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Leyenda Inca

biblioteca17de8

Created on October 1, 2020

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Transcript

El origen de los alimentos

(leyenda inca)

Esta historia sucedió, en tiempos pretéritos muy, muy lejanos, cuando los hombres y los animales vivían en armonía; cuando los animales también podían hablar. Por aquellos días, reinaba la tristeza, pues todos los habitantes de la tierra sufrían una gran hambruna por la falta de alimentos.

Cierto día, aburridos y apenados por el hambre, “Mallku” (el cóndor) y Antonio (su compadre, “Atoq”, el zorro) dialogaban cabizbajos sobre lo rutinario de sus vidas y lo triste que era no tener algo para comer.

En eso, llegó “T‘uskyto” (el colibrí) y les dijo que mientras en la tierra estaban todos muy aburridos y hambrientos, en el cielo estaban todos muy felices y que además iban a celebrar una gran fiesta, donde estaba previsto servir un banquete celestial, con exquisitos alimentos y abundante vino. Dicho esto “T‘uskyto” echó a volar.

“Atoq”, al escuchar estas palabras, se dejó llevar por su temperamento impulsivo y comenzó su perorata de adulador, diciendo a “Mallku”: –Compadrito, vamos al cielo, así podremos comer y beber. Aquí estamos hambrientos y aburridos. Allá todo es fiesta y buen vivir. Al escuchar esto “Mallku” le dijo que eso era muy difícil, ya que sólo uno de los dos podía volar. Pero el astuto “Atoq” comenzó a alabarlo diciendo que él era grande, fuerte y que podría cargar con él, ya que por no haber comido en mucho tiempo estaba muy livianito. Dicho esto y otras adulaciones “Mallku” accedió a su petición y partieron rumbo al cielo.

Cuando llegaron al cielo no tuvieron problemas para ingresar a la fiesta, ya que los recibieron de buen agrado. Allí los dos viajeros comieron y bebieron a gusto. La mesa era abundante y variada. Había frutos de diversos colores y sabores, verduras y hortalizas exquisitas y abundante vino.

“Mallku”, gran señor prudente y cauteloso, sólo comió y bebió lo necesario, pero en cambio “Atoq” comió en exageración y bebió hasta embriagarse. Y, como todo borrachín, comenzó a molestar a los demás invitados. “Mallku”, al observar esto, le dijo a su compadrito que ya era suficiente y que tenían que regresar a la tierra. “Atoq”, envalentonado por el vino del banquete, comenzó a decirle que él era un aburrido, que no tenía humor y que si quería irse que se fuera. Ni bien escuchó estas palabras, “Mallku” emprendió el regreso.

“Atoq” siguió en la fiesta molestando a todos con sus bravuconeadas. Estas fueron tan ofensivas que lo echaron de la fiesta. Entonces, en su embriaguez, recobró un poco de cordura y comenzó a pensar cómo haría para regresar a la tierra. Conjeturó varias posibilidades, pero la más sensata fue hacerlo con una “washka” (soga).

Para ello tuvo que conseguir toda la que había en ese lugar. Luego, las anudó unas a otras para hacerla tan larga que llegase hasta la tierra. Tambaleante y pesado por los alimentos y el vino en exceso, “Atoq” comenzó el descenso lentamente. Mientras bajaba cantaba tonadas alegres de su “llajta” (pueblo). Y cuando ya había realizado más de la mitad del descenso se encontró un lorito que pasaba por ahí. Este, como buen samaritano que es, le saludó diciendo:

–¿Cómo está, don “Atoq”? ¿De dónde viene? A lo que “Atoq” contestó: –¿Qué te importa? Lorito pico torcido. El lorito le replicó: –Tenga cuidado, don “Atoq”, mire que aún le falta mucho para llegar a la tierra. “Atoq”, temperamental y envalentonado por la borrachera, le replicó: –Cállate, parlanchín, cabeza roja, patitas de palo.

El lorito, muy ofendido por las palabras de Antonio, se acercó a la cuerda y de un fuerte picotazo cortó la cuerda, y así “Atoq” comenzó a caer al vacío. El pobre “Atoq” se precipitó velozmente y se estrelló en la tierra. Su gran barriga estalló en mil pedazos, de modo que todas las semillas que en ella había se esparcieron por todos lados.

Y así, de las semillas regadas por el suelo, luego de la desgracia de “Atoq”, brotaron las plantas que hoy nos dan frutos para nuestro sustento. De este modo se explica en la cultura quechua la aparición de los alimentos en la tierra.

FIN...

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