constancia de que a mediados del siglo XIX hubo una mujer que bajo seudónimo dirigió un periódico "El vergel de Andalucía", desde donde se difundirían múltiples textos feministas. Otro periódico significativo, "El Expósito", editado en beneficio de la Casa de Maternidad, dedicó espacios a las mujeres publicando artículos de moda y de biografías femeninas. En 1858 nace "Revista Cordobesa", especializada en literatura y artes donde participaron los mejores literatos de la localidad y donde hubo cabida para la expresión artística de mujeres como Amalia Domingo.

Esquina Rodríguez Marín

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El Gran Capitán, uno de los estrategas militares más importantes de la historia de España, cuenta con un homenaje en el centro de la plaza, a modo de representación ecuestre, otorgando una impronta militar a la escena pública. El aspecto actual de la plaza de las Tendillas se fue fraguando durante todo el siglo XX, superando diferentes configuraciones urbanas, ya que constituye parte integrante del centro urbano de Córdoba desde época romana. El nombre de esta plaza tiene su origen en las pequeñas tiendas que en el siglo XV poblaban el lugar y, pese a las remodelaciones, dicho nombre no ha perdido sentido, ya que desde esta plaza se accede a calles de gran tránsito comercial. Esta plaza fue también denominada "Plaza de la República", y a consecuencia de la Guerra Civil española (1936-1939), pasó a llamarse "Plaza de José Antonio" en homenaje al líder de la Falange Española. La mujer participó activamente en el desarrollo de la contienda, tanto desde la retaguardia como desde el propio frente. Al comienzo del enfrentamiento, el caos organizativo que reinaba en el bando republicano propicia la aparición de las milicias.

Plaza de Tendillas

Aquí aparecen las mujeres combatientes, que marchaban al frente en igualdad de condiciones con los hombres, forjando el mito de las aguerridas milicianas. Tras este primer momento, el ejército republicano se reordena, enviando a las mujeres a la retaguardia, con objeto de desarrollar labores de mantenimiento y atención a personas heridas, argumentando su falta de preparación o la importancia de su trabajo en estas labores, volviendo a una distribución sexista de las ocupaciones, aunque hubo ocasiones en las que no se dudó en incorporarla a la lucha armada cuando la necesidad de efectivos era acuciante. Junto a esto, se tildó a las mujeres guerrilleras de prostitutas, acusándolas de provocar enfermedades venéreas entre la tropa, por lo que su retirada de las primeras líneas volvió a satanizar al género femenino, como ya ocurriera con anterioridad en otros ámbitos de la vida social.

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La sinagoga fue edificada en el 1315 y constituye el único ejemplo de arquitectura judía de la ciudad. A falta de un estilo propio, en el templo se impone el mudéjar, apoyado sobre una estructura cristiana que se adorna con elementos decorativos islámicos; no existe otro lugar en Córdoba donde se refleje de manera tan manifiesta la coexistencia de las tres grandes culturas monoteístas. El muro oeste, orientado hacia la ciudad de Jerusalén, albergaba el arca con los rollos de la Torá, y recibe mayor profusión decorativa. Sobre la puerta se sitúa la galería de mujeres, lugar destinado al rezo femenino, y que se abre a la sala por medio de tres arcos. Por tanto, la separación física en el lugar de oración, común en las tres religiones, condiciona el desarrollo de la espiritualidad femenina, y viene a redundar en el veto impuesto a las mujeres frente a la ocupación de algún cargo religioso. El Rabino, el Imán y el Sacerdote supieron convertir a las féminas en practicantes religiosas de inferior categoría, ya que su acercamiento a la divinidad era totalmente pasivo, además de ser objeto de numerosos desprecios y marginaciones que se basaban en las doctrinas religiosas alumbradas por los hombres.

Sinagoga y Zoco Municipal

El zoco municipal se crea en 1954, aprovechando para ello parte de la conocida como Casa de las Bulas, hoy sede del Museo Municipal Taurino. La intención no es otra que la de recrear el espacio mercantil por excelencia en la sociedad musulmana, lugar de compra y venta, de encuentro y de esparcimiento donde las mujeres gozaban, como los hombres, de libre acceso, aunque solamente mientras que la luz del sol alumbrara sus coloridas mercancías. Las féminas hispanomusulmanas se reunían en los zocos, estando éstos especializados en algún sector, gremio o mercancía, como era el caso del zoco de las telas y las hilanderías, en las orillas del río. Las mujeres eran pregoneras en subastas, comerciantes regentes de su propio establecimiento y vendedoras ambulantes. Algunos zocos eran de uso exclusivo de las mujeres, como era denominado muytama' al-nisa', ubicado en bab al- `attarin (puerta de los perfumistas), en Córdoba.

El Paseo Ribera comienza en el que fuera uno de los accesos de la zona del río a la ciudad amurallada. En esta plaza destaca una cruz cuya historia data de finales del siglo XV, momento en el que la antigua nobleza cordobesa estaba dividida en dos bandos, capitaneando uno de ellos Alonso de Aguilar, que contaba con el apoyo de la minoría judía, posesora de grandes bienes, circunstancia que ocasionaba mucho odio por parte de los cristianos viejos pertenecientes al otro bando. Esta intolerancia hacia el pueblo judío se reflejaba en diversos ámbitos, por ejemplo, no se les permitía pertenecer al Hospital de la Caridad, sito en la Plaza del Potro. Así, cuando en 1473 la Virgen procesionaba por la zona hoy denominada Cruz del Rastro, una mujer, supuestamente empujada por miembros de la minoría judía, arrojó orines sobre la imagen, lo cual desató un clima de odio exacerbado que tuvo como resultado multitud de víctimas mortales. El Hospital de la Caridad, reconociendo que fue en su seno donde se originó la revuelta, quiso redimir su culpa situando en el lugar una Cruz para que no se olvidara lo sucedido. La primera de las cruces instaladas fue reemplazada en el año 1814, permaneciendo allí hasta el año 1852, cuando fue demolida a causa de las obras destinadas a levantar el muro de contención del río, datando la actual del año 1927. Se le denomina Rastro por la existencia de un rastrillo en esta zona hasta el año 1568, fecha en la cual fue trasladado al Puente Romano.

Plaza de la Cruz del Rastro

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Plaza del Triunfo

El antiguo nombre de la calle Pompeyos era calle de La Comadre, por una matrona de renombrada fama que en ella habitó. El primer edificio significativo que nos encontramos al girar a la derecha y alcanzar la plaza de la Compañía es el Colegio de la Inmaculada Concepción, fundado junto a la iglesia por la orden de los Jesuitas en el siglo XVI. La expulsión de éstos a finales del siglo XVIII propició que el colegio quedara sin servicio, vendiéndolo a un particular que lo convirtió en Escuelas Pías. El nuevo propietario dedicó esta escuela sólo para niños, pero en 1794 se amplía también para niñas, estando éstas absolutamente separadas de sus compañeros, tanto, que las niñas accedían al colegio por otra entrada situada en la calle Juan de Mena. A mediados del siglo XX se puso en manos de una congregación que sólo educó a niños. En la actualidad ya es mixto. Saliendo de la plaza hacia la calle Juan Valera, el Colegio de Santa Victoria se asoma a la plaza por medio de su majestuosa Iglesia, obra neoclásica de Ventura Rodríguez.

Plaza de la Compañía

El colegio se fundó en el siglo XIX con la finalidad de dotar de educación a las niñas pobres, gracias a la donación hecha por el Obispo Pacheco, que entregó toda su fortuna para ese fin.En un principio sólo contaban con un reducido número de niñas, tan sólo 24 en 1800, a las que enseñaban a leer y escribir, además de las labores domésticas. Hasta 1876 la labor de docente la ejercían beatas, ya que para ejercer de maestras sólo se exigía tener una moral intachable y un amplio conocimiento de la doctrina cristiana, siempre supervisadas por el Cabildo. Posteriormente se encargó del colegio la Congregación de las Madres Escolapias, dedicadas a la formación y educación.

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El itinerario se deshace momentáneamente del corsé cronológico mantenido hasta ahora para referenciar el devenir histórico del edificio que, hoy día, acoge a la Delegación de Igualdad, entidad provincial promotora de este y otros proyectos focalizados hacia la igualdad de género. El actual edificio de la institución es fruto de una restauración realizada por José Chastang (1990), y tiene su origen en la ampliación del Convento de San Roque, gobernado por la orden de Las Descalzas. Entre los siglos XVII y XVIII se procede a modificar su estructura, permaneciendo ésta hasta nuestros días, la cual se presenta como una edificación incompleta según la tipología propia del periodo barroco. El acceso se realiza por el zaguán, a modo de casa-puerta, que distribuía la entrada a dos alas diferentes: la derecha sería destinada a los hombres y la izquierda para las mujeres. El ala primera se ha perdido, ya que pasó a manos privadas, conservándose tan sólo la casa-puerta y la casa-palacio.

Calle Buen Pástor

Este edificio ha tenido varias funciones: Casa de Beneficencia, Escuela Normal de Maestras y Escuela Hogar. Como se puede ver, no parece fortuita la elección de este lugar como sede de la institución promotora, ya que parece vincularse de modo definitivo al paso de las mujeres por esta ciudad. Ocupando toda esta manzana y con entrada en la calle Buen Pastor nos encontramos con el Hogar San Rafael, propiedad de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de San Rafael En principio esta institución fue beaterio fundado por Doña Beatriz de Sotomayor, en el S. XVI, a través de la Congregación de Jesús Crucificado, muy afín a los mandatos de la Inquisición, tanto que aquí se celebraron algunos Autos de Fe. A principios del S. XX fue ocupado por las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de San Rafael, orden de beneficencia que también se dedicaba a realizar labores de reinserción social.

La plaza, antes llamada de Santa Clara, por llegar hasta aquí el convento del mismo nombre, está dominada por la Ermita de la Concepción, fábrica del siglo XVIII. En esta plaza estuvo la alcaicería, el mercado de la seda. Los gusanos se criaban en las casas, siendo las mujeres las encargadas tanto de la cría como de la extracción y preparación de la seda para su posterior venta, sobre todo a los conventos y talleres de costura, donde se realizaban bordados de gran belleza. Esta tarea ocupaba a cientos de mujeres. El entorno de la Plaza de Abades presenta un conjunto de calles que, a través de la toponimia, mantienen viva la memoria de los oficios que se localizaron aquí durante el periodo medieval. Una de las calles que abre a la plaza es la calle Alfayatas, que debe su nombre a la forma en que llamaban a las mujeres que cosían ropa para hombres. Esta denominación hace referencia a la categoría profesional en cuestión, de menor capacitación y prestigio que la de sastre. Fue un oficio en el cual el hombre-sastre regentaba el taller y cortaba los patrones, mientras

Plaza de Abades

mientras que el resto del trabajo, costura, planchado y pruebas, recaía en manos de mujeres. El nombre de Badanillas recuerda la ubicación de talleres del curtido y tratado de pieles, pero también acogió a la artesanía de la plata trabajada en hilos (filigrana), y formó parte del espacio destinado a corral de animales, debido a la localización de las carnicerías en la calle Martínez Rücker, antes de la Carnicería. La calle de Caldereros hace alusión al trabajo de objetos de cobre, mientras que Zapatería Vieja identifica la localización del gremio dedicado a la fabricación de zapatos. Para las mujeres cristianas del periodo medieval, el mundo laboral se reducía a oficios propios de los gremios de hilanderas de seda, bordadoras y lavanderas

El Castillo de la Judería era el nombre con el que el actual barrio de San Basilio fue conocido durante la mayor parte del periodo medieval. La Torre de Belén aparece como testigo del antiguo recinto fortificado en la fitna (siglo XI), protector de una extensa comunidad judía, localizada aquí hasta la revuelta antisemita acaecida en el año 1391. Destacable es el episodio sucedido durante las luchas entre Enrique II de Trastámara y Pedro I el Cruel, en el siglo XIV, donde las mujeres del Alcázar Viejo, en ausencia de los hombres, ofrecieron resistencia organizada a las huestes de Pedro I en su incursión bélica en la ciudad. Desde ese momento, el barrio del Alcázar Viejo ha sido parte integrante de la vida de la urbe. En esta época destaca una mujer muy vinculada a la monarquía, doña Leonor López de Córdoba cuya labor como camarera de la reina Catalina de Lancaster influyó en los avatares políticos de la época. La casa patio es el elemento protagonista, con una estructura de patio central sobre el que se articulan las viviendas, y que constituyen toda una manifestación cultural con la llegada del Festival de los Patios en el mes de mayo, momento en que el vecindario abre las puertas de sus viviendas para mostrar el esplendor de un espacio conquistado por las flores y el agua.

Torre de Belén

Frente a la "casa de vecinos", surgida de las divisiones realizadas sobre casas solariegas, la estructura de las casas medievales levantadas aquí respondía a una edificación modesta, realizada en madera, piedra y adobe. En este ámbito, las mujeres organizan desarrollan el trabajo doméstico, bien como administradoras de la vivienda o como integrantes de la servidumbre de la misma. La casa solía tener un cercado pequeño para el cultivo de legumbres y hortalizas, y los animales, si los había, compartían el espacio interior con los/las inquilinos/as.La educación de las niñas se circunscribe al ámbito doméstico, donde aprenden todo lo necesario para poder afrontar el matrimonio, entendido éste como el único destino de la mujer cristiana, excluyendo los casos en los que la mujer entraba a formar parte de alguna de las múltiples órdenes religiosas existentes.

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Nos detenemos ante el Monumento de los Enamorados y volvemos a hablar de la mujer andalusí. En esta sociedad, las mujeres estaban consideradas de modo diferente al resto del mundo islámico, ya que tenían mayor libertad e independencia: podían ir solas a hacer sus menesteres, podían ir sin velo, tenían la posibilidad de adquirir cultura, etc. Esta situación propició que el colectivo femenino de Al-Andalus participara activamente en el desarrollo cultural de la Córdoba Omeya, contribuyendo a encumbrar a la capital del califato como epicentro cultural del mundo conocido. No obstante no todas las mujeres tuvieron la misma facilidad para acceder a la cultura, centralizándose el saber fundamentalmente en las nobles, siendo sorprendente la existencia de esclavas instruidas, las cuales eran las más cotizadas de su colectivo. Una esclava influyente en el destino de la corte Omeya fue Sub Umm Wallad, la que fuera madre del califa Hixen II. Hay que destacar la figura de la poetisa Lubna, encargada de cuidar la majestuosa biblioteca de Al Haken II.

Campo Santo de los Mártires

Pero la presencia femenina en el mundo de las letras no se circunscribía a la labor de catalogar o copiar, sino que abarcaba también las ciencias, la creación literaria y la enseñanza. De este modo la Córdoba Califal fue la ciudad con mayor número de mujeres escritoras de Al-Andalus. Poetisas famosas de la corte califal cordobesa fueron Al Abbadiya, Al Rumaykiyya y Wallada Bint Al Mustakfi, A ésta última se le dedica este monumento, hija del califa omeya Muhammad III al Mustakfi, princesa Omeya y poetisa, mujer liberada que rechazaba los principios morales instaurados por los varones.

