Want to create interactive content? It’s easy in Genially!

Get started free

El romanticismo

MTeresaAA

Created on March 28, 2023

Start designing with a free template

Discover more than 1500 professional designs like these:

Transcript

El despertqr del genio romántico

Gustavo Adolfo Bécquer

El Miserere

Las gotas de agua que se filtraban por entre las grietas de los rotos arcos y caían sobre las losas con un rumor acompasado, como el de la péndola de un reloj; los gritos del búho, que graznaba refugiado bajo el nimbo de piedra de una imagen de pie aún en el hueco de un muro; el ruido de los reptiles, que, despiertos de su letargo por la tempestad, sacaban sus disformes cabezas de los agujeros donde duermen o se arrastraban por entre los jaramagos y los zarzales que crecían al pie del altar, entre las junturas de las lápidas sepulcrales que formaban el pavimento de la iglesia, todos esos extraños y misteriosos murmullos del campo, de la soledad y de la noche, llegaban perceptibles al oído del romero, que, sentado sobre la mutilada estatua de una tumba, aguardaba ansioso la hora que debiera realizarse el prodigio.

Siguiente

Atrás

[...]las gradas de mármol de los altares, los sillares de las ojivas, los calados antepechos del coro, los festones de tréboles de las cornisas, los negros machones de los muros, el pavimento, las bóvedas, la iglesia entera comenzó a iluminarse espontáneamente, sin que se viese una antorcha, un cirio o una lámpara que derramase aquella insólita claridad. Parecía como un esqueleto de cuyos huesos amarillos se desprende ese gas fosfórico que brilla y humea en la oscuridad con una luz azulada, inquieta y medrosa. Todo pareció animarse, pero con ese movimiento galvánico que imprime a la muerte contracciones que parodian la vida, movimiento instantáneo, más horrible aún que la inercia del cadáver que agita con su desconocida fuerza. [...]El osado peregrino comenzaba a tener miedo, pero con su miedo luchaba aún su fanatismo por todo lo desusado y maravilloso, y alentado por él dejó la tumba sobre que reposaba, se inclinó al borde del abismo por entre cuyas rocas saltaba el torrente, despeñándose con un trueno incesante y espantoso, y sus cabellos se erizaron de horror. Mal envueltos en los jirones de sus hábitos, caladas las capuchas, bajo los pliegues de las cuales contrastaban con sus descarnadas mandíbulas y los blancos dientes las oscuras cavidades de los ojos de sus calaveras, vio los esqueletos de los monjes, que fueron arrojados desde el pretil de la iglesia a aquel precipicio, salir del fondo de las aguas y, agarrándose con los largos dedos de sus manos de hueso a las grietas de las peñas, trepar por ellas hasta tocar el borde, diciendo con voz baja y sepulcral, pero con una desgarradora expresión de dolor, el primer versículo del salmo de David: .- ¡Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam!

Siguiente

Atrás

Acierta todas las preguntas para descubrir la imagen

¿De dónde es Bécquer?

Sevilla

Soria

Madrid

Acierta todas las preguntas para descubrir la imagen

¿Cuál es el título de esta leyenda?

El Monte de las Ánimas

El Miserere

Rayo de luna

Acierta todas las preguntas para descubrir la imagen

¿A qué género literario pertenece este texto?

Narrativo en verso

Lírico en verso

Narrativo en prosa

Acierta todas las preguntas para descubrir la imagen

¿Quién es el protagonista de la historia?

Un abad

Un peregrino

Un bandolero

Acierta todas las preguntas para descubrir la imagen

¿Qué quería encontrar el protagonista?

El Monte de las Ánimas

Una iglesia

Un salmo religioso

Acierta todas las preguntas para descubrir la imagen

¿Por qué lo buscaba?

Para redimirse

Para hacerse rico

Porque se lo había ordenado el gran maestre

Acierta todas las preguntas para descubrir la imagen

¿Consigue su objetivo?

Sí, porque llegó a la iglesia derruida

No, por el carácter inalcanzable de lo que buscaba: la perfección

No, porque no encontró el miserere

Acierta todas las preguntas para descubrir la imagen

¿Por qué el escenario de la leyenda es romántico?

Porque aparecen paisajes bucólicos y alegres

Porque está basada en la época del poeta y en escenarios urbanos

Porque trata la naturaleza y paisajes en ruinas con construcciones medievales

Acierta todas las preguntas para descubrir la imagen

¿Qué adjetivo definiría mejor la ambientación romántica que observamos en esta leyenda?

Lúgubre, tétrica, sepulcral

Alegre, luminosa, verosímil

neoclásica, científica, ilustrada

Acierta todas las preguntas para descubrir la imagen

10

¿Qué es lo que hace el protagonista de El corazón delator?

Huye de la casa tras el crimen, pero cuando la policía lo captura es sentenciado a pena de muerte

Cuando termina de pintar el retrato de su esposa se da cuenta de que estaba muerta

La obsesión con el ojo del viejo lo mueve a descuartizarlo y a esconderlo bajo el suelo

Has acertado todas las preguntas

¡Lo has conseguido!

Has fallado

¡Oh, no!

Regresa e inténtalo de nuevo.

El código es...
1833

Edgar Allan Poe

El corazón delator

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo, ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente. Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando: -¿Quién está ahí? Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando..., tal como yo lo había hecho noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Siguiente

Siguiente

Atrás

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. […]Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir aunque no podía verla ni oírla a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación. Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna. Así lo hice no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre. Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras le miraba. Le vi con toda claridad, de smn azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito. […] Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquel me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí. ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Siguiente

Atrás

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas. Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano ni siquiera el suyo hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar. ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja! Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora? Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar. Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima. Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos, pero los policías continuaban sentados y charlando.

Siguiente

Atrás

El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos. Sin duda, debi de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y qué podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte. más fuerte... más fuerte! -Basta ya de fingir, malvados! -aullé ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí! ;Donde está latiendo su horrible corazón.

Siguiente

Atrás

1/7

Edgar Allan Poe escribió cuentos de...

terror

ciencia ficción

2/7

¿Quién es el narrador de la historia y cuál es su relación con el anciano?

Es un hombre sin nombre, vecino y cuidador del anciano

Es médico y el anciano es un paciente

Es el hijo del anciano

3/7

¿Qué sonido se repite constantemente en la mente del narrador?

El latido del corazón del anciano

El sonido de un reloj

La lluvia

Los cascos de unos caballos

4/7

¿Cómo intenta el narrador ocultar el crimen que ha cometido?

Quema el cuerpo y esparce las cenizas por el campo

Desmiembra el cadáver y lo oculta bajo el suelo

Desmiembra el cadáver y lo tira a la basura

Se lo come como Hannibal el caníbal

Lo empareda en la habitación de un hotel

5/7

¿Qué mensaje transmite el cuento?

La empatía

La locura tiene cura

El amor lo vence todo

Todo se consigue con constancia

No transmite ningún mensaje

El sentimiento de culpa te destruye

6/7

¿De dónde es Bram Stoker?

De Irlanda

De Inglaterra

De EEUU

7/7

¿A qué siglo pertenece el autor de Drácula?

siglo XX

siglo XVIII

siglo XIX

¡Oh, no!

Inténtalo con otra puerta

¡Enhorabuena!

Aquí tienes tu código
1833

Drácula

Bram Stoker

8 de mayo Había colgado el espejo de aseo junto a la ventana, y empezaba a afeitarme. De repente, sentí una mano en mi hombro y oí la voz del conde, que me daba los buenos días. - Me sobresalté, porque no lo había visto en el espejo, y me hice un pequeño corte. Tras devolverle el saludo, volví a mirar en el espejo y comprobé que mi anfitrión no se reflejaba en él. La sangre del corte se deslizaba por mi barbilla. Al verlo, los ojos del conde relumbraron con furia, y me agarró por el cuello como si fuera a estrangularme. Pero su mano tropezó con el rosario del que colgaba el crucifijo. Aquello provocó en él un cambio instantáneo, porque se calmó. ⁃ Tenga cuidado con esos cortes, que pueden infectarse ⁃ me dijo, y tomó el espejo-. Este es el causante del daño. ¡Fuera con él! Abrió la ventana y lo tiró. Después se retiró sin pronunciar palabra. Ahora no sé cómo afeitarme, a menos que utilice la tapa del reloj como espejo. En el comedor, el desayuno estaba servido, pero el conde no se presentó, y tuve que desayunar solo. Después hice una pequeña exploración por el castillo. Salía la escalera y encontré una habitación orientada al sur. Estaba contemplando el panorama cuando advertí que el castillo se halla al borde de un precipicio espantoso. Proseguí la exploración por los pasillos. Todas las puertas están cerradas con llave. Excepto por las ventanas, en las paredes no se aprecia salida alguna. ¡El castillo es una verdadera cárcel, y yo estoy prisionero!

