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Modulo 5 Salud mental y enfermedad

Grisel Cano

Created on February 24, 2023

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Salud mental y enfermedad

módulo 5

Psicología Clínica

procesos de salud y enfermedad

indice

Comprensión de la conducta normal y anormal

Sistemas de clasificación y diagnostico de los trastornos mentales (dsm-v y cie10).

Dsm-v : sesión ii. criterios y códigos de diagnóstico

dsm-v: sesión iii. medidas y modelos emergentes

proceso de salud y enfermedad

La salud tienen un fin común, que es mantener un equilibrio en todas las funciones del cuerpo humano para preservarla y de esta forma evitar la enfermedad.

Salud

La OMS (1946) ha definido la salud en general, como un estado de completo bienestar mental, físico y social; y no meramente como la ausencia de enfermedad o dolencia.

Salud Mental

Para Freud la salud mental “lieben und arbeiten” (“amar y trabajar”) es casi siempre un criterio suficiente para dilucidar si un individuo esta mentalmente sano y ajustado. Es decir, una persona que puede trabajar estudiar, llevar un hogar, etc. y amar (tener relaciones sociales sanas, de pareja, de convivencia comunitaria, etc.) es una persona que quizás no requiera de servicios profesionales de salud mental.

La salud mental no sólo implica la ausencia de enfermedad o de desviaciones significativas de la norma (anormalidad); sino que conlleva aspectos subjetivos de la condición individual tales como la satisfacción personal, la felicidad, la libertad y la competencia personal y la capacidad de adaptación al entorno. (Sanchez 2008).

Tres ideas fundamentales respecto a la salud mental.

Cuando hablamos de una persona con salud mental, tiene que ver con el sentido de felicidad, libertad, paz social y oportunidad

Salud mental es una parte integral de la salud y es más que la ausencia de enfermedad

La salud mental está íntimamente conectada con la salud física .

Sanchez 2008

Enfermedad

La definición de enfermedad según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la de «Alteración y desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible»

Proceso de salud y enfermedad

El proceso salud-enfermedad (PSE) es una categoría que permite comprender las actitudes individuales, colectivas y sociales frente a un fenómeno dado; siendo importante su abordaje.

Entendemos a la salud y la enfermedad como un proceso continuo, en donde un polo no existe sin el otro, es decir, nunca estamos del todo sanos o del todo enfermos. Tomar este proceso de salud-enfermedad como un continuo implica abordar al ser humano en su complejidad, tomando aspectos biológicos, psicológicos y sociales, sin quedarnos en un reduccionismo dicotómico en donde sólo se aborda lo psicológico, lo social o lo biológico por separado.

La salud y la enfermedad forman parte de un proceso evolutivo de adaptación y desadaptación al medio en el que se vive, pero dependerá de las características del paciente el desarrollo de cualquier enfermedad. La naturaleza multidimensional y compleja del proceso salud enfermedad que demanda un abordaje epistémico desde la transdisciplinariedad. Es a partir de las interacciones entre las diferentes disciplinas, que emergen alternativas más completas para solucionar los problemas de salud de la humanidad que rebasan el modelo biomédico. (Libreos 2012).

Transdisciplinariedad Investigación integradora que busca la comprensión de nuevos conocimientos a partir del diálogo entre dos o más disciplinas.

Casi todo vuelve a funcionar si lo desconectas un momento, incluso Tú.

PROCESOS HISTÓRICOS

El derecho a la salud surge con la Revolución Francesa en 1791 y es la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el principio 2° de su Carta Fundacional y en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) que generaliza ese derecho para todas las personas, sin distinción de raza, religión, ideología política y condición económica o social. Es en 1946, cuando la OMS define la salud como "un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades" Posteriormente, en 1986 se subscribe la Carta de Ottawa, la cual especifica que la promoción de la salud consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma.

Libreros 2012

1997 en la Declaración de Yakarta, se reconoce que es solo sobre la base del diálogo entre gobierno y ciudadanos, entre expertos y legos, entre pobres y ricos, que puede pretenderse a tan colosal aspiración de cambio de conducta para el desarrollo. 2013 la OMS publicó el Plan de acción sobre salud mental 2013-2020, a fin de exhortar a sus países miembros a establecer programas sobre salud mental que incluyan áreas como los servicios, las políticas públicas, las leyes y reglamentos, los planes y estrategias. (Secretaria de Salud 2017). En el mismo año, México estableció el Programa de Acción Específico Salud Mental 2013-2018. En él se enfatiza que para para reducir la carga de los trastornos mentales y mejorar la calidad de vida, se requiere de la promoción de la salud mental y la prevención de los trastornos mentales, a través de una detección y atención tempranas. El 16 de mayo de 2022 se publicó La Reforma a la Ley General de Salud en materia de Salud Mental y Adiciones.

Para el congreso mexicano (Sandoval y Richard, 2005 citado en Sanchez 2012) la salud mental está determinada por tres variables: 1. El nivel de entendimiento de nosotros mismos, de nuestra cultura y de lo que se espera de nosotros. 2. La capacidad psicológica de formular opciones para uno mismo. 3. Las oportunidades objetivas de actuar en consecuencia y la libertad implicada en ello. Una persona mentalmente sana es capaz de ser feliz, cuidar y valerse por sí mismo, de procurarse una experiencia satisfactoria de la vida en lo poco o mucho que esto dependa de la persona misma.

Sanchez 2012

En años recientes, temas emergentes como la equidad de género, la justicia ante las diferencias culturales y la necesidad de atender la decisión individual libre y personal han sido de interés en la discusión sobre salud mental. La Organización Panamericana de la Salud (OPS), en particular, ha subrayado la necesidad de atender a la mujer, en consideración de su condición de desventaja histórica, con proyectos encaminados a promover la equidad de género en temas de salud mental como maltrato físico y abuso sexual. En esta perspectiva, se pretenden fomentar en hombres y mujeres las destrezas necesarias para analizar formas de relación y distribución de poder y de trabajo. En los varones se estimula la expresión de los afectos, el respeto por la mujer y una participación más abierta en los aspectos del hogar y la educación de los hijos; mientras que en las mujeres se contribuirá a su empoderamiento, autovaloración, autoafirmación y capacidad de negociación en la toma de decisiones.