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El descenso por la Calle Alfonso XIII merece un comentario al Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario de Córdoba, centro cultural decimonónico que encontró su sede en el Convento de Nuestra Señora de las Nieves, levantado en la primera mitad del siglo XVI. La sociedad burguesa de Córdoba tenía en este lugar el foro ideal para el florecimiento de la cultura, ya que era centro de reunión de la élite artística de la urbe. Actualmente, el Círculo de la Amistad sigue trabajando por el mundo de la cultura, desarrollando exposiciones pictóricas, conferencias, jornadas, conciertos musicales y un copioso número de eventos culturales a lo largo del año. Dejando atrás el Círculo de la Amistad, la Calle Carbonell y Morand conduce hasta la Plaza del Cardenal Toledo, anteriormente conocida como la Plaza de las Dueñas, por ubicarse aquí el antiguo Convento de Nuestra Señora de las Dueñas. Hoy día alberga otro edificio nada desdeñable, el Convento del Císter.Cabe decir al respecto que el ingreso conventual era una de las pocas opciones

Plaza del Cardenal Toledo

pocas opciones que encontraban las mujeres en épocas como la Edad Media o Moderna, así mujeres como Sor Úrsula de San Basilio o Sor María del Sagrado Corazón de Jesús fueron algunas de sus inquilinas.La forzada vocación religiosa motivó que muchas monjas siguiesen teniendo encuentros amorosos furtivos, lo cual llevaba a los conocidos "Juicios de Faltas": celebrados cuando una Superior de la orden tenía sospecha de que alguna de las congregantes tenía encuentros amatorios, esto conllevaba que saliesen a la luz pública las andaduras de la muchacha, con la consecuente deshonra que sufrían sus familias, pudiéndose subsanar la deshonra con el pago de una cierta cantidad de dinero.

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Una callejuela de la calle Céspedes se fusiona con otra de la calle Deanes en lo que bien pudo ser el patio de una vivienda allí ubicada, de ahí que se tenga la sensación de estar invadiendo la más sagrada intimidad de un domicilio privado. Sirva el recogimiento de este lugar tan especial para, una vez alcanzado el ecuador del recorrido, reflexionar sobre algunas de las circunstancias generales que rodeaban a las mujeres del medievo, independientemente de su cultura o su confesión religiosa. Periodo de inseguridad, epidemias, guerras y hambruna, este momento histórico supone para el grueso de la vida de las mujeres la dependencia total de los hombres. Desde el punto de vista social, las féminas serán eternamente dependientes, al pasar del dominio del padre al del marido. La concepción social de la mujer la identifica exclusivamente con una función: procrear para hacer perdurar la especie. Para el cumplimiento riguroso de esta función, el matrimonio era el único camino honesto, ya que no se trataba de traer descendencia al mundo, sino de que esta continuara dignamente la tradición paterna.

Callejón de La Hoguera

Así, el matrimonio se convierte en una acción estratégica, orientada en el Cristianismo hacia la creación de lazos de interés socioeconómico, en el Judaísmo a la perpetuación del linaje y de la comunidad religiosa, y en el Islam hacia el servicio y atención de los hombres.Las mujeres medievales encuentran poco espacio social para desarrollarse como seres independientes, ya que las limitaciones sufridas en los ámbitos económicos y laborales provocaban un nulo poder adquisitivo, por lo que se encontraban supeditadas a los ingresos de los hombres. Ante esta situación, la mujer es madre, responsable de la prole y del hogar, pero componente secundario de la vida social.

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Plaza del Triunfo

La calle Lineros da paso a la zona más industrializada de la ciudad de la época, donde se congregaba un gran número de gremios prósperos como el de los plateros y el de los curtidores, de lo cual da cuenta la nomenclatura de las calles por las que discurre el itinerario: Badanas, Noques, existiendo una gran actividad comercial, favorecida por la cercanía al río. La prosperidad de la zona se refleja en las casas nobiliarias existentes, donde se conservan escudos en algunas de sus fachadas. Las casas de esta calle estaban ocupadas por quienes trabajaban el lino, existiendo en los alrededores muchos almacenes donde iban las mujeres al cambio de lino hilado por lino en rama. Los oficios desempeñados por las mujeres en la Córdoba Moderna no difieren de los llevados a cabo en el medievo cristiano. De este modo, podemos concretar que las amas de casa nobles supervisaban la "educación" de sus descendientes, además de coordinar y dirigir a sus sirvientes; las mujeres campesinas llevaban a cabo directamente todo tipo de trabajos en el hogar: limpiar, preparar alimentos, cuidar animales, curar y tejer e incluso existían amas de casa humildes en las ciudades que compaginaban el trabajo doméstico y el del taller.

Calle Lineros y Calle Candelaria

Si continuamos bajando por la calle Lineros, encontramos la de Candelaria, que recibe su nombre de la ermita que pertenecía al hospital homónimo fundado en el siglo XV para acoger a huérfanas y viudas honestas.La viudedad femenina era un estado muy duro, las mujeres que no tenían recursos se veían obligadas a desarrollar trabajos "masculinos", trabajando pues fuera y dentro de sus casas. Abundaban las tejedoras, hilanderas y lavanderas que buscaban apoyos económicos para poder mantener sus hogares. Algunos gremios como el de plateros permitían trabajar a las mujeres en el puesto de su marido o las ayudaban económicamente, pero la mayoría de las féminas recurrían al servicio doméstico.

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El actual Conservatorio Superior de Música se alza en un edificio solemne, una casa de gusto renacentista con toques platerescos que, desde el siglo XVI ha alojado a diferentes familias, tales como los Marqueses de Villaseca o los Marqueses de Benamejí, que adaptaron un tramo del edificio para lonja (de ahí que también se conociese el edificio como "lonja de Benamejí"). Con posterioridad fue utilizado como Escuela Maternal, fundada por la ilustre maestra Luciana Cantero. Más tarde pasaría a ser Conservatorio de Música y por último Conservatorio Superior de Música, uso que se ha preservado hasta la actualidad. En relación con la actividad del conservatorio, cabe mencionar la llevada a cabo por María Teresa García Moreno, que fue catedrática en esta casa. Obtuvo renombrados premios como pianista, entre ellos el primer puesto, obtenido en el Concurso Internacional de París en 1947. Fue elegida Académica Numeraria en 1944, cuando logró la cátedra. Actuó como concertista y conferenciante en numerosas ocasiones. También hemos de destacar a Carmen Flores, que formaba parte de la reconocida agrupación lírica San Alberto Magno (1947-1955).

Calle Ángel de Saavedra

Conservatorio Superior de Música

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La sinagoga fue edificada en el 1315 y constituye el único ejemplo de arquitectura judía de la ciudad. A falta de un estilo propio, en el templo se impone el mudéjar, apoyado sobre una estructura cristiana que se adorna con elementos decorativos islámicos; no existe otro lugar en Córdoba donde se refleje de manera tan manifiesta la coexistencia de las tres grandes culturas monoteístas. El muro oeste, orientado hacia la ciudad de Jerusalén, albergaba el arca con los rollos de la Torá, y recibe mayor profusión decorativa. Sobre la puerta se sitúa la galería de mujeres, lugar destinado al rezo femenino, y que se abre a la sala por medio de tres arcos. Por tanto, la separación física en el lugar de oración, común en las tres religiones, condiciona el desarrollo de la espiritualidad femenina, y viene a redundar en el veto impuesto a las mujeres frente a la ocupación de algún cargo religioso. El Rabino, el Imán y el Sacerdote supieron convertir a las féminas en practicantes religiosas de inferior categoría, ya que su acercamiento a la divinidad era totalmente pasivo, además de ser objeto de numerosos desprecios y marginaciones que se basaban en las doctrinas religiosas alumbradas por los hombres.

Sinagoga y Zoco Municipal

El zoco municipal se crea en 1954, aprovechando para ello parte de la conocida como Casa de las Bulas, hoy sede del Museo Municipal Taurino. La intención no es otra que la de recrear el espacio mercantil por excelencia en la sociedad musulmana, lugar de compra y venta, de encuentro y de esparcimiento donde las mujeres gozaban, como los hombres, de libre acceso, aunque solamente mientras que la luz del sol alumbrara sus coloridas mercancías. Las féminas hispanomusulmanas se reunían en los zocos, estando éstos especializados en algún sector, gremio o mercancía, como era el caso del zoco de las telas y las hilanderías, en las orillas del río. Las mujeres eran pregoneras en subastas, comerciantes regentes de su propio establecimiento y vendedoras ambulantes. Algunos zocos eran de uso exclusivo de las mujeres, como era denominado muytama' al-nisa', ubicado en bab al- `attarin (puerta de los perfumistas), en Córdoba.

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Plaza del Triunfo

Los numerosos triunfos levantados en la ciudad al Arcángel San Rafael, custodio de la ciudad de Córdoba, encuentran en éste el ejemplo más monumental y elaborado. Realizado por el escultor francés Miguel Verdiguier entre 1765 y 1781, el Triunfo centraliza el mirador vantado en el siglo XVIII sobre el solar que acogiera hasta entonces el Hospital de los Ahogados. Este espacio se presen ta como un oasis abierto en el centro de la monumentalidad colosal que ofrecen el Seminario de San Pelagio, el Palacio Episcopal y, por supuesto, la Mezquita Catedral de Córdoba. La mezquita fue alzada sobre los cimientos de la visigoda basílica de San Vicente, compartida ésta última para el culto entre fieles del Cristianismo y del Islam desde el 751 hasta el 785, cuando Abd al Rahman I ordena la construcción del primitivo templo islámico, el cual sufrirá sucesivas ampliaciones hasta el siglo X. Por un momento vamos a retroceder en el tiempo para imaginar una Córdoba califal, llena de esplendor, con una gran multitud de gente alrededor del templo y otro tanto en su interior, donde el profundo silencio mitiga la algarabía profana.En el mundo musulmán las mujeres quedaban excluidas de todo poder decisorio dentro del ámbito religioso, impidiéndosele ejercer de imán (líder espiritual) o de

Plaza del Triunfo

espiritual) o de hatib (predicador).Las mujeres musulmanas accedían a las oraciones en la mezquita de manera más restringida que los hombres: las casadas se colocaban en las últimas filas, detrás de los muchachos, que estaban a su vez detrás de los hombres; las jóvenes vírgenes no tenían obligación de acudir a la mezquita si no había en ésta un lugar apartado reservado para ellas.Se eximía de acudir a la oración del viernes en la mezquita aljama a dos tipos de mujeres: las que estaban afectadas por la impureza legal (menstruación) o por el retiro legal (divorcio).Esta separación de las mujeres con respecto a los hombres en los recintos sagrados no es exclusiva del Islamismo, también en las iglesias cristianas y en las sinagogas judías se producía esta separación física entre sexos.

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Por la Real Academia de las Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba pasaron figuras de la cultura decimonónica y de principios del siglo XX, tales como el pintor Julio Romero de Torres o el escultor Mateo Inurria, artistas que tomaron como motivo esencial de sus obras la representación de la mujer. La presencia de mujeres en los círculos intelectuales llega con la entrada del siglo XX, momento en que comienzan a estar presentes en aquellos ámbitos siempre reservados a la masculinidad, tales como la política, la ciencia y el arte. La afluencia de personajes masculinos en la academia era lo usual, siendo lo inusual la presencia de féminas en estos círculos, no obstante contamos con un amplio elenco de mujeres ....

como Emilia Pardo Bazán, Carmen Martel de Arteaga, Angelita Romero de Torres, Concha Lagos, Paloma Martín, Elisa Moreno, Araceli de Silva, Carmen Juan Lovera, Ana Padilla Mangas, Mercedes Valverde, Julia Hidalgo, Luisa Revuelta, Juana Castro, Ma José Porro y Matilde Cabello que forman parte de esta entidad.También es de destacar la figura de Ana María Vicent Zaragoza quien desde 1959 hasta 1987 dirigió el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba, convirtiendo al museo en uno de los principales de España. El arduo y riguroso trabajo desarrollado por la directora la hizo merecedora de ser nombrada miembro de la Real Academia de Córdoba en 1970.

Calle Ambrosio de Morales

Real Academia de Córdoba

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En este lugar estratégico para disfrutar de la singularidad de los pasos procesionales durante la Semana Santa Cordobesa, fue notoria la labor desarrollada por María Ruiz Zamorano "la talegona" (1909-1991), como prestigiosa cantaora de saetas al paso de las distintas cofradías que realizaban sus estaciones de penitencia por la calle San Fernando. "La Talegona", perteneciente a una familia relacionada con el cante, empezó a cantar diversos palos del flamenco desde muy pequeña junto a su madre, llegando a obtener uno de los premios del concurso Nacional de Arte Flamenco en 1965. Por otra parte, recorrió medio mundo representando la obra teatral de "La celestina". Otra vecina ilustre de esta zona es Josefina Molina (1936), que destaca por su labor como directora de cine y teatro y por su trabajo en televisión.

Cuesta de Luján

El barrio de San Basilio, popularmente llamado Alcázar Viejo gracias a la existencia de una fortificación anterior a la llegada de la cristiandad, tiene su acceso por el oeste en la Puerta de Sevilla, levantada a mediados del s. XX con motivo de la restauración de este lienzo de muralla. La puerta está protegida por un torreón, conectado con ésta a través de dos arcos de herradura, posibles reductos de un acueducto califal. En este entorno, destaca la presencia solemne de Ibn Hazam (994-1064), autor de El Collar de la Paloma, uno de los más bellos tratados escritos sobre el amor y donde aparece un extenso listado de profesiones desarrolladas por mujeres. Ante una de las puertas de la ciudad, nos situamos en el espacio que separa lo urbano de lo rural, dos mundos diferenciados donde las mujeres cristianas experimentan distintas circunstancias determinadas por el hábitat que las rodea.La mujer rural tiene un horizonte muy definido: el trabajo duro y diario. La economía de los núcleos rurales se basaba principalmente en la agricultura, por lo que la actividad laboral de la mujer está muy ligada al esfuerzo físico, algo totalmente impensable al interior de las fronteras de esta puerta.

Puerta de Sevilla

Las mujeres afincadas en los núcleos rurales desarrollaban labores de jornaleras, labradoras y vendimiadoras, al igual que ayudaban al marido en determinados trabajos como el de yuguero o meseguero. Para la mujer de la urbe esta equiparación laboral no existió nunca, ya que solamente podía aspirar a los trabajos de menor prestigio y peor pagados, salvo en el caso de las parteras o de las fabricantes de cerveza, ambos oficios dotados con mayor remuneración económica. El sector textil y el artesano eran los que más empleaban a mujeres, mientras que la actividad comercial registraba menor presencia femenina.

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Plaza del Triunfo

La calle Lineros da paso a la zona más industrializada de la ciudad de la época, donde se congregaba un gran número de gremios prósperos como el de los plateros y el de los curtidores, de lo cual da cuenta la nomenclatura de las calles por las que discurre el itinerario: Badanas, Noques, existiendo una gran actividad comercial, favorecida por la cercanía al río. La prosperidad de la zona se refleja en las casas nobiliarias existentes, donde se conservan escudos en algunas de sus fachadas. Las casas de esta calle estaban ocupadas por quienes trabajaban el lino, existiendo en los alrededores muchos almacenes donde iban las mujeres al cambio de lino hilado por lino en rama. Los oficios desempeñados por las mujeres en la Córdoba Moderna no difieren de los llevados a cabo en el medievo cristiano. De este modo, podemos concretar que las amas de casa nobles supervisaban la "educación" de sus descendientes, además de coordinar y dirigir a sus sirvientes; las mujeres campesinas llevaban a cabo directamente todo tipo de trabajos en el hogar: limpiar, preparar alimentos, cuidar animales, curar y tejer e incluso existían amas de casa humildes en las ciudades que compaginaban el trabajo doméstico y el del taller.

Calle Lineros y Calle Candelaria

Si continuamos bajando por la calle Lineros, encontramos la de Candelaria, que recibe su nombre de la ermita que pertenecía al hospital homónimo fundado en el siglo XV para acoger a huérfanas y viudas honestas.La viudedad femenina era un estado muy duro, las mujeres que no tenían recursos se veían obligadas a desarrollar trabajos "masculinos", trabajando pues fuera y dentro de sus casas. Abundaban las tejedoras, hilanderas y lavanderas que buscaban apoyos económicos para poder mantener sus hogares. Algunos gremios como el de plateros permitían trabajar a las mujeres en el puesto de su marido o las ayudaban económicamente, pero la mayoría de las féminas recurrían al servicio doméstico.

