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La teoría del capital social de Robert Putnam
Gema Luis
Created on October 8, 2021
La teoría del capital social de Robert Putnam: Originalidad y carencias
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Transcript
La teoría del capital social de Robert Putnam:Originalidad y carencias
Fundamentos conceptuales
El capital social de Putnam se inspira ampliamente en la concepción de Coleman, y, en menor medida, en la visión de la sociología de las redes sociales. Pero se fundamenta sobre todo en las tesis de Tocqueville sobre el rol de las asociaciones, completadas por las nociones de cultura cívica y de “familiarismo amoral”. La perspectiva de Coleman le permitirá sustituir la noción de cultura cívica, que utilizaba en sus primeros trabajos sobre los determinantes de la democracia, por la de capital social.
El compromiso cívico y asociativo
El compromiso cívico de los ciudadanos, comprendido como su interés por los asuntos públicos, explica la importancia concedida por Putnam a las asociaciones. Funda su construcción sobre la idea que de las asociaciones emergen las normas de reciprocidad que permiten a las sociedades funcionar correctamente. Las redes a las que alude Putnam en su definición hacen referencia esencialmente a las asociaciones voluntarias.
El compromiso cívico caracteriza, según Putnam, una comunidad cívica, una sociedad en la cual los ciudadanos están predispuestos a la confianza, a la solidaridad y manifiestan un interés por los asuntos públicos. Todo ello se encontrará en la participación asociativa y en la participación electoral.
El familiarismo amoral
El familiarismo amoral perspectivas, todos los individuos de una misma cultura tendrán, ante una situación determinada, la misma reacción o los mismos comportamientos. Por lo tanto, son los valores que determinan las acciones, y no las condiciones económicas o las relaciones sociales.
El “familiarismo amoral” designa una disposición particular de las personas que, fuera de las relaciones familiares, solo son capaces de desconfianza: las relaciones sociales son imposibilitadas como consecuencia de comportamientos que aspiran a maximizar las ventajas materiales de la familia a corto plazo y de la idea de que todos los demás hacen lo mismo. “Todos los que no forman parte del círculo restringido de la familia son percibidos a priori como competidores, y por lo tanto como enemigos potenciales”.
De la cultura cívica al capital social
La oposición entre las regiones es clara en materia de resultado institucional ya que las regiones prósperas, situadas sobre todo en el Norte y en el Centro, son precisamente aquellas donde se observa un fuerte compromiso cívico, y se oponen a las regiones “incívicas” ubicadas en el Sur. La democracia funciona y las instituciones son eficaces en las primeras. Confían unos en otros, convencidos de que todos son honestos y respetuosos de la ley. Por el contrario, el clientelismo y la corrupción predominan en las segundas: “defección, desconfianza, pereza, explotación, aislamiento, desorden y estagnación se refuerzan mutuamente en un miasma sofocante de círculos viciosos.
La teoría del desbordamiento
La diferencia esencial entre las regiones cívicas e incívicas estriba en la capacidad de cooperación de los individuos, que se fundamenta en la existencia de redes y de normas de reciprocidad que se desarrollan en su seno y se generalizan: el capital social. La parte fundamental del argumento adecua el concepto de Coleman en torno a la constatación de la existencia de dos tipos de vínculos sociales: los vínculos horizontales, entre actores iguales, y los vínculos verticales, entre actores cuyos poderes son desiguales, en unas relaciones jerárquicas.
Las redes de vínculos horizontales, tales como las que se forman en las asociaciones voluntarias favorecen la aparición de normas de reciprocidad. La confianza favorece el intercambio, la reciprocidad y el compromiso colectivo, y el éxito de las cooperaciones pasadas refuerza el compromiso colectivo y desarrolla el gusto por la cooperación. La densidad de las asociaciones es suficiente para que estas disposiciones se generalicen por desbordamiento: “Si las asociaciones voluntarias proliferan en la comunidad cívica, las pertenencias se cruzan y la participación se expande en los múltiples ámbitos de la vida de la comunidad”.