Sanchez 2012

Problematica de la salud mental en México

  • El 25% de las personas entre 18 y 65 años de edad presentan algún problema de salud mental y solo el 3% busca atención médica. (Valencia 2018).
  • 1 de cada 8 persons viven con una enfermedad mental en el mundo.
  • I de cada 100 muertes son por suicidio.
  • 52.4% son mujeres y 47.6% son hombres, 14% son adolescentes.
  • La mayoría de los suicidios suceden en la vida activa de las personas antes de los 50 años.
  • Las personas con trastornos mentales graves mueren entre 10 y 20 años antes que las personas que no lo padecen.

Dra. Devora Kestel

Zepeda 2008

  • Desde el punto de vista personal, impide el bienestar.
  • Desde el punto de vista laboral, la cronicidad de un problema incide de un modo negativo en su rendimiento.
  • Desde el punto de vista familiar, la existencia de miembros con un proceso crónico constituye una carga sobre el resto de los miembros de la familia.
  • Cuando la pobreza, la enfermedad mental y la enfermedad física se combinan, constituyen círculos viciosos casi imposibles de superar

La enfermedad mental afecta varios niveles.

OTRAS VISIONES DE LA SALUD MENTAL

El bienestar, la adaptación y la felicidad son conceptos implícitos en el de salud mental que por su subjetividad y dificultad como constructores científicos no han sido plenamente incorporados al concepto de salud mental.

La adaptación suele ser contemplada, como aspecto y atributo interno de la conducta, gracias al cual las personas tratan de sobrevivir y de vivir mejor y superarse. En este tenor, el concepto de resiliencia ha surgido últimamente con gran auge.

El bienestar es uno de los conceptos claves en las diversas concepciones de salud mental y resulta también un concepto ambiguo y controversial que implica una calidad de vida y no simplemente ausencia de sufrimiento.

Tipos de salud

Salud física

Salud psicológica, mental o emocional

Salud social

Involucra la calidad de nuestras relaciones sociales y los tipos de relaciones presentes en nuestra vida. Estos tipos de relaciones abarcan: familia, amigos, compañeros de trabajo, pareja, etc. Todos los integrantes de nuestro entorno impactan en nuestra salud social. El vínculo corresponden a una de las necesidades del ser humano para alcanzar su desarrollo personal, puesto que no podemos prosperar en aislamiento; necesitamos apoyo emocional y físico para estar satisfechos.

El estado en el que se encuentran las estructuras y sistemas corporales. Ésta consiste en el buen funcionamiento del organismo. Cuando la salud física no se encuentra en homeostasis, se experimentan signos y síntomas de manera interna y externa. Estos signos y síntomas puede incluir dolor o cualquier cosa que se manifieste físicamente dentro y fuera del cuerpo.

Hace referencia a la condición de la mente y su capacidad para equilibrar las emociones y sentimientos. Esto incluye las respuestas al estrés, a las situaciones de la vida diaria y a la consciencia que tenemos de nuestros propios sentimientos. Algunas personas llamadas "insanas", pueden ser conscientes de su mala salud mental pero su falta de voluntad las hace indispuestas a sanar.

Principios claves de la salud mental

Funcionar
Conectar
Sobrellevar
Prosperar

Dra. Dévora Kestel

La calidad de vida se ha asociado a la buena salud mental muchos especialistas creen que las personas que tienen niveles de vida dentro de límites de confort tienden a tener mejores niveles de salud mental. El concepto de calidad de vida debe considerarse desde una perspectiva cultural, el momento histórico y la sociedad. Implica una serie de componentes, todos ellos de carácter objetivo, como: *la salud *la alimentación *la educación *el trabajo *la vivienda *la seguridad social *el vestido *el ocio *los derechos humanos. Involucra el funcionamiento conductual y el bienestar psicológico subjetivo. Incluye también la satisfacción personal en distintos ámbitos, que oscilan entre los aspectos materiales, financieros y hasta los políticos, referidos al bienestar psicológico, social y emocional. La calidad de vida es un estado de satisfacción general, derivado de la realización de las potencialidades de la persona.

calidad de vida.

Sanchez 2012

2° Congreso Internacional de Salud Mental. México 2022

La personalidad que posee cada individuo es irrepetible, aunque podemos establecer clasificaciones e identificar rasgos específicos en un grupo de personas, nadie es idéntico a otro en su personalidad. Esta variación es normal; cuando descubrimos algunos rasgo o configuraciones que nos parecen excéntricos, decimos que esa persona “está loca”, que esta fuera de la norma. El primer paso, es ponernos de acuerdo sobre lo que se considera normal y anormal, lo que es “estar sano”, y a partir de qué momento podemos decir que alguien “está enfermo”.

Comprensión de la conducta Normal y Anormal

Zepeda 2008

Para determinar la relativa normalidad de una conducta o comportamiento la psicopatología se vale de una serie de criterios evaluativos que son generales y específicos. Independientemente de que sea general o específico todos los criterios a usar deben de reunir tres condiciones: - Que los signos sean fácilmente observables, generalmente las primeras personas que detectan la anormalidad de una conducta son el entorno familiar del enfermo y el propio enfermo. - Que la continuidad de la conducta normal / anormal requiere que los criterios sean aplicables a todos los grados de funcionamiento perturbado. - Los criterios deben de ser no culturales ya que las características esenciales de la conducta no son iguales en todas las culturas.

Criterios generales.

