LOS MONJES

LOS MONJES

EN LA EDAD MEDIA

¡Vamos a descubrir sus vidas!

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¿Quiénes son los monjes medievales?

Los monjes en la Edad Media eran miembros de comunidades religiosas dedicadas a la oración, el estudio y el trabajo. Vivían en monasterios y seguían reglas específicas, como la de San Benedetto para los monjes benedictinos. Las tareas de los monjes incluían la copia de los textos, la agricultura, el cuidado de los enfermos y la oración, contribuyendo de varias maneras a la vida de la sociedad medieval.

LA VIDA DE LOS MONJES

La vida cotidiana de los monjes medievales, tenía sus aspectos positivos y negativos. Aunque se esperaba que llevaran una vida simple, asistieran a misas frecuentes y posiblemente mantuvieran el voto de silencio, disfrutaban de la seguridad de un techo y recibían regularmente comida de mejor calidad que la mayoría. Además de buscar la cercanía con Dios mediante sacrificios y estudios religiosos, los monjes desempeñaban un papel crucial al educar a jóvenes aristócratas y al producir libros iluminados, valiosos registros para los historiadores modernos sobre la vida medieval.

MONJES EREMITANOS

A partir del siglo III, en Egipto y Siria, algunos cristianos adoptaron el estilo eremita debido a la creencia de que vivir sin distracciones materiales los acercaría a Dios. Inicialmente ermitaños, algunos formaron comunidades, separadas de la sociedad, enfocadas en la oración y el estudio. El líder, llamado "abba" o "abad," guiaba a estos monjes (de "mono," que significa "uno"). Con el tiempo, evolucionaron hacia un enfoque más comunal, compartiendo tareas y viviendo juntos en monasterios que promovían la autosuficiencia y la vida en comunidad

Desde el siglo V, la idea de los monasterios se extendió desde el Imperio bizantino hasta Europa romana, influenciando prácticas distintas basadas en las enseñanzas de San Benito de Nursia. La orden benedictina promovía una vida simple con reglas compartidas entre los "hermanos". A partir del siglo XI, surgieron diversas órdenes con reglas variadas, como la cisterciense, más estricta. Los monasterios, buscando autosuficiencia, combinaban trabajo diario, oración y estudio. Con exenciones fiscales y donaciones, se volvieron sofisticados y ricos, permitiendo a los monjes delegar en hermanos laicos o siervos, dedicándose más al estudio y a la producción de especialidades monásticas medievales.

¿Cómo te convertías en monje?

El reclutamiento para la vida monástica atraía a personas por diversas razones, como la devoción, oportunidades de ascenso, estabilidad laboral y garantías de vivienda y comida. Se alentaba a segundos y terceros hijos de la aristocracia a unirse a la iglesia para obtener una buena carrera y educación en monasterios. Los oblatos, ingresados antes de la pubertad, y los novicios, ingresados a los 15 años o más, recibían supervisión constante. Después de un año, los novicios podían convertirse en monjes, y desde el siglo XIII se permitía a los jóvenes dejar el monasterio al llegar a la edad adulta. Los monjes, que representaban solo el 1% de la sociedad medieval, provenían en su mayoría de familias acomodadas.

La abadía de Cluny en Francia, un destacado monasterio medieval, alcanzó su apogeo a mediados del siglo XII con 460 monjes. Los monasterios variaban en tamaño, desde pequeños con una docena hasta grandes con hasta 100 monjes. El número de monjes estaba limitado por los ingresos del monasterio, principalmente provenientes de las tierras y donaciones a lo largo del tiempo. Además de los monjes, los monasterios empleaban a miembros laicos para trabajos manuales como agricultura, cocina y lavandería. Estos hermanos seguían algunas reglas monásticas y tenían su propia residencia.

EL ABAD

El abad desempeñaba un papel central en la gestión del monasterio, ejerciendo autoridad absoluta. Su cargo, vitalicio según la salud, era elegido por los monjes principales a quienes se suponía debía consultar. Aunque a veces jóvenes, se prefería a alguien que pudiera ofrecer estabilidad durante décadas. El abad tenía un prior para asistir en tareas administrativas, y este contaba con inspectores para supervisar a los monjes. En monasterios más pequeños, bajo la jurisdicción de otro abad, se designaba a un prior. Los monjes más antiguos, llamados "obedienciarios", tenían labores específicas. El abad representaba al monasterio en relaciones con otros monasterios y el Estado. Se esperaba reverencia y beso en la mano del abad, y el papa podía destituirlo si era impopular o actuaba contra la orden.

