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SIMON FREUD STEVEN

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Created on June 20, 2017

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Transcript

GRUPO DE TRABAJO

Darien Beltran

Steven Jimenez

SIGMUND FREUD

INDICE

- BIBLIOGRAFIA DE SIGMUNG FREUD.- LA PERSONALIDAD SEGUN FREUD. - LA IMNOSIS. - CONSCIENTE, PRESCONSCIENTE E INCONSCIENTE - COMPLEJO DE EDIPO. -EVOLUCION PSICOSEXUAL. - LIBIDO. - ACTOS FALLIDOS -ESQUEMA PSIQUICO ELLO, YO Y SUPER YO. -LA INTERPRETACION DE LOS SUEÑOS

SIGMUND FREUD (1856 -1939)

BIBLIOGRAFIA

Sigmund Freud, que a los veintidós años habría de cambiar ese nombre por el de Sigmund, nació en Freiberg, en la antigua Moravia (hoy Príbor, República Checa), el 6 de mayo de 1856. Su padre fue un comerciante en lanas que, en el momento de nacer él, tenía ya cuarenta y un años y dos hijos habidos en un matrimonio anterior; el mayor de ellos tenía aproximadamente la misma edad que la madre de Freud -veinte años más joven que su esposo- y era, a su vez, padre de un niño de un año. En su edad madura, Freud hubo de comentar que la impresión que le causó esta situación familiar un tanto enredada tuvo como consecuencia la de despertar su curiosidad y aguzar su inteligencia.