- Normalidad como ausencia de síntomas. Cualquier sentimiento, pensamiento y reacción que nosotros observamos en un paciente mental puede ser también observado en una persona normal. Generalmente de forma mas controlada, mas moderada y socialmente mas aceptable. Cualquier síntoma psicopatológico puede ser considerado normal si su forma de expresión es normal.

Normalidad estadística, se basa en el modelo estadístico (curva de distribución normal) que sostiene como normal las reacciones usuales o típicas de la gran mayoría de la población, las reacciones inusuales o atípicas van a ser consideradas como anormales independientemente de su cualidad. Las personas comprendidas entre +/- 2 desviaciones estándar serian normales.

-Normalidad Ideal, este criterio parte de cómo deberían de comportarse las personas, en realidad es un criterio utópico. -Normalidad Social. El hecho de que una conducta sea clasificada como normal o anormal va a depender de la reacción de los miembros del grupo social de referencia. Todas las sociedades estimulan a sus miembros para que adquieran y acepten unas pautas de conducta, costumbres y sistemas de valores. Promueve la identidad y solidaridad dentro de los grupos. Es un criterio variable, relativo. Cambia con el tiempo y de unas culturas a otras.

Eficacia del funcionamiento social. Incapacidad de desenvolverse de manera normal en su contexto social. - Grado de autocontrol consciente. Es el más decisivo en psicopatologia. El saber controlar nuestros impulsos de rabia, ira,... Es un signo de salud mental. - Evaluación social. La evaluación lo realizan / comparten tres grupos: La familia, La comunidad (amigos, vecinos, compañeros de trabajo,...). Profesionales que están legitimados para ejercer este rol. - Evaluación personal. Como me siento

Criterios específicos.

Son un intento de especificar lo que es una conducta normal y una anormal. Hay 5 criterios específicos que se manejan de forma conjunta, no son independientes entre sí. Eficacia del funcionamiento psicológico. Datos experimentales y clínicos confirman que la severidad del déficit psicológico. Cuanto mas grave / intenso es el deterioro psicológico mas grave es la psicopatologia.

Concepto de anormalidad Jarne 2006. Existe una tendencia natural en el ser humano a considerar ciertas conductas como psicopatológicas. Términos como locura, posesión demoníaca, insania, demencia, psicosis, amok, etc. han sido utilizados por diversos grupos culturales y en diferentes momentos históricos para identificar conductas consideradas anormales. Observando así que: 1) Los fenómenos psicopatológicos son universales e intemporales; se han observado y se siguen observando en cualquier cultura y época. 2) Se han advertido ciertas características distintivas de la Psicopatología que la diferencia de otros tipos de desviación de las normas grupales como el crimen, la conducta inmoral, la automarginación por motivos políticos o existenciales, etc. 3) La necesidad de control de las conductas desviadas por parte de las sociedades a lo largo del tiempo.

El adjetivo anormal a menudo tiene asignado un sentido peyorativo aunque el término no lleve implícito unas connotaciones negativas; por ejemplo un coeficiente intelectual extremadamente alto es anormal entre la población. Tambien encontramos la definición del modelo organicista, que equipara los trastornos mentales con el resto de las enfermedades.

Criterios de anormalidad Se han propuesto criterios diferentes a modo de guía para determinar qué se considera anormal o psicopatológico. Los más utilizados son los criterios estadísticos, clínicos, sociales o interpersonales, subjetivos o intrapsíquicos y finalmente, biológicos. Cada uno de estos criterios es incapaz de abarcar por sí solo toda la amplitud del binomio normalidad-anormalidad, ya que frecuentemente sólo han enfatizado una de las dimensiones que lo forman, pero ninguno de éstos de manera aislada es suficiente para definir la anormalidad.

1) Criterios estadísticos. Los criterios estadísticos definen la anormalidad psicológica a partir de dos supuestos: el supuesto de frecuencia y el supuesto de continuidad. De manera que anormal es lo poco frecuente, pero no siempre implica un carácter psicopatológico, como hemos visto (por ejemplo, un cociente elevado de inteligencia, una elevada capacidad para la composición musical, etc.). Además, estos criterios equiparan elevada incidencia de un rasgo, conducta, característica, etc. dentro de una población con normalidad. Las matizaciones realizadas en el primer supuesto intentan ser corregidas con el supuesto de continuidad. Según éste, todos los elementos constitutivos de las Psicopatologías están presentes en la normalidad, pero en menor grado; es decir: la anormalidad representaría una exacerbación por exceso o por defecto de una conducta, rasgo o característica presente en toda la población. Las diferencias entre lo normal y lo anormal serían de naturaleza cuantitativa según este criterio.

2) Criterios clínicos Estos criterios tienen como punto de partida la evaluación del paciente y se basan en la delimitación de conjuntos de síntomas que se identificarían con trastornos o cuadros psicopatológicos. Los criterios clínicos, pues, definen la conducta como anormal sobre la base de la presencia de síntomas. Resulta imprescindible, por tanto, establecer definiciones para los diversos trastornos, definiciones que tienen que estar consensuadas por la comunidad científica. Ésta es la filosofía de los dos sistemas de clasificación de los trastornos mentales más difundidos internacionalmente:

la Clasificación Internacional de las Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría. Por tanto, anormal es todo aquello que cumple los criterios definidos por estas clasificaciones, lo cual no está exento de problemas. En primer lugar, porque en Psicopatología se tiene pocos síntomas fijos o absolutos de trastorno de conducta; hay, en definitiva, pocos signos cuya presencia sea objetivamente valorable, dado que necesitan la apreciación subjetiva del paciente y/o del clínico. En segundo lugar, porque el síntoma a menudo posee valor psicopatológico según el contexto donde se observa.

