UD 2. 2º ESO

Mi propia experiencia

Recuerdo claramente aquel día. Todo comenzó como una simple discusión. Yo compartía mi opinión, expresando mis ideas. Sin embargo, él no estaba dispuesto a escuchar. Sus palabras se volvieron más agresivas y sus gestos, cada vez más amenazantes. Sentí un nudo en el estómago, una señal de advertencia que mi cuerpo me enviaba. Pero en ese momento, la incredulidad y el miedo paralizaron mis piernas.Sus gritos llenaban la habitación y me sentí acorralada, sin salida. Traté de mantener la calma, buscar una solución pacífica, pero parecía que solo aumentaba aún más su furia. Me empujó contra la pared y sentí cómo mi espalda se estrellaba contra ella. El dolor físico fue intenso, pero el dolor emocional fue mucho peor. Intenté pedirle que se detuviera, que recapacitara y que dejara de lastimarme, pero sus ojos, tan llenos de ira y desprecio, me mostraron su verdadera intención. En ese momento, supe que no podía seguir permitiendo que esto continuara. Con todas las fuerzas que encontré en mi interior, logré escaparme y salir corriendo. Mi corazón latía aceleradamente, inundando mi cuerpo de adrenalina. No sabía dónde ir, pero tenía que alejarme de esa pesadilla.

Me refugié en casa de una amiga, donde encontré apoyo y consuelo. Ella me recordó lo valiente y fuerte que era. Me dio la confianza que necesitaba para dar el siguiente paso: denunciar lo sucedido. Fue un proceso largo y doloroso. Los trámites legales y las entrevistas no fueron fáciles, pero sabía que era necesario. Hoy, he aprendido a valorarme, a respetarme y a rodearme de personas que me quieren y me cuidan de verdad. La violencia de género dejó una marca en mi vida, pero también me dio la determinación para luchar por un mundo en el que todas las mujeres sean tratadas con dignidad y respeto. Mi experiencia vivida me enseñó el valor de alzar la voz, de no permitir que nadie nos silencie y de buscar ayuda cuando nos encontramos en situaciones peligrosas. Ahora me dedico a ayudar a otras mujeres que han pasado por lo mismo, brindándoles el apoyo y la comprensión que tanto necesitan.

Reflexionemos

1. ¿Qué señales de advertencia notó la protagonista antes de que la discusión se convirtiera en violencia física?
2. ¿Qué lecciones importantes aprendió a partir de esta experiencia?
3. ¿Por qué es tan importante denunciar este tipo de comportamientos?