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Anansi la araña
Ambassador
Created on May 15, 2020
Leyenda africana obtenida de arbolabc.com, versión escrita por Paola Artmann, Audiocuento para una lectura asistida.
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Transcript
Anansi
¿Por qué
Pulsa para avanzar
tiene ocho patas delgadas?
Leyenda africana obtenida de arbolabc.com, versión escrita por Paola Artmann, Audiocuento para una lectura asistida
Hace mucho, mucho tiempo en África, vivía una araña de patas muy cortas y gruesas llamado Anansi. Anansi tenía un gran apetito, pero era muy perezoso. En vez de cocinar, se aparecía en la casa de sus amigos a la hora de la cena.
Pulsa para avanzar
Un día, fue a visitar a su amigo el ratón: —¡Huy que delicia! —exclamó Anansi cuando entró a la cocina—. Esas habichuelas se ven muy sabrosas. —¿Por qué no te quedas a comer? —respondió el ratón mientras revolvía la olla—. Todavía no están listas, pero les falta muy poco.
Pulsa para avanzar
Anansi temía que, si se quedaba a esperar, el ratón le pediría que lo ayudara a revolver la olla o lavar el cucharón y esa no era la intención de su visita. Así que le dijo al ratón: —Espero me disculpes, pero debo hacer una diligencia. Toma este hilo de mi telaraña, yo ataré el otro extremo a mi pata; cuando la cena esté lista, tira del hilo y yo vendré de inmediato.
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Al ratón le pareció muy buena idea y se despidió de su amigo. Unos minutos después, Anansi pasó por la casa de su amigo el mono: —¡Huy que delicia! —exclamó Anansi cuando entró a la cocina—. Esos frijoles huelen muy sabroso.
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—¿Por qué no te quedas a comer? —respondió el mono mientras revolvía la olla—. Todavía no están listos, pero les falta muy poco.
Pulsa para avanzar
Una vez más, Anansi temía que, si se quedaba a esperar, el mono le pediría que lo ayudara a revolver la olla o lavar el cucharón y esa no era la intención de su visita. Así que le dijo al mono: —Espero me disculpes, pero debo hacer una diligencia. Toma este hilo de mi telaraña, yo ataré el otro extremo a mi pata; cuando la cena esté lista, tira del hilo y yo vendré de inmediato.
Pulsa para avanzar
Al mono le pareció una excelente idea y se despidió de su amigo con un abrazo. Al cabo de una hora, Anansi había visitado a otros seis amigos; sin ser coincidencia, todos se encontraban preparando la cena.
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La comadreja, el pato, la liebre, la ardilla, el zorrillo y su gran amiga, la zarigüeya lo invitaron a esperar. Pero a cada uno les dijo que debía hacer una diligencia, entregándoles un extremo del hilo de su telaraña para que tiraran de ella cuando la comida estuviera lista.
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Las ocho patas de la araña estaban atadas a ocho hilos de su telaraña. Anansi se acostó a la sombra de un olmo esperando ansiosamente a ser llamado. —Tanta comida deliciosa y no tendré que hacer nada —pensó, muy orgulloso de su plan.
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De repente, sintió el tirón en una de sus patas. — Esa debe ser la magnífica cacerola de papas dulces de mi gran amiga, la zarigüeya —se dijo la araña relamiéndose. Ya se estaba levantando cuando sintió otro tirón y otro, y otro…
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¡Todos sus amigos tiraron de las patas de Anansi a la misma vez! Las patas de la araña se estiraron hasta que se hicieron muy delgadas y largas.
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— ¿Cómo pude haber sido tan codicioso y perezoso? —se preguntó—. Ahora, ¡no solo tengo ocho patas flacas, sino también debo preparar mi propia cena! Y esa es la razón por la cual Anansi y todas las arañas del mundo tienen ocho patas largas y delgadas.
Fin