3) Criterios sociales o interpersonales La definición de anormalidad es una cuestión de normativa social: determinar el carácter psicopatológico de una conducta, rasgo o actividad depende del consenso social en un momento y lugar dados. A partir de estos dos criterios se incide en el peso que tienen las variables socioculturales en la valoración de una conducta como anormal o normal. La investigación transcultural ha dejado constancia: aquello que en un contexto histórico o cultural es normal, se considera psicopatológico en otro contexto.

4) Criterios subjetivos o intrapsíquicos Según estos criterios, el mismo individuo es quien mejor puede dictaminar su situación o estado. Una variante de estos criterios es el criterio alguedónico. Así, se define la anormalidad según la presencia de sentimientos de sufrimiento, incomodidad o malestar personales que a menudo se traduce en manifestaciones verbales y de comportamiento, tales como quejas por la propia infelicidad, por la incapacidad de afrontar un problema, dificultades en las relaciones interpersonales, miedo al fracaso, molestias físicas, etc. Otro criterio subjetivo sería el de “petición de ayuda”. En este caso, conducta anormal sería aquella que provoca que la persona solicite la intervención de un profesional para que intervenga. a) La complicación que podríamos encontrar para este criterio es que una gran cantidad de conductas anormales se generan sin sentimientos de sufrimiento o no son vividas como anormales por la persona, no todas tienen la misma capacidad para expresarlos. Los criterios subjetivos dependen de la autoevaluación y del autoinforme que el individuo pueda dar de sus sufrimientos.

5) Criterios biológicos. Asumir una etiología orgánica como explicación última y exclusiva de la anormalidad comportaría adoptar el término genérico enfermedad mental. Aunque se descubriese una etiología orgánica para cada uno de los trastornos psicopatológicos, eso no justificaría descartar la intervención de factores psicológicos o sociales en la etiología misma o en su mantenimiento. Sin duda, en la génesis de las manifestaciones psicopatológicas se reúnen factores biológicos, psicológicos y sociales.

En resumen, no hay una definición unánimemente compartida del concepto anormalidad psicológica. Se han propuesto diferentes criterios para delimitar la conducta anormal o desviada; todos ellos son necesarios y, al mismo tiempo, insuficientes para definirla.

  • Los criterios estadísticos enfatizan que las conductas psicopatológicas difieren de las normales desde el punto de vista cuantitativo, pero no desde el cualitativo.
  • Los criterios clínicos buscan el consenso para delimitar los diferentes cuadros psicopatológicos según las manifestaciones clínicas.
  • Los criterios sociales recuerdan la importancia de contextualizar la conducta para determinar su carácter psicopatológico.
  • La información aportada por la persona sobre ella misma, tanto si hay consciencia o no de anormalidad, es una fuente valiosa e imprescindible de información.
  • Los criterios biológicos centran su atención en las alteraciones en las estructuras y/o procesos biológicos de la conducta anormal.

La conducta anormal es aquella que se desvía de las normas de la sociedad en las que se encuentra inserta. Sin embargo, ciertas acciones y conductas no convencionales son universalmente consideradas como producto de un trastorno mental.

Butcher 2007

Perspectivas históricas de la conducta anormal

2. Concepción médica.

1.-Demonios, Dioses y Magia.

4. Grecia y Roma.

3. Filosofía.

Butcher 2007

8. Siglo XIX y XX.

5. Edad Media

6. Una Aproximación Humanista. Siglo XVI al XVIII

Butcher 2007

asilos mentales

Sistemas de clasificación y diagnostico de trastornos mentales (DSM-V Y CIE10)

A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de manera paralela la American Psychiatric Association (APA) hicieron grandes esfuerzos para llegar a clasificaciones o listas nominales que nos sirvieran para nombrar de manera consensuada diversos cuadros clínicos y trastornos mentales. Las dos principales clasificaciones para entender los trastornos mentales, la primera es la Clasificación Internacional de Enfermedades, décima edición (CIE-10) empleada por la OMS, y la segunda es la última versión del Manual de Diagnóstico y Estadística de Trastornos Mentales, mejor conocida como DSM, de la Asociación Norteamericana de Psiquiatría. La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) fue desarrollada para rastrear estadísticas de mortalidad, por esto fue en un principio una lista de causas de muerte, cuya 1a edición fue publicada por el Instituto Internacional de Estadística en 1893. La OMS se hizo cargo de la misma en 1948, en la 6a edición cuando por primera vez se incluyeron también causas de morbilidad.

Jarner 2006

Un poco de Historia

La necesidad de confeccionar una clasificación de los trastornos mentales siempre fue evidente; pero era muy difícil lograr acuerdos, sobre todo entre clínicos de diferentes escuelas y orientaciones, por esto muchas nomenclaturas se han diferenciado en el énfasis sobre la fenomenología y etiología. Algunos sistemas han incluido sólo unas cuantas categorías diagnósticas; otros han incluido miles. Los criterios de clasificación han variado dependiendo de que su objetivo principal fuese clínico, de investigación o estadístico.(Sanchez 2008).

En el censo de 1880 se diferenciaron siete categorías de trastorno mental: manía, melancolía, monomanía, paresia, demencia, dipsomanía y epilepsia. En 1917, la Comisión Nacional de Higiene Mental, diseñó un plan adaptado por la oficina del censo para reunir datos estadísticos uniformes de diversos hospitales mentales. La ANP y la academia de medicina de Nueva York, en 1921, realizaron la primera clasificación nacional de enfermedades mentales para diagnosticar pacientes ingresados con enfermedades psiquiátricas y neurológicas graves.

Se desarrolló también una variante de la CIE-6, publicada en 1952, como 1a edición del Diagnostic and statistical manual: mental disorders (DSM-I). El DSM-I consistía en un glosario de descripciones de las diferentes categorías diagnósticas y fue el pionero, cómo manual oficial, de los trastornos mentales con utilidad clínica. El uso del término reacción en el DSM-I reflejó la influencia de la visión psicobiológica de Adolf Meyer. El DSM-III se realizó junto con la CIE-9 publicada en 1980. El DSM-IV recibido con gran anticipación en 1994 y en el 2000 una revision DSM-IV-TR . El DSM-V publicado el 18 de mayo del 2013.