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De lo que fuera casa solariega de la familia Cea encontramos aún en pie la fachada, fábrica del siglo XV, uno de los mejores ejemplos que quedan en la ciudad de arquitectura civil propia del gótico mudéjar. Pero su nombre común del Indiano se debe a un morador posterior, Don Cosme Paniagua, que recibió el sobrenombre del Indiano por haber hecho una gran fortuna en las Américas. La calleja sin salida frente a la fachada, aún conserva el nombre de la familia Cea. Con respecto a esta familia hay que destacar a Doña María de Cea, empecinada dueña de un cortijo donde mandó construir un pozo sobre una loma, para tener agua cerca de la casa, a pesar de que se le advirtió sobre lo dificultoso de la obra. Se le atribuyó ser el pozo de mayor profundidad de todos los de la ciudad y se tardó en construir más de tres meses. Doña María también poseyó un huerto con un gran número de moreras por las que el cabildo le exigía un diezmo que se negaba a pagar. Para no hacerlo, interpuso un costoso pleito con el Obispado. El fallo judicial cayó de parte del Obispado y cuando Doña María tuvo noticia de tal resultado, antes de que llegasen los funcionarios a pedirle cuentas, mandó arrancar todas las moreras, y arguyó ante las autoridades que ella nunca había poseído tales árboles en el huerto.

Casa del Indiano

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La Puerta de Almodóvar se ubica en el lienzo de muralla más antiguo de la ciudad, existente desde el periodo romano, cuando cercaba la ciudad imperial. Fuertemente reformado durante el siglo XIV, el lienzo noroeste de la muralla acoge este acceso desde época califal (siglo X), conocido entonces como Bab-al-Chawz, la Puerta del Nogal. En este emplazamiento está constatada la existencia de un barrio judío, denominación que pervive hoy al nombrarse la zona como Barrio de la Judería Las mujeres medievales judías pertenecían a un grupo social, aunque amplio, minoritario, donde la familia y la comunidad religiosa estructuran el desarrollo de la vida cotidiana. La endogamia rige la sustentación de la comunidad judía, fomentando los matrimonios entre primos y primas, a fin de mantener la pureza de la etnia e incrementar el número de componentes de la comunidad confesional. En este contexto se desarrolla el levirato, por el cual se establece que la viuda sin descendencia deberá contraer matrimonio (yíbbum) con el hermano mayor del difunto, de manera que el primogénito que engendren llevará el nombre del hermano fallecido para que no ..................

Puerta de Almodovar

desaparezca su estirpe. La principal obligación de las mujeres judías es tener descendencia, obligación llevada hasta tal punto que el marido puede repudiar a la esposa si no ha ampliado la familia después de diez años de matrimonio.La Halaka (literatura rabínica que establece las pautas de conducta a seguir, llamándose así también a cada una de estas pautas) estipula que solamente será considerado judío aquel que nace de madre judía. Así, la mujer se convierte en la transmisora del legado religioso y moral pero siempre estará condicionada a los valores de la sociedad patriarcal, si bien es destacable que el sistema social judío incluye aspectos destinados a evitar el menosprecio y la marginación de las mujeres hebreas.

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La Ronda de los Tejares es hoy una avenida principal en la ordenación del casco urbano, principalmente atendiendo al tráfico rodado, ya que permite la circulación fluida a través del centro de la ciudad. El apelativo de ronda lo toma de su ubicación, junto a la línea de muralla que cercaba la antigua ciudad romana, y que continuó con tal función a lo largo de los siglos y junto al resto de civilizaciones que han habitado la urbe. Por otro lado, el apelativo de Tejares procede de la existencia en esta vía de talleres y alfares masculinizados dedicados a la elaboración de tejas y otros materiales de construcción, debido a que esta zona extramuros ha localizado en ella diversas instalaciones industriales desde época romana. En el ecuador de la avenida, donde se ubica un conocido centro comercial desde los años setenta de la pasada centuria, se alzaba majestuoso desde 1846, el coso taurino de la ciudad, lugar donde cientos de cordobeses y cordobesas acudían para disfrutar de esta fiesta tan arraigada en la idiosincrasia nacional. En las plazas de toros las mujeres solían lucir mantillas que enriquecían de esbeltez su figura y alegraban el escenario con sus coloridos abanicos que sofocaban el calor de las tardes primaverales y estivales. El graderío era el lugar que la mujer ocupaba en la plaza, teniendo vetado el acceso a la profesión de "torera", incluso son pocas las que hoy día se dedican a tan arriesgado oficio. Sin embargo se han documentado casos de mujeres toreras, aunque ninguna cordobesa.

Ronda de los Tejares

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Nos detenemos ante el Monumento de los Enamorados y volvemos a hablar de la mujer andalusí. En esta sociedad, las mujeres estaban consideradas de modo diferente al resto del mundo islámico, ya que tenían mayor libertad e independencia: podían ir solas a hacer sus menesteres, podían ir sin velo, tenían la posibilidad de adquirir cultura, etc. Esta situación propició que el colectivo femenino de Al-Andalus participara activamente en el desarrollo cultural de la Córdoba Omeya, contribuyendo a encumbrar a la capital del califato como epicentro cultural del mundo conocido. No obstante no todas las mujeres tuvieron la misma facilidad para acceder a la cultura, centralizándose el saber fundamentalmente en las nobles, siendo sorprendente la existencia de esclavas instruidas, las cuales eran las más cotizadas de su colectivo. Una esclava influyente en el destino de la corte Omeya fue Sub Umm Wallad, la que fuera madre del califa Hixen II. Hay que destacar la figura de la poetisa Lubna, encargada de cuidar la majestuosa biblioteca de Al Haken II.

Campo Santo de los Mártires

Pero la presencia femenina en el mundo de las letras no se circunscribía a la labor de catalogar o copiar, sino que abarcaba también las ciencias, la creación literaria y la enseñanza. De este modo la Córdoba Califal fue la ciudad con mayor número de mujeres escritoras de Al-Andalus. Poetisas famosas de la corte califal cordobesa fueron Al Abbadiya, Al Rumaykiyya y Wallada Bint Al Mustakfi, A ésta última se le dedica este monumento, hija del califa omeya Muhammad III al Mustakfi, princesa Omeya y poetisa, mujer liberada que rechazaba los principios morales instaurados por los varones.

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El descenso por la Calle Alfonso XIII merece un comentario al Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario de Córdoba, centro cultural decimonónico que encontró su sede en el Convento de Nuestra Señora de las Nieves, levantado en la primera mitad del siglo XVI. La sociedad burguesa de Córdoba tenía en este lugar el foro ideal para el florecimiento de la cultura, ya que era centro de reunión de la élite artística de la urbe. Actualmente, el Círculo de la Amistad sigue trabajando por el mundo de la cultura, desarrollando exposiciones pictóricas, conferencias, jornadas, conciertos musicales y un copioso número de eventos culturales a lo largo del año. Dejando atrás el Círculo de la Amistad, la Calle Carbonell y Morand conduce hasta la Plaza del Cardenal Toledo, anteriormente conocida como la Plaza de las Dueñas, por ubicarse aquí el antiguo Convento de Nuestra Señora de las Dueñas. Hoy día alberga otro edificio nada desdeñable, el Convento del Císter.Cabe decir al respecto que el ingreso conventual era una de las pocas opciones

Plaza del Cardenal Toledo

pocas opciones que encontraban las mujeres en épocas como la Edad Media o Moderna, así mujeres como Sor Úrsula de San Basilio o Sor María del Sagrado Corazón de Jesús fueron algunas de sus inquilinas.La forzada vocación religiosa motivó que muchas monjas siguiesen teniendo encuentros amorosos furtivos, lo cual llevaba a los conocidos "Juicios de Faltas": celebrados cuando una Superior de la orden tenía sospecha de que alguna de las congregantes tenía encuentros amatorios, esto conllevaba que saliesen a la luz pública las andaduras de la muchacha, con la consecuente deshonra que sufrían sus familias, pudiéndose subsanar la deshonra con el pago de una cierta cantidad de dinero.

Edificado entre el siglo XIII y el XIV, las últimas investigaciones argumentan que la fortificación militar actual se inicia con la construcción de una residencia real levantada por Fernando III el Santo, y se configura definitivamente con la ampliación llevada a cabo durante el reinado de Alfonso XI. Enrique IV convierte la fortaleza en palacio, incorporando patios, jardines y baños de tradición musulmana. Residencia regia desde su construcción, sin duda sus huéspedes más notables fueron Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, que residen en el Alcázar durante ocho años, periodo en el que nacería una de sus hijas, la Infanta Doña María, futura reina de Portugal.Junto a tan célebres personalidades, también residieron temporalmente aquí mujeres importantes afines a la nobleza, como Doña Leonor de Guzmán, Doña María de Padilla, hija ilegítima de Pedro I o María de Aragón, hermana del monarca Juan II, que hizo del Alcázar su residencia, llegando hasta Córdoba atraída por los milagros que se le atri- buían a la Virgen de la Fuensanta. Gracias a esta presencia real en la ciudad, Córdoba vivió momentos de prosperidad auspiciados por el favor real que María de Aragón procuraba para la ciudad.

Alcázar de Los Reyes Cristianos

Pero sin duda, la personalidad femenina más destacable de todas las que han pasado por este magnífico Alcázar fue la de Isabel la Católica. La Reina dejó muestras de su carácter severo en dos momentos concretos:En primer lugar, mandó desmontar la Noria de la Albolafia (siglo XII), debido al enorme ruido que causaba en su tarea de recolección del agua del Guadalquivir para el riego de las huertas regias.En otra ocasión, coincidiendo con el nacimiento de la Infanta Doña María en el Alcázar, la Reina Isabel estableció las "Costumbres Holgazanas" en Córdoba.

Frente a la pequeña fuente a ras de suelo aparece la ermita de Ntra. Sra. del Amparo, de la que solamente se conserva la fachada. La ermita perteneció en su día al Hospital del Amparo, fundado en el siglo XVI en el lugar que ocupara, desde el siglo XIII, otro hospital, el de la Lámpara y de la Magdalena o de San Cristóbal. En el siglo XVI, este Hospital del Amparo estaba dedicado al cuidado de mujeres aquejadas de enfermedades venéreas, ya que nos situamos en una zona donde uno de los oficios femeninos más practicados era el de la prostitución, de ahí que hubiera tantas mujeres infectadas con este tipo de enfermedades. Dicha actividad durante los siglos XIV y XV estaba ya regulada por los Concejos, que se beneficiaban al cobrar una renta a la persona encargada del prostíbulo. En las mancebías, las mujeres estaban protegidas frente a la violencia de los clientes ................

Calle Amparo

La prostitución medieval se encuentra en calles o casas especializadas, en albergues y tabernas, y también alrededor de los baños. En el periodo medieval habían sobrevivido los baños públicos, heredados de las termas romanas y de los baños árabes, y cada ciudad tenía uno o más establecimientos con agua fría, caliente y vapor. El hecho de que esos baños fueran mixtos y que la clientela de ambos sexos soliera bañarse desnuda, hizo que poco a poco la jerarquía eclesiástica consiguiera prohibir su uso e incluso su existencia. En el siglo XVI ya no se lavarán, comportamiento auspiciado por el temor a la transmisión de enfermedades por el agua, sustituyendo su uso por el de los perfumes, destinados a ocultar otros olores menos agradables.

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El nombre de esta plaza hace referencia al juego de las cañas que en ella se llevaba a cabo. Fiestas tradicionales como los toros, los bailes de máscaras y el carnaval fueron objeto de censura, sin embargo se mantuvieron como vía de escape en momentos de tensión social. La Contrarreforma aumenta la presencia de la Iglesia y de la Religión Católica en la mayor cantidad posible de actividades, sobre todo en la festividad del Corpus y la Semana Santa. El teatro fue otra de las actividades más populares, gustando por igual a todas las capas sociales, por lo que el número de teatros y corrales aumentó considerablemente, utilizándose los patios interiores de viviendas como improvisado escenario. Con el paso de los años y gracias a su popularización, los corrales de comedias se fueron haciendo cada vez más complejos y grandes, distinguiéndose en ellos distintas zonas según sus ocupantes. Así, las mujeres debían sentarse en la "cazuela", un palco corrido frente al escenario; los clérigos se acomodaban en la "tertulia"; los nobles en los "palcos", las localidades más caras, en los que sí estaba permitida la presencia de mujeres, algunas reservadas para las autoridades.

Plaza de Las Cañas

Al fondo y derecha de la plaza encontramos la Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad, en cuyo origen encontramos a Doña Isabel de la Cruz, quien a finales del siglo XVI vendió sus bienes para comprar una casa en la Plaza de la Paja, adyacente a ésta en la que nos encontramos.En esta casa recogió algunas huérfanas a quienes empezó a transmitir sus conocimientos. Esta especie de colegio se mantenía con el producto de sus labores. A la muerte de su fundadora, el Padre Cosme creó la congregación de las Hijas del Patrocinio de María y del colegio Nuestra Señora de la Piedad. El centro fue destinado a la educación de las niñas huérfanas, convirtiéndose en la primera institución en Córdoba que se dedicó a la educación de la mujer, de mano de mujeres honestas e instruidas.

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De gran carga religiosa, este lugar está delimitado en un lado por la Iglesia Conventual del Santo Ángel, regentada por la orden de los Capuchinos, y en uno de sus lados mayores por el Hospital de San Jacinto, fundado en el siglo XVI para personas enfermas y mayores sin recursos. Hay que destacar de él su iglesia, importante por el retablo que conserva del XVIII, y sobre todo por la Virgen de los Dolores, imagen tallada en el mismo siglo por el granadino Juan Prieto y que goza de gran devoción en la ciudad, manifestada de largo durante su estación de penitencia el Viernes Santo. Pero sin duda es la imagen pétrea del Cristo y el ornato metálico de la reja y los faroles los que distinguen a este enclave de cualquier otro en el mundo. La imagen se ubicó aquí en el 1794, y desde entonces ha cautivado a cuantas personas la han visto. Como elemento iconográfico de la ciudad ha sido usado en muchas ocasiones, pero quizá sea de la mano del pintor Julio Romero de Torres cuando se representa con mayor intimismo y recogimiento, siempre en el fondo de la escena, como el resto de lugares de emblemáticos que el artista utilizaba para localizar sus representaciones.

Plaza de Capuchinos

localizar sus representaciones.La figura de la mujer es la protagonista en la obra del pintor cordobés, abordando la realidad femenina como nunca antes se había hecho en el arte. Al margen de las numerosas mujeres reales que el artista retrató, tales como Cecilia Roballo, Concepción Ruiz Frías o Isabel Llopis de Luque, despierta mayor interés la delimitación conceptual que sobre la mujer establece el pintor, erigiéndola como metáfora de la pasión, la humildad, el recato, la religión y el deseo, a través de obras como Cante Hondo, Naranjas y Limones o la Chiquita Piconera. La trasgresión también tendría cabida en sus obras, sobre todo con el grupo pictórico formado por dos de sus más reconocidas obras, La Gracia y El Pecado.

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La tradición popular de la ciudad asegura que, durante el siglo XVI, el Arcángel San Rafael revela al Padre Roelas un secreto de gran trascendencia: en esta iglesia estaban enterrados los restos de las Mártires Cordobesas Flora y María, las cuales murieron por defender su fe cristiana. Al margen de las funciones simbólicas y espirituales que debían cumplir los templos cristianos, las iglesias desarrollaban un papel trascendental para la sociedad de la Edad Moderna, ya que eran los lugares donde se consagraba una de las instituciones más importantes del momento, el matrimonio. Esta especie de contrato se iniciaba con la promesa del casamiento cuando las personas que iban a contraer matrimonio ni siquiera habían llegado a la adolescencia. Antes de la celebración del matrimonio el padre de la novia concretaba la dote, la cual variaba según el estatus social de la mujer. Requisito indispensable para la celebración del matrimonio era la virginidad de la mujer, identificada con la honra ......

