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Ubicación, religión, aportaciones, curiosidades, etc

Culturas mesoamericanas

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índice

Cultura Olmeca

Cultura Maya

Mexica o Azteca

Cultura Zapoteca

Cultura Teotihuacano

Cultura Tolteca

Cultura Mixteca

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Caracteristicas generales

Características Generales

1

2

3

4

Agricultura

Gobierno

Comercio

Religión

5

Cultura

Utilizaron diferentes técnicas para sembrar principalmente maíz, chile, frijoles y calabaza.

Tenían una forma de gobierno bien organizada y jerarquizada. Los líderes eran los sacerdotes, comerciales o militares y esos cargos de liderazgo eran hereditarios.

El comercio de productos utilitarios y santuarios les permitió tener un fluido contacto con el resto de las civilizaciones de la zona mesoamericana y de allí compartir varias de las características y costumbres.

Eran politeístas, es decir, creían en varios dioses. Cada civilización tenía sus dioses y eran duales, es decir, podían ser bondadosos o malvados según cada caso. Además adoraban a deidades como el agua, las serpientes emplumadas, el fuego, la tierra y esopecialmente las piedras verdes (llamados chalchíhuitl), consideradas sagradas.

Algunos pueblos practicaban el sacrificio humano o el auto sacrificio (punción sobre el propio cuerpo, sangrado, etc.). También construían templos religiosos de forma piramidal y escalonada.

Cultura Olmeca

Ubicación

Economía

Religión

Organización Social

Vestimenta

Aportes

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Extinción

Los olmecas surgieron en la región del sureste del actual México, especialmente en los estados de Veracruz y de Tabasco. Posteriormente, su influencia se extendió a lo largo y ancho de toda la región mesoamericana, en los territorios de las actuales Guatemala, Belice, El Salvador, Nicaragua y Honduras. Hay evidencia de su origen tanto en Chiapas y los Valles Centrales de Oaxaca, como en el Istmo de Tehuantepec. Pero sus principales centros ceremoniales fueron: San Lorenzo (1150 a.C.), La Venta (1750 a.C.) y Tres Zapotes (900 a.C.).

Es probable que la economía de los olmecas haya sido principalmente agrícola, pero con un margen importante para el comercio con los pueblos vecinos, a través de vastas y elaboradas redes de intercambio. De ese modo su cultura se adoptó y distribuyó por el continente, al ser valorada por otras culturas. El hule, abundante en la región, posiblemente haya servido como un bien de intercambio.

Todo apunta a que la cultura olmeca era profundamente religiosa. Era teocrática, politeísta, con deidades fundamentalmente agrícolas, que representaban a los astros, los volcanes y otros aspectos del cosmos. Tenían animales sagrados, como el jaguar, al que rindieron culto abundantemente. También adoraban sapos, caimanes y toda una vasta mitología de seres con cabeza de uno y cuerpo de otro. Se estima que fue una religión dinástica, o sea, que vinculaba a sus gobernantes directamente con los dioses, como si fueran sus herederos. Pero era una religión compleja que aún no ha sido del todo descifrada.

No se sabe mucho respecto al modo de organizarse de los olmecas, pero a juzgar por la complejidad de sus representaciones, es probable que tuvieran una sociedad compleja, con diversos estamentos, en que los guerreros y soldados tenían un rol destacado.

A juzgar por las muestras de arte y las estatuillas olmecas conservadas, esta cultura vestía probablemente ropas livianas de algodón cultivado. Además utilizaban diversos métodos de ornato personal dependiendo de la actividad desempeñada y el lugar dentro del orden social y sus jerarquías. Los tabiques nasales, las plumas, las narigueras y aretes pectorales seguramente eran comunes en los hombres, especialmente en los guerreros. Las mujeres solían vestir huipil y quechquemitl, con faldas debajo.

Los olmecas contribuyeron significativamente con la cultura mesoamericana y, de manera indirecta, con la civilización humana, a través del desarrollo de un estilo artístico, arquitectónico y filosófico particular, además de: El descubrimiento del hule o látex natural, a partir de los árboles de caucho. Sus imponentes esculturas enterradas, que tienen forma de cabeza gigante (3 mts) y fueron luego replicadas por otras culturas locales. La construcción de pirámides y centros ceremoniales cuyas ruinas inspiraron a otras culturas posteriores. Fueron los primeros conocedores del cacao, que supieron convertir en formas primitivas de chocolate. Jugaron a un deporte desconocido, en el que empleaban pelotas de goma en unas canchas especialmente diseñadas.

Alrededor del 400 aC La Venta entró en decadencia y finalmente fue abandonada por completo. Con la caída de La Venta llegó el fin de la cultura olmeca clásica. Aunque los descendientes de los olmecas todavía vivían en la región, la cultura en sí desapareció.

Cultura Maya

Ubicación

Historia

Religión

Organización Social

Características

Economía

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Extinción

Aportes

Los mayas fueron un pueblo mesoamericano, es decir, que florecieron en el área cultural mesoamericana, una de las seis cunas de la civilización humana en nuestro planeta. Dicha región se extiende desde el actual centro de México hasta América Central. Los mayas llegaron a abarcar el sureste de México, la totalidad de Yucatán, Guatemala y Belice, la región occidental de los territorios actuales de El Salvador y Honduras. Conocieron el Golfo de México, el Litoral caribeño y el Océano Pacífico. Es decir que controlaron aproximadamente un tercio de la extensión total de Mesoamérica.