La OMS publicó la sexta edición de la CIE, y por primera vez incluía un apartado de trastornos mentales. Había 10 categorías para las psicosis, 9 para las psiconeurosis y 7 para los trastornos del carácter, del comportamiento y de la inteligencia.

Ordenar y clasificar en categorías diferenciadas los datos y los conocimientos son actividades que podríamos considerar inevitables e intrínsecas al ser humano. Es más, las disciplinas científicas consideran que un paso previo a la explicación y la predicción es la descripción y clasificación de los fenómenos que estudian. Hacia finales de la década de los años sesenta se inicia un debate sobre la necesidad y utilidad de clasificar los trastornos mentales. De esta idea surgio este experimento. Rosenthal (1973) entrenó a estudiantes para que simulasen ser enfermos mentales y fuesen diagnosticados e ingresados como tales en instituciones psiquiátricas. Una vez ingresados, los falsos enfermos volvían a su comportamiento normal y, sin embargo, los profesionales de las instituciones seguían tratándolos como si presentasen conductas anómalas. El autor concluyó que la asignación de una etiqueta psiquiátrica predispone a ser tratado de acuerdo con dicha etiqueta independientemente de la conducta objetiva que presente la persona.

Argumentos en contra: 1) Inutilidad de las clasificaciones porque no aportan datos relevantes a los problemas concretos de cada paciente y la manera de solucionarlos; 2) Efectos indeseables del diagnóstico provocados por los estereotipos sociales peyorativos existentes sobre la enfermedad mental (experimento Rosenthal); 3) La Psicopatología trata de unas condiciones que difícilmente pueden ser reducidas a una etiqueta diagnóstica porque afectan a toda la vida humana. 4) Desde un punto de vista más radical, el denominado movimiento antipsiquiátrico consideró las clasificaciones como un sistema de control político encargado de detectar y reclutar a aquel sector de la población que presentase conductas diferentes a la de su grupo de referencia. Actualmente, esta polémica ha sido superada y ahora se centra en la crítica a las bases conceptuales de los sistemas de clasificación.

Clasificaciones más utilizadas actualmente Actualmente las clasificaciones más utilizadas en el diagnóstico del adulto son el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, conocido por las siglas DSM, y el capítulo de los trastornos mentales y del comportamiento de la Clasificación Internacional de las Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud, conocido como CIE. El DSM y la CIE son clasificaciones categoriales con un enfoque descriptivo de los síndromes clínicos. 1) Clasificaciones categoriales Tanto el DSM com la CIE clasifican los trastornos psicopatológicos según una categoría diagnóstica que está limitada por rasgos definitorios y por un conjunto de síntomas y descripciones clínicas. Cada categoría es una entidad separada con límites muy claros que la diferencian de otras categorías, pero en la realidad, los diversos trastornos no se presentan de una forma tan clara como proponen las clasificaciones categoriales. (Janer, 2006)

2) Enfoque descriptivo El enfoque descriptivo, también llamado ateórico, clasifica los trastornos y los agrupa en secciones en función de las características clínicas observables y no según causas psicodinámicas imaginadas, sociales o biológicas, es decir, según hipótesis etiológicas (por eso este rasgo también se llama ateórico). Por ejemplo: La CIE agrupa con el nombre de “Trastornos del humor” y el DSM con el nombre “Trastornos del estado de ánimo” diferentes categorías diagnósticas que describen trastornos que tienen en común una alteración del humor o de la afectividad, independientemente de que presenten una etiología común. Por tanto, las categorías diagnósticas referidas a los distintos trastornos se definen de acuerdo con signos y síntomas identificables. Estas manifestaciones observables y características de cada trastorno se conocen como criterios operacionales de diagnóstico (DSM) o pautas para el diagnóstico (CIE). A pesar de la pretensión tanto del DSM como de la CIE de ser ateóricos, en el trasfondo del discurso de ambos manuales subyace un modelo médico fuertemente cargado de biologismo. No debemos olvidar que la clasificación de la OMS es una clasificación de enfermedades que incluye un apartado sobre los trastornos mentales y del comportamiento, y que la autoría del DSM es una asociación de psiquiatras.

¿Cómo se organiza la CIE-10? El capítulo V (designado también con la letra F) está dedicado a las enfermedades mentales. Primero hay una lista con las categorías diagnósticas principales seguida de las descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico para cada una de las categorías. 1) Categorías diagnósticas principales Las categorías diagnósticas se refieren a los diversos trastornos psicopatológicos que se pueden presentar. Estas categorías diagnósticas aparecen agrupadas en diferentes secciones según el parecido de sus síntomas. Cada categoría diagnóstica está identificada con la letra F y un número de dos dígitos. Las agrupaciones de trastornos o secciones que propone la CIE-10 son las siguientes: F00-09 Trastornos mentales orgánicos F10-19 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de sustancias psicotrópicas F20-29 Esquizofrenia, trastorno esquizotípico y trastornos de ideas delirantes F30-39 Trastornos del humor

F40-49 Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos F50-59 Trastornos del comportamiento asociados a disfunciones fisiológicas y a factores somático F60-69 Trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto F70-79 Retraso mental F80-89 Trastornos del desarrollo psicológico F90-98 Trastornos del comportamiento y de las emociones de inicio habitual en la infancia y en la adolescencia. 2) Descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico Cada trastorno va acompañado por una descripción de sus características clínicas principales y también de aquellas otras que son secundarias, menos específicas, pero igualmente relevantes. Las pautas para el diagnóstico indican el número y los síntomas específicos requeridos para el diagnóstico del trastorno. Las descripciones y pautas de los trastornos no están fundamentadas en presupuestos teóricos, sino que han surgido del consenso de un gran número de asesores clínicos e investigadores de todo el mundo consultados por la OMS.