Siguiente

Atrás

Las tres mostraban unos dientes blancos y relucientes, que brillaban como perlas sobre los rubíes de sus labios. Mi corazón se inflamó con el deseo ardiente de que me besaran. La muchacha rubia sacudió la cabeza, coqueta, y las otras dos la incitaron. Una de ellas dijo: - ¡Adelante! Ve tú primero, y nosotras te seguiremos. Tienes derecho a ser la primera. La otra añadió: -Es fuerte y joven. Hay besos para todas. Me quedé inmóvil, mirando con los ojos entrecerrados, en un tormento de deliciosa anticipación. La muchacha rubia avanzó, se inclinó sobre mí y se lamió los labios como un animal. Sentí su aliento y esperé. En ese mismo instante tomé conciencia de la presencia del conde. Con su fuerza de gigante, apartó a la mujer rubia de mi lado e hizo gestos de rechazo hacia las otras. -¿Cómo os atrevéis a tocarlo? - les preguntó, con una voz que destilaba odio.
¿Cómo os atrevéis a poner los ojos en él, habiéndooslo prohibido? ¡Atrás os digo! Este hombre me pertenece. La muchacha rubia se volvió y replicó con una carcajada: - ¡Tú nunca has amado! ¡Tú nunca amas! Las otras mujeres repitieron sus palabras entre risas. El conde se dio la vuelta y, tras contemplar mi rostro con atención, dijo, en un suave susurro: ⁃ También yo sé amar. Vosotras mismas lo sabéis por el pasado. Os prometo que cuando haya acabado con él podréis besarlo cuanto queráis. ¡Y ahora, marchaos! ⁃ ¡No nos darás nada esta noche? -preguntó una de las mujeres, mientras señalaba la bolsa que el conde había tirado al suelo y que se movía como si hubiese algo vivo en su interior. El conde asintió por toda respuesta. Una de las mujeres se abalanzó sobre la bolsa y la abrió. A menos que me engañasen mis oídos, percibí un grito sofocado y un gemido como de niño medio ahogado. Las mujeres rodearon la bolsa mientras el terror se apoderaba de mí y me desmayaba.

Siguiente

Atrás

[...]Luego me senté a leer un libro, mientras el conde escribía otras cartas y consultaba unos papeles. Espero que me perdone -me dijo después, pero tengo mucho trabajo que hacer esta noche, en privado. Confío en que lo encuentre todo a su gusto. Al llegar a la puerta se dio la vuelta y añadió: -Permítame aconsejarle que, si abandona estas habitaciones, no se quede dormido en ninguna otra parte del castillo. Es antiguo y contiene muchos recuerdos, y quienes duermen imprudentemente tienen malos sueños. Queda avisado. Si no tiene cuidado, entonces. Hizo un gesto horrible con las manos, como si se las lavara. Cuando el conde me dejó, entré en mi habitación. Al cabo de un rato, y al no oír ningún ruido, supuse que había dejado el castillo y subí por la escalera de piedra. Al apoyarme en el alféizar de una ventana altísima me llamó la atención algo que se movía en el piso de abajo, y un poco a la izquierda de donde, según había llegado a conjeturar, debía estar la habitación de Drácula. Lo que vi fue la cabeza del conde asomada a una ventana. Mis sentimientos se convirtieron en horror al ver que salía por la ventana y empezaba a descender a gatas por la pared del castillo, que se erguía sobre aquel espantoso abismo. Iba cabeza abajo, con la capa desplegada a su alrededor, como unas alas enormes. Poco a poco lo perdí de vista entre la niebla. Me dije que tardaría en volver, y decidí aprovechar la ocasión para registrarlo todo. De nuevo, pero con más aplicación, me puse a examinar a conciencia pasillos y escaleras. Finalmente encontré una puerta que, aunque parecía cerrada con llave, cedió un poco al empujarla. Tras muchos esfuerzos cedió del todo. Me encontraba en un ala del castillo situada más a la derecha que las habitaciones que conocía, y en el piso inmediatamente inferior. Los muebles parecían más cómodos que los que había visto hasta entonces. La luz amarilla de la luna entraba a raudales por las ventanas enrejadas. Sentí sueño, de pronto. Recordé la advertencia del conde, pero me complacía desobedecerla. Acerqué el diván a un rincón y me quedé adormilado. Cuando desperté, no estaba solo. La habitación era la misma, pero ante mí, a la luz de la luna, había tres mujeres jóvenes. Me pregunté si no estaría soñando, porque no proyectaban sombras en el suelo. Se acercaron a mí, me miraron y se pusieron a cuchichear. Dos de ellas, morenas, tenían unos ojos oscuros y penetrantes que parecían casi rojos, en contraste con la palidez de la luna. La otra, muy bella, tenía una espesa cabellera de pelo dorado y ojos como zafiros pálidos.

Siguiente

Atrás

Recorte de The Dailygraph del 8 de agosto (Pegado en el diario de Mina Murray) De nuestro corresponsal Whitby. - Poco después de medianoche se desató la tormenta. Horas más tarde, el proyector, que se encuentra en la cima del acantilado oriental, iluminó una goleta que navegaba a toda velocidad hacia la playa, con todas las velas desplegadas. Cuando el proyector la enfocó, todos nos sentimos impresionados. Atado al timón había un cadáver con la cabeza colgando, que se balanceaba a cada movimiento del barco. Este pasó a gran velocidad junto al muelle y encalló al pie del acantilado. Lo más extraño fue que, cuando tocó la orilla, un enorme perro recorrió la cubierta y saltó a la arena desde la proa. Se dirigió hacia la parte alta del acantilado, donde está el cementerio, y desapareció en la oscuridad. El cadáver estaba sujeto al timón, con las manos atadas. Llevaba un rosario con un crucifijo al cuello. Los continuos zarandeos del barco habían hecho que las cuerdas le cortasen la carne hasta el hueso. Whitby, 9 de agosto. Se trata de una goleta rusa, de Varna, llamada Demeter, y solo transporta unas cajas de madera llenas de mantillo. Dicha carga fue enviada a nombre de un procurador de Whitby, el señor S. F. Billington, quien subió esta mañana a bordo a tomar posesión formal de las mercancías que le habían enviado. Se ha despertado gran interés en torno al perro que saltó a la orilla al encallar el barco. Miembros de la sociedad Protectora de Animales lo han buscado para hacerse cargo. Pero, para decepción de todos, no ha aparecido.

Siguiente

Atrás

Diario de Mina Murray 11 de agosto, a las 3 de la madrugada. Me desperté con una horrible sensación de pánico. Encendí una cerilla y vi que mi amiga tampoco se encontraba en la habitación. La puerta estaba cerrada, aunque no con llave, que era como yo la había dejado. Como no quería despertar a su madre, que últimamente se encuentra mal de salud, me puse algo de ropa y me dispuse a ir en busca de Lucy. La puerta del recibidor estaba abierta. Me envolví en un mantón y salí a toda prisa, mientras el reloj daba la una. Corrí durante un largo trecho. Al llegar al borde del acantilado del oeste, sobre el malecón, miré al otro lado del muelle, hacia el acantilado oriental, con la esperanza de ver a Lucy en nuestro banco favorito. Allí estaba: una figura blanca como la nieve, sentada bajo la luz plateada de la luna. Detrás de su asiento había algo oscuro, que parecía inclinarse sobre ella. Bajé corriendo los empinados escalones que llevan al malecón y empecé a subir hacia el acantilado opuesto. - ¡Lucy, Lucy! grite. Lo que había a su lado era un ser vivo. Alzó la cabeza, y al acercarme divisé una cara blanca y unos ojos rojos y refulgentes. Lucy no contestó. Cuando llegué a su lado seguía recostada en el banco, y estaba sola. Tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, y respiraba con bocanadas pesadas y largas, como si intentara llenar los pulmones en cada aspiración. Se subió el cuello del camisón hasta la garganta, y tembló como si tuviera frío La cubrí con mi mantón y la sacudí con energía, hasta que abrió los ojos y se despertó del todo. Llegamos a casa sin encontrar un alma, y la metí en la cama. He cerrado la puerta con llave y me he atado la llave a la muñeca, para que no pueda volver a escaparse. El mismo día, por la tarde. Lucy ha dormido sin cambiar de postura hasta que la desperté. Observé que en el cuello tiene dos puntitos rojos como pinchazos, que debí hacerle yo sin querer, al zarandearla. En el camisón había una gota de sangre. Por suerte, la herida es tan minúscula que no dejará cicatriz.