La historia de la cultura maya tiene una duración de casi 3500 años. Sus primeros pueblos surgieron hace casi 4.000 años, y su desaparición como cultura independiente ocurre por su encuentro con los conquistadores europeos. Todo ello se suele organizar en tres grandes períodos, que son: Período preclásico (2000 a.C. a 250 d. C.). Se dan los primeros vestigios del pueblo maya y sus primeros asentamientos a lo largo de la franja del Pacífico y luego del Atlántico. Lentamente estos se convierten en las primeras grandes ciudades de la región: Nakbé, Tikal, Dzibilchaltún, Xicalango, entre otras. Este período se divide en tres subperíodos: Preclásico temprano (2.000-1000 a. C.), Preclásico medio (1.000-350 a. C.) y Preclásico tardío (350 a. C.-250 d. C.); en este último se produjo el primer florecimiento cultural de los mayas, y hacia el siglo I d. C., su primer colapso. Muchas de sus grandes ciudades fueron entonces abandonadas, por motivos hasta hoy desconocidos. Período Clásico (250-900 d.C.). En este período se produce un renacimiento de la cultura maya, únicamente equiparable al que vivió Europa luego de la Edad Media, o quizá al florecimiento de la Grecia de la Antigüedad. En ese sentido, surgieron grandes centros ceremoniales como Chichen-Itzá y Uxmal. Es también un período de grandes y sangrientas guerras, que permitieron el ascenso y la caída de diversos sistemas monárquicos. Eventualmente, ello condujo a un nuevo y gran colapso político, al abandono de las ciudades en favor de las regiones del norte de México, y a un empobrecimiento que aún hoy resulta difícil de explicar. Este período, a su vez, contiene tres subperíodos: Clásico temprano (250-550 d. C.), Clásico tardío (550-830 d. C.) y Clásico terminal (830-950 d. C.). Período Posclásico (950 a 1539 d. C.). Vestigios significativos de la antiguamente vasta cultura maya perduraron luego de la caída en ciudades ubicadas en territorios elevados, o cerca de fuentes de agua, con una organización que reconocía distintos estados mayas regidos por un consejo de reyes. Eso hasta la llegada de los invasores españoles, pues estando tan debilitados por sus pugnas intestinas, los pueblos mayas no pudieron hacer frente a la conquista y fueron colonizados por la cultura europea.

La religión de los mayas compartió rasgos con mucho del resto de Mesoamérica. Creían en un plano espiritual habitado por deidades poderosas. Sus dioses debían ser aplacados mediante prácticas rituales, sacrificios humanos y ofrendas ceremoniales. Ante ellos, los propios antepasados difuntos y los chamanes servían de intermediarios. Por eso los mayas enterraban a sus muertos debajo de los pisos de sus casas, en medio de las correspondientes ofrendas, acordes a su estatus social. La cosmovisión maya era altamente elaborada: contemplaba 13 niveles en el cielo y nueve en el inframundo, y entre los dos se hallaba el mundo de los vivos. A su vez, cada nivel constaba de cuatro puntos cardinales, cada uno asociado a un color distintivo, y a los cuales estaban asociados ciertos aspectos de las deidades principales de su panteón. Por lo demás, la religión estaba en manos de los sacerdotes, un grupo cerrado cuyos miembros provenían de la élite de la sociedad. Durante el Período Clásico, comenzó a surgir entre ellos el sumo sacerdote y conductor de la sociedad, que hacía las veces también de gobernante.

La sociedad maya se dividía, en sus inicios, entre una élite dominante y una masa de plebeyos. Este orden se sostenía mediante la fuerza militar y la tradición religiosa. Pero el crecimiento sostenido de los estados mayas propició la aparición de clases económicas y políticas más complejas. Por eso, posteriormente se distinguió entre sacerdotes de bajo rango, soldados, artesanos, funcionarios, campesinado y la servidumbre, o los esclavos capturados de otras culturas vecinas. A diferencia de los aztecas o los incas, los mayas no conformaron un sistema político central, es decir, un estado o reino único. En su lugar, preferían la convivencia de Estados y cacicazgos diversos, que alcanzaban eventualmente un dominio regional temporario. Sin embargo, sus gobiernos consistían siempre en variantes de la monarquía teocrática, es decir, de un rey impuesto por voluntad divina, elegido entre una élite política. Por ende, las intrigas y alianzas entre castas eran un asunto frecuente y polémico. Además, los mayas fueron guerreros asiduos y enfrentaron numerosos conflictos políticos y militares a lo largo de su historia. En parte porque los distintos reinos mayas competían entre sí por predominancia regional. Por otro lado, la cultura bélica era central en la concepción del mundo maya: eran prácticas comunes la humillación o el sacrificio físico de los guerreros vencidos, así como recompensar a los guerreros victoriosos con partes del cuerpo de los caídos. Sus armas predilectas fueron siempre las cerbatanas, las espadas de obsidiana y sobre todo los atlatl, una suerte de lanzas largas.

Como muchas otras civilizaciones humanas, la maya se estableció a partir del abandono del nomadismo y el desarrollo de la agricultura, cuyos productos constituyeron durante siglos el fundamento de la dieta maya: maíz, frijoles, calabaza y el chile. Sus primeras ciudades surgieron alrededor del año 750 a. C., y hacia el 500 a. C. ya habían alcanzado proporciones arquitectónicas monumentales, especialmente en sus grandes templos y centros ceremoniales. Durante su florecimiento, sus ciudades-Estado abarcaban enormes áreas de influencia y se conectaban entre sí mediante complejas redes de comercio. Sus formas artísticas fueron sofisticadas y dejaron rastros duraderos, en los que se usaba abundantemente el jade, madera, obsidiana, cerámica y la piedra tallada. Los mayas hablaban un idioma diverso, derivado del protomaya ancestral en un conjunto de lenguas mayas, cada una distinta dependiendo del reino en que se hablaba. Así, había una lengua huastecana, quicheana, mameana, etc. La mayoría de los textos mayas, no obstante, provenientes del periodo clásico, estaban escritos en choltí clásico.