La lista de códigos CIE-10 provee los códigos para clasificar las enfermedades y una amplia variedad de signos, síntomas, hallazgos anormales, circunstancias sociales y causas externas de daños o enfermedad. Este sistema está diseñado para promover la comparación internacional de la recolección, procesamiento, clasificación y presentación de estas estadísticas y tiene un carácter eminentemente descriptivo. Establece diagnósticos con definiciones para cada uno de ellos.

Sanchez 2008

DSM-V

El DSM, más que un manual, se ha constituido como un proceso de trabajo multidisciplinario, el cual ha permitido superar muchas limitaciones históricas en el diagnóstico psicopatológico. Ha establecido criterios y protocolos tanto para la revisión de la literatura especializada y la consideración de elementos teóricos, como para la delimitación de las variables de estudio, de la medición y del juicio de relevancia de elementos clínicos y de intervención.

A pesar de que la mayoría de las series de datos utilizados en los reanálisis se extrajeron de estudios epidemiológicos, clínicos o terapéuticos, resultaron de gran utilidad para aclarar los problemas nosológicos con los cuales se enfrentaron los grupos de trabajo.

Diagnóstico diferencial. Se enumeran todos los trastornos que deben considerarse como alternativos al valorar los síntomas. En casi todos los casos, esta lista comienza con trastornos por uso de sustancias y trastornos médicos generales

En las revisiones posteriores hubo progresivamente intentos de garantizar la fiabilidad y validez diagnóstica, incorporar hallazgos de la investigación y recoger información nueva mediante estudios de campo. El DSM-IV y su actualización posterior, el texto revisado(DSM-IV-TR), siguieron usando el sistema diagnóstico multiaxial. El eje I contenía todos los trastornos psiquiátricos excepto los trastornos de la personalidad y el retraso mental, registrados en el eje II. El eje III recogía las enfermedades médicas no psiquiátricas. Los problemas psicosociales y ambientales se señalaban en el eje IV. La escala de valoración global del funcionamiento (GAF), una cifra resumen del grado actual de deterioro psicosocial, laboral y educativo del paciente, estaba marcada en el eje V.

El DSM-5, publicado en 2013, representa el último escalón de un proceso continuo de cambio en nuestro sistema diagnóstico psiquiátrico. Aunque el Manual diagnóstico y estadístico: trastornos mentales original fue publicado en 1952, la transición entre la segunda edición (DSM-II) y la tercera (DSM-III) representó un cambio fundamental en el abordaje de los diagnósticos psiquiátricos. Las formulaciones psicodinámicas dejaron de ser inherentes a la categorización diagnóstica, y el DSM-III se consideró ateórico y descriptivo en su orientación, con un sistema diagnóstico multiaxial.

dsm-v

Algunas precisiones

Morrison 2015

El apéndice del DSM-IV-TR incluía conjuntos de criterios diagnósticos para su posible inclusión en futuras ediciones. La American Psychiatric Association (APA), la OMS, la World Psychiatric Organization, el National Institute of Mental Health y el National Institute on Alcoholism and Alcohol Abuse de EE. UU. fueron los agentes activos en la fase de preparación del DSM-5. Los grupos de trabajo de la Task Force del DSM-5 de la APA lanzaron propuestas para revisiones, se realizaron estudios de campo y se buscaron comentarios del público y los profesionales. Un comité de revisión científica se encargó de la revisión por pares, y un comité clínico y de salud pública, así como consultores forenses y estadísticos, participó en la consideración de los cambios propuestos. Además, se intentó coordinar el formato del DSM-5 con la actualización prevista de la CIE-10 en CIE-11, resultando en cambios estructurales para el agrupamiento de los trastornos en el DSM.

Estructura en tres secciones del DSM-5

Sección III Recoge medidas dimensionales para la evaluación de los síntomas, criterios sobre la formulación cultural de los trastornos y una propuesta alternativa sobre la conceptualización de los trastornos de personalidad, así como una descripción de las condiciones clínicas que están actualmente en estudio.

Sección I Contiene una breve historia del DSM y una guía para su uso. Hay que destacar que los criterios diagnósticos del DSM-5 no están diseñados para aplicarse rígidamente con el fin de incluir o excluir a personas del tratamiento cuando las circunstancias clínicas señalan lo contrario. Además, como el DSM-5 ha sido creado principalmente con el fin de ser utilizado en la asistencia sanitaria y la investigación, no es de esperar que sea suficiente para establecer determinaciones legales. En todos los entornos hay que aplicar el juicio clínico a la hora de recoger e interpretar la información diagnóstica, garantizar la presencia de malestar o deterioro funcional, e incorporar todos los datos disponibles en una formulación clínica.

Sección II Incluye dos tipos de definición y de sistemas de valoración para los TP. Por un lado, en la (clasificación oficial) se presenta una definición categorial de los TP, prácticamente idéntica a la anterior del DMS-IV, que abarca los diez trastornos específicos tradicionales, más algunos especificados y otro no especificado.

Esbec 2015

DSM-V: Sección ii. criterios y codigos diagnosticos.

