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Comunicación Abierta
IBERO PUEBLA
Created on April 14, 2020
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Integración crítica de tecnologías en ecosistemas de aprendizaje: criterios, decisiones y transformaciones
Integración crítica de tecnologías en ecosistemas de aprendizaje
Introducción
Preguntas cómo:¿Esta tecnología reproduce modelos transmisivos o habilita procesos dialógicos?¿Restringe o amplía la agencia del aprendiz? Son imprescindibles para realizar un ejercicio de evaluación crítica, pero no son las únicas.
En un ecosistema de aprendizaje, la tecnología no es un complemento, sino un elemento estructurante que redefine relaciones, prácticas, tiempos y espacios. Al integrarla, no solo se incorporan herramientas: se transforman dinámicas de poder, se redistribuye la agencia del estudiantado y se reconfigura el papel del profesorado como diseñador de experiencias. Por ello, su integración no debe reducirse a una incorporación instrumental de herramientas. En su lugar, debe partir de una visión crítica y sistémica que considere los fines educativos, las características del contexto, las necesidades de los actores y los principios pedagógicos que orientan el diseño de experiencias. Así, las posibilidades de aprendizaje se verán amplificadas o restringidas, según cómo se implementen ciertas tecnologías.
El proceso de selección y evaluación debe contemplar al menos cuatro dimensiones: Esto permite valorar la alineación con los enfoques pedagógicos del ecosistema (aprendizaje activo, colaboración, retroalimentación formativa), garantizar el acceso equitativo, prever la viabilidad técnica y analizar los impactos en privacidad, datos y equidad. Integrar una tecnología implica no solo adoptarla, sino reconfigurar las relaciones, roles y dinámicas de aprendizaje. Por ello, el diseño debe prever procesos de apropiación por parte del estudiantado y del profesorado, así como espacios de evaluación continua que permitan ajustar o sustituir tecnologías en función de su impacto real.
Introducción
En un ecosistema de aprendizaje, la tecnología no es un complemento, sino un elemento estructurante que redefine relaciones, prácticas, tiempos y espacios. Al integrarla, no solo se incorporan herramientas: se transforman dinámicas de poder, se redistribuye la agencia del estudiantado y se reconfigura el papel del profesorado como diseñador de experiencias.
Por ello, su integración no debe reducirse a una incorporación instrumental de herramientas. En su lugar, debe partir de una visión crítica y sistémica que considere los fines educativos, las características del contexto, las necesidades de los actores y los principios pedagógicos que orientan el diseño de experiencias. Así, las posibilidades de aprendizaje se verán amplificadas o restringidas, según cómo se implementen ciertas tecnologías.
Dimensiones de evaluación
El proceso de selección y evaluación debe contemplar al menos cuatro dimensiones: pertinencia pedagógica, accesibilidad e inclusión, sostenibilidad técnica y ética del uso, pues esto permite valorar la alineación con los enfoques pedagógicos del ecosistema (aprendizaje activo, colaboración, retroalimentación formativa), garantizar el acceso equitativo, prever la viabilidad técnica y analizar los impactos en privacidad, datos y equidad.
Integrar una tecnología implica no solo adoptarla, sino reconfigurar las relaciones, roles y dinámicas de aprendizaje. Por ello, el diseño debe prever procesos de apropiación por parte del estudiantado y del profesorado, así como espacios de evaluación continua que permitan ajustar o sustituir tecnologías en función de su impacto real.
Pertinencia pedagógica: ¿Promueve el tipo de aprendizaje buscado?
Este criterio exige que la tecnología se articule con los principios didácticos del ecosistema. Por ejemplo, una plataforma de foros asincrónicos puede ser coherente con un enfoque dialógico (Freire) o colaborativo (Johnson & Johnson), mientras que una herramienta para la co-creación de mapas conceptuales puede ser coherente con enfoques constructivistas y colaborativos, así como una plataforma de gamificación puede alinear con enfoques de aprendizaje basado en retos. No se trata de tecnologías mejores o peores por sí mismas, sino pertinentes o no, para un caso concreto. Algunas preguntas orientadoras para valorar esta dimensión son: • ¿Está alineada esta tecnología con los principios pedagógicos del ecosistema?