Sigmund Freud, que a los veintidós años habría de cambiar ese nombre por el de Sigmund, nació en Freiberg, en la antigua Moravia (hoy Príbor, República Checa), el 6 de mayo de 1856. Su padre fue un comerciante en lanas que, en el momento de nacer él, tenía ya cuarenta y un años y dos hijos habidos en un matrimonio anterior; el mayor de ellos tenía aproximadamente la misma edad que la madre de Freud -veinte años más joven que su esposo- y era, a su vez, padre de un niño de un año. En su edad madura, Freud hubo de comentar que la impresión que le causó esta situación familiar un tanto enredada tuvo como consecuencia la de despertar su curiosidad y aguzar su inteligencia. En 1859, la crisis económica dio al traste con el comercio paterno, y al año siguiente la familia se trasladó a Viena, en donde vivió largos años de dificultades y estrecheces, siendo muy frecuentes las temporadas en las que, durante el resto de su larga vida (falleció en octubre de 1896), el padre se encontraría sin trabajo. Aunque siempre detestó Viena, Sigmund Freud residiría en esta ciudad hasta un año antes de su muerte: pese a la intercesión de Roosevelt y Mussolini, en junio de 1938 se vería obligado por su condición de judío (sus obras habían sido quemadas en Berlín en 1933) a emprender el camino del exilio hacia Londres como consecuencia del Anschluss, la anexión de Austria al proyecto pangermanista de la Gran Alemania, preparada por los nazis con ayuda del canciller austriaco Arthur Seyss-Inquart y sus prosélitos. Freud hacia 1891 La familia se mantuvo fiel a la comunidad judía y sus costumbres, aunque no fue especialmente religiosa; al padre cabe considerarlo próximo al librepensamiento, y el propio Freud había perdido las creencias religiosas ya en la adolescencia. En 1873, el joven Freud finalizó sus estudios secundarios con excelentes calificaciones. Había sido siempre un buen estudiante, correspondiendo a los sacrificios en pro de su educación hechos por sus padres, que se prometían una carrera brillante para su hijo, el cual compartía sus expectativas. Después de considerar la posibilidad de cursar estudios de derecho, se decidió por la medicina, aunque no con el deseo de ejercerla, sino movido por una cierta intención de estudiar la condición humana con rigor científico. Entre la medicina y la investigación A mitad de la carrera tomó la determinación de dedicarse a la investigación biológica, y de 1876 a 1882 trabajó en el laboratorio del fisiólogo Ernst von Brücke, interesándose en algunas estructuras nerviosas de los animales y en la anatomía del cerebro humano. De esa época data su amistad con el médico vienés Josef Breuer, catorce años mayor que él, quien hubo de prestarle ayuda, tanto moral como material. En 1882 conoció a Martha Bernays, su futura esposa, hija de una familia de intelectuales judíos; el deseo de contraer matrimonio, sus escasos recursos económicos y las pocas perspectivas de mejorar su situación trabajando con Von Brücke hicieron que desistiese de su carrera de investigador y decidiera ganarse la vida como médico, título que había obtenido en 1881, con tres años de retraso. Sin ninguna vocación por el ejercicio de la medicina general, resolvió sin embargo adquirir la experiencia clínica necesaria para alcanzar un cierto prestigio; desde julio de 1882 hasta agosto de 1885 trabajó como residente en diversos departamentos del Hospital General de Viena, decidiendo especializarse en neuropatología. En 1884 se le encargó un estudio sobre el uso terapéutico de la cocaína y, no sin cierta imprudencia, la experimentó en su persona. No se convirtió en un toxicómano, pero causó algún que otro estropicio, como el de empujar a la adicción a su amigo Von Fleischl al tratar de curarlo de su morfinomanía, agravando, de hecho, su caso. En los círculos médicos se dejaron oír algunas críticas, y su reputación quedó un tanto ensombrecida. Con su hija Sophie (1912) En 1885 se le nombró Privatdozent de la Facultad de Medicina de Viena, en donde enseñó a lo largo de toda su carrera (primeramente neuropatología, y, tiempo después, psicoanálisis), aunque sin acceder a ninguna cátedra. La obtención de una beca para un viaje de estudios le llevó ese mismo año a París, en donde trabajó durante cuatro meses y medio en el servicio de neurología de la Salpêtrière bajo la dirección de Jean-Martin Charcot, por entonces el más importante neurólogo francés. Allí tuvo ocasión de observar las manifestaciones de la histeria y los efectos de la hipnosis y la sugestión en el tratamiento de la misma. De regreso a Viena, contrajo matrimonio en septiembre de 1886, después de un largo noviazgo jalonado de rupturas y reconciliaciones como consecuencia, en especial, de los celos que sentía Freud hacia quienquiera que pudiese ser objeto del afecto de Martha (incluida su madre). En los diez años siguientes a la boda, el matrimonio tuvo seis hijos, tres niños y tres niñas, la menor de las cuales, Anna, nacida en diciembre de 1895, habría de convertirse en psicoanalista infantil. Poco antes de casarse, Freud abrió una consulta privada como neuropatólogo, utilizando la electroterapia y la hipnosis para el tratamiento de las enfermedades nerviosas. Hacia el psicoanálisis Su amistad con Josef Breuer cristalizó, por entonces, en una colaboración más estrecha, que fructificaría finalmente en la creación del psicoanálisis, aunque al precio de que la relación entre ambos se rompiera. Entre 1880 y 1882, Breuer había tratado un caso de histeria (el de la paciente que luego sería mencionada como «Anna O.»); al interrumpir el tratamiento, habló a Freud de cómo los síntomas de la enferma (parálisis intermitente de las extremidades, así como trastornos del habla y la vista) desaparecían cuando ésta encontraba por sí misma, en estado hipnótico, el origen o la explicación. En 1886, luego de haber comprobado en París la operatividad de la hipnosis, Freud obligó a Breuer a hablarle de nuevo del caso y, venciendo su resistencia inicial, a consentir en la elaboración conjunta de un libro sobre la histeria. Durante la gestación de esta obra (aparecida en 1895 con el título Estudios sobre la histeria), Freud esbozó sus primeras ideas sobre el psicoanálisis. Breuer participó hasta cierto punto en el desarrollo, aunque frenando el alcance de las especulaciones más tarde características de la doctrina freudiana y rehusando, finalmente, subscribir la creciente convicción de Freud acerca del papel desempeñado por la sexualidad en la etiología de los trastornos psíquicos. En 1896, después de romper con Breuer de forma un tanto violenta, Freud empezó a transformar la metodología terapéutica que aquél había calificado de «catártica», basada en la hipnosis, en lo que él mismo denominó el método de «libre asociación». Trabajando solo, víctima del desprecio de los demás médicos, el tratamiento de sus pacientes le llevó a forjar los elementos esenciales de los conceptos psicoanalíticos de «inconsciente», «represión» y «transferencia». En 1899 apareció su famoso tratado La interpretación de los sueños, aunque con fecha de edición de 1900, y en 1905 se publicó Tres contribuciones a la teoría sexual, la segunda en importancia de sus obras. Estos dos fueron los únicos libros que Sigmund Freud revisó puntualmente en cada una de sus sucesivas ediciones. Hasta 1905, y aunque por esa fecha sus teorías habían franqueado ya definitivamente el umbral de los comienzos y se hallaban sólidamente establecidas, contó con escasos discípulos. Pero en 1906 empezó a atraer más seguidores; el circulo de los que, ya desde 1902, se reunían algunas noches en su casa con el propósito de orientarse en el campo de la investigación psicoanalítica, fue ampliado y cambió incluso varias veces de composición, consolidándose así una sociedad psicoanalítica que en la primavera de 1908, por invitación de Carl Gustav Jung, celebró en Salzburgo el Primer Congreso Psicoanalítico. Freud (izquierda) y sus discípulos en la Universidad Clark de Worcester (1909) Al año siguiente, Freud y Jung viajaron a Estados Unidos, invitados a pronunciar una serie de conferencias en la Universidad Clark de Worcester, Massachusetts, y comprobaron con sorpresa el entusiasmo que, mucho antes que en Europa, el pensamiento freudiano había suscitado en América. En 1910 se fundó en Núremberg la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, dirigida por Jung, quien conservó la presidencia hasta 1914. Ese año se vio obligado a dimitir como corolario de la ruptura propiciada en 1913 por el mismo Freud, al declarar improcedente la ampliación jungiana del concepto de «libido» más allá de su significación estrictamente sexual. En 1916 publicó Introducción al psicoanálisis. En 1923 le fue diagnosticado un cáncer de mandíbula y hubo de someterse a la primera de una serie de intervenciones. Desde entonces y hasta su muerte en Londres el 23 de septiembre de 1939, estuvo siempre enfermo, aunque no decayó su enérgica actividad. Sus grandes contribuciones al diagnóstico del estado de la civilización datan de ese período: El porvenir de una ilusión (1927), El malestar en la cultura (1930), Moisés y el monoteísmo (1939). Ya con anterioridad, a través de obras entre las que destaca Tótem y tabú (1913), inspirada en el evolucionismo biológico de Charles Darwin y el evolucionismo antropológico y social de James George Frazer, había dado testimonio de hasta qué punto consideró que la importancia primordial del psicoanálisis, más allá de una eficacia terapéutica que siempre juzgó restringida, residía en su condición de instrumento para investigar los factores determinantes en el pensamiento y el comportamiento de los hombres.