El diagnóstico es el proceso de identificar una enfermedad por sus signos y síntomas, pero también es la decisión a la que se llega en este proceso. En general, hay dos modelos diferentes que permiten hacer el diagnóstico de cualquier enfermedad, a saber: Sintomático: se diagnostica la enfermedad con base en los síntomas. Etiológico: se hace el diagnóstico basado en la causa de la enfermedad. Llegar a un diagnóstico etiológico sólo es posible en aquellas condiciones en que se establece de manera inequívoca la relación entre una causa y un efecto, como ocurre con las enfermedades infecciosas o las cromosómicas, por citar dos ejemplos. En el caso de los trastornos mentales, sólo en algunos casos es posible establecer esa relación. Así, por ejemplo, eso es factible en los pacientes con trastorno por estrés postraumático o en el deterioro cognitivo grave por HIV o debido a enfermedad de Alzheimer. De modo que la mayor parte del diagnóstico de los trastornos mentales se realiza con base en los síntomas que el paciente presenta, ya que se acepta que la etiología de los trastornos mentales es “biopsicosocial”, por lo que están involucrados factores biológicos, psicológicos y sociales: genes y ambiente. Ahora, más que “natura versus nurtura” (naturaleza versus crianza) se habla de “natura + nurtura” (naturaleza + crianza), esto implica que el material genético per se no es suficiente para producir un trastorno mental, pero tampoco el ambiente determina su presencia.

Ante esta situación, llegar a una decisión (diagnóstico) cuando se evalúa a un paciente que sufre un trastorno mental, conlleva aplicar una serie de reglas previamente establecidas por consenso. Tales reglas se establecen en los sistemas de clasificación diagnóstica, subrayando el plural de “sistemas”, pues al no contar con un sistema de clasificación etiológico, es posible que ocurra la coexistencia de varios sistemas para la clasificación de los trastornos mentales. Pichot mencionó el ejemplo del jardinero que agrupa sus plantas de acuerdo con alguna característica útil para su trabajo (tamaño, color, etc.); esa clasificación es artificial y su valor predictivo es limitado. Una clasificación es válida cuando predice el máximo posible de hechos y, por esta razón, en cualquier campo de la ciencia sólo hay una clasificación válida, que en lo referente a los trastornos mentales sería aquella sustentada en la causa de estos trastornos.

La sección II recoge los diagnósticos y códigos del DSM-5, agrupados en categorías de trastornos relacionados. La descripción de los trastornos comienza con aquellos que se originan en el neurodesarrollo al principio de la vida y termina por las enfermedades que aparecen con más frecuencia al final de la vida. En el marco conceptual del desarrollo los trastornos también han sido agrupados según el conocimiento neurocientífico actual que relaciona trastornos de acuerdo con hallazgos genéticos (es decir, entre trastorno bipolar y trastornos psicóticos), evoluciones clínicas y patrones de enfermedades concomitantes compartidos. La variabilidad y los cambios de presentación que se producen a lo largo de la vida –como el cambio dependiente de la edad en los síntomas hiperactivos que tiene lugar típicamente en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)– también se tienen en cuenta en los trastornos individuales bajo el epígrafe de «Desarrollo y curso». Los factores relacionados con el sexo que puedan influir en el riesgo, la presentación o la evolución clínica quedan incorporados en toda la sección II bajo el epígrafe «Aspectos diagnósticos relacionados con el género». Estas dos subsecciones nuevas se añadieron para destacar la importancia del desarrollo y el sexo en el diagnóstico psiquiátrico.

Georgiopoulos 2019

Se precisa una técnica para describir trastornos que, aunque clínicamente relevantes, no encajan bien en las principales categorías diagnósticas, o en los que son necesarios más datos antes de asignar un diagnóstico más preciso. En el DSM-IV-TR se usaban los diagnósticos «no especificados (NE)» (not otherwise specified [NOS]) para esta situación; por ejemplo, el «trastorno de la conducta alimentaria NE» podía emplearse en pacientes que no cumplían todos los criterios de la anorexia o bulimia nerviosa. En el DSM-5 los diagnósticos NE han sido eliminados. En vez de estos, los clínicos pueden usar el término «otro especificado» (other specified) cuando deseen indicar el motivo por el cual no se cumplen todos los criterios diagnósticos.

A la hora de determinar qué diagnósticos encajan mejor en un paciente concreto hay que considerar cuáles son jerárquicos y mutuamente excluyentes, y cuáles podrían ser concomitantes/estar presentes a la vez. Los trastornos adaptativos excluyen otros diagnósticos, de modo que el psiquiatra tiene que determinar que los síntomas de presentación no cumplen los criterios de otro trastorno psiquiátrico. Del mismo modo, suele ser necesario descartar una causa médica no psiquiátrica o inducida por drogas antes de poder diagnosticar cualquier otro trastorno.

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Es posible usar una categoría diferente de «no especificado», «sin especificar» (unspecified), cuando el trastorno está presente claramente, pero no se da un motivo específico por el que no cumple todos los criterios. Esta situación se produciría cuando la información de la anamnesis es insuficiente, como en la evaluación urgente de un paciente. La etiqueta de «sin especificar» puede emplearse para indicar a grandes rasgos la presencia de un trastorno psiquiátrico (p. ej., trastorno mental sin especificar) o, siempre que sea posible, situar un diagnóstico en una familia de trastornos (p. ej., trastorno bipolar y relacionados sin especificar). Otra opción para denotar la incertidumbre diagnóstica es marcar un diagnóstico como provisional, lo que significa que se anticipa que el diagnóstico elegido surja más claramente con el tiempo o gracias a información adicional.

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DSM-V: Sección iIi. criterios y codigos diagnosticos.

La elaboración de la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) se caracterizó por un fuerte debate sobre la evidencia científica y la experiencia clínica que respalda el contenido del libro. En la sección III se presentan nuevas medidas y modelos para ayudar a la evaluación de los pacientes. Esta área del manual incluye medidas de evaluación, orientación sobre la formulación cultural, un modelo alternativo para diagnosticar trastornos de la personalidad y condiciones para futuros estudios. En ediciones anteriores, el contenido de esta área del manual estaba contenido en apéndices. Al traer esto La APA espera atraer una mayor conciencia y atención a estas herramientas. Herramientas clínicas valiosas Entre las herramientas de evaluación se encuentran medidas transversales de síntomas que se centran en medidas mentales más generales. Medidas de función y gravedad que son específicas del trastorno. Ambos reflejan la creciente evidencia científica sobre las limitaciones diagnósticas y terapéuticas de un constructo estrictamente categórico. Por el contrario, un enfoque más dimensional considera aspectos de la presentación de los síntomas importantes para la planificación del tratamiento y monitoreo, pero que se puede capturar cuantitativamente, como el recuento de síntomas o la intensidad, la duración y cambio en los síntomas. Estas medidas y evaluaciones están destinadas a ayudar a los médicos a capturar un Evaluación más completa de los pacientes. Se incluyen en la Sección III para fomentar sus pruebas y uso por parte de los médicos como parte del proceso de diagnóstico en evolución.