Las estructuras verticales encierran los individuos en unas situaciones en las cuales la explotación mutua y la corrupción son la norma, y los actores siguen estando eternamente animados por su avidez o su interés personal inmediato, creando y manteniendo unos comportamientos egoístas contra los cuales nadie puede elevarse.
Los deslizamientos de su pensamiento
El primer deslizamiento es la crítica más amplia es quizás la que desarrolla Sidney Tarrow, para el cual Putnam no trata lo que pretende abordar. Efectivamente, Making Democracy Work no se refiere a la democracia, sino al resultado institucional, sabiendo que éste puede ser bueno o malo independientemente del hecho de que estemos en democracia o no .
Se produce el segundo deslizamiento, el deslizamiento consiste en interesarse por lo que, en el conjunto de las diferencias entre Norte y Sur, permite explicar la diferencia de resultado para identificar la causa. La causa aparente es solamente una nueva denominación de la cultura política, según Tarrow. Y esta causa solo emerge gracias al empleo de un indicador cuestionable, dado que no es un dato sino una variable construida, una variable “mágica”.
La debilidad de su tesis
La otra gran crítica se refiere a la debilidad de su tesis, que no ofrece ninguna explicación a la generalización de los comportamientos cooperativos. Putnam considera efectivamente que el acto de asociarse es fundamental y no la razón por la cual se produce. No contempla relación alguna entre el motivo de una asociación y sus consecuencias, tanto para los miembros del grupo como para el conjunto de la sociedad, y solo se interesa en cierta medida por el “volumen” asociativo.
TEORÍAS ANTIGUAS Y MODERNAS SOBRE EL INTERÉS
El profesor Irving Fisher como teórico de la productividad
la “teoría de la impaciencia” de Fisher, atacada por Seager, ha sido considerada, en general, como una teoría psicológica. Fisher apoyaba una explicación psicológica. Fisher sólo se opone a ciertas formulaciones de una teoría de la productividad y no al principio general de las teorías de la productividad. Admite que en su libro ha criticado “las teorías de la productividad comunes” pero dice que le explicó al lector que “más adelante en el libro yo iba a reconstruir la característica ‘técnica’ que, en las teorías de los demás, busqué destruir”. Una vez más habla de su critica severa a “las teorías de la productividad comunes”, con lo que quiso decir que alguna teoría de la productividad podría ser defendible. Fisher se inclina a dar énfasis a cualquier afirmación anterior indulgente, como para dar la impresión de que él no niega la teoría del interés basada en la productividad. A pesar de su habilidad para aducir estas pruebas de su inocencia frente al cargo de escepticismo en la teoría del interés basada en la productividad, Fisher está arrepentido por no haber expuesto su posición con mayor claridad.
Origen de la teoría de la capitalización
Las doctrinas de la renta y del interés, tal como se las enseña en la actualidad, están irremediablemente confundidas en estas distinciones antiguas e ilógicas. Las dos formas de retorno para bienes materiales deben considerarse en tanto difieren en las formas de cálculo y no en lo que respecta a los tipos de bienes y tipos de retorno. La renta se relaciona con la “producción” de usos escasos y deseables de las cosas. La teoría del interés comienza con la valoración de estas diferentes rentas o ingresos, distribuidos en distintos períodos de tiempo.
La “productividad” de un factor material es simplemente su calidad de brindar a los hombres un servicio escaso y deseable. La explicación de este servicio de bienes representa la esencia de la teoría de la renta. El problema del interés, que consiste esencialmente en explicar la valoración establecida sobre los usos futuros de los bienes. El interés como expresión de la relación de cambio entre servicios y usos presentes y futuros no está limitado ni puede limitarse a ningún tipo de bien, existe dondequiera que haya un servicio futuro. Una buena teoría del interés debe desarrollar la fértil sugerencia de Böhm-Bawerk con respecto a que el problema del interés no es una cuestión del producto sino del intercambio del producto, sugerencia que él mismo tampoco ha seguido.