Siguiente

Atrás

Drácula

EMPEZAR

01

¿Qué tipo de narrador encontramos en el texto?

3ª persona externo omnisciente

1ª persona interno testigo

1ª persona interno protagonista

02

¿Cuántos narradores hay?

dos narradores: Jonathan y Drácula

Varios que coinciden con los protagonistas

un narrador: Drácula

03

¿Qué técnica innovadora emplea Bram Stoker?

Empieza la obra con el final

Deja un final abierto

Formato diario y recortes de periódico

04

¿Cómo se caracteriza el espacio y el tiempo narrativo?

todo transcurre en el mismo espacio y el tiempo es lineal

todo transcurre en el mismo espacio y tiempo

alterna en función del narrador

05

¿Qué tipo de género y subgénero presenta esta obra?

narrativo novela histórica

dramático tragicomedia

narrativo novela de terror gótico

06

¿Qué lugares son característicos del romanticismo?

acantilado, cementerio, castillo...

palacios, basílicas, catedrales...

teatros, montañas, museos...

07

¿Ha habido adaptaciones de esta obra en otros géneros?

Sí, hay películas, series, cómics, etc.

No, únicamente hay libros.

08

Investiga sobre el folclore vampírico y obras literarias que hayan podido influir en la creación de Drácula.

Haz esta actividad en tu cuaderno

09

¿Quién es el protagonista de la obra de Mary Shelley?

Víctor Frankenstein

Henry Clerval

Elizabeth

11

¿Cuál era el nombre de pila del esposo de May Shelley?

John P.

Percy B.

George B.

Respuesta incorrecta

Inténtalo de nuevo

Quiz completo

1833

Mary Shelley

Frankenstein

Una desapacible noche de noviembre contemplé el final de mis esfuerzos. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloqué a mí alrededor los instrumentos que me iban a permitir infundir un hálito de vida a la cosa inerte que yacía a mis pies. Era ya la una de la madrugada; la lluvia golpeaba las ventanas sombríamente, y la vela casi se había consumido, cuando, a la mortecina luz de la llama, vi cómo la criatura abría sus ojos amarillentos y apagados. Respiró profundamente y un movimiento convulsivo sacudió su cuerpo. ¿Cómo expresar mi sensación ante esta catástrofe, o describir el engendro que con tanto esfuerzo e infinito trabajo había creado? Sus miembros estaban bien proporcionados y había seleccionado sus rasgos por hermosos. ¡Hermosos! ¡Santo cielo! Su piel amarillenta apenas si ocultaba el entramado de músculos y arterias; tenía el pelo negro, largo y lustroso, los dientes blanquísimos; pero todo ello no hacía más que resaltar el horrible contraste con sus ojos acuosos, que parecían casi del mismo color que las pálidas órbitas en las que se hundían, el rostro arrugado, y los finos y negruzcos labios.

Siguiente

Atrás

Las alteraciones de la vida no son ni mucho menos tantas como las de los sentimientos humanos. Durante casi dos años había trabajado infatigablemente con el único propósito de infundir vida en un cuerpo inerte. Para ello me había privado de descanso y de salud. Lo había deseado con un fervor que sobrepasaba con mucho la moderación; pero ahora que lo había conseguido, la hermosura del sueño se desvanecía y la repugnancia y el horror me embargaban. Incapaz de soportar la visión del ser que había creado, salí precipitadamente de la estancia. Ya en mi dormitorio, paseé por la habitación sin lograr conciliar el sueño. Finalmente, el cansancio se impuso a mi agitación, y vestido me eché sobre la cama en el intento de encontrar algunos momentos de olvido. Mas fue en vano; pude dormir, pero tuve horribles pesadillas. Veía a Elizabeth, rebosante de salud, paseando por las calles de Ingolstadt. Con sorpresa y alegría la abrazaba, pero en cuanto mis labios rozaron los suyos, empalidecieron con el tinte de la muerte; sus rasgos parecieron cambiar, y tuve la sensación de sostener entre mis brazos el cadáver de mi madre; un sudario la envolvía, y vi cómo los gusanos reptaban entre los dobleces de la tela. Me desperté horrorizado; un sudor frío me bañaba la frente, me castañeteaban los dientes y movimientos convulsivos me sacudían los miembros. A la pálida y amarillenta luz de la luna que se filtraba por entre las contraventanas, vi al engendro, al monstruo miserable que había creado. Tenía levantada la cortina de la cama, y sus ojos, si así podían llamarse, me miraban fijamente. Entreabrió la mandíbula y murmuró unos sonidos ininteligibles, a la vez que una mueca arrugaba sus mejillas. Puede que hablara, pero no lo oí. Tendía hacia mí una mano, como si intentara detenerme, pero esquivándola me precipité escaleras abajo. Me refugié en el patio de la casa, donde permanecí el resto de la noche, paseando arriba y abajo, profundamente agitado, escuchando con atención, temiendo cada ruido como si fuera a anunciarme la llegada del cadáver demoníaco al que tan fatalmente había dado vida.

Siguiente

Atrás

¡Oh...! ¡Ningún ser humano podría soportar el horror de aquel rostro! Una momia a la que se le devolviera el movimiento no sería seguramente tan espantosa como... Él. Yo lo había observado cuando aún no estaba terminado; ya era repulsivo entonces. Pero cuando aquellos músculos y articulaciones adquirieron movilidad, se convirtió en una cosa que ni siquiera Dante podría haber concebido. [...] Mientras iba observando la tormenta —tan hermosa y, sin embargo, tan aterradora—, continué caminando con paso apresurado. Aquella noble batalla en los cielos elevaba mi espíritu; cerré los puños y exclamé a gritos: «¡William, mi querido ángel...! ¡Éste es tu funeral, ésta es tu elegía!» Cuando pronuncié esas palabras, entreví en la oscuridad una figura que se ocultó tras un grupo de árboles que había cerca. Permanecí observando fijamente, intentando divisar algo; seguro que no me había equivocado; el fulgor de un rayo iluminó aquello y me descubrió su gigantesca figura; y la deformidad de su aspecto, más espantosa que cualquier cosa humana, me confirmaron quién era. Era el engendro, el repulsivo demonio al que yo había dado vida. ¿Qué hacía allí? ¿Podría ser él el asesino de mi hermano? La simple idea me estremecía. Apenas esa sospecha cruzó mi imaginación, llegué a la conclusión de que era completamente cierta... mis dientes castañetearon, y me vi obligado a recostarme contra un árbol para mantenerme en pie. La figura pasó rápidamente frente a mí, y la volví a perder en la oscuridad. ¡Así que él era el asesino...! Nada que tuviera forma humana podría haber destruido la vida de aquel precioso niño. ¡Él era el asesino! No tenía ninguna duda. La simple existencia de aquella idea era una prueba irrefutable de los hechos. Pensé en perseguir a aquel demonio, pero habría sido en vano, porque otro relámpago lo iluminó y lo pude ver encaramándose entre las rocas de la pendiente casi perpendicular del Monte Salêve; enseguida alcanzó la cumbre y desapareció. [...] El mar o, más bien, el inmenso río de hielo, serpenteaba entre las montañas que lo abastecían, cuyas aéreas cumbres se elevaban sobre los abismos. Aquellas cimas heladas y deslumbrantes brillaban al sol, por encima de las nubes. Mi corazón, antes apenado, ahora se henchía con un sentimiento parecido a la alegría.