Plaza de San Pedro

familiar, pudiendo la mujer ser repudiada por su familia si la perdía antes del casamiento. La edad de las mujeres al casarse fue muy temprana, debido, probablemente, a la ausencia de relaciones prematrimoniales y al atractivo de la supuesta suculenta dote, que muchas veces era falsa. En cuanto al acto religioso, la boda se realizaba por la tarde y solía ser el párroco quien esperaba al novio y la novia en la puerta del templo. El banquete se celebraba generalmente en casa de la novia, y podía durar varios días.

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El nombre de esta plaza hace referencia al juego de las cañas que en ella se llevaba a cabo. Fiestas tradicionales como los toros, los bailes de máscaras y el carnaval fueron objeto de censura, sin embargo se mantuvieron como vía de escape en momentos de tensión social. La Contrarreforma aumenta la presencia de la Iglesia y de la Religión Católica en la mayor cantidad posible de actividades, sobre todo en la festividad del Corpus y la Semana Santa. El teatro fue otra de las actividades más populares, gustando por igual a todas las capas sociales, por lo que el número de teatros y corrales aumentó considerablemente, utilizándose los patios interiores de viviendas como improvisado escenario. Con el paso de los años y gracias a su popularización, los corrales de comedias se fueron haciendo cada vez más complejos y grandes, distinguiéndose en ellos distintas zonas según sus ocupantes. Así, las mujeres debían sentarse en la "cazuela", un palco corrido frente al escenario; los clérigos se acomodaban en la "tertulia"; los nobles en los "palcos", las localidades más caras, en los que sí estaba permitida la presencia de mujeres, algunas reservadas para las autoridades.

Plaza de Las Cañas

Al fondo y derecha de la plaza encontramos la Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad, en cuyo origen encontramos a Doña Isabel de la Cruz, quien a finales del siglo XVI vendió sus bienes para comprar una casa en la Plaza de la Paja, adyacente a ésta en la que nos encontramos.En esta casa recogió algunas huérfanas a quienes empezó a transmitir sus conocimientos. Esta especie de colegio se mantenía con el producto de sus labores. A la muerte de su fundadora, el Padre Cosme creó la congregación de las Hijas del Patrocinio de María y del colegio Nuestra Señora de la Piedad. El centro fue destinado a la educación de las niñas huérfanas, convirtiéndose en la primera institución en Córdoba que se dedicó a la educación de la mujer, de mano de mujeres honestas e instruidas.

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Calle Ambrosio de Morales

Real Academia de Córdoba

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La calle San Francisco también era llamada de la Toquería, por alojarse en esta zona el gremio de los toqueros, encargados de la fabricación de tocas, especie de sombreros de mujer usados por monjas, beatas y viudas, existiendo diferentes tipos en función del precio y del poder adquisitivo de las destinatarias. La vestimenta de las mujeres de baja clase social no tenía adornos, consistiendo en una camisa sobre la que se ajustaba un corpiño, y por encima un vestido largo. Los pies solían calzarse con alpargatas. En épocas de frío, un manto de paño o lana proporcionaba algo de calor. Las mujeres de clase alta vestían ropas de calidad, vestidos voluminosos con sedas, bordados y pedrería. También usaban pulseras, collares y anillos. El vestido clasificaba social y económicamente a simple vista a los individuos, haciendo posible juzgar su posición social y económica. La imagen será un elemento muy tenido en consideración por la población pudiente en el Siglo de Oro, teniendo un gran interés por la higiene y la cosmética. Durante los siglos XVI y XVII, el miedo a que el agua favoreciese el contagio de la peste y otras enfermedades, o provocase el embarazo, hizo que se cerrara muchos baños públicos, dejando de utilizar el agua para la higiene personal.

Calle San Francisco

Se recurrió entonces al frotado con polvos y toallas perfumadas, así como al uso de ropa interior blanca como símbolo de higiene, pureza y castidad. La piel morena o tostada denotaba baja clase social porque indicaba que la persona trabajaba al sol, por lo que una piel blanca era signo de nobleza y distinción. En el siglo XVII, los escotes se fueron haciendo cada vez más pronunciados, hasta que fueron prohibidos excepto para las prostitutas. Desde esta calle llegaremos a la ya conocida calle San Fernando, empinada vía a la que se asoma por la derecha la Iglesia de San Francisco y por la izquierda el llamado Arco del Portillo, una de las puertas que separaban la noble ciudad alta, de la popular ciudad baja.

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La tradición asegura que en esta calle, durante el siglo XVII, un hombre, tras descubrir la infidelidad de su esposa, la invitó a dar un paseo, con el intento de arrojarla al río. Ella intuyó que pretendía asesinarla y colocó un panecillo cubriéndole el corazón y juntos salieron hacia la Ribera, seguramente deshaciendo el mismo recorrido que traza nuestro paseo. Al llegar a la calle de la Palma discutieron ferozmente y el marido le asestó una puñalada en el pecho, pero la mujer resulto ilesa gracias al providencial panecillo. Este caso ejemplifica la macabra potestad otorgada al hombre para acabar con la vida de su esposa en caso de adulterio, permitiéndosele incluso matar al amante.Si el marido tenía sólo sospechas de adulterio, debía denunciarlo ante los tribunales, siendo el tribunal eclesiástico el encargado de llevar este tipo de casos. Una vez fuera probado,

Calle de La Palma

probado, las personas culpables eran entregadas al marido para que hiciese justicia, siendo lo habitual que el marido les perdonara la vida previo pago de una indemnización económica, por lo que en el siglo XVII sería muy común la figura del marido "cornudo" que no dudaba en prostituir a la mujer a cambio de beneficios económicos. Cuando el adulterio lo cometía el hombre, lo más habitual era alejar geográficamente a la amante y en caso de existir, a la descendencia común, para así evitar que estallara el escándalo. A veces las mujeres para recuperar a sus maridos solían acudir a los hechizos de amor.

El barrio de San Basilio, popularmente llamado Alcázar Viejo gracias a la existencia de una fortificación anterior a la llegada de la cristiandad, tiene su acceso por el oeste en la Puerta de Sevilla, levantada a mediados del s. XX con motivo de la restauración de este lienzo de muralla. La puerta está protegida por un torreón, conectado con ésta a través de dos arcos de herradura, posibles reductos de un acueducto califal. En este entorno, destaca la presencia solemne de Ibn Hazam (994-1064), autor de El Collar de la Paloma, uno de los más bellos tratados escritos sobre el amor y donde aparece un extenso listado de profesiones desarrolladas por mujeres. Ante una de las puertas de la ciudad, nos situamos en el espacio que separa lo urbano de lo rural, dos mundos diferenciados donde las mujeres cristianas experimentan distintas circunstancias determinadas por el hábitat que las rodea.La mujer rural tiene un horizonte muy definido: el trabajo duro y diario. La economía de los núcleos rurales se basaba principalmente en la agricultura, por lo que la actividad laboral de la mujer está muy ligada al esfuerzo físico, algo totalmente impensable al interior de las fronteras de esta puerta.

Puerta de Sevilla

Las mujeres afincadas en los núcleos rurales desarrollaban labores de jornaleras, labradoras y vendimiadoras, al igual que ayudaban al marido en determinados trabajos como el de yuguero o meseguero. Para la mujer de la urbe esta equiparación laboral no existió nunca, ya que solamente podía aspirar a los trabajos de menor prestigio y peor pagados, salvo en el caso de las parteras o de las fabricantes de cerveza, ambos oficios dotados con mayor remuneración económica. El sector textil y el artesano eran los que más empleaban a mujeres, mientras que la actividad comercial registraba menor presencia femenina.

La esposa de Rafael Romero Barros y madre de Julio Romero se llamaba Doña Rosario de Torres Delgado. La Plaza del Potro es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, tomando su nombre de la fuente, en cuya parte superior se puede ver un potro rampante que sostiene el escudo de la ciudad de Córdoba. La fuente, de estilo renacentista, fue construida para mejorar el abastecimiento de agua del vecindario, al ser éste un espacio público, centro neurálgico de la vida económica de la ciudad, donde las mujeres tenían ocasión de reunirse mientras adquirían el agua necesaria para el abastecimiento de sus hogares. En la misma plaza se encuentra, al fondo y la derecha, la fachada del Antiguo Hospital de la Caridad, que actualmente alberga el Museo de Bellas Artes de Córdoba. El Museo Julio Romero de Torres tiene también su acceso por el antiguo claustro del hospital, desarrollándose a lo largo de lo que fueron las dependencias del propio edificio sanitario.

Plaza del Potro

El Hospital de la Caridad se constituyó en el siglo XV y la pertenencia a la hermandad de la Caridad era una de las mayores distinciones de la época, ya que su inscripción requería pruebas de nobleza. Este hospital era el lugar de trabajo de muchas mujeres que desempeñaban la labor de enfermeras, oficio históricamente "femenino". En este lugar se hace necesario destacar a María Teresa López, La Chiquita Piconera, la modelo más importante del ilustre pintor cordobés de principios del siglo XX. Así mismo, y relacionada también con Julio Romero de Torres se destaca a su hermana Angelita Romero de Torres, miembro de la Real Academia de Córdoba, su esposa Francisca Pellicer, y las distintas mujeres que, según rumores de la época, fueron amantes del reconocido pintor como la actriz Elena Pardo, las modelos Carmen Serrano y la Cartulina, la bailaora Elisa Muñiz y Natalia Castro.

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El Gran Capitán, uno de los estrategas militares más importantes de la historia de España, cuenta con un homenaje en el centro de la plaza, a modo de representación ecuestre, otorgando una impronta militar a la escena pública. El aspecto actual de la plaza de las Tendillas se fue fraguando durante todo el siglo XX, superando diferentes configuraciones urbanas, ya que constituye parte integrante del centro urbano de Córdoba desde época romana. El nombre de esta plaza tiene su origen en las pequeñas tiendas que en el siglo XV poblaban el lugar y, pese a las remodelaciones, dicho nombre no ha perdido sentido, ya que desde esta plaza se accede a calles de gran tránsito comercial. Esta plaza fue también denominada "Plaza de la República", y a consecuencia de la Guerra Civil española (1936-1939), pasó a llamarse "Plaza de José Antonio" en homenaje al líder de la Falange Española. La mujer participó activamente en el desarrollo de la contienda, tanto desde la retaguardia como desde el propio frente. Al comienzo del enfrentamiento, el caos organizativo que reinaba en el bando republicano propicia la aparición de las milicias.

Plaza de Tendillas

Aquí aparecen las mujeres combatientes, que marchaban al frente en igualdad de condiciones con los hombres, forjando el mito de las aguerridas milicianas. Tras este primer momento, el ejército republicano se reordena, enviando a las mujeres a la retaguardia, con objeto de desarrollar labores de mantenimiento y atención a personas heridas, argumentando su falta de preparación o la importancia de su trabajo en estas labores, volviendo a una distribución sexista de las ocupaciones, aunque hubo ocasiones en las que no se dudó en incorporarla a la lucha armada cuando la necesidad de efectivos era acuciante. Junto a esto, se tildó a las mujeres guerrilleras de prostitutas, acusándolas de provocar enfermedades venéreas entre la tropa, por lo que su retirada de las primeras líneas volvió a satanizar al género femenino, como ya ocurriera con anterioridad en otros ámbitos de la vida social.

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Antigua residencia de los Condes de Cabra, fue en 1655 cuando el edificio es destinado a convento de la Orden Capuchina. Sólo la parte de la calle Alfonso XIII se corresponde con la casa de los Condes, mientras que el resto pertenece a otros solares cedidos para la construcción del convento y la iglesia, ésta última datada en el siglo XVIII. En la calle Alfonso XIII se localizaban varios comercios-talleres dedicados al oficio de las fibras vegetales, tradicionalmente copado por hombres, destacando la excepción de la tienda que hoy subsiste, regentada por María del Carmen Martos, dedicada ya sólo a la venta de estas manufacturas.De la misma manera, esta céntrica calle acoge a la derecha el Rectorado de la Universidad de Córdoba, centro coordinador de la actividad universitaria de la ciudad. En la actualidad, el número de mujeres universitarias supera al de hombres, en lo que podría ser interpretado como el desquite femenino frente a la censura académica y educativa que también sufrieron las mujeres de la edad contemporánea, aunque también cabe decir que los cargos en la institución universitaria siguen estando copados en su mayoría por hombres.

Plaza de Capuchinas

La educación pública era extraña aún a comienzos del siglo XX, ya que la labor educativa recaía en las instituciones eclesiásticas, que orientaban este proceso formativo hacia el enaltecimiento de valores relacionados con la función social que tenían encomendadas las mujeres, resumidos en la capacitación de éstas para la maternidad, la atención al marido y el mantenimiento del hogar conyugal. En estos primeros años del siglo XX, casi las tres cuartas partes de las mujeres españolas eran analfabetas, porcentaje que baja a menos de la mitad en la década de los años 30. La llegada de la II República en 1931 supone la creación de un sistema educativo público y laico, algo que posibilita el acceso a la educación primaria y secundaria para todas las personas, aunque la realidad siga distanciando a las mujeres de ella, ya que la presión social del momento sigue avocándolas al ámbito doméstico, a la atención al esposo y a la procreación y mantenimiento de la prole.

Este edificio albergó la que fuera la casa palacio de Las Quemadas y en el siglo XVII de Los Fernández de Mesa, como se puede apreciar en el escudo de la puerta principal. Hasta 1997, fue sede de la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza, resaltando la encomiable labor de Carmen Cruz, que formó parte del grupo teatral T.E.U., manteniendo una gran actividad durante los años 40 y 60 del siglo XX. También es necesario mencionar a Maruja Cazalla, pionera en las arraigadas academias de baile, destacando su interpretación del Vito.

Plaza Agrupación las Cofradías

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La calle Judíos expira en forma de plaza retranquea antes de salir a la Plaza de Maimónides, donde confluye con las vías Tomas Conde y del Cardenal Salazar. Este pequeño espacio urbano acoge la representación escultórica que la ciudad quiso regalar a uno de sus más ilustres hijos, el médico, filósofo y teólogo Maimónides (1135-1204). El fanatismo almohade provoca el exilio de tan prestigioso pensador judío, condenándolo a un tortuoso transcurrir por diferentes ciudades entre Marruecos y Egipto, para acabar enterrado en la ciudad israelita de Tiberiades, que da nombre a esta plaza. Como nota triste de la figura de Maimónides hay que destacar su exacerbada misoginia, manifestada, entre otros, en el repudio hacia la mujer frente a la oración religiosa. La huida de Maimónides conllevó el traslado de toda su familia, ya que la célula básica de la sociedad judía era la familia, entendida como núcleo de estructuración sobre el que se asentaban el resto de ámbitos sociales. En el entorno cristiano, la estructura familiar está integrada no sólo por el matrimonio y su descendencia, sino que se amplía a un grupo de parientes menos cercanos y al servicio.

Plaza de Tiberiades

Todas estas personas quedan bajo el dominio del varón, portador de la estirpe de la que desciende, siendo su principal obligación proteger el núcleo familiar. El domicilio es común para toda esta extensa familia, lo que daría lugar a ciertas prácticas licenciosas, algo que motivó, por parte de la Iglesia Católica el fomento de la familia conyugal, donde solamente compartirían vivienda el matrimonio y su descendencia directa. La familia andalusí presentaba una fuerte cohesión social. La poligamia estaba arraigada entre la realeza y la clase noble, pero los notables y la masa practicaban mayoritariamente la monogamia. La descendencia solía ser numerosa, pero se vería continuamente diezmada por las comunes enfermedades y epidemias infantiles. Las familias acomodadas contrataban nodrizas que se encargaban del cuidado de niños y niñas.