Los monjes seguían las enseñanzas de Jesucristo, renunciando a la riqueza personal, según el Evangelio de san Mateo. Aunque renunciaban a comodidades, la aplicación de estos ideales variaba entre los monasterios. El silencio era una práctica común en lugares como la iglesia, cocina, comedor y dormitorios. Se limitaba la conversación, permitiéndose solo en casos específicos y sobre temas eclesiásticos. Los monjes solo podían hablar entre ellos, no dirigirse a hermanos laicos ni novicios ni visitantes. Romper las normas se informaba al abad, y los castigos incluían palizas, exclusión de actividades comunales o reclusión dentro del monasterio. Delatar a los hermanos se consideraba una obligación.

Los monjes seguían las enseñanzas de Jesucristo, renunciando a la riqueza personal, según el Evangelio de san Mateo. Aunque renunciaban a comodidades, la aplicación de estos ideales variaba entre los monasterios. El silencio era una práctica común en lugares como la iglesia, cocina, comedor y dormitorios. Se limitaba la conversación, permitiéndose solo en casos específicos y sobre temas eclesiásticos. Los monjes solo podían hablar entre ellos, no dirigirse a hermanos laicos ni novicios ni visitantes. Romper las normas se informaba al abad, y los castigos incluían palizas, exclusión de actividades comunales o reclusión dentro del monasterio. Delatar a los hermanos se consideraba una obligación.

LA ROPA DEL MONJE

Los monjes llevaban la coronilla rasurada, con una banda de pelo sobre las orejas. Sus ropas eran diseñadas para cubrir la mayor parte del cuerpo, incluyendo ropa interior de lino, túnica de lana atada a la cintura, y el distintivo hábito, una túnica larga con capucha. En invierno, añadían una capa de piel de oveja para mayor calor. La vestimenta era simple y hecha de tela económica. Además de las ropas, un monje poseía pocas pertenencias: pluma, cuchillo, pañuelo, peine y un kit de costura. Las navajas se distribuían según la necesidad. En su habitación, tenían un colchón de paja o plumas y varias mantas de lana

EL DIA DE UN MOONJE

La rutina diaria de un monje medieval se desarrollaba principalmente dentro del monasterio, salvo excepciones especiales con permiso del abad. Su día comenzaba al amanecer, levantándose entre las 4:30 am en verano y las 7:30 en invierno. Después del lavado matutino, dedicaban tiempo a trabajos como plegarias, lecturas asignadas o copiado de libros. Seguían con la misa matutina y reuniones. Después de un periodo de trabajo, tenían la misa de mediodía y la comida principal. La tarde incluía más trabajo y otra comida. Se retiraban a descansar temprano, aunque se levantaban alrededor de las 2 o 3 am para cantar nocturnas o laudes en la iglesia. En invierno, a veces realizaban tareas personales durante este tiempo. A pesar de su propia pobreza, los monjes disfrutaban de buena comida y bebida, ya que los monasterios eran instituciones ricas. Su dieta incluía pan, pescado, mariscos, legumbres, verduras, frutas, huevos, queso, vino y cerveza. Consumían una comida al día en invierno y dos en verano.

Los monjes y los monasterios desempeñaban un papel vital en la comunidad al ayudar a los pobres, establecer hospitales, orfanatos, baños públicos y hogares para ancianos. También ofrecían refugio a viajeros necesitados. Además, contribuían significativamente a la educación mediante la creación de bibliotecas y la enseñanza de los jóvenes. Gestionaban lugares de peregrinaje y eran mecenas de las artes, produciendo obras y financiando artistas y arquitectos para embellecer sus edificios y la comunidad con imágenes y textos para difundir el mensaje cristiano. Muchos monjes contribuían al estudio histórico con colecciones de cartas y biografías de santos, figuras destacadas y gobernantes, dejando un impacto duradero en la comprensión de la historia.

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