Atrás

Siguiente

¡Eres sólo un demonio, y las torturas del infierno son una venganza demasiado dulce para los crímenes que has cometido! ¡Maldito demonio! ¡Y me reprochas tu creación! ¡Ven, para que pueda apagar la llama que encendí de un modo tan imprudente! Mi furia estaba desatada. Salté sobre él, impelido por todos los sentimientos que pueden armar a un ser contra la existencia de otro. Él me esquivó fácilmente y dijo: —¡Calmaos! Os suplico que me escuchéis, antes de que descarguéis vuestro odio sobre mi desventurada cabeza. ¿Acaso no he sufrido lo suficiente, que aún deseáis aumentar mi desdicha? Amo la vida, aunque sólo sea para mí una sucesión de angustias, y defenderé la mía. Recordad que me habéis hecho más poderoso que vos mismo: soy más alto que vos; mis miembros, más ágiles. Pero no me dejaré arrastrar por la tentación de enfrentarme a vos. Soy vuestra criatura, y siempre seré fiel y sumiso ante vos, mi señor natural y mi rey, si vos cumplís también con vuestra parte, con las obligaciones que tenéis para conmigo. ¡Oh, Frankenstein...! ¡No seáis justo con todos los demás, y me aplastéis a mí solo, a quien más debéis vuestra clemencia, vuestro cariño. Recordad que soy vuestra creación... yo debería ser vuestro Adán... pero, bien al contrario, soy un ángel caído, a quien privasteis de la alegría sin ninguna culpa; por todas partes veo una maravillosa felicidad de la cual sólo yo estoy irremediablemente excluido. Yo era afectuoso y bueno: la desdicha me convirtió en un malvado. ¡Hacedme feliz, y volveré a ser bueno...! —¡Apártate...! —contesté—. No te escucharé. No puede haber nada entre tú y yo. Somos enemigos. ¡Apártate de mí... o midamos nuestras fuerzas en una lucha en la que uno de los dos deba morir...! —¿Cómo puedo conseguir que os apiadéis de mí? —dijo aquel engendro—. ¿No habrá súplicas que consigan que volváis vuestra benevolente mirada hacia la criatura que implora vuestra bondad y compasión...? Creedme, Frankenstein: yo era bueno... mi alma rebosaba de amor y humanidad; pero... ¿no estoy solo... miserablemente solo? Y vos, mi creador, me aborrecéis. ¿Qué esperanza puedo albergar respecto a vuestros semejantes, que no me deben nada? Me desprecian y me odian. La montañas desoladas y los lúgubres glaciares son mi refugio. He vagado por estos lugares durante muchos días. La grutas de hielo, a las que sólo yo no temo, son mi hogar, y el único lugar al que los hombres no desean venir. Bendigo estos espacios tenebrosos, porque son más amables conmigo que vuestros semejantes [...]

Siguiente

Atrás

Y exclamé: —¡Espíritus errantes, si es verdad que vagáis y no encontráis descanso en vuestras angostas moradas, concededme esta leve felicidad o llevadme con vosotros y alejadme de las alegrías de la vida! Apenas dije aquellas palabras, de repente descubrí la figura de un hombre a cierta distancia, avanzando hacia mí a una velocidad sobrehumana. Saltaba por encima de las grietas de hielo, entre las cuales yo había avanzado con tanta precaución; su estatura también, a medida que se aproximaba, parecía exceder con mucho a la de un hombre común. Tuve miedo... una niebla veló mis ojos, y sentí que la debilidad se apoderaba de mí. El viento gélido de las montañas rápidamente me reanimó. Me di cuenta, a medida que aquella figura se acercaba más y más (visión espantosa y aborrecida), de que era el engendro que yo había creado. Temblé de rabia y horror. Decidí esperar que se aproximara y, entonces, enfrentarme a él en un combate mortal. Se aproximó; su rostro delataba una amarga angustia mezclada con desdén y malignidad. Pero apenas pude darme cuenta de eso; la furia y el odio me habían privado por completo de todo razonamiento, y sólo me recobré para lanzarle los insultos más furiosos de odio y de desprecio. —¡Demonio! —exclamé—. ¿Te atreves a acercarte a mí? ¿Es que no temes que la furiosa venganza de mi brazo caiga sobre tu despreciable cabeza? ¡Apártate, alimaña miserable! ¡O mejor... quédate ahí para que pueda arrastrarte por el lodo...! ¡Y... oh, ojalá pudiera, con la destrucción de tu miserable existencia, devolverles la vida a aquellas criaturas a las que asesinaste diabólicamente! —Esperaba este recibimiento —dijo el demonio—. Todos odian a los desgraciados... ¡cuánto me odiarán a mí, que soy el más desdichado de todos los seres vivos! Pero vos, mi creador, me odiáis y me rechazáis, a vuestra criatura, a quien estáis ligado por lazos que sólo se desatarán con la muerte de uno de los dos. Os proponéis matarme... ¿Cómo os atrevéis a jugar así con la vida? ¡Cumplid con vuestro deber para conmigo, y yo cumpliré con vos y con el resto de la humanidad! Si aceptáis mis condiciones, os dejaré en paz, a ellos y a vos; pero si os negáis, alimentaré las fauces de la muerte hasta que se sacie incluso con vuestros seres más queridos. —¡Monstruo abominable...! —grité furiosamente—.

Atrás

Siguiente

PREGUNTA 1 DE 7

¿Qué eventos y circunstancias inspiraron a Mary Shelley a escribir Frankenstein?

El desafío literario que hubo entre Lord Byron, Percy Shelley ella en Ginebra.

Los sueños que tenía durante su juventud cuando vivía en Londres.

La muerte de su hijo.

PREGUNTA 2 DE 7

¿Cómo reacciona Víctor Frankenstein cuando ve por primera vez al monstruo que ha creado?

Con alegría al ver que ha conseguido su propósito de crear vida

Con un sentimiento de horror y repulsión ante su apariencia monsturosa

Siente tanto alegría como miedo

PREGUNTA 3 DE 7

¿Cómo describe la autora la apariencia física del monstruo de Frankenstein?

de baja estatura, pies grandes y muy peludo

de gran estatura, grotesco, sin ojos y dientes afilados

de gran estatura, piel amarillenta y ojos brillantes

PREGUNTA 4 DE 7

¿Cómo influye el rechazo y la soledad experimentados por el monstruo en su desarrollo y acciones posteriores?

La falta de amor y aceptación lo lleva a buscar venganza y a cometer actos violentos

Comprende que nadie lo va a aceptar y le pide a su creador que lo mate

De forma negativa por eso huye del país

PREGUNTA 5 DE 7

¿Cuáles son las implicaciones morales y éticas de la creación del monstruo según la novela?

los límites de la ciencia y la responsabilidad de algunos científicos; el trato hacia los seres creados

los avances de la ciencia y su aplicación en el día a día

el afán por conseguir cualquier cosa

PREGUNTA 6 DE 7

¿A cuál de las tres etapas siguientes corresponden las obras de Bécquer?

Romanticismo

Prerromanticismo

Posromanticismo

PREGUNTA 7 DE 7

¿Qué quería encontrar el protagonista de "El Miserere"?

un salmo religioso

el Monte de las Ánimas

una iglesia

¡CORRECTO!

>

Quiz finalizado

1833

>

<

¡Oh, no!

>

Mariano José de Larra

El doncel de don Enrique el Valiente

Sentóse cerca de la lumbre, después de haber dado las oportunas disposiciones para que durante la noche no faltasen sus dueñas del lado de la condesa, y púsose a leer un manuscrito voluminoso, que entre otros muchos y muy raros tenía don Enrique de Villena, por ser libro que a la sazón corría con mucha fama y ser lectura propia de mujeres. Era éste el Amadís de Gaula. [...]Encontrábase, en fin, en aquel estado en que se halla una mujer cuando sólo necesita una ocasión para conocer ella misma y dar a conocer acaso a su propio amante la ventaja que sobre ella ha adquirido. Como un incendio que ha crecido oculto e ignorado en la armazón de una casa vieja, que no ha menester más sino que descubriéndose una pequeña parte de la techumbre que lo cubre, tenga entrada la más mínima porción de aire; entonces estalla de repente como un vasto infierno improvisado, se lanzan las llamas en las nubes, crujen las maderas y viene al suelo el edificio desplomado, sepultando en sus ruinas al incauto y desprevenido propietario.

Siguiente

Atrás

No era, pues, la lectura de Amadís la que a la triste Elvira mejor pudiera convenirle; pero era tanto más disculpable cuanto que en el siglo XIV no había muchos libros en que escoger, y pudiera darse cualquiera por contento con divertir las horas ociosas por medio del primero que en las manos caía. [...]Poco tiempo podría hacer que con el primer libro de caballería en España conocido se entretenía la sensible Elvira, cuando sintió abrir la puerta del salón, y una persona, que seguramente no esperaba, se presentó a su lado, dándole las buenos noches con rostro alegre y maliciosa sonrisa. -¿Qué buscas, Jaime, en estas habitaciones y a estas horas? Ya deben ser cerca de las diez; vuelve a la cámara del conde, si es que no te envía como precursor, a anunciarnos nuevos pesares y desventuras. -Hermosa prima mía -contestó Jaime-, depón el enojo; de aquí en adelante puedes volverme a llama tu querido primo. -¿Qué novedades traes? -Ninguna; pero he tenido miedo de las cosas que se hablan de don Enrique, y esta noche misma le he suplicado que me permitiese volver al lado de mi amada prima. ¡Me acordaba tanto de ti! Una lágrima de sensibilidad se asomó a los ojos de Elvira oyendo la ingenua manifestación del medroso pajecillo. -¿Y don Enrique te lo ha concedido? -Por más señas que no he escogido la mejor ocasión; estaba tan distraído y tan ocupado en sus... mira... se me figura que estaba en uno de aquellos ratos en que dicen que tienen los hechiceros el enemigo... ¡Jesús! -¡Jaime! ¿Quién te ha enseñado a hablar así de tu señor? -Bien; no volveré a hablar, ahora ya no me importa. Ya estoy con mi Elvira, que me confiará sus penas -añadió el paje tomando una de las manos de la hermosa camarera.

