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Transcript

CARATERÍSTICAS DE LA NOVELA REALISTA

2ª MITAD DEL S.XIX

OBSERVACIÓN Y DESCRIPCIÓN MINUCIOSA DE LA REALIDAD. LOS AUTORES SE DOCUMENTAN Y LA VIDA REAL SE CONVIERTE EN OBJETO ESTÉTICO.

UBICACIÓN PRÓXIMA DE LOS HECHOS. lOS AUTORES ESCRIBEN SOBRE LO QUE CONOCEN. lA MIRADA SE DESPLAZA A LO COTIDIANO, ELIMINANDO EL EXCESO DE FANTASÍA Y SUBJETIVIDAD.

FRECUENTE PROPÓSITO D CRÍTICA SOCIAL Y POLÍTICA.

ESTILO SENCILLO Y SOBRIO. EL LENGUAJE SE ACERCA AL USO COLOQUIAL Y SIRVE PARA CARACTERIZAR A LOS PERSONAJES

PREDILECCIÓN POR LA NOVELA. "UNA NOVELA ES UN ESPEJO QUE SE PASEA POR UN CAMINO REAL. TAN PRONTO REFLEJA EL AZUL DEL CIELO COMO EL FANGO DE LOS CENAGALES DEL CAMINO.

EL NATURALISMO

EL NATURALISMO CONSIDERA QUE LA LITERATURA DEBE ANALIZAR CIENTIFICAMENTE EL COMPORTAMIENTO HUMANO SIGUIENDO LOS PRINCIPIOS DE LA OBSERVACIÓN Y LA EXPERIMIENTACIÓN. PARA ELLO PARTE DE LA IDEA DE QUE EL HOMBRE ESTÁ DETERMINADO BIOLÓGICA Y SOCIALMENTE: NO ES REALMENTE LIBRE, PUESTO QUE LOS INDIVIDUOS ESTÁN CONDICIONADOS POR SU HERENCIA GENÉTICA Y POR EL AMBIENTE SOCIAL EN QUE SE MUEVEN. ESTO EXPLICA EL INTERÉS DE LOS NATURALISTAS POR AMBIENTES MISERABLES Y SÓRDIDOS Y POR PERSONAJES TARADOS, ALCOHÓLICOS, EMBRUTECIDOS O VÍCTIMAS DE PATOLOGÍAS DIVERSAS. TÉCNICAMENTE, SE EXTREMAN LOS RASGOS DEL REALISMO: DESCRIPCIONES MINUCIOSAS, REPRODUCCIÓN FIEL DEL LENGUAJE HABLADO, NARRADOR OMNISCIENTE, PERO OBJETIVO, NO INTERVIENEEN LA NARRACIÓN, DÁNDOLE A ESTA UN TOQUE IMPERSONAL Y OBJETIVO.

Emile Zola Germinal (fragmento) "Con este motivo redobló su alegría, produciendo sus voces y sus ademanes un rechinamiento de polea mal engrasada que acabó por generar en un terrible acceso de tos. Ahora el cestón de fuego alumbraba de lleno su grande cabeza de escasos cabellos blancos y cara chata, de una lívida palidez y picada de manchas azuladas. Era bastante pequeño y tenía un cuello enorme, y era exageradamente zambo, pero con unos brazos muy largos y unas manos que le llegaban hasta las rodillas. Por lo demás, al igual que su caballo que permanecía inmóvil sobre sus patas, sin que al parecer le molestase el viento, también él parecía de piedra: no tenía aspecto de resentirse del frío ni de las borrascosas ráfagas que le silbaban metiéndosele en las orejas. Cuando tosió y volvió a toser, escupió al pie del cestón y dejó una mancha negra en el suelo. Etienne le miraba y contaba los escupitajos. -¿Hace ya tiempo-preguntó- que trabaja en la mina? Bonnemort abrió los brazos de par en par. -Mucho tiempo, ya lo creo. Cuente que no tenía ocho años cuando bajé por primera vez en el Voreux precisamente, y tengo ya cincuenta y ocho. Y siga usted contando. Ahí dentro hice de todo, empezando como niño minero, y cuando ya tuve fuerzas para empujar, haciendo de empuja vagonetas, y más adelante de minero especializado en el rebajamiento de capas, y durante dieciocho años. Después, a causa de mis malditas piernas, me pusieron a terraplenar, hasta que no tuvieron más remedio que sacarme del fondo porque el médico dijo que acabaría quedándome allí. Entonces, de eso hace cinco años, me hicieron acarreador... ¿Qué le parece? Pintoresco, ¿no?, ¡cincuenta años de mina, con cuarenta y cinco allá abajo!. "

LOS RASGOS DE LA NOVELA REALISTA SON: 1. VEROSIMILITUD. LAS HISTORIAS SON FRAGMENTOS DE REALIDAD QUE ESTÁN BASADAS EN EXPERIENCIAS COTIDIANASY TANTO LOS AMBIENTAS COMO LOS PERSONAJES RESULTAN CREÍBLES. 2. NARRADOR OMNISCIENTE. EL NARRADOR MANEJA POR COMPLETO LOS HILOS DEL RELATO: SABE LO QUE VA A SUCEDER Y CONOCE AL DETALLE TODOS LOS ELEMENTOS DE LA HISTORIA, INCLUSO INTERVIENE CON JUICIOS SOBRE HECHOS Y PERSONAJES Y OBSERVACIONES DIRIGIDAS AL LECTOR. 3. ESTRUCTURA LÍNEAL. 4. DESCRIPCIONES MINUCIOSAS.