En 1923 le fue diagnosticado un cáncer de mandíbula y hubo de someterse a la primera de una serie de intervenciones. Desde entonces y hasta su muerte en Londres el 23 de septiembre de 1939, estuvo siempre enfermo, aunque no decayó su enérgica actividad. Sus grandes contribuciones al diagnóstico del estado de la civilización datan de ese período: El porvenir de una ilusión (1927), El malestar en la cultura (1930), Moisés y el monoteísmo (1939). Ya con anterioridad, a través de obras entre las que destaca Tótem y tabú (1913), inspirada en el evolucionismo biológico de Charles

Darwin y el evolucionismo antropológico y social de James George Frazer, había dado testimonio de hasta qué punto consideró que la importancia primordial del psicoanálisis, más allá de una eficacia terapéutica que siempre juzgó restringida, residía en su condición de instrumento para investigar los factores determinantes en el pensamiento y el comportamiento de los hombres.

ACTOS FALLIDOS Según la teoría psicoanalítica un acto fallido es un acto en el cual no se obtiene el resultado explícitamente perseguido, sino que dicho acto inicial se encuentra reemplazado por otro resultado diferente. En otras palabras, no se habla de actos fallidos para designar el conjunto de errores de la palabra, de la memoria y de la acción, sino que se alude a aquellas conductas que el individuo habitualmente es capaz de realizar con éxito y cuyo fracaso tiende a atribuir a la falta de atención o al azar. Desde el punto de vista psicoanalítico, los actos fallidos son formaciones de compromiso entre la intención consciente del sujeto y lo reprimido.Estos lapsus también pueden ser facilitados por la fatiga, la falta de concentración, entre otros.

HIPNOSIS

1. Etapa oral La etapa oral ocupa aproximadamente los primeros 18 meses de vida, y en ella aparecen los primeros intentos por satisfacer las demandas promovidas por la libido. En ella, la boca es la principal zona en la que se busca el placer. También es la boca una de las principales zonas del cuerpo a la hora de explorar el entorno y sus elementos, y esto explicaría la propensión de los más pequeños a intentar "morderlo" todo. Si se impide tajantemente que los bebés utilicen su boca para satisfacerse, esto podría producir un bloqueo que haría que ciertos problemas quedasen fijados en el inconsciente (siempre según Freud).