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Saliendo del Pasaje Luis de Venegas por el lado opuesto a la entrada abocamos a la calle Gutiérrez de los Ríos, que tomaremos hacia la izquierda, hasta llegar a la calle de Cedaceros, que se abre a la derecha del recorrido. Esta calle nos recuerda que volvemos a una zona de gremios, en este caso el de los fabricantes de cedazos, oficio considerado masculino y consistente en crear instrumentos para separar elementos finos de gruesos, generalizados en la purga de productos como la harina. Si tomamos Cedaceros en dirección a la izquierda, encontraremos a la derecha un callejón denominado el Toril, que dará acceso a una gran plaza, "La Corredera". A esta calle se asoma el camarín de la Virgen de la Ermita del Socorro, que data del siglo XVII, siendo una de las más pequeñas de la ciudad, anteriormente Hospital de los Angeles. La imagen titular se puede vislumbrar desde el exterior, a través de un ventanal abierto en la galería superior que cubre un tramo de la calle. Esta vía recibe el nombre de "Toril" debido a que era utilizada como pasillo por el que entraban los toros a la plaza, en el tiempo en el que ésta era utilizada como lugar principal para la celebración de festejos relacionados con estos animales.

Calle Toril

Además de ser conocida gracias a las acomodadas familias que la habitaron, esta zona ha sido históricamente considerada lugar de reunión de "brujas" desde el siglo XV. Saliendo de la calle Ronquillo Briceño nos encontramos al frente con una calle denominada Siete Revueltas, por donde se accede a lo que se ha denominado popularmente el "Panderete de las brujas", una plaza en la que supuestamente se reunían mujeres para elaborar hechizos. Parece que esta creencia tiene su origen en una señora que vivía en las cercanías y que se dedicaba a la adivinación y curandería. Con el siglo XV comienza con intensidad la persecución y condena de individuos por la acusación de brujería. Se creía que las brujas habían realizado un pacto con el diablo para dañar al prójimo, celebrando reuniones nocturnas, donde se practicaban los hechos más aberrantes. Se emprende de esta manera una caza despiadada contra personas que en muchos de los casos eran depositarias de sabiduría y costumbres ancestrales, como el uso de ciertas hierbas con propósitos

Calle Agustín Moreno

propósitos curativos o amatorios, y que durante siglos habían sido aceptadas y respetadas dentro de las comunidades. Debido al cambio ideológico, se consideraban personas enemigas de la fe cristiana.Un ejemplo de lo expuesto lo encontramos en la figura de la monja clarisa cordobesa Magdalena de la Cruz, condenada por hereje en el siglo XVI, tras confesar haber estado representando desde los trece años el papel de Santa. Se hizo pasar por Santa para mejorar su modesta posición social, llegando a ser una de las mujeres más importantes de la época con sus predicciones, sobre todo políticas, que se hicieron eco en toda Europa, incluso el rey Carlos I envió una bandera a la "Santa" para que la bendijera.

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La restauración del lienzo de muralla trae consigo la conexión del casco histórico con la avenida de Doctor Fleming, que se materializa a través de este tortuoso corredor que cumple con la tradicional estructura viaria hispanomusulmana. La bienvenida a la plaza de la Luna se hace a través de una fuente de sonido recurrente, que nos reconfirma la importancia del agua en la Córdoba hispanomusulmana y nos hace figurarnos cómo las mujeres de la época y de periodos posteriores, utilizaban estas fuentes públicas para con sus cantaros proveer de agua sus hogares, siendo estos lugares centros de reunión del colectivo femenino. La Plaza de la Luna desemboca en la calle Cairuán, elemento que conecta con la Puerta de Almodóvar, contando con la muralla oeste como telón de fondo. La figura del célebre filósofo Averroes nos acompaña en este emplazamiento, recordando el fructífero desarrollo de la cultura en la capital del Califato Omeya.La sociedad islámica, y por extensión la hispanomusulmana, propugnaba el acceso de las mujeres a la cultura, atendiendo a la valoración positiva que de ella se realiza en el Corán. Igualmente, los hombres musulmanes destacan como virtudes apetecibles en las féminas aquellas que tienen que ver con el ingenio y el conocimiento.

Plaza de la Luna

Quizá esta circunstancia propicia que los varones faciliten el aprendizaje de las mujeres, buscando asegurar así la transmisión de conocimientos a su descendencia.Las niñas musulmanas de las clases más humildes tenían más dificultades para acercarse al conocimiento. Aún así, se consideraba indispensable la educación femenina con objeto de que ésta pudiera acceder a los contenidos de su religión. La existencia de mujeres dedicadas a las ciencias y las letras presupone un primer nivel de enseñanza femenino. Niñas y niños aprendían el lenguaje, la lectura y la escritura en la familia. Posteriormente, las familias que podían permitírselo facilitaban la educación individualizada, contratando a una persona como instructora en las ciencias y las letras universales y andalusies.

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Plaza del Triunfo

El Paseo de la Ribera forma parte del transcurso histórico de la ciudad de Córdoba, en tanto que siempre ha significado la conexión con el río. El desarrollo de numerosas profesiones estaba íntimamente ligado al Guadalquivir, como eran todas aquellas relacionadas con el tratamiento de pieles o con el grano. Así, el río era un lugar para el trabajo, pero la sociedad cordobesa también utiliza sus riberas para el desarrollo de diferentes eventos o celebraciones. En la Córdoba Moderna era costumbre el 24 de junio, día de San Juan, pasar la noche en vela, paseando los hombres por las calles y esperándolos sus damas en las rejas, lo cual era permitido esa noche por sus padres. Ese momento era aprovechado para obsequiarse pasteles y licores. Esa velada se celebraba en el Paseo de la Ribera hasta mediados del siglo XIX, momento en el que se traslada al Paseo de la Victoria.

Paseo de la Ribera

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El itinerario se deshace momentáneamente del corsé cronológico mantenido hasta ahora para referenciar el devenir histórico del edificio que, hoy día, acoge a la Delegación de Igualdad, entidad provincial promotora de este y otros proyectos focalizados hacia la igualdad de género. El actual edificio de la institución es fruto de una restauración realizada por José Chastang (1990), y tiene su origen en la ampliación del Convento de San Roque, gobernado por la orden de Las Descalzas. Entre los siglos XVII y XVIII se procede a modificar su estructura, permaneciendo ésta hasta nuestros días, la cual se presenta como una edificación incompleta según la tipología propia del periodo barroco. El acceso se realiza por el zaguán, a modo de casa-puerta, que distribuía la entrada a dos alas diferentes: la derecha sería destinada a los hombres y la izquierda para las mujeres. El ala primera se ha perdido, ya que pasó a manos privadas, conservándose tan sólo la casa-puerta y la casa-palacio.

Calle Buen Pástor

Este edificio ha tenido varias funciones: Casa de Beneficencia, Escuela Normal de Maestras y Escuela Hogar. Como se puede ver, no parece fortuita la elección de este lugar como sede de la institución promotora, ya que parece vincularse de modo definitivo al paso de las mujeres por esta ciudad. Ocupando toda esta manzana y con entrada en la calle Buen Pastor nos encontramos con el Hogar San Rafael, propiedad de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de San Rafael En principio esta institución fue beaterio fundado por Doña Beatriz de Sotomayor, en el S. XVI, a través de la Congregación de Jesús Crucificado, muy afín a los mandatos de la Inquisición, tanto que aquí se celebraron algunos Autos de Fe. A principios del S. XX fue ocupado por las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de San Rafael, orden de beneficencia que también se dedicaba a realizar labores de reinserción social.

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Plaza del Triunfo

En primer lugar aparece el Convento de Santa Ana, fundado por Santa Teresa de Jesús y una congregación de Carmelitas Descalzas en clausura. Fue en 1589 cuando un grupo de religiosas, mandadas por la santa avilense, formó la congregación primitiva. Según cuenta la tradición, una de estas religiosas, muy amiga de Santa Teresa, obró un milagro: el hacer brotar agua del pozo seco que había en el recinto. El hecho de haber sido fundado por Santa Teresa hizo que este convento atrajera el interés de grandes e importantes familias cordobesas para que sus hijas, por un motivo o por otro, entraran en dicha congregación.Junto al Convento destaca la Casa Carbonell (actual sede de la empresa municipal promotora de viviendas Vimcorsa) con su elaborado enrejado y su atípica arquitectura, cuyo origen se remonta al Antiguo Régimen. En una casa anterior, en este mismo solar, nació Ángel de Saavedra "Duque de Rivas". Sin embargo y, a pesar del rico origen histórico de esta casa, remarcaremos como papel fundamental del lugar el uso que ésta tuvo como fábrica de aceites Carbonell, que acogió a numerosas cordobesas que en tiempos republicanos eran conocidas como las envasadoras. Realizaban esta labor de envasado en esta fábrica, lo que las hacía parecer las primeras mujeres obreras y, por ello, las primeras emancipadas de la ciudad que empezaron a romper lazos con el sistema patriarcal imperante.

Calle Ángel de Saavedra

Convento de Santa Ana

Esto no quiere decir que con anterioridad la mujer no formase parte del trabajo de muchas manufacturas, pero sí es esta la primera vez que constituyen un colectivo sólido, con derechos que les fueron otorgados por la emergente corriente social y laboral que se conoció durante la II República. En 1879 murió Antonio Carbonell, fundador de esta casa, dejando la empresa sumida en una profunda crisis, provocada fundamentalmente por la política de endeudamiento seguida en los años precedentes. Sería su viuda quien sacara a flote la empresa aportando su patrimonio. La calle Alta de Santa Ana, adyacente al convento del mismo nombre, comunica con una de las calles de mayor desnivel de la ciudad que conduce a la célebre plaza de Jerónimo Páez, la Cuesta de Pedro Mato, cuyo nombre recuerda la Leyenda de: "El Doctor Pedro Mato, mató a su mujer".

El paseo del Gran Capitán era lugar de reunión de la ciudadanía cordobesa, sirviendo de escenario ideal al cortejo de los hombres a las damas. El cortejo era casi un ritual consistente en lo siguiente: las mujeres paseaban en dirección de las manillas del reloj y los hombres en sentido contrario, de esta forma se podían ver las caras y, cuando un hombre se quedaba prendado de una mujer determinada, pedía permiso para poder acompañarla; d si la mujer aceptaba, el caballero cambiaba su trayectoria y se unía a la dama y a su siempre inseparable carabina. Como podemos apreciar, era el varón quien tomaba la iniciativa en las artes amatorias, no estando bien visto por la moral de la época que la mujer lo hiciera. Este paseo cuenta también con un edificio lúdico que daría vida a las noches cordobesas desde 1873, nos referimos al Gran Teatro.Entre las mujeres que actuaron en los albores de la vigésima centuria sobresalen Josefa Baena "Pepita Baena", que intervino en numerosas zarzuelas con gran éxito como "La Dolorosa", "La Alegría de la Huerta", "Los Gavilanes", etc..., y la tonadillera Dora "la Cordobesita", famosa cordobesa retratada en un cartel por Julio Romero de Torres, que triunfó en toda España. Dora se retiró para casarse con el matador de toros "Chicuelo". Era común entre las artistas retirarse de la escena tras contraer matrimonio, debido a la mala fama que tenían las mujeres dedicadas a esta profesión. Esta retirada del mundo laboral tras contraer matrimonio se hacía extensiva a todas las profesiones ya que era obligación del "cabeza de familia" mantener económicamente a su familia, siendo muy mal considerados, en este caso, los hombres que "permitían" que su esposa trabajara, siendo peyorativamente denominados "mantenidos".

Bulevar Gran Capitán

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La Puerta de Almodóvar se ubica en el lienzo de muralla más antiguo de la ciudad, existente desde el periodo romano, cuando cercaba la ciudad imperial. Fuertemente reformado durante el siglo XIV, el lienzo noroeste de la muralla acoge este acceso desde época califal (siglo X), conocido entonces como Bab-al-Chawz, la Puerta del Nogal. En este emplazamiento está constatada la existencia de un barrio judío, denominación que pervive hoy al nombrarse la zona como Barrio de la Judería Las mujeres medievales judías pertenecían a un grupo social, aunque amplio, minoritario, donde la familia y la comunidad religiosa estructuran el desarrollo de la vida cotidiana. La endogamia rige la sustentación de la comunidad judía, fomentando los matrimonios entre primos y primas, a fin de mantener la pureza de la etnia e incrementar el número de componentes de la comunidad confesional. En este contexto se desarrolla el levirato, por el cual se establece que la viuda sin descendencia deberá contraer matrimonio (yíbbum) con el hermano mayor del difunto, de manera que el primogénito que engendren llevará el nombre del hermano fallecido para que no ..................

Puerta de Almodovar

desaparezca su estirpe. La principal obligación de las mujeres judías es tener descendencia, obligación llevada hasta tal punto que el marido puede repudiar a la esposa si no ha ampliado la familia después de diez años de matrimonio.La Halaka (literatura rabínica que establece las pautas de conducta a seguir, llamándose así también a cada una de estas pautas) estipula que solamente será considerado judío aquel que nace de madre judía. Así, la mujer se convierte en la transmisora del legado religioso y moral pero siempre estará condicionada a los valores de la sociedad patriarcal, si bien es destacable que el sistema social judío incluye aspectos destinados a evitar el menosprecio y la marginación de las mujeres hebreas.

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Los Jardines de la Merced, en la Plaza de Colón, destacan en primer lugar por la fuente monumental y de corte modernista que se alza en el centro y que es única en su estilo en la ciudad cordobesa. Por otro lado cabe reseñar la mezquita de Al-Morabito, hoy día en uso, que fue cedida por el Ayuntamiento de Córdoba en 1992 a una asociación musulmana cuyos miembros pertenecen a ocho países diferentes. Desde esta plaza podemos admirar el edificio que actualmente ocupa la Diputación Provincial, antiguo Convento de la Merced de fundación fernandina (siglo XIII), que tras diferentes remodelaciones durante la Edad Moderna queda en el estado actual, donde un típico barroco cordobés de mármoles de colores es recreado en el trampantojo de la fachada y del patio interior, también destaca la escalera imperial, así como uno de sus ilustres residentes, Cristóbal Colón, que se alojó aquí durante su estancia para negociar con los Reyes Católicos su viaje a las Indias. Este edificio pasó en el siglo XIX a ser hospicio mixto; hoy día es la sede de la Diputación de Córdoba. Un homenaje especial supone la fuente de las aguadoras. La escena, recurrente en todas las épocas presenta a dos mujeres en el momento

Plaza de Colón

momento de recoger el agua en sus cántaros, tarea que las féminas debían realizar a diario para el abastecimiento doméstico. Al margen del sentido práctico de tal acto, la fuente se convertía en el foro de reunión de las mujeres, lugar donde conversar y descansar levemente del duro trabajo que tenían encomendado. Con la llegada de la democracia a las mujeres le son reconocidos los derechos políticos negados por la dictadura, abriéndose camino el proceso de visibilización de la figura femenina a través de su participación en la escena social y política, no obstante no será hasta finales del siglo XX cuando esta participación sea más representativa. En 1972 llega la primera y única diputada en esas elecciones a la sede de la Institución Provincial, en ese momento fuertemente masculinizada. La Diputación de Córdoba irá aumentando paulatinamente el número de diputadas, sobre todo en la última década del siglo XX, cuando en la legislatura 2003-2007, se alcanza un gobierno paritario.