Siguiente

Atrás

-¿Qué anillo es ése? -exclamó ésta dejando el voluminoso pergamino que hasta entonces había leído, para examinar de cerca el hermoso brillante que relumbraba en un dedo del paje-. ¡Jaime! -¡Ah! esto no se ve -gritó puerilmente Jaime, retirando y escondiendo su mano-. ¡Esto no se ve! Es un regalito; a mí también me regalan, señora prima, no es a vos sola a quien... -Vamos, ven acá, Jaime, y dime quién te ha dado ese anillo; o si por ventura tienes que acusarte de algún... -¡Chitón!, señora prima -interrumpió el paje con indignación. -¡Ah! ya le tengo -gritó Elvira aprovechando para asirle la mano aquel momento en que la pundonorosa irritabilidad del paje le había estorbado la precaución-, ya le tengo. -No, no me lastimes y te le daré -dijo el paje viendo que se disponía la interesante Elvira, tan niño como él, a valerse de la superioridad que le daban sus fuerzas para ver a su salvo el anillo; quitásele, en efecto, pero echando a correr en cuanto Elvira le hubo cogido-, no me importa -añadió-; ¿qué veréis, señora curiosa? Nada; un anillo; mas no por eso sabréis quién me lo ha dado. Equivocábase el inexperto paje; la perspicaz Elvira, que al principio había sido inducida sólo por mera curiosidad al reconocimiento de la alhaja, cuya posesión no creía natural en el pajecillo, había fijado notablemente en ella su atención, y examinaba al parecer alguna señal o particularidad por donde esperaba venir en conocimiento de su procedencia. -No hay duda -exclamó sonrojándose como grana-, no hay duda; una letra pierdo; pero sería mucha casualidad... esmeralda... e; lapislázuli... l; brillante, b; rubí, r; amatista, a. Y luego... una, dos, tres, cuatro, cinco, seis. No hay duda.

Siguiente

Atrás

[...]Nada más común en aquel tiempo que estas combinaciones de piedras y ese lenguaje amoroso de jeroglíficos en motes, colores, empresas y lazadas. Un platero de Burgos había engarzado artísticamente, a ruego de Macías, en un mismo anillo aquellas seis piedras, cuya traducción había acertado tan singularmente Elvira por un presentimiento sin duda de su corazón. [...]Quedábale todavía a Elvira un resto de duda que a toda costa quería satisfacer: en primer lugar no era ella la única Elvira que en Castilla se encerraba, y en segundo, la alusión, que la había puesto en camino de sospechar, no le daba, sin embargo, noticia cierta de quién fuese el que usaba con ella semejante galantería. Deseaba por una parte saberlo; temía por otra oír un nombre indiferente. -¿Quieres cambiar este anillo, Jaime, por otro mejor que yo te dé? -¿Y qué diría -dijo el astuto paje- el caballero que me le ha regalado? -¿Con que ha sido caballero?... -interrumpió Elvira. -Y de los mejores y más valientes de la Corte de Su Alteza. -¡Santo cielo! -decía Elvira impaciente-. Jaime, yo te ruego que me des señas de él al menos, ya que no quieras decir su nombre. -¿Señas? -Espera; dime primero -exclamó reflexionando un momento-, ¿cuándo te le ha dado y dónde? Comprendió el paje al momento la doble intención de esta pregunta, y se sonrió malignamente viendo a Elvira cogida en su propio lazo, porque al punto recordó que no podía saber la llegada del doncel. -Hoy y en el alcázar.

Siguiente

Atrás

[...]-Jaime, él no puede ser más que uno -exclamó levantándose Elvira. -Cierto que no es más que uno -repuso el taimado paje, que se divertía con su prima como el gato con el ratón. -¿Ha venido? ¡Ah! Ahora recuerdo que esta mañana un caballero... -¿Quién? -contestó con cachaza el paje fingiendo no entender. -Mira, Jaime, vete de aquí y no vuelvas -gritó furiosa Elvira-; marcha, huye si temes mi... -Bien, primita, lo diré: ése es... -¿Quién? -preguntó la atormentada belleza-. ¿Quién? acaba o... -El doncel de... -Basta. ¿Estás cierto? [...] Echóse después en su lecho, habiéndose despedido del paje, y en vano procuró imitar a éste en la prontitud con que concilió el sueño reparador de las fuerzas perdidas. Revolvía una y mil veces en su cabeza las ideas del día y procuraba atarlas y coordinarlas entre sí; empero agolpábanse todas a su imaginación ferviente; la condesa, la violencia de Villena, sus solicitudes, la ausencia de su esposo, el Amadís, la indiscreta conversación del paje, las dudas que acerca del dueño del anillo había dejado sin resolver después de su inquieto diálogo, todo esto reunido y amasado junto de nuevo en su mente, en medio del silencio y de la oscuridad de la noche, le representaba un cuadro fantástico, lleno de objetos incoherentes, muy semejante en la confusión a esos lienzos que entre nuestros abuelos tanto se apreciaban con el nombre de mesas revueltas». Pero a proporción que el largo insomnio y el cansancio del día fueron rindiendo sus fuerzas y entornando los párpados fatigados de Elvira, todas esas imágenes confusas tomaron en su cerebro contornos informes y poblaron su sueño de escenas parecidas a las que habían pasado por ella en el día, y de otras que, como combinaciones nuevas del choque de aquéllas, suelen producirse por sí solas en la imaginación cansada de un calenturiento que duerme, o de una persona habitualmente agitada por sensaciones extraordinarias y que pasa por una larga y fatigosa pesadilla.

Siguiente

Atrás

1/5

¿En qué género literario se enmarca esta obra?

novela histórica

novela romántica

novela de caballería

2/5

¿Qué características de la novela histórica están presentes en el texto?

contiene hechos históricos envilecidos por la imaginación del autor

la crítica a la sociedad en la que viven los personajes

el amor cortés, los ideales caballerescos y la ambientación en un contexto histórico medieval

3/5

¿En qué época está basada esta novela?

siglo XIV

siglo XV

siglo XIX

4/5

¿Quién es el enamorado de doña Elvira?

Jaime

don Enrique

don Macías

5/5

¿Cómo suelen acabar estas novelas?

los protagonistas logran solo uno de sus objetivos, por lo que no se puede considerar feliz ni trágico

los protagonistas tienen un final trágico

los protagonistas tienen un final feliz

Quiz completo
1833
Respuesta incorrecta
Inténtalo de nuevo

¿Contraseña?

Llama a la puerta, introduce el código secreto y conseguirás pasar a la siguiente etapa

"Sin contraseña no puedes entrar"

Introduce la contraseña

Tirso de Molina

Antonio García Gutiérrez

Juan Eugenio de Hartzenbusch

Duque de Rivas

Don Álvaro o la fuerza del sino

D. Álvaro ama locamente a Dña. Leonor, hija del Marqués de Calatrava. Como no puede conseguirla de otro modo, decide raptarla de noche; cuando el marqués va a impedírselo, se le dispara la pistola a D. Álvaro y mata involuntariamente al padre de Dña Leonor. (Ábrese la puerta con estrépito, después de varios golpes en ella, y entra el MARQUÉS, en bata y gorro, con un espadín desnudo en la mano, y detrás, dos criados mayores con luces) MARQUÉS.- (Furioso) ¡Vil seductor!... ¡Hija infame! DOÑA LEONOR.-(Arrojándose a los pies de su padre) ¡Padre! ¡Padre! MARQUÉS.- No soy tu padre... Aparta... y tú, vil advenedizo... DON ÁLVARO.- Vuestra hija es inocente... Yo soy el culpado... Atravesadme el pecho. (Hinca una rodilla.) MARQUÉS.- Tu actitud suplicante manifiesta lo bajo de tu condición... DON ÁLVARO.- (Levantándose) ¡Señor marqués!... ¡Señor marqués!... MARQUÉS.- (A su hija) Quita, mujer inicua. (A Curra, que le sujeta el brazo) y tú infeliz, ¿osas tocar a tu señor? (A los criados) Ea, echaos sobre ese infame, sujetadle, atadle... DON ÁLVARO.- (Con dignidad.) Desgraciado del que me pierda el respeto. (Saca una pistola y la monta). DOÑA LEONOR.- (Corriendo hacia Don Álvaro) ¡Don ÁIvaro!... ¿Qué vais a hacer? MARQUÉS.- Echaos sobre él al punto. DON ÁLVARO.- ¡Ay de vuestros criados si se mueven! Vos sólo tenéis derecho para atravesarme el corazón.