- ¿Qué tipo de aprendizaje promueve?
- ¿Favorece la participación activa, la metacognición o el trabajo colectivo? ¿La introspección, el desarrollo individual de competencias?
- ¿Qué tipo de interacción entre estudiantes, docentes y saberes promueve?
- ¿Permite adaptar el proceso al ritmo y contexto del estudiante?
- ¿Facilita procesos como la indagación, colaboración, metacognición o evaluación formativa?
Accesibilidad e inclusión: ¿Llega a todas las personas?
Este criterio es ético y técnico. Implica considerar quiénes pueden acceder a la tecnología y en qué condiciones. No basta con que una herramienta funcione: debe poder ser usada por personas con distintos niveles de alfabetización digital, conectividad limitada, o con discapacidades sensoriales, cognitivas o motoras. El Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) sugiere ofrecer múltiples medios de representación, expresión y compromiso. Tecnologías que permiten subtítulos, navegación por teclado, narración de textos o interfaces simples se alinean con este principio. La accesibilidad también implica equidad cultural: herramientas que no estén sesgadas hacia lógicas hegemónicas, que permitan diversas formas de conocimiento y lenguajes.
Algunas preguntas orientadoras para valorar esta dimensión son:
- ¿Puede esta tecnología ser utilizada por todas las personas del grupo, sin exclusión?
- ¿Ofrece alternativas multimodales (texto, audio, imagen, etc.)?
- ¿Cuáles son las barreras que puede generar y cómo pueden reducirse?
- ¿Cuenta con funciones de accesibilidad nativas (subtítulos, lector de pantalla, contraste ajustable)?
- ¿Considera lenguas y códigos culturales diversos?
- ¿Requiere altos niveles de alfabetización digital para su uso pleno?
Sostenibilidad técnica: ¿Puede mantenerse en el tiempo?
Una tecnología es sostenible si puede usarse, mantenerse y actualizarse dentro del ecosistema en el mediano plazo. Esto involucra cuestiones de infraestructura, soporte técnico, capacitación docente, interoperabilidad con otros sistemas y compatibilidad con políticas institucionales. También implica evaluar el costo económico, energético y ambiental, así como la autonomía del ecosistema respecto a proveedores externos o lógicas de mercado.
Algunas preguntas orientadoras para valorar esta dimensión son:
- ¿Requiere esta herramienta conectividad constante, pagos recurrentes o equipos de alto costo?
- ¿Qué nivel de dependencia genera respecto a plataformas o corporaciones?
- ¿Existe soporte técnico o capacidades internas para su uso sostenido?
- ¿Quién decide qué se usa y qué no?
- ¿Cómo se involucra a la comunidad educativa en la toma de decisiones?
- ¿Qué implicaciones tiene su uso en términos ecológicos o ambientales?
Ética del uso: ¿Qué pasa con los datos, la privacidad y los sesgos?
La dimensión ética cobra cada vez mayor relevancia en contextos de aprendizaje mediados por datos. Aquí entran en juego los sistemas de learning analytics, algoritmos de recomendación, IA educativa y plataformas que recolectan información del estudiantado. Algunas preguntas clave para valorar esta dimensión, son: ¿Qué datos personales o de actividad recoge esta herramienta? ¿Cómo se gestionan, almacenan y utilizan esos datos? ¿Hay consentimiento informado real? ¿Se pueden auditar los procesos?
- ¿Qué sesgos pueden reforzar los algoritmos?
- ¿Quién accede a los datos y con qué fines?
- ¿Se promueve la alfabetización crítica en torno a los riesgos digitales?