Emile Zola Germinal (fragmento) "Con este motivo redobló su alegría, produciendo sus voces y sus ademanes un rechinamiento de polea mal engrasada que acabó por generar en un terrible acceso de tos. Ahora el cestón de fuego alumbraba de lleno su grande cabeza de escasos cabellos blancos y cara chata, de una lívida palidez y picada de manchas azuladas. Era bastante pequeño y tenía un cuello enorme, y era exageradamente zambo, pero con unos brazos muy largos y unas manos que le llegaban hasta las rodillas. Por lo demás, al igual que su caballo que permanecía inmóvil sobre sus patas, sin que al parecer le molestase el viento, también él parecía de piedra: no tenía aspecto de resentirse del frío ni de las borrascosas ráfagas que le silbaban metiéndosele en las orejas. Cuando tosió y volvió a toser, escupió al pie del cestón y dejó una mancha negra en el suelo. Etienne le miraba y contaba los escupitajos. -¿Hace ya tiempo-preguntó- que trabaja en la mina? Bonnemort abrió los brazos de par en par. -Mucho tiempo, ya lo creo. Cuente que no tenía ocho años cuando bajé por primera vez en el Voreux precisamente, y tengo ya cincuenta y ocho. Y siga usted contando. Ahí dentro hice de todo, empezando como niño minero, y cuando ya tuve fuerzas para empujar, haciendo de empuja vagonetas, y más adelante de minero especializado en el rebajamiento de capas, y durante dieciocho años. Después, a causa de mis malditas piernas, me pusieron a terraplenar, hasta que no tuvieron más remedio que sacarme del fondo porque el médico dijo que acabaría quedándome allí. Entonces, de eso hace cinco años, me hicieron acarreador... ¿Qué le parece? Pintoresco, ¿no?, ¡cincuenta años de mina, con cuarenta y cinco allá abajo!. "

Emile Zola Germinal (fragmento) "Con este motivo redobló su alegría, produciendo sus voces y sus ademanes un rechinamiento de polea mal engrasada que acabó por generar en un terrible acceso de tos. Ahora el cestón de fuego alumbraba de lleno su grande cabeza de escasos cabellos blancos y cara chata, de una lívida palidez y picada de manchas azuladas. Era bastante pequeño y tenía un cuello enorme, y era exageradamente zambo, pero con unos brazos muy largos y unas manos que le llegaban hasta las rodillas. Por lo demás, al igual que su caballo que permanecía inmóvil sobre sus patas, sin que al parecer le molestase el viento, también él parecía de piedra: no tenía aspecto de resentirse del frío ni de las borrascosas ráfagas que le silbaban metiéndosele en las orejas. Cuando tosió y volvió a toser, escupió al pie del cestón y dejó una mancha negra en el suelo. Etienne le miraba y contaba los escupitajos. -¿Hace ya tiempo-preguntó- que trabaja en la mina? Bonnemort abrió los brazos de par en par. -Mucho tiempo, ya lo creo. Cuente que no tenía ocho años cuando bajé por primera vez en el Voreux precisamente, y tengo ya cincuenta y ocho. Y siga usted contando. Ahí dentro hice de todo, empezando como niño minero, y cuando ya tuve fuerzas para empujar, haciendo de empuja vagonetas, y más adelante de minero especializado en el rebajamiento de capas, y durante dieciocho años. Después, a causa de mis malditas piernas, me pusieron a terraplenar, hasta que no tuvieron más remedio que sacarme del fondo porque el médico dijo que acabaría quedándome allí. Entonces, de eso hace cinco años, me hicieron acarreador... ¿Qué le parece? Pintoresco, ¿no?, ¡cincuenta años de mina, con cuarenta y cinco allá abajo!. "

Emile Zola Germinal (fragmento) "Con este motivo redobló su alegría, produciendo sus voces y sus ademanes un rechinamiento de polea mal engrasada que acabó por generar en un terrible acceso de tos. Ahora el cestón de fuego alumbraba de lleno su grande cabeza de escasos cabellos blancos y cara chata, de una lívida palidez y picada de manchas azuladas. Era bastante pequeño y tenía un cuello enorme, y era exageradamente zambo, pero con unos brazos muy largos y unas manos que le llegaban hasta las rodillas. Por lo demás, al igual que su caballo que permanecía inmóvil sobre sus patas, sin que al parecer le molestase el viento, también él parecía de piedra: no tenía aspecto de resentirse del frío ni de las borrascosas ráfagas que le silbaban metiéndosele en las orejas. Cuando tosió y volvió a toser, escupió al pie del cestón y dejó una mancha negra en el suelo. Etienne le miraba y contaba los escupitajos. -¿Hace ya tiempo-preguntó- que trabaja en la mina? Bonnemort abrió los brazos de par en par. -Mucho tiempo, ya lo creo. Cuente que no tenía ocho años cuando bajé por primera vez en el Voreux precisamente, y tengo ya cincuenta y ocho. Y siga usted contando. Ahí dentro hice de todo, empezando como niño minero, y cuando ya tuve fuerzas para empujar, haciendo de empuja vagonetas, y más adelante de minero especializado en el rebajamiento de capas, y durante dieciocho años. Después, a causa de mis malditas piernas, me pusieron a terraplenar, hasta que no tuvieron más remedio que sacarme del fondo porque el médico dijo que acabaría quedándome allí. Entonces, de eso hace cinco años, me hicieron acarreador... ¿Qué le parece? Pintoresco, ¿no?, ¡cincuenta años de mina, con cuarenta y cinco allá abajo!. "