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De planta rectangular, esta plaza destaca por su estructura, ya que es la única de toda Andalucía que está porticada en todos sus lados. En un principio, la plaza era una explanada donde se hacían juegos de cañas y corridas de toros. También en ella se celebraban pleitos y Autos de Fe, además de un mercado semanal.Aunque las corridas de toros eran ejecutadas por hombres, la figura de la mujer torera no es actual, sino que se tiene constancia de mujeres toreras en el siglo XVIII como fue la madrileña Nicolasa Escamilla, inmortalizada por Goya.En el siglo XVI se construyeron dos edificios que aportaron a la plaza importancia administrativa: la Cárcel y la Casa del Corregidor.La Cárcel ocupaba la planta baja del actual Mercado Sánchez Peña, y en la planta alta estaba la Casa del Corregidor, siendo escenario público de procesos inquisidores y Autos de Fe en los que

Plaza de La Corredera

que murieron numerosas mujeres acusadas de brujas.Para las celebraciones festivas, la fachada de la cárcel se revestía de unos andamios que sostenían el dosel presidencial, sirviendo de tribuna para las autoridades en eventos como procesiones, pregones, juegos de cañas y toros, etc. Destacamos la Casa de Doña Ana Jacinto de Angulo, dama noble muy tozuda que no quiso vender su casa situada junto al actual mercado, de ahí que su fisonomía difiera del resto de la plaza.

Edificado entre el siglo XIII y el XIV, las últimas investigaciones argumentan que la fortificación militar actual se inicia con la construcción de una residencia real levantada por Fernando III el Santo, y se configura definitivamente con la ampliación llevada a cabo durante el reinado de Alfonso XI. Enrique IV convierte la fortaleza en palacio, incorporando patios, jardines y baños de tradición musulmana. Residencia regia desde su construcción, sin duda sus huéspedes más notables fueron Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, que residen en el Alcázar durante ocho años, periodo en el que nacería una de sus hijas, la Infanta Doña María, futura reina de Portugal.Junto a tan célebres personalidades, también residieron temporalmente aquí mujeres importantes afines a la nobleza, como Doña Leonor de Guzmán, Doña María de Padilla, hija ilegítima de Pedro I o María de Aragón, hermana del monarca Juan II, que hizo del Alcázar su residencia, llegando hasta Córdoba atraída por los milagros que se le atri- buían a la Virgen de la Fuensanta. Gracias a esta presencia real en la ciudad, Córdoba vivió momentos de prosperidad auspiciados por el favor real que María de Aragón procuraba para la ciudad.

Alcázar de Los Reyes Cristianos

Pero sin duda, la personalidad femenina más destacable de todas las que han pasado por este magnífico Alcázar fue la de Isabel la Católica. La Reina dejó muestras de su carácter severo en dos momentos concretos:En primer lugar, mandó desmontar la Noria de la Albolafia (siglo XII), debido al enorme ruido que causaba en su tarea de recolección del agua del Guadalquivir para el riego de las huertas regias.En otra ocasión, coincidiendo con el nacimiento de la Infanta Doña María en el Alcázar, la Reina Isabel estableció las "Costumbres Holgazanas" en Córdoba.

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Plaza del Triunfo

Este lugar, conocido tradicionalmente como "el barrio de los gitanos", cuenta con una morfología que le confiere tranquilidad y sosiego, articulado a base de pequeños espacios abiertos conectados por tortuosas y estrechas vías. La Plaza de la Alhóndiga fue durante el medievo Pósito Municipal, lugar donde se compraba y se vendía trigo. Los edificios que rodeaban la plaza funcionaban como hospederías. Este tipo de establecimientos era muy abundante en la zona por ser el lugar destinado para las transacciones comerciales. En el entorno de la plaza, en dirección a la plaza del Amparo, la calle Cara y la plaza Pozo de Cueto continúan jugando con el silencio, reforzado por la escultura de la Bañista que hace justicia histórica a este emplazamiento, ya que aquí se encontraba el Baño de la Pescadería, uno de los innumerables baños públicos que la ciudad hispanomusulmana ofrecía a sus habitantes. El baño musulmán recoge la tradición grecorromana, configurado en una sucesión de espacios que iban desde una sala fría hasta una caliente, pasando por uno o varios espacios intermedios que facilitaban la gradación de la temperatura. El baño público era para las mujeres una buena oportunidad, no sólo para el cuidado y la higiene, sino también para establecer contacto con la realidad social de la ciudad.

Plaza de la Alhóndiga

Las andalusíes solían acudir una o dos veces por semana. Allí podían ser atendidas por personal femenino, que aplicaba alheña, cuidaba el cabello, daba masajes, depilaba, empleaba aceites, perfumes y ungüentos. La jornada de una mujer en un baño podía estar llena, en verdad, de múltiples experiencias y sensaciones. Podríamos recrear el desarrollo de un día de baño de una mujer de alta clase social durante los siglos X-XIII.Actualmente, en las cercanías de la plaza de la Alhóndiga, existe un establecimiento donde se puede disfrutar de una sesión de baño público y masaje, gracias a una buena recreación del baño de tradición grecorromana ambientado en unas instalaciones de profundo sabor hispanomusulmán.

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La Iglesia de Regina es el único testigo físico del Convento de las Dominicas de Regina Coeli, fundado en el siglo XVI. Frente a la propia calle Regina, también durante el XVI, existió una casa beaterio donde se recogieron mujeres de vida licenciosa, y en la actualidad se localiza el edificio del Museo de Joyería Regina, galardonado por un premio de diseño arquitectónico. En el interior de los silenciosos muros de los conventos de la época se podían diferenciar tres categorías de religiosas, atendiendo a su origen e ingreso en la comunidad: las que por su vida licenciosa se encerraban, las que arrepintiéndose de sus pecados quedaban enclaustradas para evitar caer de nuevo en malas tentaciones y las mujeres de buena conducta que deseaban ser religiosas, siendo estas últimas las que ejercían cargos y gestionaban la casa.El sacerdote Juan de Ávila, fundador de esta casa beaterio, tuvo en ocasiones problemas, ya que intentaba convencer a las mujeres para que abandonasen a su mancebo, lo cual era mal tomado por éste quien en ocasiones hacía uso de la violencia física.En este lugar se hace necesario hacer mención a las beatas, figura religiosa relevante en la sociedad del momento. Las mujeres que carecían de recursos económicos y que no podían conseguir un buen matrimonio, ni acceder a un co

Calle Regina

convento al carecer de dote, solían hacerse beatas dedicando su vida a Dios, haciendo voto de castidad. La beatería era un medio de salvar la miseria material recabando la caridad ajena, y contribuía a satisfacer las ansias religiosas de una sociedad cada vez más obsesionada por los asuntos religiosos.Las beatas eran mujeres con escasos medios económicos y materiales (andaban de acá para allá vestidas con hábitos pobres, cubriendo sus cabezas y hombros con tocas o mantos de lana), con parcos conocimientos intelectuales y teológicos, que disfrutaban de libertad de movimientos y de expresión. Decían hablar directamente con Dios o con la Virgen e incluso con las almas del purgatorio. Se atrevían a enseñar y a predicar la palabra de Dios, atribuyéndose funciones clericales, diciendo tener visiones y dones proféticos.

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De planta rectangular, esta plaza destaca por su estructura, ya que es la única de toda Andalucía que está porticada en todos sus lados. En un principio, la plaza era una explanada donde se hacían juegos de cañas y corridas de toros. También en ella se celebraban pleitos y Autos de Fe, además de un mercado semanal.Aunque las corridas de toros eran ejecutadas por hombres, la figura de la mujer torera no es actual, sino que se tiene constancia de mujeres toreras en el siglo XVIII como fue la madrileña Nicolasa Escamilla, inmortalizada por Goya.En el siglo XVI se construyeron dos edificios que aportaron a la plaza importancia administrativa: la Cárcel y la Casa del Corregidor.La Cárcel ocupaba la planta baja del actual Mercado Sánchez Peña, y en la planta alta estaba la Casa del Corregidor, siendo escenario público de procesos inquisidores y Autos de Fe en los que

Plaza de La Corredera

que murieron numerosas mujeres acusadas de brujas.Para las celebraciones festivas, la fachada de la cárcel se revestía de unos andamios que sostenían el dosel presidencial, sirviendo de tribuna para las autoridades en eventos como procesiones, pregones, juegos de cañas y toros, etc. Destacamos la Casa de Doña Ana Jacinto de Angulo, dama noble muy tozuda que no quiso vender su casa situada junto al actual mercado, de ahí que su fisonomía difiera del resto de la plaza.

La esposa de Rafael Romero Barros y madre de Julio Romero se llamaba Doña Rosario de Torres Delgado. La Plaza del Potro es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, tomando su nombre de la fuente, en cuya parte superior se puede ver un potro rampante que sostiene el escudo de la ciudad de Córdoba. La fuente, de estilo renacentista, fue construida para mejorar el abastecimiento de agua del vecindario, al ser éste un espacio público, centro neurálgico de la vida económica de la ciudad, donde las mujeres tenían ocasión de reunirse mientras adquirían el agua necesaria para el abastecimiento de sus hogares. En la misma plaza se encuentra, al fondo y la derecha, la fachada del Antiguo Hospital de la Caridad, que actualmente alberga el Museo de Bellas Artes de Córdoba. El Museo Julio Romero de Torres tiene también su acceso por el antiguo claustro del hospital, desarrollándose a lo largo de lo que fueron las dependencias del propio edificio sanitario.

Plaza del Potro

El Hospital de la Caridad se constituyó en el siglo XV y la pertenencia a la hermandad de la Caridad era una de las mayores distinciones de la época, ya que su inscripción requería pruebas de nobleza. Este hospital era el lugar de trabajo de muchas mujeres que desempeñaban la labor de enfermeras, oficio históricamente "femenino". En este lugar se hace necesario destacar a María Teresa López, La Chiquita Piconera, la modelo más importante del ilustre pintor cordobés de principios del siglo XX. Así mismo, y relacionada también con Julio Romero de Torres se destaca a su hermana Angelita Romero de Torres, miembro de la Real Academia de Córdoba, su esposa Francisca Pellicer, y las distintas mujeres que, según rumores de la época, fueron amantes del reconocido pintor como la actriz Elena Pardo, las modelos Carmen Serrano y la Cartulina, la bailaora Elisa Muñiz y Natalia Castro.

La Iglesia de Regina es el único testigo físico del Convento de las Dominicas de Regina Coeli, fundado en el siglo XVI. Frente a la propia calle Regina, también durante el XVI, existió una casa beaterio donde se recogieron mujeres de vida licenciosa, y en la actualidad se localiza el edificio del Museo de Joyería Regina, galardonado por un premio de diseño arquitectónico. En el interior de los silenciosos muros de los conventos de la época se podían diferenciar tres categorías de religiosas, atendiendo a su origen e ingreso en la comunidad: las que por su vida licenciosa se encerraban, las que arrepintiéndose de sus pecados quedaban enclaustradas para evitar caer de nuevo en malas tentaciones y las mujeres de buena conducta que deseaban ser religiosas, siendo estas últimas las que ejercían cargos y gestionaban la casa.El sacerdote Juan de Ávila, fundador de esta casa beaterio, tuvo en ocasiones problemas, ya que intentaba convencer a las mujeres para que abandonasen a su mancebo, lo cual era mal tomado por éste quien en ocasiones hacía uso de la violencia física.En este lugar se hace necesario hacer mención a las beatas, figura religiosa relevante en la sociedad del momento. Las mujeres que carecían de recursos económicos y que no podían conseguir un buen matrimonio, ni acceder a un co

Calle Regina

convento al carecer de dote, solían hacerse beatas dedicando su vida a Dios, haciendo voto de castidad. La beatería era un medio de salvar la miseria material recabando la caridad ajena, y contribuía a satisfacer las ansias religiosas de una sociedad cada vez más obsesionada por los asuntos religiosos.Las beatas eran mujeres con escasos medios económicos y materiales (andaban de acá para allá vestidas con hábitos pobres, cubriendo sus cabezas y hombros con tocas o mantos de lana), con parcos conocimientos intelectuales y teológicos, que disfrutaban de libertad de movimientos y de expresión. Decían hablar directamente con Dios o con la Virgen e incluso con las almas del purgatorio. Se atrevían a enseñar y a predicar la palabra de Dios, atribuyéndose funciones clericales, diciendo tener visiones y dones proféticos.

El itinerario desciende por la de Armas, llamada así por acoger varios talleres de armamento durante la conquista cristiana de Granada. A la izquierda queda la calle del Tornillo, donde se encontraba un pequeño torno que transportaba hacia el interior de la casa de expósitos, aquí localizada, a niños y niñas cuyos progenitores habían abandonado. La maternidad es algo fundamental en la vida de la mujer moderna, ya que no tener descendencia era considerado un castigo de Dios y la esterilidad se consideraba exclusiva de las mujeres. Se solía tener mucha descendencia para compensar las altas tasas de mortalidad infantil, prefiriendo el nacimiento de varones sobre el de mujeres. Por otra parte, eran muchas las mujeres que fallecían en el parto, por lo que el nacimiento de un bebé siempre era un trance incierto para el futuro de sus principales protagonistas. Las mujeres nobles que daban a luz solían entregar al bebé al cuidado de un ama de cría. Este oficio femenino superaba los límites de lo laboral, ya que la mujer que lo desempeñase debía estar sana y ser virtuosa, al creerse que ésta, a través de la leche, trasmitía caracteres físicos y morales a la criatura. También se pensaba que el cambio de ama de cría podía acabar con su vida. Los nacimientos il

Calle Armas y Calle Tornillo

vida. Los nacimientos ililegítimos serán muy abundantes, especialmente en la ciudad. Entre las explicaciones se podría encontrar la escasa represión sexual y la abundancia de relaciones extramatrimoniales, provocadas en gran parte por la ausencia del amor en el matrimonio concertado. Esta elevada ilegitimidad provocará el abandono de quienes estaban recién llegados al mundo, lo que obligará a la creación de instituciones de acogida, como es el caso del hospicio localizado en la calle Tornillo. La primigenia casa de los Expósitos de Córdoba se creó a principios del siglo XVI en una de las galerías del Patio de los Naranjos, donde los bebés eran expuestos en sus cunas en espera de ser adoptados.

La calle San Fernando era antiguamente conocida como Calle de la Feria por los numerosos festejos que aquí se realizaban. Estos festejos tuvieron como entidad promotora a la Cofradía de los Calceteros, que organizaban una feria que duraba ocho días. Subiendo por esta calle, se encuentra la Casa de los Marqueses del Carpio. Esta casa palacio fue donada en el siglo XIII a la familia Méndez de Sotomayor, para que defendiesen y vigilasen la muralla que pasaba por la actual calle San Fernando y que separaba las dos partes de la ciudad. Los Méndez de Sotomayor eran una de las familias nobiliarias más importantes de la ciudad. Tal como ocurría con las familias en la Época Moderna era el padre quien ejercía su autoridad sobre todos los miembros de la unidad familiar, transmitiéndose esta autoridad a sus descendientes masculinos. Las mujeres, como en épocas anteriores, no desempeñaban ningún papel fuera de la familia y del hogar, incapacitándolas la legislación para celebrar contratos o acudir a juicios sin consentimiento de un tutor masculino, no podían comprar fiado, ni enajenar bienes; y hasta el siglo XIX no se deroga la ley que prohibía a las mujeres casadas cordobesas obtener su parte de los bienes gananciales adquiridos durante el matrimonio.

Calle San Fernado

El ideal de mujer del Siglo de Oro coincidía con la obediencia, castidad, retraimiento, vergüenza y modestia, siendo la virginidad algo tremendamente valorado por la escasez de la misma. La reparación de virgos debía ser un fenómeno bastante generalizado, siendo las celestinas las encargadas de realizar estas operaciones, al tiempo que también se dedicaban a depilar, hacer filtros amorosos o buscar amantes.Otro de los hitos significativos de esta vía lo encontramos en el número 7, donde se ubicó el Hospital de los Peregrinos para evitar que los pobres forasteros molestasen de casa en casa pidiendo limosna. En 1521 reformaron sus estatutos obligando a hospedar pobres transeuntes de uno y otro sexo.