Si bien la base del sustento maya era agrícola, el comercio jugó un rol fundamental en su civilización, y en su contacto con los demás pueblos alrededor. Las ciudades más grandes e importantes controlaban el acceso a recursos clave, como las minas de obsidiana, las fuentes de sal, e incluso el tráfico de esclavos en la región mesoamericana. De hecho, los mayas de Tabasco construyeron una extensa red de intercambio fluvial, que hizo de ellos lo más grandes comerciantes de su región y su período. Elementos de típica factura maya pudieron encontrarse en ciudades lejanas de Nicaragua y Honduras, por lo que fueron transportadas y comercializadas de alguna manera. Esta actividad era tan fundamental para la economía maya, que incluso luego de la conquista siguió llevándose a cabo marginalmente.

En 2012 se publicó un estudio donde se afirmó que el fin de la civilización maya fue a consecuencia de una larga sequía que duró más de 80 años. Después de años de carencia, la sequía, que duró casi un siglo, desde 1020 hasta 1100, definitivamente selló el destino de la civilización maya.

Arquitectura: Los mayas dejaron tras de sí una importante obra arquitectónica, de las más grandes del mundo premoderno. Construyeron palacios, templos piramidales, espacios ceremoniales y deportivos. Además, desarrollaron estructuras alineadas expresamente para la observación astronómica. Sin embargo, en sus ciudades no había ningún tipo de diseño urbano formal. De hecho, las poblaciones crecían irregularmente, desde el exterior hacia el Interior. En el centro de las ciudades se hallaban los edificios administrativos y ceremoniales, rodeados de edificaciones residenciales. Sus construcciones empleaban tecnología neolítica, con piedra y materiales perecederos. A través de técnicas de mampostería podrían aprovechar los elementos disponibles alrededor. Escritura: La escritura maya fue un sistema completo de escritura jeroglífica, el único de toda la América precolombina, cuyos primeros indicios se estiman entre los siglos I y II d. C., en la región costara de la actual Guatemala. Es muy semejante a la escritura ístmica mesoamericana (que consiste en logogramas), por lo que es posible que surgieran en paralelo. Los mayas empleaban esta grafía para rotular vasijas, murales y estelas, con fines tanto prácticos, como rituales o religiosos. Astronomía: Otro importante legado maya tiene que ver con su meticulosidad a la hora de contemplar el firmamento y registrar sus observaciones astronómicas en torno al Sol, la Luna, Venus y las estrellas. Según su creencia, del firmamento podían obtenerse herramientas adivinatorias. Es decir que los sacerdotes contemplaban los ciclos astronómicos pasados y los vinculaban con eventos que podrían repetirse, formulando así profecías. A pesar de que no tenían una intención científica clara, los mayas lograron medir el ciclo de Venus de 584 días con un margen de error de apenas dos horas, dado que tenían también un portentoso agarre de las matemáticas. - Fuente: https://concepto.de/cultura-maya/

Cultura Azteca o Mexica

Ubicación

Características

Religión

Organización Social

Economía

Organización Militar

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Extinción

Los mexicas provenían de una tribu nómada mesoamericana que se asentó hacia el año 1325 en México-Tenochtitlán, en el centro del actual territorio de México, en donde actualmente se halla la Ciudad de México, capital del país. Desde allí se expandieron hacia afuera, se adueñaron de los actuales estados de México, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Guerrero, Chiapas (la costa), Hidalgo y parte del territorio actual de Guatemala. En dicha región contaban con diversos ecosistemas, distintas regiones climáticas y por lo tanto distintos recursos naturales que aprovechar. Así, a inicios del siglo XVI ya los aztecas, gobernados por Moctezuma II, ejercían el control imperial de la región y habían convertido el náhuatl en lengua franca en prácticamente toda Mesoamérica.

Los aztecas eran un pueblo fundamentalmente guerrero y religioso, cuyo patrono principal era el dios Sol, Huitzilopochtli. A su nombre hacían sacrificios humanos, con los guerreros de las etnias conquistadas, a las que además imponían un sistema de impuestos que centralizaba en Tenochtitlán la mayor cantidad de riquezas posible. Su carácter belicista se reflejaba en sus vestimentas, adornadas con plumas y otros adornos que mostraban además la jerarquía del individuo dentro de la sociedad. Dominaban un tipo de metalurgia prehispánica basada en bronce, oro, plata y obsidiana, con el que confeccionaban ornamentos y armas para la guerra. Poseían también una escritura pictográfica que cumplía fines de documentación, un sistema métrico propio con el que desarrollaron numerosas obras arquitectónicas, y un sistema astronómico basado en la observación del Sol, la Luna y Venus. Su imperio heredó tendencias culturales de culturas precedentes, como los teotihuacanos. De hecho, hicieron de Teotihuacán, ya abandonada y en ruinas, un lugar de peregrinaje religioso en el que llevar a cabo ritos y ofrendas humanas: varones al dios Sol, mujeres a la diosa Luna.

Como otras tribus mesoamericanas, los mexicas poseían una cosmovisión fruto de la herencia e hibridación de culturas anteriores, organizada en torno a la veneración de un dios solar. Sin embargo, es posible y frecuente hallar evidencia de veneración de dioses toltecas como Tláloc, Tezcatlipoca o Quetzalcóatl. Incluso, a medida que el Imperio crecía nuevas deidades eran veneradas. Esto se debía a que nuevas poblaciones eran asimiladas y el panteón mexica se expandía. Para ello, se enlazaban sus relatos mitológicos con los de los dioses existentes. Esto arrojó como resultado una religión llena de intrincadas y complejas historias de parentesco entre los dioses, fruto del sincretismo entre civilizaciones. Sin embargo, conforme el Imperio se establecía, surgió cierta concepción monista sobre lo divino, abandonando el politeísmo tradicional. En esto los estudiosos no llegan a un consenso definitivo. En todo caso, la religión de los aztecas era un elemento central en su cultura. Los ritos de ofrenda a los dioses y sacrificios humanos (generalmente de prisioneros de guerra) era común e importante en la consolidación de las castas militares.

