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Hércules: los bueyes de Gerión

Mme Domange

Created on January 21, 2024

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LOS BUEYES DE GERIÓN

Euristeo siempre había codiciado el ganado del gigante Gerión. Era una enorme cantidad de bueyes y vacas rojas de los que mucho se hablaba y que pocos habían visto, porque Gerión vivía en los confines del mundo, más allá del Mediterráneo, en la isla de Eritea (la actual bahía de Cádiz en España) Gerión no es un gigante común: su cuerpo se triplica desde las caderas hacia arriba y sus fuertes piernas soportan tres cuerpos, seis brazos y tres cabezas. Para que a Hércules no le sea tan fácil obtener el ganado, Euristeo impone una condición: debe traerle los bueyes de Gerión, pero sin pedirlos ni comprarlos. Debe robarlos. Hércules se pone en camino. En el desierto africano, tiene tanto calor que se pone furioso contra Helios, el dios Sol, y dispara contra él sus flechas envenenadas. Helios mira con interés y curiosidad a ese mortal y ante tanto valor, le ofrece su Copa dorada que utiliza para atravesar cada noche el mar de oeste a este. Embarcado en la Copa del Sol, Hércules atraviesa el mar. Sin embargo se encuentra con el paso cerrado por una montaña desde el Mediterráneo hasta el Atlántico. Por eso, con un golpe de su gigantesca maza parte la montaña por la mitad, originando así la separación de África y Europa y el estrecho de Gibraltar.

LOS BUEYES DE GERIÓN

Apenas pone pie en tierra, se abalanza sobre él, con sus dos cabezas, el monstruoso perro Ortro, el hermano de Cerbero. Hércules lo mata a golpes con su famosa maza. Luego, mata a Eurition, el pastor que también cuidaba el ganado. Hércules reune los bueyes y las vacas cuando llega Gerión, que se lanza sobre él con sus tres cuerpos para matarlo. Hércules lo mata con una sola flecha envenenada con la sangre mortal de la Hidra de Lerna. Hércules embarca el ganado en la Copa de oro pero todavía no había terminado uno de los más difíciles trabajos y el único que no iba a conseguir por completo. Después de haber vencido a bandidos que querían robarle el ganado, y cuando está a punto de completar su décimo trabajo, Hera le envia unos tábanos que atacan salvajemente a las vacas y las enfurecen. Tratando de escapar de los tábanos, bueyes y vacas se echan a correr, y se dispersan por valles y montañas. Después de un año, Hércules recupera casi todo el ganado, lo entrega a Euristeo quien valida la prueba y sacrifica los animales en honor de Hera.