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Plaza del Triunfo

El antiguo nombre de la calle Pompeyos era calle de La Comadre, por una matrona de renombrada fama que en ella habitó. El primer edificio significativo que nos encontramos al girar a la derecha y alcanzar la plaza de la Compañía es el Colegio de la Inmaculada Concepción, fundado junto a la iglesia por la orden de los Jesuitas en el siglo XVI. La expulsión de éstos a finales del siglo XVIII propició que el colegio quedara sin servicio, vendiéndolo a un particular que lo convirtió en Escuelas Pías. El nuevo propietario dedicó esta escuela sólo para niños, pero en 1794 se amplía también para niñas, estando éstas absolutamente separadas de sus compañeros, tanto, que las niñas accedían al colegio por otra entrada situada en la calle Juan de Mena. A mediados del siglo XX se puso en manos de una congregación que sólo educó a niños. En la actualidad ya es mixto. Saliendo de la plaza hacia la calle Juan Valera, el Colegio de Santa Victoria se asoma a la plaza por medio de su majestuosa Iglesia, obra neoclásica de Ventura Rodríguez.

Plaza de la Compañía

El colegio se fundó en el siglo XIX con la finalidad de dotar de educación a las niñas pobres, gracias a la donación hecha por el Obispo Pacheco, que entregó toda su fortuna para ese fin.En un principio sólo contaban con un reducido número de niñas, tan sólo 24 en 1800, a las que enseñaban a leer y escribir, además de las labores domésticas. Hasta 1876 la labor de docente la ejercían beatas, ya que para ejercer de maestras sólo se exigía tener una moral intachable y un amplio conocimiento de la doctrina cristiana, siempre supervisadas por el Cabildo. Posteriormente se encargó del colegio la Congregación de las Madres Escolapias, dedicadas a la formación y educación.

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De nuevo al interior de los límites del Conjunto Histórico de Córdoba, el barrio de Santiago se abre a la calle Ronquillo Briceño a través de su parroquia, edificada en el siglo XIII como otra de las iglesias fernandinas que cristianizaron a la capital del Califato. La portada que se localiza en esta calle debió ser la principal del templo medieval, mientras que en la calle Agustín Moreno se accede por medio de un pórtico, fruto de la profunda reforma llevada a cabo durante el siglo XIX. Al final de esta calle hay una casa que aparece reflejada en la Leyenda "Una historia de amor con final dramático", que narra lo acontecido a doña Elvira de Bañuelos, una dama procedente de la alta nobleza cordobesa. Doña Elvira se enamoró de Juan de Vargas, de familia ilustre pero de poco dinero, a pesar de que ya estaba concertado para ella un matrimonio con un rico noble. La joven se negó a contraer las pactadas nupcias a pesar de las de las amenazas ...

Calle Ronquillo Briceño

familiares de encerrarla en un convento, lo cual escogió la noble invadida por la pena. Juan de Vargas, intentó una fuga para su amada, FUGA interceptada por los hermanos quienes dieron muerte al amante, llevándose a su hermana a una casa que tenían en la calle Ronquillo Briceño donde la ahorcaron en una viga, después la trasladaron al convento Y fingieron, sobornando al personal del centro, una muerte natural.Doña Elvira de Bañuelos fue una víctima más del sistema matrimonial de la época, por el que las nupcias solían celebrarse entre personas pertenecientes a la misma clase social para mantener la importancia del linaje, siendo contratos celebrados entre distintas familias donde el amor carecía de importancia. En las clases baja y media esto era diferente, dándose entre ellas la posibilidad del matrimonio por amor.

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Plaza del Triunfo

De la Plaza del Potro salía una callejuela a la Ribera donde se encontraba la Mancebía, casa pública regulada por el Ayuntamiento donde prestaban sus servicios las meretrices, trabajadoras que eran examinadas anualmente por un médico de la Corte. Una de las normas que debían respetar las prostitutas era la de no vestir ni adornarse de forma impúdica fuera de las mancebías, para no dar mal ejemplo a las mujeres honestas, no obstante dentro de la casa podían utilizar cuantos adornos considerasen necesarios para el ejercicio de su actividad. Según la normativa, la prostituta debía ser mayor de doce años, abandonada por su familia, de ascendencia desconocida o huérfana, y nunca de familia noble. Tenía que haber perdido la virginidad antes de iniciarse en las labores del sexo, y el juez, antes de otorgar el oportuno permiso, tenía la obligación de persuadir a la muchacha.

Calle Enrique Romero de Torres

Durante las fiestas religiosas estaba prohibido ejercer el viejo oficio, lo cual suponía un problema de orden público, ya que ésos eran los días en que más clientela solían tener las prostitutas. Al encontrarse las mancebías cerradas, los hombres intimidaban a las mujeres por las calles. Por ello, las autoridades municipales habrían permitido la apertura de los burdeles a partir del mediodía de los domingos y en algunas otras fechas antes vedadas. Una Real Pragmática, motivada por el cambio ideológico propiciado por la Contrarreforma, ordenó, en el siglo XVII, el cierre de todas las mancebías del Reino, y desterró la posibilidad de que en adelante volvieran a abrirse los burdeles municipales. Se pretendía hacer extensibles las normas de la vida eclesiástica a la vida civil.

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Una callejuela de la calle Céspedes se fusiona con otra de la calle Deanes en lo que bien pudo ser el patio de una vivienda allí ubicada, de ahí que se tenga la sensación de estar invadiendo la más sagrada intimidad de un domicilio privado. Sirva el recogimiento de este lugar tan especial para, una vez alcanzado el ecuador del recorrido, reflexionar sobre algunas de las circunstancias generales que rodeaban a las mujeres del medievo, independientemente de su cultura o su confesión religiosa. Periodo de inseguridad, epidemias, guerras y hambruna, este momento histórico supone para el grueso de la vida de las mujeres la dependencia total de los hombres. Desde el punto de vista social, las féminas serán eternamente dependientes, al pasar del dominio del padre al del marido. La concepción social de la mujer la identifica exclusivamente con una función: procrear para hacer perdurar la especie. Para el cumplimiento riguroso de esta función, el matrimonio era el único camino honesto, ya que no se trataba de traer descendencia al mundo, sino de que esta continuara dignamente la tradición paterna.

Callejón de La Hoguera

Así, el matrimonio se convierte en una acción estratégica, orientada en el Cristianismo hacia la creación de lazos de interés socioeconómico, en el Judaísmo a la perpetuación del linaje y de la comunidad religiosa, y en el Islam hacia el servicio y atención de los hombres.Las mujeres medievales encuentran poco espacio social para desarrollarse como seres independientes, ya que las limitaciones sufridas en los ámbitos económicos y laborales provocaban un nulo poder adquisitivo, por lo que se encontraban supeditadas a los ingresos de los hombres. Ante esta situación, la mujer es madre, responsable de la prole y del hogar, pero componente secundario de la vida social.

De nuevo al interior de los límites del Conjunto Histórico de Córdoba, el barrio de Santiago se abre a la calle Ronquillo Briceño a través de su parroquia, edificada en el siglo XIII como otra de las iglesias fernandinas que cristianizaron a la capital del Califato. La portada que se localiza en esta calle debió ser la principal del templo medieval, mientras que en la calle Agustín Moreno se accede por medio de un pórtico, fruto de la profunda reforma llevada a cabo durante el siglo XIX. Al final de esta calle hay una casa que aparece reflejada en la Leyenda "Una historia de amor con final dramático", que narra lo acontecido a doña Elvira de Bañuelos, una dama procedente de la alta nobleza cordobesa. Doña Elvira se enamoró de Juan de Vargas, de familia ilustre pero de poco dinero, a pesar de que ya estaba concertado para ella un matrimonio con un rico noble. La joven se negó a contraer las pactadas nupcias a pesar de las de las amenazas ...

Calle Ronquillo Briceño

familiares de encerrarla en un convento, lo cual escogió la noble invadida por la pena. Juan de Vargas, intentó una fuga para su amada, FUGA interceptada por los hermanos quienes dieron muerte al amante, llevándose a su hermana a una casa que tenían en la calle Ronquillo Briceño donde la ahorcaron en una viga, después la trasladaron al convento Y fingieron, sobornando al personal del centro, una muerte natural.Doña Elvira de Bañuelos fue una víctima más del sistema matrimonial de la época, por el que las nupcias solían celebrarse entre personas pertenecientes a la misma clase social para mantener la importancia del linaje, siendo contratos celebrados entre distintas familias donde el amor carecía de importancia. En las clases baja y media esto era diferente, dándose entre ellas la posibilidad del matrimonio por amor.

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Plaza del Triunfo

El Paseo de la Ribera forma parte del transcurso histórico de la ciudad de Córdoba, en tanto que siempre ha significado la conexión con el río. El desarrollo de numerosas profesiones estaba íntimamente ligado al Guadalquivir, como eran todas aquellas relacionadas con el tratamiento de pieles o con el grano. Así, el río era un lugar para el trabajo, pero la sociedad cordobesa también utiliza sus riberas para el desarrollo de diferentes eventos o celebraciones. En la Córdoba Moderna era costumbre el 24 de junio, día de San Juan, pasar la noche en vela, paseando los hombres por las calles y esperándolos sus damas en las rejas, lo cual era permitido esa noche por sus padres. Ese momento era aprovechado para obsequiarse pasteles y licores. Esa velada se celebraba en el Paseo de la Ribera hasta mediados del siglo XIX, momento en el que se traslada al Paseo de la Victoria.

Paseo de la Ribera

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La tradición asegura que en esta calle, durante el siglo XVII, un hombre, tras descubrir la infidelidad de su esposa, la invitó a dar un paseo, con el intento de arrojarla al río. Ella intuyó que pretendía asesinarla y colocó un panecillo cubriéndole el corazón y juntos salieron hacia la Ribera, seguramente deshaciendo el mismo recorrido que traza nuestro paseo. Al llegar a la calle de la Palma discutieron ferozmente y el marido le asestó una puñalada en el pecho, pero la mujer resulto ilesa gracias al providencial panecillo. Este caso ejemplifica la macabra potestad otorgada al hombre para acabar con la vida de su esposa en caso de adulterio, permitiéndosele incluso matar al amante.Si el marido tenía sólo sospechas de adulterio, debía denunciarlo ante los tribunales, siendo el tribunal eclesiástico el encargado de llevar este tipo de casos. Una vez fuera probado,

Calle de La Palma

probado, las personas culpables eran entregadas al marido para que hiciese justicia, siendo lo habitual que el marido les perdonara la vida previo pago de una indemnización económica, por lo que en el siglo XVII sería muy común la figura del marido "cornudo" que no dudaba en prostituir a la mujer a cambio de beneficios económicos. Cuando el adulterio lo cometía el hombre, lo más habitual era alejar geográficamente a la amante y en caso de existir, a la descendencia común, para así evitar que estallara el escándalo. A veces las mujeres para recuperar a sus maridos solían acudir a los hechizos de amor.

El actual Conservatorio Superior de Música se alza en un edificio solemne, una casa de gusto renacentista con toques platerescos que, desde el siglo XVI ha alojado a diferentes familias, tales como los Marqueses de Villaseca o los Marqueses de Benamejí, que adaptaron un tramo del edificio para lonja (de ahí que también se conociese el edificio como "lonja de Benamejí"). Con posterioridad fue utilizado como Escuela Maternal, fundada por la ilustre maestra Luciana Cantero. Más tarde pasaría a ser Conservatorio de Música y por último Conservatorio Superior de Música, uso que se ha preservado hasta la actualidad. En relación con la actividad del conservatorio, cabe mencionar la llevada a cabo por María Teresa García Moreno, que fue catedrática en esta casa. Obtuvo renombrados premios como pianista, entre ellos el primer puesto, obtenido en el Concurso Internacional de París en 1947. Fue elegida Académica Numeraria en 1944, cuando logró la cátedra. Actuó como concertista y conferenciante en numerosas ocasiones. También hemos de destacar a Carmen Flores, que formaba parte de la reconocida agrupación lírica San Alberto Magno (1947-1955).

Calle Ángel de Saavedra

Conservatorio Superior de Música

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Antigua residencia de los Condes de Cabra, fue en 1655 cuando el edificio es destinado a convento de la Orden Capuchina. Sólo la parte de la calle Alfonso XIII se corresponde con la casa de los Condes, mientras que el resto pertenece a otros solares cedidos para la construcción del convento y la iglesia, ésta última datada en el siglo XVIII. En la calle Alfonso XIII se localizaban varios comercios-talleres dedicados al oficio de las fibras vegetales, tradicionalmente copado por hombres, destacando la excepción de la tienda que hoy subsiste, regentada por María del Carmen Martos, dedicada ya sólo a la venta de estas manufacturas.De la misma manera, esta céntrica calle acoge a la derecha el Rectorado de la Universidad de Córdoba, centro coordinador de la actividad universitaria de la ciudad. En la actualidad, el número de mujeres universitarias supera al de hombres, en lo que podría ser interpretado como el desquite femenino frente a la censura académica y educativa que también sufrieron las mujeres de la edad contemporánea, aunque también cabe decir que los cargos en la institución universitaria siguen estando copados en su mayoría por hombres.

Plaza de Capuchinas

La educación pública era extraña aún a comienzos del siglo XX, ya que la labor educativa recaía en las instituciones eclesiásticas, que orientaban este proceso formativo hacia el enaltecimiento de valores relacionados con la función social que tenían encomendadas las mujeres, resumidos en la capacitación de éstas para la maternidad, la atención al marido y el mantenimiento del hogar conyugal. En estos primeros años del siglo XX, casi las tres cuartas partes de las mujeres españolas eran analfabetas, porcentaje que baja a menos de la mitad en la década de los años 30. La llegada de la II República en 1931 supone la creación de un sistema educativo público y laico, algo que posibilita el acceso a la educación primaria y secundaria para todas las personas, aunque la realidad siga distanciando a las mujeres de ella, ya que la presión social del momento sigue avocándolas al ámbito doméstico, a la atención al esposo y a la procreación y mantenimiento de la prole.

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La calle Judíos expira en forma de plaza retranquea antes de salir a la Plaza de Maimónides, donde confluye con las vías Tomas Conde y del Cardenal Salazar. Este pequeño espacio urbano acoge la representación escultórica que la ciudad quiso regalar a uno de sus más ilustres hijos, el médico, filósofo y teólogo Maimónides (1135-1204). El fanatismo almohade provoca el exilio de tan prestigioso pensador judío, condenándolo a un tortuoso transcurrir por diferentes ciudades entre Marruecos y Egipto, para acabar enterrado en la ciudad israelita de Tiberiades, que da nombre a esta plaza. Como nota triste de la figura de Maimónides hay que destacar su exacerbada misoginia, manifestada, entre otros, en el repudio hacia la mujer frente a la oración religiosa. La huida de Maimónides conllevó el traslado de toda su familia, ya que la célula básica de la sociedad judía era la familia, entendida como núcleo de estructuración sobre el que se asentaban el resto de ámbitos sociales. En el entorno cristiano, la estructura familiar está integrada no sólo por el matrimonio y su descendencia, sino que se amplía a un grupo de parientes menos cercanos y al servicio.