La sociedad mexica se dividía en veinte clanes o calpullis, vinculados entre sí por parentesco, división territorial y la práctica religiosa, esta última inseparable del arte de la guerra. Cada clan tenía una autoridad o calpullec, un territorio asignado y un templo propio. Incluía personas de las tres clases sociales: Nobles guerreros (pipiltin). Controlaban el gobierno y la religión, dado el carácter teocrático de la sociedad mexica. Plebeyos (macehualtin). Comprendían artesanos, campesinos y comerciantes del pueblo llano. Esclavos (tlatlacohtin). Generalmente eran prisioneros de guerra, criminales o ciudadanos que pagaban mediante la servidumbre grandes deudas a terceros. En cada altépetl se ejercía la justicia local y administrativa mediante instituciones designadas para ello. Por otro lado, los problemas irresolubles podían elevarse a tribunales judiciales en México-Tenochtitlán y Texcoco. Allí, la justicia era impartida en el propio palacio real por parte de las autoridades. Sin embargo, entre el pueblo llano la impartía un tecutli o juez de elección popular, que estaba en funciones durante un año. Por encima del tecutli estaba un tribunal de tres jueces vitalicios, designados por el asesor encargado del ejecutivo o cihuacóatl, quien servía de consejero a la autoridad política máxima del Imperio, el huey-tlatoani. Este último era electo, a su vez, de entre la nobleza de los clanes de la sociedad, por un concejo integrado por representantes de cada clan.

La economía azteca fue, especialmente durante el apogeo imperial, sumamente próspera. En particular porque el dominio de los pueblos vecinos brindaba la oportunidad de mano de obra barata y abundante. Además, el cultivo de las tierras se asignaba a los clanes o calpulli, repartiendo la producción entre el Estado, los sacerdotes, las familias del clan y su jefe. Gracias a sus avanzadas técnicas agrícolas, se aprovecharon las aguas del lago Texcoco mediante un sistema de cultivo llamado chinampas, que empleaba el lodo del lago como abono y pudiendo sembrar varias veces al año. Además, conocieron el comercio, principalmente el trueque, así como el tráfico de esclavos, y las industrias de la minería (especialmente obsidiana para elaborar utensilios y armas) y la textil (empleando algodón y fibras de maguey).

Los aztecas poseían una formidable organización militar, que les garantizó el dominio de la región durante su etapa imperial. Contaban con la labor de inteligencia de los comerciantes y mercaderes, que brindaban información clave previo a las invasiones, que generalmente duraban hasta que sus enemigos cedieran al vasallaje. Es posible también (aunque no se ha comprobado) que el matrimonio les otorgara también la posibilidad de asimilar al Imperio castas nobles particularmente resistentes al vasallaje. El ejército mexica estaba integrado por numerosos plebeyos (yaoquizqueh), apenas con una instrucción militar básica, y un número menor pero considerable de guerreros profesionales provenientes de la nobleza, organizados en distintas sociedades guerreras, de acuerdo a sus desempeños y su tradición bélica. La guerra era fundamental en el modo de vida azteca. Por ejemplo, era el único factor de ascenso social para los plebeyos, por lo que los hombres recibían instrucción militar desde edades tempranas. Sus armas preferidas de combate eran las espadas de obsidiana (macagüitas), lanzas (tepoztopillis) y escudos (chimallis). Se dice que Moctezuma poseía una lujosa armería cuyos instrumentos estaban adornados con piedras preciosas.

El fin del Imperio azteca ocurrió el 13 de agosto de 1521, cuando los españoles —en alianza con los tlaxcaltecas y totonacas, entre otros pueblos indígenas— derrotaron la resistencia mexica en Tenochtitlan y Tlatelolco.

Cultura Zapoteca

Ubicación

Economía

Religión

Características

Costumbres

Aportes

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Extinción

Lenguas

Los zapotecas se establecieron en el valle de Oaxaca, a unos doscientos kilómetros al sur de la actual ciudad de México. Su capital era el Monte Albán, ubicada a unos diez kilómetros de la ciudad de Oaxaca, que resultó un punto estratégico porque desde allí podían avistarse los valles centrales (un conjunto de tres valles fluviales). La capital contaba con estructuras escalonadas en forma de pirámide, destinadas a edificios sagrados, tumbas y mercados. Los zapotecas desarrollaron varios asentamientos importantes que se dividieron en tres grupos: del valle, de la sierra y del sur. Lograron dominar esas tierras a través de los estrechos vínculos comerciales con la civilización olmeca en la costa sur del Golfo, de la conquista militar y la captura de gobernantes rivales en otros pueblos cercanos. Alrededor del 900 d. C. la ciudad zapoteca de Mitla (en el Valle de Oaxaca) se convirtió en la más importante, entre otras cuestiones, por su arquitectura con edificios ornamentados y dispuestos alrededor de plazas.

La economía zapoteca se basó en el cultivo de maíz, frijoles, calabaza, café, trigo y caña de azúcar, y en la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres. Se caracterizaron por las prácticas innovadoras para aumentar la eficiencia de la agricultura. Por ejemplo, desarrollaron terrazas artificiales en las laderas de los valles de manera escalonada, para evitar que la lluvia arrasara con la cosecha. Estas terrazas, además, eran regadas por extensos canales que se alimentaban de los manantiales naturales. Estos avances permitieron abastecer el consumo interno y externo ya que podían comercializar sus productos con los pueblos cercanos, tanto de tipo agrícolas como artesanales (cerámicas y tejidos).