Duque de Rivas

Siguiente

Atrás

MARQUÉS.- ¿Tú morir a manos de un caballero? No; morirás a las del verdugo. DON ÁLVARO.- ¡Señor marqués de Calatrava! Mas, ¡ah!, no; tenéis derecho para todo... Vuestra hija es inocente... Tan pura como el aliento de los ángeles que rodean el trono del Altísimo. La sospecha a que puede dar origen mi presencia aquí a tales horas concluya con mi muerte, salga envolviendo mi cadáver como si fuera mi mortaja... Sí, debo morir... , pero a vuestras manos. (Pone una rodilla en tierra) Espero resignado el golpe; no lo resistiré; ya me tenéis desarmado. (Tira la pistola, que al dar en tierra se dispara y hiere al Marqués, que cae moribundo en los brazos de su hija y de los criados, dando un alarido) MARQUÉS. – ¡Muerto soy!... ¡Ay de mí!... DON ÁLVARO.- ¡Dios mío! ¡Arma funesta! ¡Noche terrible! DOÑA LEONOR.- ¡Padre, padre! MARQUÉS.- Aparta; sacadme de aquí..., donde muera sin que esta vil me contamine con tal nombre... Doña Leonor se retira a una ermita , vestida de hombre, y D. Álvaro huye a Italia, donde mata en un lance desgraciado a D. Carlos, hermano de Dña. Leonor. D. Álvaro vuelve a España y se hace fraile en un convento cercano a la ermita donde está realizando penitencia su amada. Los dos amantes desconocen mutuamente su paradero. Sin embargo, D. Alfonso, el otro hermano de Dña. Leonor, da con D. Álvaro, desafiándole en duelo, pero el desdichado D. Álvaro le hiere de muerte y D. Alfonso pide confesión. DON ALFONSO.- ¡Ah, por caridad, por caridad! DON ÁLVARO.- Sí; voy a llamarlo... al punto... DON ALFONSO.- Apresuraos, padre... ¡Dios mío! (Don Álvaro corre a la ermita y golpea la puerta). DOÑA LEONOR.- (Dentro) ¿Quién se atreve a llamar a esta puerta? Respetad este asilo. DON ÁLVARO.- Hermano, es necesario salvar un alma, socorrer a un moribundo; venid a darle el auxilio espiritual.

Siguiente

Atrás

DOÑA LEONOR.- (Dentro) Imposible, no puedo, retiraos. DON ÁLVARO.- Hermano, por el amor de Dios. DOÑA LEONOR.- (Dentro) No, no: retiraos. DON ÁLVARO.- Es indispensable, vamos (Golpea fuertemente la puerta). DOÑA LEONOR. - (Dentro, tocando la campanilla) ¡Socorro! ¡Socorro! Escena X (Los mismos y doña Leonor, vestida con un saco y esparcidos los cabellos, pálida y desfigurada, aparece a la puerta de la gruta, y se oye repicar a lo lejos las campanas del convento.) DOÑA LEONOR. — Huid, temerario; temed la ira del Cielo. DON ÁLVARO(Retrocediendo horrorizado por la montaña abajo). — ¡Una mujer ¡... ¡Cielos!... ¡Qué acento !... ¡ Es un espectro!... Imagen adorada... ¡ Leonor ¡ ¡Leonor! DON ALFONSO (Como queriéndose incorporar). — ¡ Leonor!... ¿Qué escucho? ¡ Mi hermana! DOÑA LEONOR. - (Corriendo detrás de don Álvaro) ¡Dios mío! ¿Es don Álvaro?... Conozco su voz... Él es... ¡Don Álvaro! DON ALFONSO. — ¡Oh furia! Ella es... ¡Estaba aquí con su seductor! ¡Hipócritas! ... ¡ Leonor! DOÑA LEONOR. — ¡Cielos!... ¡Otra voz conocida!... Mas, ¿qué veo?... (Se precipita hacia donde ve a don Alfonso). DON ALFONSO. — ¡ Ves al último de tu infeliz familia! DOÑA LEONOR. - (Precipitándose en los brazos de su hermano) ¡Hermano mío!...¡Alfonso! DON ALFONSO. - (Hace un esfuerzo, saca un puñal y hiere de muerte a Leonor) Toma, causa de tantos desastres, recibe el premio de tu deshonra... Muero vengado. (Muere). DON ÁLVARO.—¡Desdichado!... ¿Qué hiciste?... ¡Leonor! ¿Eras tú?... ¿Tan cerca de mí estabas?...¡Ay! (Sin osar acercarse a los cadáveres). Aún respira. Aún respira aquel corazón todo mío... Ángel de mi vida... Vive, vive... Yo te adoro... ¡Te hallé, por fin... sí, te hallé... muerta! (Queda inmóvil).

Siguiente

Atrás

Escena última ( Hay un rato de silencio, los truenos resuenan más fuertes que nunca, crecen los relámpagos y se oye cantar a lo lejos el Miserere a la comunidad, que se acerca lentamente.) Voz DENTRO. — Aquí, aquí; ¡qué horror! (Don Álvaro vuelve en sí y luego huye hacia la montaña. Sale el Padre Guardián con la comunidad, que queda asombrada). PADRE GUARDIÁN. — ¡Dios mío ¡Sangre derramada! ¡Cadáveres!... ¡ La mujer penitente! TODOS LOS FRAILES. — ¡Una mujer!... ¡Cielos! PADRE GUARDIÁN. — ¡Padre Rafael! DON ÁLVARO. - (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso, dice:) Busca, imbécil, (al Padre Rafael) ...Yo soy un enviado del infierno, soy el demonio exterminador... Huid, miserables. TODOS. — ¡ Jesús! DON ÁLVARO. — ¡Infierno, abre tu boca y trágame! ¡Húndase el cielo, perezca la raza humana; exterminio, destrucción!... (Sube a lo más alto del monte y se precipita). EL PADRE GUARDIÁN Y LOS FRAILES. - (Aterrados y en actitudes diversas) ¡Misericordia, Señor! ¡Misericordia!

Siguiente

Atrás

Don Álvaro o la fuerza del sino

Pregunta 1 de 3

¿Cuál es el destino trágico que persigue a D. Álvaro a lo largo de la obra?

Le persigue la muerte y la desgracia

Se enfrenta durante toda la obra a situaciones dolorososas que le impiden lograr sus objetivos

Le persigue el desamor y la pérdida de seres queridos

Don Álvaro o la fuerza del sino

Pregunta 2 de 3

¿Qué papel juegan el amor y la pasión en la historia de "Don Álvaro o la fuerza del sino"?

Ambos aparecen a lo largo de la obra, los personajes se enamoran locamente y son felices

Ambos desempeñan el papel central de la obra, puesto que su amor prohibido desencadena eventos trágicos

Ambos muestran los problemas que surgen cuando el amor no es correspondido

Don Álvaro o la fuerza del sino

Pregunta 3 de 3

¿Cuál es el papel de la fatalidad o el destino en la obra?

Los personajes están predestinados a sufrir un desenlace trágico sin poder escapar a su destino

El destino tiene un papel secundario en la obra

Los personajes intentan huir de él, pero solo algunos lo consiguen

Don Álvaro o la fuerza del sino

1850

El burlador de Sevilla
Tirso de Molina

Don Juan.- A mí el papel ha llegado por la estafeta del viento. Sin duda que es de una dama que el marqués me ha encarecido. Venturoso en esto he sido. Sevilla a voces me llama El Burlador, y el mayor gusto que en mí puede haber es burlar a una mujer y dejarla sin honor. […] Ya está abierto el tal papel y que es suyo es cosa llana, porque aquí firma: -Doña Ana-. Dice así: “Mi padre infiel en secreto me ha casado sin poderme resistir, no sé si podré vivir, porque la muerte me ha dado.