Contabilidad de la cultura Los antecedentes culturales pueden influir en gran medida en cómo un individuo percibe y presenta síntomas psiquiátricos, así como afecta el diagnóstico y el tratamiento. En la sección III se aborda esta importante cuestión a través de conceptos culturales de angustia, que detallan las formas en que las diferentes culturas describen los síndromes y las causas percibidas. Para ayudar a los médicos a medir tales factores, una guía de entrevista de formulación cultural se les proporcionan preguntas sobre la historia de los pacientes en términos de raza, etnia, idioma, religión, cultura o costumbres sociales y origen geográfico. La entrevista proporciona una oportunidad para que las personas definan su angustia en sus propias palabras y Luego relacione esto con cómo otros, que pueden no compartir su cultura, ven sus problemas. Esto le da al clínico una base más completa sobre la cual basarse. Otro modelo para los trastornos de personalidad Durante el desarrollo del DSM-5, se redactaron varias revisiones propuestas que habrían cambiado significativamente la forma en que los médicos diagnostican a las personas con trastornos de la personalidad. Basado en los comentarios de una revisión multinivel de las revisiones propuestas, la APA finalmente mantuvo el enfoque categórico actual con los mismos 10 trastornos de personalidad.

Pero uno de esos métodos alternativos, un modelo híbrido dimensional-categórico, se incluyó en la Sección III para impulsar la investigación continua. Este modelo requiere la evaluación de las deficiencias en El Funcionamiento de la personalidad (cómo un individuo típicamente se experimenta a sí mismo y a los demás) y caracteriza cinco áreas amplias de rasgos patológicos de la personalidad. Identifica seis tipos de trastornos de la personalidad, cada uno definido por un patrón específico de impedimentos y rasgos: • Trastorno límite de la personalidad • Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad • Trastorno de personalidad por evitación • Trastorno esquizotípico de la personalidad • Trastorno de personalidad antisocial • Trastorno narcisista de la personalidad Condiciones para estudios adicionales Algunas condiciones propuestas tenían un mérito claro, pero finalmente se consideró que necesitaban más investigación antes Podrían considerarse como trastornos formales. La inclusión de condiciones en la Sección III dependía de La cantidad de evidencia empírica disponible sobre un diagnóstico, la confiabilidad o validez diagnóstica, una necesidad clínica clara y el beneficio potencial en el avance de la investigación. La investigación adicional puede dar lugar a nueva información y datos que pueden guiar las decisiones en futuras ediciones del DSM.

Tal fue el caso de los conjuntos de criterios previstos para su estudio ulterior en el DSM-IV. Algunos adquirieron una evidencia base que justificaba su progresión a la Sección II para uso clínico generalizado, sin embargo, otras condiciones se eliminaron del manual por completo al no haber obtenido utilidad o evidencia empírica desde que se publicó el manual anterior.Se prevé que las condiciones incluidas en la sección III serán objeto de una evaluación similar. Las condiciones incluidas en la Sección III del DSM-5 se enumeran a continuación.

  • El síndrome de psicosis atenuada se observa en una persona que no tiene un trastorno psicótico en toda regla, pero exhibe versiones menores de síntomas relevantes. La identificación podría ser clave para una eficacia temprana intervención.
  • Los episodios depresivos con hipomanía de corta duración exhiben un comportamiento bipolar caracterizado por un episodio hipomaníaco que dura menos de cuatro días.
  • El trastorno de duelo complejo persistente representa un duelo prolongado y excesivamente debilitante eso evita que un individuo se recupere de una pérdida. Es una condición que probablemente requiera un enfoque de tratamiento.
  • El trastorno por consumo de cafeína se relaciona con el comportamiento adictivo potencial causado por un comportamiento excesivo y sostenido consumo de cafeína.

  • El trastorno del juego en Internet se ocupa de la preocupación compulsiva que algunas personas desarrollan al jugar en línea, a menudo con exclusión de otras necesidades e intereses.
  • El trastorno neuroconductual debido a la exposición prenatal al alcohol (ND-PAE) parece ser altamente dependiente de la edad gestacional y la etapa relacionada del desarrollo cerebral
  • El trastorno de conducta suicida describe a alguien que ha intentado suicidarse en los últimos 24 meses. Esta nueva categoría puede ayudar a identificar los factores de riesgo asociados con los intentos de suicidio, incluida la depresión, el abuso de sustancias o la falta de control de los impulsos.
  • La autolesión no suicida es autolesión, sin la intención de suicidio. Esta condición se considera como un problema importante en los campus universitarios y un problema de salud pública que necesita ser mejor entendido.
Si bien las afecciones incluidas en la Sección III no están destinadas al uso clínico de rutina, los médicos pueden observar que el posible presencia mediante el uso de la designación "otro especificado". Por ejemplo, "Otros bipolares especificados y Trastorno relacionado", sería el diagnóstico oficial, pero un médico podría referirse a la Sección III para depresivo. Episodios con hipomanía de corta duración al indicar que esta condición está presente entre paréntesis cuando registrar el diagnóstico. Esto permitirá a los médicos proporcionar diagnósticos más ricos para los pacientes cuyos síntomas no encajan estrictamente dentro de los trastornos actuales.

DSM-V 2013