Al igual que en otras culturas mesoamericanas, los zapotecas eran politeístas, es decir, creían en varios dioses. Sin embargo, sus prácticas religiosas se destacaban por rendir culto a un dios principal, Xipe Totec, deidad relacionada con la agricultura, la enfermedad y la primavera. Como símbolo de la nueva vegetación, Xipe Tótec usaba la piel de una víctima humana para representar la “nueva piel” que cubría la tierra en la primavera. Además, daban ofrendas y sacrificios a los siguientes dioses: Tlatlauhaqui. Dios del Sol. Pitao Cozobi. Dios del maíz. Coqui Bezelao. Dios de los muertos. Quetzalcóatl. Dios de los vientos. Pitao Cocijo. Dios de la lluvia y la tormenta. Xonaxi Quecuya. Dios de los terremotos. La religión zapoteca adoraba a sus antepasados y creía en la existencia de un paraíso bajo tierra donde descansaban los restos de los antecesores. En la zona del Monte Albán se han encontrado más de ciento setenta tumbas subterráneas, muchas de ellas con bóvedas y antecámaras de paredes decoradas que denotan la riqueza de la ciudad. Las tumbas muestran signos de haber sido abiertas de manera regular, lo que evidencia la preocupación o la adoración de los zapotecas por el culto a sus antepasados.

Entre las características generales de la cultura zapoteca se destaca la influencia que recibieron por parte de los olmecas, la primera civilización mesoamericana. Por ejemplo, en el arte con el uso de piedras preciosas, en la arquitectura con la edificación en forma piramidal y en la religión con la adoración a múltiples dioses. La organización social de los zapotecas fue de tipo jerárquica y más compleja en comparación a los olmecas. Sin embargo, en ambas civilizaciones, la religión ocupaba un lugar central en el gobierno. Estaba determinaba por la siguiente estructura piramidal: Gobernantes. Era el sector más poderoso, integrado por los sacerdotes con poderes divinos que gobernaban en las diferentes ciudades. Elite. Era el sector integrado por los altos guerreros, caciques y funcionarios del gobierno. Comerciantes. Era el sector que, debido a sus actividades comerciales, contaba con cierto prestigio que lo diferenciaba de la mayoría de la población. Artesanos. Era el sector mayoritario, integrado por agricultores, tejedores y alfareros, entre otros. Esclavos. Era el sector más castigado, integrado por prisioneros de guerra o arrestados por delitos. Se los usaba como obreros o para ser sacrificados como ofrenda a los dioses. La cultura zapoteca se caracterizó por sus grandes guerreros ya que todo hombre de los sectores comerciantes, artesanos y esclavos estaba obligado a ir a la guerra. En el 800 a. C. decayó el poder en la capital de Monte Albán. No se conoce la causa, dado que no presenta rastros de violencia o guerras. La ciudad de Mitla (destacada por su arquitectura) pasó a ser el centro principal. Durante la conquista española, la sociedad piramidal de los zapotecas se redujo, de manera considerable, a campesinos que pagaban tributos. En la actualidad, predominan algunos habitantes zapotecos en zonas rurales de México, con una cultura moderna y compleja, que unifica características mexicanas, coloniales españolas y prehispánicas. En la actualidad, el zapoteco más famoso es Benito Juárez, nacido en la aldea de la sierra de Guelatao. Fue presidente de México desde 1858 hasta 1872 y, a modo de reconocimiento, se celebra una fiesta nacional anual que consiste en una peregrinación a Oaxaca con motivo de conmemorar el día de su nacimiento. Otros reconocidos y respetados zapotecos son los escritores indígenas Víctor de la Cruz, Víctor Terán, Natalia Toledo Paz y Mario Molina Cruz.

Entre las costumbres y tradiciones de la cultura zapoteca se destacan: El día de los muertos. Era una de las celebraciones que formaba parte del calendario religioso de los zapotecas y consistía en realizar ofrendas a los dioses, como acto necesario para trasladarse al “más allá”. Además, realizaban danzas al ritmo de la música, dado que era un día conmemorativo pero alegre. En la actualidad, es uno de los eventos mexicanos más destacados y reconocidos. La guelaguetza. Era una celebración zapoteca en la que se realizaban cultos a distintas deidades, como a la Virgen del Carmen, en el centro de Oaxaca. En la actualidad, la festividad permanece vigente como una de las más grandes en el estado de Oaxaca, llamada también “fiesta de los lunes del cerro”. La danza de la pluma. Era un baile tradicional que formaba parte de la Guelaguetza. Surgió con el fin de representar la conquista de los valles centrales por parte los españoles y se usaba como medio de evangelización. La danza se presentaba con los dos bandos: uno de los españoles y otro de los pueblos mesoamericanos.

La cultura zapoteca fue influenciada por los olmecas. Sin embargo, la civilización zapoteca supo perfeccionar los conocimientos heredados y alcanzar un nivel sofisticado en arquitectura, arte, escritura e ingeniería. Entre los principales aportes para las civilizaciones posteriores se destacan: El maíz como producto principal. El sistema de riego avanzado. La creación de un sistema de escritura propio. La creación de un calendario. La creación de un sistema numérico.

Decadencia. Monte Albán dominó los valles hasta fines del Período Clásico mesoamericano y, al igual que otras ciudades mesoamericanas, entre los años 700 y 1200 d. C. terminó su esplendor; pese a ello, la cultura zapoteca continuó en los valles de Oaxaca, Tabasco y Veracruz.

La cultura zapoteca practicaba una macrolenguaje, es decir, un idioma conformado por varios dialectos diferentes que no resultaban comprensibles entre sí. Esto se debió a las estrechas relaciones comerciales que mantenía con algunos pueblos cercanos, como los olmecas, teotihuacanos y mayas. Los zapotecas desarrollaron un sistema de escritura propio basado en jeroglíficos y otros símbolos, que grabaron en piedra, edificios y tumbas. Además, desarrollaron un sistema numérico representado por puntos y barras, que diagramaron en un año de doscientos sesenta días y que habría sido la base de los calendarios maya y azteca. - Fuente: https://concepto.de/cultura-zapoteca/

Cultura Teotihuacano

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La ciudad de Teotihuacán se ubica en el noroeste del valle de México, en el Estado de México, municipios de Teotihuacán y San Martín de las Pirámides, a unos 78 kilómetros de distancia de la Ciudad de México, en el altiplano mexicano. Esta zona fue declarada patrimonio mundial de la humanidad por UNESCO en 1987. Por lo tanto, la cultura teotihuacana debe haberse desarrollado en las inmediaciones geográficas de la ciudad. Su apogeo tuvo lugar durante el Período Clásico, entre los siglos II y VII d. C., cuando se produjo su declive, como parte del colapso de Mesoamérica del siglo VII d. C., producido por una combinación de inestabilidad política y cambio climático.