Siguiente

Atrás

Pues señor yo desde aquí, buscando mayor espacio para mis hazañas, di sobre Italia, porque allí tiene el placer un palacio. De la guerra y del amor antigua y clásica tierra, y en ella el Emperador, con ella y con Francia en guerra, díjeme: “¿Dónde mejor? Donde hay soldados hay juego, hay pendencias y amoríos”.

Si estimas, como es razón, mi amor y mi voluntad, muéstralo en esta ocasión. Porque veas que te estimo ven esta noche a la puerta, que estará a las once abierta, donde tu esperanza, primo, goces, y el fin de tu amor. […] Mi amor todo de ti fío, y adiós”. Desdichado amante. ¿Hay suceso semejante? Ya de la burla me río. Gozarela, vive Dios, con el engaño y cautela que en Nápoles a Isabela. Don Juan.- Como gustéis, igual es, que nunca me hago esperar.

Siguiente

Atrás

El burlador de Sevilla

Pregunta 1 de 3

¿Cuál es el papel de la seducción y el engaño en la trama de la obra?

Se muestra en la obra el poder de la seducción para lograr cualquier objetivo

Es el tema central. D. Juan seduce a la mujeres y luego las abandona sin remordimientos

Don Juan es engañado por los engaños de las mujeres

El burlador de Sevilla

Pregunta 2 de 3

¿Cómo se retratan las mujeres en la obra?

como víctimas de la sociedad de la época

como las artífices de los engaños a hombres honestos

como víctimas de la seducción y el engaño.

El burlador de Sevilla

Pregunta 3 de 3

¿Qué consecuencias enfrenta el burlador a lo largo de la obra?

se enfrenta a la envidia de los hombres y al deseo de las mujeres

se enfrenta a la ira de los hombres a quienes ha ofendido y al desenlace trágico de la obra

se enfrenta a la envidia del resto de hombres

El burlador de Sevilla

1850

Los amantes de Teruel
Juan Eugenio de Hartzenbusch

ISABEL ¿Prometes obedecer a tu Isabel? MARSILLA ¡Ingrata! ¿Cuándo me rebelé contra tu gusto? Mi voluntad, ¿no es tuya? Dispón, habla. ISABEL Júralo. MARSILLA Sí. ISABEL Pues bien... Yo te amo. Vete. MARSILLA ¡Cruel! ¿Temiste que ventura tanta me matase a tus pies, si su dulzura, con venenosa hiel no iba mezclada? ¿Cómo esas dos ideas enemigas de destierro y de amor hiciste hermanas?

Siguiente

Atrás

ISABEL Ya lo ves, no soy mía; soy de un hombre que me hace de su honor depositaria, y debo serle fiel. Nuestros amores mantuvo la virtud libres de mancha: su pureza de armiño conservemos. Aquí hay espinas, en el cielo palmas[1]. Tuyo es mi amor y lo será: tu imagen siempre en el pecho llevaré grabada, y allí la adoraré: yo lo prometo, yo lo juro; mas huye sin tardanza. Libértame de ti, sé generoso: libértame de mí... MARSILLA No sigas, basta. ¿Quieres que huya de ti? Pues bien, te dejo. Valor... y separémonos. En paga, en recuerdo si no, de tantas penas con gozo por tu amor sobrellevadas, permíteme, Isabel mía, que te estrechen mis brazos una vez… ISABEL Deja a la esclava

cumplir con su señor. MARSILLA Será el abrazo de un hermano dulcísimo a su hermana. El ósculo[2] será que tantas veces cambió feliz en la materna falda nuestro amor infantil. ISABEL No lo recuerdes. MARSILLA Ven… ISABEL No; jamás. MARSILLA En vano me rechazas. ISABEL Detente… o llamo… MARSILLA ¿A quién? ¿A don Rodrigo?

Siguiente

Atrás

Los amantes de Teruel

Pregunta 2 de 2

¿Cuál es la ambientación y contexto histórico de la obra?

En Teruel en el Renacimiento

En Teruel en la Edad Media

En Teruel en el siglo XIX

Los amantes de Teruel

Pregunta 1 de 2

¿Qué elementos románticos se encuentran en la obra?

amor no correspondido y la lucha para revertir este sentimiento

amor apasionado e idealizado, lucha contra las adversidades y el sacrificio por el amor verdadero

amor cortés y seducción

Los amantes de Teruel

1850

El trovador
Antonio García Gutiérrez

"Leonor. Ya el sacrificio que odié mi labio trémulo y frío consumó; perdón, Dios mío, perdona si te ultrajé. Llorar triste y suspirar sólo puedo: ¡ay! Señor, no... Tuya no debo ser yo, recházame de tu altar. Los votos que allí te hiciera fueron votos de dolor arrancados al temor de un alma tierna y sincera. Cuando en el ara fatal eterna fe te juraba, mi mente, ¡ay Dios!, se extasiaba en la imagen de un mortal. Imagen que vive en mí hermosa, pura y constante... No, tu poder no es bastante a separarla de aquí. Perdona, Dios de bondad, perdona, sé que te ofendo: vibra tu rayo tremendo y confunde mi impiedad. Más no puedo en mi inquietud arrancar del corazón esta violenta pasión que es mayor que mi virtud. Tiempos en que amor solía colmar piadoso mi afán, ¿qué os hicisteis? ¿Dónde están vuestra gloria y mi alegría? De amor el suspiro tierno y aquel placer sin igual, tan breve para mi mal aunque en mi memoria eterno. Ya pasó... mi juventud los tiranos marchitaron, y a mi vida prepararon junto al ara el ataúd. ¡Ilusiones engañosas, livianas como el placer, no aumentéis mi padecer..., sois por mi mal tan hermosas! (Aparece Manrique, y al verle, después de un momento de dudar, se arroja Leonor en sus brazos.)

Siguiente

Atrás

Leonor. Sueños; dejadme gozar... No hay duda... Él es... Trovador... Será posible... (Viendo entrar a Manrique.) Manrique. ¡Leonor! Leonor. ¡Gran Dios! Ya puedo expirar. Manrique. Te encuentro al fin, Leonor. Leonor. Huye: ¿qué has hecho? Manrique. Vengo a salvarte; a quebrantar osado los grillos que te oprimen, a estrecharte en mi seno, de amor enajenado. ¿Es verdad, Leonor? Dime si es cierto que te estrecho entre mis brazos, que respiras para colmar, hermosas, mi esperanza, y que extasiada de placer me miras. Leonor. ¿Manrique? Manrique. Sí, tu amante que te adora más que nunca feliz. Leonor. ¡Calla...! Manrique. No temas; todo en silencio está como el sepulcro".

Siguiente

Atrás

El trovador

Pregunta 1 de 2

¿Cómo se retrata el tema del amor en la obra?

como una fuerza poderosa y destructiva

como una fuente inagotable de bienestar

como un sentimiento doloroso y dañino

El trovador

Pregunta 2 de 2

¿Cuál es el desenlace de la historia?

tiene un final trágico los personajes se enfrentan a la muerte y a la rendención

tiene un final trágico, los personajes son asesinados

tiene un final feliz, tras muchas desventuras a lo largo de la obra, los amantes consiguen estar juntos

El trovador

1850

¿Contraseña?

Llama a la puerta, introduce el código secreto y conseguirás pasar a la siguiente etapa

Esta página necesita contraseña de acceso

Introduce la contraseña

José de Espronceda
Gertrudis Gómez de Avellaneda
Rosalía de Castro
El estudiante de Salamanca
José de Espronceda

Mi muerte os perdono. Por cierto, don Diego, repuso don Félix tranquilo a su vez, me alegro de veros con tanto sosiego, 840 que a fe no esperaba volveros a ver. En cuanto a ese espectro que decís mi esposa, raro casamiento venísme a ofrecer: su faz no es por cierto ni amable ni hermosa, mas no se os figure que os quiera ofender. 845 Por mujer la tomo, porque es cosa cierta, y espero no salga fallido mi plan, que en caso tan raro y mi esposa muerta, tanto como viva no me cansará. Mas antes decidme si Dios o el demonio 850 me trajo a este sitio, que quisiera ver al uno o al otro, y en mi matrimonio tener por padrino siquiera a Luzbel:

Siguiente

Atrás

Y él, envuelto en sus secas coyunturas, 870 aún más sus nudos que se aprieta siente, baña un mar de sudor su ardida frente y crece en su impotencia su furor; pugna con ansia a desasirse en vano, y cuanto más airado forcejea, 875 tanto más se le junta y le desea el rudo espectro que le inspira horror. Y en furioso, veloz remolino, y en aérea fantástica danza, que la mente del hombre no alcanza 880 en su rápido curso a seguir, los espectros su ronda empezaron, cual en círculos raudos el viento remolinos de polvo violento y hojas secas agita sin fin. 885

Cualquiera o entrambos con su corte toda, estando estos nobles espectros aquí, 855 no perdiera mucho viniendo a mi boda... Hermano don Diego, ¿no pensáis así? Tal dijo don Félix con fruncido ceño, en torno arrojando con fiero ademán miradas audaces de altivo desdeño, 860 al Dios por quien jura capaz de arrostrar. El carïado, lívido esqueleto, los fríos, largos y asquerosos brazos, le enreda en tanto en apretados lazos, y ávido le acaricia en su ansiedad: 865 y con su boca cavernosa busca la boca a Montemar, y a su mejilla la árida, descarnada y amarilla junta y refriega repugnante faz.