Plaza de Tiberiades

Todas estas personas quedan bajo el dominio del varón, portador de la estirpe de la que desciende, siendo su principal obligación proteger el núcleo familiar. El domicilio es común para toda esta extensa familia, lo que daría lugar a ciertas prácticas licenciosas, algo que motivó, por parte de la Iglesia Católica el fomento de la familia conyugal, donde solamente compartirían vivienda el matrimonio y su descendencia directa. La familia andalusí presentaba una fuerte cohesión social. La poligamia estaba arraigada entre la realeza y la clase noble, pero los notables y la masa practicaban mayoritariamente la monogamia. La descendencia solía ser numerosa, pero se vería continuamente diezmada por las comunes enfermedades y epidemias infantiles. Las familias acomodadas contrataban nodrizas que se encargaban del cuidado de niños y niñas.

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La tradición popular de la ciudad asegura que, durante el siglo XVI, el Arcángel San Rafael revela al Padre Roelas un secreto de gran trascendencia: en esta iglesia estaban enterrados los restos de las Mártires Cordobesas Flora y María, las cuales murieron por defender su fe cristiana. Al margen de las funciones simbólicas y espirituales que debían cumplir los templos cristianos, las iglesias desarrollaban un papel trascendental para la sociedad de la Edad Moderna, ya que eran los lugares donde se consagraba una de las instituciones más importantes del momento, el matrimonio. Esta especie de contrato se iniciaba con la promesa del casamiento cuando las personas que iban a contraer matrimonio ni siquiera habían llegado a la adolescencia. Antes de la celebración del matrimonio el padre de la novia concretaba la dote, la cual variaba según el estatus social de la mujer. Requisito indispensable para la celebración del matrimonio era la virginidad de la mujer, identificada con la honra ......

Plaza de San Pedro

familiar, pudiendo la mujer ser repudiada por su familia si la perdía antes del casamiento. La edad de las mujeres al casarse fue muy temprana, debido, probablemente, a la ausencia de relaciones prematrimoniales y al atractivo de la supuesta suculenta dote, que muchas veces era falsa. En cuanto al acto religioso, la boda se realizaba por la tarde y solía ser el párroco quien esperaba al novio y la novia en la puerta del templo. El banquete se celebraba generalmente en casa de la novia, y podía durar varios días.

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Plaza del Triunfo

En primer lugar aparece el Convento de Santa Ana, fundado por Santa Teresa de Jesús y una congregación de Carmelitas Descalzas en clausura. Fue en 1589 cuando un grupo de religiosas, mandadas por la santa avilense, formó la congregación primitiva. Según cuenta la tradición, una de estas religiosas, muy amiga de Santa Teresa, obró un milagro: el hacer brotar agua del pozo seco que había en el recinto. El hecho de haber sido fundado por Santa Teresa hizo que este convento atrajera el interés de grandes e importantes familias cordobesas para que sus hijas, por un motivo o por otro, entraran en dicha congregación.Junto al Convento destaca la Casa Carbonell (actual sede de la empresa municipal promotora de viviendas Vimcorsa) con su elaborado enrejado y su atípica arquitectura, cuyo origen se remonta al Antiguo Régimen. En una casa anterior, en este mismo solar, nació Ángel de Saavedra "Duque de Rivas". Sin embargo y, a pesar del rico origen histórico de esta casa, remarcaremos como papel fundamental del lugar el uso que ésta tuvo como fábrica de aceites Carbonell, que acogió a numerosas cordobesas que en tiempos republicanos eran conocidas como las envasadoras. Realizaban esta labor de envasado en esta fábrica, lo que las hacía parecer las primeras mujeres obreras y, por ello, las primeras emancipadas de la ciudad que empezaron a romper lazos con el sistema patriarcal imperante.

Calle Ángel de Saavedra

Convento de Santa Ana

Esto no quiere decir que con anterioridad la mujer no formase parte del trabajo de muchas manufacturas, pero sí es esta la primera vez que constituyen un colectivo sólido, con derechos que les fueron otorgados por la emergente corriente social y laboral que se conoció durante la II República. En 1879 murió Antonio Carbonell, fundador de esta casa, dejando la empresa sumida en una profunda crisis, provocada fundamentalmente por la política de endeudamiento seguida en los años precedentes. Sería su viuda quien sacara a flote la empresa aportando su patrimonio. La calle Alta de Santa Ana, adyacente al convento del mismo nombre, comunica con una de las calles de mayor desnivel de la ciudad que conduce a la célebre plaza de Jerónimo Páez, la Cuesta de Pedro Mato, cuyo nombre recuerda la Leyenda de: "El Doctor Pedro Mato, mató a su mujer".

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De gran carga religiosa, este lugar está delimitado en un lado por la Iglesia Conventual del Santo Ángel, regentada por la orden de los Capuchinos, y en uno de sus lados mayores por el Hospital de San Jacinto, fundado en el siglo XVI para personas enfermas y mayores sin recursos. Hay que destacar de él su iglesia, importante por el retablo que conserva del XVIII, y sobre todo por la Virgen de los Dolores, imagen tallada en el mismo siglo por el granadino Juan Prieto y que goza de gran devoción en la ciudad, manifestada de largo durante su estación de penitencia el Viernes Santo. Pero sin duda es la imagen pétrea del Cristo y el ornato metálico de la reja y los faroles los que distinguen a este enclave de cualquier otro en el mundo. La imagen se ubicó aquí en el 1794, y desde entonces ha cautivado a cuantas personas la han visto. Como elemento iconográfico de la ciudad ha sido usado en muchas ocasiones, pero quizá sea de la mano del pintor Julio Romero de Torres cuando se representa con mayor intimismo y recogimiento, siempre en el fondo de la escena, como el resto de lugares de emblemáticos que el artista utilizaba para localizar sus representaciones.

Plaza de Capuchinos

localizar sus representaciones.La figura de la mujer es la protagonista en la obra del pintor cordobés, abordando la realidad femenina como nunca antes se había hecho en el arte. Al margen de las numerosas mujeres reales que el artista retrató, tales como Cecilia Roballo, Concepción Ruiz Frías o Isabel Llopis de Luque, despierta mayor interés la delimitación conceptual que sobre la mujer establece el pintor, erigiéndola como metáfora de la pasión, la humildad, el recato, la religión y el deseo, a través de obras como Cante Hondo, Naranjas y Limones o la Chiquita Piconera. La trasgresión también tendría cabida en sus obras, sobre todo con el grupo pictórico formado por dos de sus más reconocidas obras, La Gracia y El Pecado.

Frente a la pequeña fuente a ras de suelo aparece la ermita de Ntra. Sra. del Amparo, de la que solamente se conserva la fachada. La ermita perteneció en su día al Hospital del Amparo, fundado en el siglo XVI en el lugar que ocupara, desde el siglo XIII, otro hospital, el de la Lámpara y de la Magdalena o de San Cristóbal. En el siglo XVI, este Hospital del Amparo estaba dedicado al cuidado de mujeres aquejadas de enfermedades venéreas, ya que nos situamos en una zona donde uno de los oficios femeninos más practicados era el de la prostitución, de ahí que hubiera tantas mujeres infectadas con este tipo de enfermedades. Dicha actividad durante los siglos XIV y XV estaba ya regulada por los Concejos, que se beneficiaban al cobrar una renta a la persona encargada del prostíbulo. En las mancebías, las mujeres estaban protegidas frente a la violencia de los clientes ................

Calle Amparo

La prostitución medieval se encuentra en calles o casas especializadas, en albergues y tabernas, y también alrededor de los baños. En el periodo medieval habían sobrevivido los baños públicos, heredados de las termas romanas y de los baños árabes, y cada ciudad tenía uno o más establecimientos con agua fría, caliente y vapor. El hecho de que esos baños fueran mixtos y que la clientela de ambos sexos soliera bañarse desnuda, hizo que poco a poco la jerarquía eclesiástica consiguiera prohibir su uso e incluso su existencia. En el siglo XVI ya no se lavarán, comportamiento auspiciado por el temor a la transmisión de enfermedades por el agua, sustituyendo su uso por el de los perfumes, destinados a ocultar otros olores menos agradables.

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La calle San Francisco también era llamada de la Toquería, por alojarse en esta zona el gremio de los toqueros, encargados de la fabricación de tocas, especie de sombreros de mujer usados por monjas, beatas y viudas, existiendo diferentes tipos en función del precio y del poder adquisitivo de las destinatarias. La vestimenta de las mujeres de baja clase social no tenía adornos, consistiendo en una camisa sobre la que se ajustaba un corpiño, y por encima un vestido largo. Los pies solían calzarse con alpargatas. En épocas de frío, un manto de paño o lana proporcionaba algo de calor. Las mujeres de clase alta vestían ropas de calidad, vestidos voluminosos con sedas, bordados y pedrería. También usaban pulseras, collares y anillos. El vestido clasificaba social y económicamente a simple vista a los individuos, haciendo posible juzgar su posición social y económica. La imagen será un elemento muy tenido en consideración por la población pudiente en el Siglo de Oro, teniendo un gran interés por la higiene y la cosmética. Durante los siglos XVI y XVII, el miedo a que el agua favoreciese el contagio de la peste y otras enfermedades, o provocase el embarazo, hizo que se cerrara muchos baños públicos, dejando de utilizar el agua para la higiene personal.

Calle San Francisco

Se recurrió entonces al frotado con polvos y toallas perfumadas, así como al uso de ropa interior blanca como símbolo de higiene, pureza y castidad. La piel morena o tostada denotaba baja clase social porque indicaba que la persona trabajaba al sol, por lo que una piel blanca era signo de nobleza y distinción. En el siglo XVII, los escotes se fueron haciendo cada vez más pronunciados, hasta que fueron prohibidos excepto para las prostitutas. Desde esta calle llegaremos a la ya conocida calle San Fernando, empinada vía a la que se asoma por la derecha la Iglesia de San Francisco y por la izquierda el llamado Arco del Portillo, una de las puertas que separaban la noble ciudad alta, de la popular ciudad baja.

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Plaza del Triunfo

Tomando dirección hacia la gran mezquita aljama por la calle Martínez Rücker, la red viaria hispanomusulmana nos muestra una bella consecuencia de su caos organizativo, con callejones estrechos que conducían al interior de las manzans, resultantes de la dominación del espacio privado sobre el público.Un maravilloso ejemplo de ello lo encontramos a la izquierda, donde se abre a la Plaza de la Concha la calle Pedro Jiménez, conocida en la ciudad como Del Pañuelo, por decirse que su anchura corresponde a la de un pañuelo extendido. Esta callejuela nos descubre en sus entrañas un recóndito e íntimo espacio amenizado por el sonido del agua que brota de su minúscula fuente. Nos dirigimos a la calle Velázquez Bosco, a la que se abre la callejuela más colorida del mundo, la Calleja de las Flores. La configuración de la ciudad islámica restringe el uso público de la calle a espacios determinados, como el zoco o el recinto de abluciones de los templos, conformándose la red viaria como una simple conexión entre el verdadero ordenador urbano, la vivienda.

Calleja de Las Flores

En la cultura islámica, la casa es la representación del espacio femenino. Las mujeres humildes deben atender todo lo relacionado con el mantenimiento del hogar, llevando a cabo tareas de limpieza, cocina, o el cuidado de animales. Las mujeres acomodadas no ejercían de amas de casa, sino que eran las encargadas de atender y controlar el trabajo del servicio doméstico, a su vez compuesto en su mayoría por mujeres. La educación de la prole es responsabilidad de las mujeres, siendo las responsables de su instrucción en los parámetros socioculturales de su entorno. Así, enseñarán a su descendencia a leer y escribir, prestando especial atención a las niñas, ya que la mayoría no recibirá otra formación ajena a ésta, y serán responsables de transmitir ese conocimiento a las generaciones venideras.

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Los Jardines de la Merced, en la Plaza de Colón, destacan en primer lugar por la fuente monumental y de corte modernista que se alza en el centro y que es única en su estilo en la ciudad cordobesa. Por otro lado cabe reseñar la mezquita de Al-Morabito, hoy día en uso, que fue cedida por el Ayuntamiento de Córdoba en 1992 a una asociación musulmana cuyos miembros pertenecen a ocho países diferentes. Desde esta plaza podemos admirar el edificio que actualmente ocupa la Diputación Provincial, antiguo Convento de la Merced de fundación fernandina (siglo XIII), que tras diferentes remodelaciones durante la Edad Moderna queda en el estado actual, donde un típico barroco cordobés de mármoles de colores es recreado en el trampantojo de la fachada y del patio interior, también destaca la escalera imperial, así como uno de sus ilustres residentes, Cristóbal Colón, que se alojó aquí durante su estancia para negociar con los Reyes Católicos su viaje a las Indias. Este edificio pasó en el siglo XIX a ser hospicio mixto; hoy día es la sede de la Diputación de Córdoba. Un homenaje especial supone la fuente de las aguadoras. La escena, recurrente en todas las épocas presenta a dos mujeres en el momento

Plaza de Colón

momento de recoger el agua en sus cántaros, tarea que las féminas debían realizar a diario para el abastecimiento doméstico. Al margen del sentido práctico de tal acto, la fuente se convertía en el foro de reunión de las mujeres, lugar donde conversar y descansar levemente del duro trabajo que tenían encomendado. Con la llegada de la democracia a las mujeres le son reconocidos los derechos políticos negados por la dictadura, abriéndose camino el proceso de visibilización de la figura femenina a través de su participación en la escena social y política, no obstante no será hasta finales del siglo XX cuando esta participación sea más representativa. En 1972 llega la primera y única diputada en esas elecciones a la sede de la Institución Provincial, en ese momento fuertemente masculinizada. La Diputación de Córdoba irá aumentando paulatinamente el número de diputadas, sobre todo en la última década del siglo XX, cuando en la legislatura 2003-2007, se alcanza un gobierno paritario.

Esta guía se ha hecho con el fin de dar a conocer los lugares más emblemáticos así como más bellos de Córdoba; una ciudad muy rica en cultura, al mismo tiempo que hacemos un repaso histórico dando visibilidad e importancia al papel que han hecho las mujeres como parte de esa cultura.

PRESENTACIÓN

Este mapa interactivo es un reflejo de "Mujeres, Ciudad y Patrimonio:Guía paseos por Córdoba" editada por la Diputación de Córdoba.Los textos fueron realizados por Formación e Innovación Rural S.L.

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Plaza del Triunfo

Tomando dirección hacia la gran mezquita aljama por la calle Martínez Rücker, la red viaria hispanomusulmana nos muestra una bella consecuencia de su caos organizativo, con callejones estrechos que conducían al interior de las manzans, resultantes de la dominación del espacio privado sobre el público.Un maravilloso ejemplo de ello lo encontramos a la izquierda, donde se abre a la Plaza de la Concha la calle Pedro Jiménez, conocida en la ciudad como Del Pañuelo, por decirse que su anchura corresponde a la de un pañuelo extendido. Esta callejuela nos descubre en sus entrañas un recóndito e íntimo espacio amenizado por el sonido del agua que brota de su minúscula fuente. Nos dirigimos a la calle Velázquez Bosco, a la que se abre la callejuela más colorida del mundo, la Calleja de las Flores. La configuración de la ciudad islámica restringe el uso público de la calle a espacios determinados, como el zoco o el recinto de abluciones de los templos, conformándose la red viaria como una simple conexión entre el verdadero ordenador urbano, la vivienda.

Calleja de Las Flores

En la cultura islámica, la casa es la representación del espacio femenino. Las mujeres humildes deben atender todo lo relacionado con el mantenimiento del hogar, llevando a cabo tareas de limpieza, cocina, o el cuidado de animales. Las mujeres acomodadas no ejercían de amas de casa, sino que eran las encargadas de atender y controlar el trabajo del servicio doméstico, a su vez compuesto en su mayoría por mujeres. La educación de la prole es responsabilidad de las mujeres, siendo las responsables de su instrucción en los parámetros socioculturales de su entorno. Así, enseñarán a su descendencia a leer y escribir, prestando especial atención a las niñas, ya que la mayoría no recibirá otra formación ajena a ésta, y serán responsables de transmitir ese conocimiento a las generaciones venideras.