La economía teotihuacana, como la de muchas otras culturas mesoamericanas, se sustentaba en tres ejes: Agricultura. Se cultivaba especialmente maíz, frijoles, pimientos y cereales, todo mediante técnicas de regadío y dispuestos en terrazas. Comercio. Era facilitado por las enormes dimensiones de la ciudad y su importante influencia en la región. Guerras. Se sabe de las gestas épicas de conquista teotihuacana de las ciudades mayas de Tikal, Copán y Quiriguá, durante el apogeo de Teotihuacán entre los siglos II y IV.

Los teotihuacanos cultivaron una religión politeísta y compleja. Posee muchos puntos de contacto con las de otras culturas mesoamericanas, tanto previas como posteriores, seguramente a través de dinámicas de herencia y de contagio cultural. El culto a la serpiente emplumada, Quetzalcóatl, por ejemplo, es frecuente en las ruinas de otras culturas de la región. En Teotihuacán, Quetzalcóatl es venerado en un impresionante templo, además de estar presente en forma de estatuillas y murales. Otros dioses importantes de su panteón fueron Tlaloc, dios de la siembra; Huehuetéotl, dios del fuego; Tezcatlipoca, dios del cielo y la tierra. También poseían un conjunto de animales míticos o sagrados: el búho, el puma, el águila y la serpiente. Es muy probable que sus ritos involucraran sacrificios humanos, cosa común en la región. Los sacrificios eran llevados a cabo por una élite cerrada de sacerdotes o chamanes.

A juzgar por los restos de Teotihuacán, sus fundadores eran expertos constructores con un sentido monumental de la arquitectura. Son célebres sus pirámides del Sol y de la Luna, su templo a Quetzalcóatl y otras construcciones similares, cuyas paredes pintaban con motivos alegóricos a su religión, su cosmovisión, así como una fina y hermosa cerámica ritual. Los alrededores de la ciudad servían para el desarrollo agrícola y la explotación de la obsidiana. Por eso, esta urbe era también un importante centro comercial de la región. Es probable que la sociedad teotihuacana se conformara, a semejanza de otras mesoamericanas, por sacerdotes, guerreros, comerciantes y agricultores. Se sabe que la cultura teotihuacana poseía una fuerte impronta imperial, y conquistó otras ciudades mayas vecinas.

La gran ciudad teotihuacana y la única que sobrevive hasta nuestros días es Teotihuacán. Tanto así, que la ciudad le da nombre a la cultura, a pesar de que su nombre provenga de la lengua azteca. La historia de esta ciudad fue objeto de interés y curiosidad no solo para nosotros, también en su momento los toltecas y mexicas hicieron de sus ruinas un sitio de peregrinaje. En la actualidad, Teotihuacán es, junto al Chichén-Itzá, El Tajín y Monte Albán, algunos de los lugares de interés turístico y antropológico más importantes de la región. Teotihuacán cubrió, en su momento de apogeo, una superficie de alrededor de 21 kilómetros cuadrados. Se estima que albergó a una población de entre 100.000 y 200.000 habitantes. Son célebres su calzada de los Muertos, en eje norte-sur, atravesada en su momento por el río San Juan, que fue desviado de su cauce. También por las Pirámides del Sol y de la Luna, el templo a los Animales Mitológicos, el Palacio de Quetzalpapálotl, el templo de Quetzalcóatl, o los conjuntos habitacionales de Yayahuala, Tetitla, Xala y Zacuala.

A pesar de que mucho se desconoce de los pobladores originarios de Teotihuacán, su impronta se dejó sentir en la región. Su legado permanece hasta hoy, más que nada en las ruinas de la que fuera su gran metrópoli. Se conserva parte de sus relatos mitológicos. Muchas de sus creencias son compartidas total o parcialmente con otras culturas mesoamericanas, en un melting pot cultural de suma importancia histórica. También perdura su cerámica y mampostería, su impresionante visión de la arquitectura e ingeniería, o las coloridas máscaras ceremoniales con que emprendían sus ritos.

El desarrollo de la cultura teotihuacana abarca un largo periodo de nueve siglos, desde su inicio hacia el año 200 antes de Cristo, hasta su decadencia, ocurrida entre los años 700 y 750 de nuestra era.

Cultura Tolteca

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En un principio, los toltecas fueron un pueblo nómade, lo que los llevó a recorrer varias regiones. A comienzos del 800 d.C. se asentaron tras fundar la ciudad de Tula, ubicada a 60 km de lo que hoy es la ciudad de México. Posteriormente se expandieron hacia los alrededores de esa ciudad. A pesar de no haber ocupado un vasto territorio, ejercieron una fuerte influencia en las demás comunidades y en el desarrollo de grandes culturas posteriores.

La economía tolteca se basó en la agricultura, a través de amplios cultivos abastecidos por un complejo sistema de canales de riego. Cultivaban algodón, maguey, maíz, chile y frijol. También formaron parte de su desarrollo económico la artesanía y el trabajo de piedras preciosas. Se caracterizaron por ser grandes comerciantes, pudiendo abastecerse de otras materias primas que conseguían a través de la guerra con los pueblos cercanos. La subsistencia a base de la agricultura era un problema recurrente en la árida región tolteca, donde a pesar de que el riego se practicaba siempre que era posible, el continuo crecimiento de la población resultaba una gran preocupación. Durante las épocas de sequía, no bastaba solo con el comercio de los pueblos vecinos para abastecer a todos los toltecas. Por eso, las leyendas sugieren que la hambruna provocada por la disminución de las precipitaciones condujo a una guerra civil y, en última instancia, al abandono de la ciudad de Tula.