Siguiente

Atrás

Y elevando sus áridas manos, resonando cual lúgubre eco, levantóse con su cóncavo hueco semejante a un aullido una voz: pavorosa, monótona, informe, 890 que pronuncia sin lengua su boca, cual la voz que del áspera roca en los senos el viento formó. «Cantemos, dijeron sus gritos, la gloria, el amor de la esposa, 895 que enlaza en sus brazos dichosa, por siempre al esposo que amó: su boca a su boca se junte, y selle su eterna delicia, suave, amorosa caricia 900 y lánguido beso de amor.

»Y en mutuos abrazos unidos, y en blando y eterno reposo, la esposa enlazada al esposo por siempre descansen en paz: 905 y en fúnebre luz ilumine sus bodas fatídica tea, es brinde deleites y sea a tumba su lecho nupcial.» Mientras, la ronda frenética 910 que en raudo giro se agita, más cada vez precipita su vértigo sin ceder; más cada vez se atropella, más cada vez se arrebata, 915 y en círculos se desata violentos más cada vez:

Siguiente

Atrás

y escapa en rueda quimérica, y negro punto parece que en torno se desvanece 920 a la fantástica luz, y sus lúgubres aullidos que pavorosos se extienden, los aires rápidos hienden más prolongados aún. 925 Y a tan continuo vértigo, a tan funesto encanto, a tan horrible canto, a tan tremenda lid; entre los brazos lúbricos 930 que aprémianle sujeto, del hórrido esqueleto, entre caricias mil:

Jamás vencido el ánimo, su cuerpo ya rendido, 935 sintió desfallecido faltarle, Montemar; y a par que más su espíritu desmiente su miseria la flaca, vil materia 940 comienza a desmayar. Y siente un confuso, loco devaneo, languidez, mareo y angustioso afán: 945 y sombras y luces la estancia que gira, y espíritus mira que vienen y van.

Siguiente

Atrás

la frente inclina sobre su pecho, 965 y a su despecho, siente sus brazos lánguidos, débiles, desfallecer. Y vio luego 970 una llama que se inflama y murió; y perdido, oyó el eco 975 de un gemido que expiró.

Y luego a lo lejos, 950 flébil en su oído, eco dolorido lánguido sonó, cual la melodía que el aura amorosa, 955 y el aura armoniosa de noche formó: y siente luego su pecho ahogado y desmayado, 960 turbios sus ojos, sus graves párpados flojos caer:

Siguiente

Atrás

Tal, dulce suspira la lira 980 que hirió, en blando concepto, del viento la voz, 985 leve, breve son. En tanto en nubes de carmín y grana su luz el alba arrebolada envía, 990 y alegre regocija y engalana las altas torres al naciente día; sereno el cielo, calma la mañana, blanda la brisa, trasparente y fría, vierte a la tierra el sol con su hermosura 995 rayos de paz y celestial ventura.

Y huyó la noche y con la noche huían sus sombras y quiméricas mujeres, y a su silencio y calma sucedían el bullicio y rumor de los talleres; 1000 y a su trabajo y a su afán volvían los hombres y a sus frívolos placeres, algunos hoy volviendo a su faena de zozobra y temor el alma llena: ¡Que era pública voz, que llanto arranca 1005 del pecho pecador y empedernido, que en forma de mujer y en una blanca túnica misteriosa revestido, aquella noche el diablo a Salamanca había en fin por Montemar venido!... 1010 Y si, lector, dijerdes ser comento, como me lo contaron, te lo cuento.

Siguiente

Atrás

PREGUNTA 1/3

¿Cómo se relaciona el final de El estudiante de Salamanca con los temas desarrollados a lo largo del poema?

se relaciona con el paso del tiempo y la pérdida de confianza en los ideales del Renacimiento

se relaciona con la pobreza y las tensiones entre las clases sociales

se relaciona con la búsqueda de la libertad, el deseo de concocimiento y el destino trágico

PREGUNTA 2/3

¿Qué elementos literarios o estilísticos destacan al final de la obra?

la religiosidad que presenta la obra y su carácter didáctico y moralizador

el simbolismo, la oscuridad y la presencia sobrenatural que intensifica el tono trágico del final del poema

la fidelidad de la obra con la realidad, la ausencia de elementos fantásticos

PREGUNTA 3/3

¿Qué le sucede al protagonista al final del poema?

El protagonista muere a manos de su prometida

El protagonista cumple con su cometido

El protagonista es arrastrado por una sombra que representa su destino fatal

¡CORRECTO!

1817

Al destino
Gertrudis Gómez de Avellaneda

Escrito estaba, sí: se rompe en vano Una vez y otra la fatal cadena, Y mi vigor por recobrar me afano. Escrito estaba: el cielo me condena A tornar siempre al cautiverio rudo, 5 Y yo obediente acudo, Restaurando eslabones Que cada vez más rígidos me oprimen; Pues del yugo fatal no me redimen De mi altivez postreras convulsiones. 10 ¡Heme aquí! ¡Tuya soy! ¡Dispón, destino, De tu víctima dócil! Yo me entrego Cual hoja seca al raudo torbellino Que la arrebata ciego. ¡Tuya soy! ¡Heme aquí! ¡Todo lo puedes! 15 Tu capricho es mi ley: sacia tu saña... Pero sabe, ¡oh cruel!, que no me engaña La sonrisa falaz que hoy me concedes.

Siguiente

Atrás

En las orillas del Sar
Rosalía de Castro

Yo no sé lo que busco eternamente en la tierra, en el aire y en el cielo; yo no sé lo que busco, pero es algo que perdí no sé cuándo y que no encuentro, aun cuando sueñe que invisible habita en todo cuanto toco y cuanto veo. Felicidad, no he e volver a hallarte, en la tierra, en el aire ni en el cielo, ¡aun cuando sé que existes y no eres vano sueño!

Siguiente

Atrás

Os tengo, pues, que dejar, huertita que tanto amé, hoguerita de mi hogar, arbolitos que planté, fuentecita del cabañal. Adiós, adiós, que me voy, hierbecitas del camposanto, donde mi padre fue enterado, hierbecitas que besé tanto, tierra que nos crió. Adiós, Virgen de la Asunción, blanca como un serafín; os llevo en el corazón; pedidle a Dios por mí, Virgen mía de la Asunción. Ya se oyen lejos, muy lejos, las campanas de O Pomar, para mi, ¡ay!, pobrecito, nunca más han de tocar.

Ya se oyen lejos, muy lejos, las campanas de O Pomar, para mi, ¡ay!, pobrecito, nunca más han de tocar. Ya se oyen lejos, más lejos... cada redoble es un dolor; me voy solo, sin cariño... Tierra mía, ¡adiós! ¡adiós! ¡Adiós también, queridita...! ¡Adiós por siempre quizás...! Te digo este adiós llorando desde la orillita del mar. No me olvides, queridita, si muero de soledad... tantas leguas mar adentro... ¡Mi casita!, ¡mi hogar!

Siguiente

Atrás

PREGUNTA 1/3

¿Tiene este poema un tono elegíaco?

No, porque nadie a muerto

Sí, porque es un canto a su esposo fallecido

Sí, porque presenta un tono de tristeza por la pérdida de la felicidad

PREGUNTA 2/3

¿A quién se dirige la autora?

Al paisaje de Galicia

A la felicidad

A su esposo

PREGUNTA 3/3

¿Cuál es la característica de la lírica posromántica que se puede observar en este poema?

simbolismo

pesimismo

defensa de la libertad

¡CORRECTO!

1817

¿Contraseña?

Llama a la puerta e introduce el último código

"Sin contraseña no puedes entrar"

Introduce la contraseña