La religión que practicaban los toltecas fue politeísta. Sin embargo, adoraban a dos dioses en particular: Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. Tenían diferentes centros ceremoniales (donde practicaban los rituales) y uno de los más importantes fue “El Palacio Quemado”. Varias pirámides servían de templos para los diversos dioses, pero, como consecuencia de los saqueos, se dificulta conocer la historia de cada estructura. Solo se puede identificar que los templos fueron construidos con una orientación intencionada, con una dirección específica de este a oeste, acompañando el movimiento del sol y de la luna.

La cultura tolteca se caracterizó por: Su red comercial. Los toltecas comerciaban productos textiles y cerámicos con vecinos cercanos y lejanos, aunque a menor escala en comparación con la red comercial del imperio maya. Se han encontrado muestras de cerámica en lugares muy lejanos, como Nicaragua y la costa del Golfo de México. Su pueblo de guerreros. Los toltecas eran guerreros religiosos que difundieron el culto a su dios Quetzalcóatl en todos los rincones de su imperio. Los guerreros vestían placas para el pecho, un pequeño escudo en un brazo, usaban varias armas cortas y una muy pesada de forma curva, similar a lo que conocemos como hacha. Sus prácticas de sacrificio humano. Los toltecas dejaron gran evidencia acerca de sus prácticas religiosas, que realizaban de manera regular con el fin de satisfacer a sus dioses. Una de las más destacadas es la estatua de Chac Mool, constituida por la figura de un humano reclinado que sostiene un cuenco, donde se depositaban diferentes ofrendas para los dioses, entre ellas, los sacrificios humanos. Sus prácticas de culto a Quetzalcóatl. Los toltecas no crearon el culto al dios Quetzalcóatl. Su representación con las imágenes de serpientes emplumadas se remonta a los antiguos olmecas, la primera gran cultura mesoamericana. Sin embargo, fueron los toltecas quienes proliferaron la adoración al dios en varios territorios, desde Tula hasta Yucatán. Sus artistas y escultores de máxima grandeza. Los toltecas se destacaron por sus esculturas, como las estatuas de los atlantes que representaban a los guerreros y las columnas que muestran a los gobernantes vestidos para la guerra. A pesar de que el sitio arqueológico de Tula ha sido saqueado en reiteradas ocasiones, han perdurado los vestigios de la grandeza de su arte. Su conexión con Chichén Itzá. Los toltecas se asentaron en Tula (al norte de la actual Ciudad de México). Sin embargo, la ciudad de Chichén Itzá (en Yucatán) comparte similitudes con la ciudad tolteca, de tipo arquitectónicas y temáticas que van más allá del culto mutuo a los dioses. Algunos arqueólogos suponen que los toltecas conquistaron Chichén Itzá o que los nobles exiliados se establecieron allí y difundieron sus conocimientos. Su misterioso declive. Los toltecas fueron agresivos y violentos. Eso hace suponer que alrededor del 1150 d.C. la ciudad de Tula fue incendiada a modo de represalia, tanto por parte de los estados o tribus vecinas de Chichimeca, como por las guerras civiles o los conflictos internos. Sus tesoros escondidos. Los toltecas desaparecieron hace casi mil años. Sin embargo, luego de los numerosos saqueos (primero por los aztecas y luego por los españoles) aún podrían encontrarse tesoros enterrados en el territorio que habitaron. En 1993 se encontró un cofre decorativo que contenía la famosa “coraza de Tula”, una armadura hecha de conchas marinas.

Los toltecas tenían raíces en el pueblo tolteca-chichimeca y durante el siglo IX d.C. migraron desde los desiertos del noroeste hasta Culhuacán en el Valle de México. Allí establecieron el primer asentamiento, la ciudad de Tollan o Tula, que significa “lugar de juncos”, una antigua expresión mesoamericana que hace referencia a todos los grandes asentamientos. La ciudad de Tula creció hasta un área de catorce kilómetros cuadrados y adquirió una población aproximada de cuarenta mil habitantes. La organización sociopolítica de los toltecas era monárquica y de gran poder militar, con el que peleaban y conquistaban tierras vecinas. El primer líder tolteca fue Ce Técpatl Mixcoatl. Su hijo Ce Acatl Topiltzin, nacido a comienzos del siglo 900 d.C., adquirió fama por ser un gran gobernante que ejerció influencias más pacíficas y prósperas para el pueblo. Esa época fue considerada la edad de oro de Tula. Se desconoce exactamente cómo fue el final de la civilización tolteca, aunque algunas hipótesis indican que podría haber sido consecuencia de fenómenos naturales (como sequías sostenidas en el tiempo), sumado a disputas internas de poder (habría evidencias, entre las legendarias historias, acerca de una batalla entre los dioses Quetzalcóatl y Tezcatlipoca). Además, a mediados del siglo XII d.C. bajo el gobierno de Huemac, el último líder tolteca, la ciudad de Tula fue saqueada y violentada por los aztecas de manera sistemática, con evidencia de columnas y estatuas quemadas y enterradas de manera deliberada.

El nombre tolteca tenía cierto prestigio, por lo que otras civilizaciones (como los mayas y los aztecas) apreciaban las prácticas toltecas en cuanto al arte, la religión, la escritura, la medicina y el trabajo de los artesanos. Los aztecas empleaban la expresión toltecayotl que significa “tener un corazón tolteca”, lo que equivalía a ser digno y sobresalir en todas las acciones. Los artesanos toltecas fueron famosos por su gran habilidad y establecieron estándares que otras civilizaciones mexicanas tratarían de seguir. Fueron avanzados alfareros y expertos metalúrgicos que trabajaban metales (como el oro) y piedras preciosas (como la obsidiana) que empleaban principalmente para la fabricación de armas. También, se destacaron en la arquitectura: si bien las pirámides existieron en México mucho antes que los toltecas, estos lograron mejorar la escultura de las columnas, los frisos y demás detalles arquitectónicos, a niveles muy superiores.

Cultura Mixteca

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Extinción

La cultura mixteca ocupó durante su historia el territorio conocido como La Mixteca (Ñuu Dzahui, en su lengua, “País de la lluvia”), ubicado en el sur de México, en el territorio de los actuales estados de Puebla, Oaxaca y Guerrero. Se trata de una región montañosa, que esta cultura ocupó en dos zonas distintas: la baja (noroeste de Oaxaca y suroeste de Puebla) y la alta (noroeste de Guerrero y oeste de Oaxaca).

Como la mayoría de los pueblos mesoamericanos, la economía mixteca se sustentaba mayormente en la agricultura. Sus cultivos más importantes eran de maíz, frijol, chile y calabaza, y de productos no alimentarios como el algodón y el cacao, en las regiones donde el clima lo permitía. Sin embargo, su cultura se enfrentó constantemente al abrupto relieve y la escasez de agua, típicos de la región, por lo que desarrollaron un sistema de cultivos en terrazas, llamados coo yuu. Extraían el caliche (carbonato de calcio) de minas cercanas, y consumían la carne de guajolotes (pavo salvaje) y de xoloitzcuintles (perro salvaje), abundantes en la región y domesticados por diversos pueblos mesoamericanos. También criaban cochinilla, una especie parásita del nopal, y practicaban la pesca eventual en las costas del pacífico. Junto a otros pueblos mesoamericanos, los mixtecos participaron en la vasta red de comercio de la región, siendo importantes productores de metales, como la magnetita.

Los mixtecos compartieron muchos rasgos con otras culturas mesoamericanas como la maya y la mexica (azteca), incluidos muchos elementos mitológicos y su culto a la divinidad solar (Yya Ndicahndíí o Taandoco). Sin embargo, la religión mixteca se caracterizó por ser animista, y su deidad protectora era Dzahui, personificación de la lluvia, cuyos atributos en muchos sentidos se asemejan a los del Tláloc de los teotihuacanos y toltecas. Otra deidad importante era la del fuego, Huehuetéotl, especialmente en la baja mixteca. Se sabe que los mixtecos veneraban a sus dioses con sacrificios humanos y animales. Sus líderes religiosos tenían una posición jerárquica dentro de la sociedad, que por lo demás era fundamentalmente militarista. Los mixtecos incluso desarrollaron sus propias estrategias bélicas, sus propias armas y fueron tenaces guerreros. Esto se evidencia en su arte cerámico, mucho del cual se conserva todavía en abundancia, y sus estatuillas metálicas, aunque la metalurgia fue una actividad poco y tardíamente desarrollada en la región. El idioma de esta cultura era el protomixtecano, del cual derivan las lenguas mixtecas aún habladas en el sur de México, con un margen tal de diversificación que la variante costeña y la montañosa eran idiomas prácticamente distintos. Los mixtecos cultivaron una escritura pictográfica, de la que se conservan algunos códices.

La organización mixteca fue señorial: generalmente otorgaban a sus líderes militares el gobierno de los aspectos civiles y económicos también. Algunos de los reinos mixtecas más importantes fueron los fundados en el siglo X bajo el gobierno de Ocho Venado Garra de Jaguar, un célebre cacique de la costa, que inició un ávido proceso expansionista. Tututepec (Yacudzáa), Tilantongo (Ñuu Tnoo Huahi Adehui) y Ñuu Cohyo fueron algunos de los reinos unificados bajo su mando. Este cacique los gobernó hasta su muerte. Aunque a veces eran aliados y otras veces rivales, mixtecas y toltecas debieron unirse para resistir las incursiones del Imperio mexica (también llamado azteca), eventualmente perdiendo importantes ciudades ante las huestes de México-Tenochtitlán. Por esta razón, ante la llegada de los conquistadores españoles, muchos señores mixtecas se sometieron voluntariamente al mando de España a cambio de ayuda contra los despiadados aztecas.

A juzgar por las muestras de arte y las estatuillas olmecas conservadas, esta cultura vestía probablemente ropas livianas de algodón cultivado. Además utilizaban diversos métodos de ornato personal dependiendo de la actividad desempeñada y el lugar dentro del orden social y sus jerarquías. Los tabiques nasales, las plumas, las narigueras y aretes pectorales seguramente eran comunes en los hombres, especialmente en los guerreros. Las mujeres solían vestir huipil y quechquemitl, con faldas debajo.

Los mixtecos dejaron tras de sí una importante evidencia arqueológica, así como un aporte significativo al imaginario actual del sur de México. De todo ello puede destacarse: La artesanía cerámica. Decorada con múltiples colores, la artesanía mixteca fue abundante y llamativa. Aún perduran vasijas rituales y otros objetos cerámicos, especialmente en las vecindades de Monte Negro y Puebla. La orfebrería. A pesar de ser poco desarrollada en la región, los mixtecos cultivaron la orfebrería, especialmente el trabajo del oro, que llamaban “excremento de los dioses”, y que manejaban en aleaciones, tallados y piezas martilladas. El Día de los muertos. Si bien esta tradición célebre de la cultura mexicana no tiene un único progenitor, se piensa que los mixtecas podrían haber contribuido a su preservación, ya sea como una costumbre propia o como herencia o contagio de otros pueblos prehispánicos de la región, entre los que había mucho sincretismo. Códices mixtecos. Se conservan diversos códices de la literatura mixteca, en la que se detallan las genealogías de las familias más importantes, sobre un cuero de piel de venado. Este es quizá uno de los aportes más importantes de esta cultura al legado arqueológico mesoamericano.

Algunas localidades desaparecieron o fueron reubicadas como consecuencia de las reducciones. Debido a varios factores, entre los que destaca la pobreza, una parte importante de los mixtecos vive fuera de sus comunidades de origen.

Datos Informativos

De: Diana Paola Sáenz Zavala 8B

dpsaenz0910@gmail.com

Para: Julio Jose López Rosado