2. Etapa anal Esta etapa se produciría desde el fin de la etapa oral y hasta los 3 años de edad. Se trapa de la fase en la que se empiezan a controlar el esfínter en la defecación. Para Freud, esta actividad está vinculada al placer y la sexualidad. Las fijaciones relacionadas con esta fase del desarrollo psicosexual tienen que ver con la acumulación y con el gasto, vinculadas con el espíritu ahorrador y la disciplina en el primer caso, y con la desorganización y el derroche de recursos en el segundo. .

3. Etapa fálica Esta fase pulsional duraría entre los 3 y los 6 años, y su zona erógena asociada es la de los genitales. De este modo, la principal sensación placentera sería la de orinar, pero también se originaría en esta fase el inicio de la curiosidad por las diferencias entre hombres y mujeres, niños y niñas, empezando por las evidentes disimilitudes en la forma de los genitales y terminando en intereses, modos de ser y de vestir, etc. Además, Freud relacionó esta fase con la aparición del "complejo de Edipo", en el que los niños varones sienten atracción hacia la persona que ejerce el rol de madre y sienten celos y miedo hacia la persona que ejerce el rol de padre. En cuanto a las niñas que pasan por esta etapa del desarrollo psicosexual Freud "adaptó ligeramente la idea con Complejo de Edipo para que englobas a estas, a pesar de que el concepto había sido desarrollado para que cobrase sentido principalmente en los varones. Fue más tarde cuando Carl Jung propuso el complejo de Electra como contraparte femenina al Edipo.

4. Etapa de latencia Esta fase empieza hacia los 7 años y se extiende hasta el inicio de la pubertad. La etapa de latencia se caracteriza por no tener una zona erógena concreta asociada y, en general, por representar una congelación de las experimentaciones en materia de sexualidad por parte de los niños, en parte a causa de todos los castigos y amonestaciones recibidas. Es por eso que Freud describía esta fase como una en la que la sexualidad queda más camuflada que en las anteriores. La etapa de latencia ha estado asociada a la aparición del pudor y la vergüenza relacionada con la sexualidad.

5. Etapa genital La etapa genital aparece con la pubertad y se prolonga en adelante. Está relacionada con los cambios físicos que acompañan a la adolescencia. Además, en esta fase del desarrollo psicosexual el deseo relacionado con lo sexual se vuelve tan intenso que no se puede reprimir con la misma eficacia que en etapas anteriores.

EL YO El Yo funciona basándose en el principio de la realidad, que se esfuerza por satisfacer los deseos del Ello de forma realista y socialmente adecuada. El principio de realidad sopesa los costos y beneficios de una acción antes de decidirse a actuar sobre los impulsos o abandonar. En muchos casos, los impulsos del Ello pueden ser satisfechos a través de un proceso de retraso de la gratificación. El Yo finalmente permitirá el comportamiento que busca el Ello, pero sólo en el lugar y momento adecuado.

El SUPER YO El último componente de la personalidad descrito por Freud es el Superyó. • El Superyó es el aspecto de la personalidad que contiene todos nuestros estándares morales interiorizados e ideales que adquirimos de ambos padres y de la sociedad; nuestro sentido del bien y el mal. • El Superyó nos proporciona directrices para hacer juicios. • El Superyó comienza a surgir en torno a los cinco años. Existen dos partes fundamentales del Superyó: • El ideal del Yo, que incluye las reglas y normas para el buen comportamiento. Incluyen aquellos que son aprobados por las figuras de autoridad de los padres y otros. Aquí se encontrarían los sentimientos de orgullo, valor y logro. • La conciencia, que incluye información acerca de las cosas que son consideradas por los padres y la sociedad. Se trata de comportamientos que a menudo están prohibidos y dan lugar a malas consecuencias, castigos o sentimientos de culpa y remordimientos. El Superyó actúa para perfeccionar y civilizar nuestro comportamiento. Trabaja para suprimir todos los impulsos inaceptables del Ello y se esfuerza por hacer que los actos de Yo se encuadren en las normas sociales, más que en principios realistas. El Superyó está presente en el consciente, preconsciente e inconsciente.

El ELLO • El Ello es el único componente de la personalidad que está presente desde el nacimiento. • Este aspecto de la personalidad es completamente inconsciente e incluye los comportamientos instintivos y primitivos. • Según Freud, el Ello es la fuente de toda la energía psíquica, por lo que es el componente principal de la personalidad. El ello es impulsado por el principio del placer, que se esfuerza por lograr la satisfacción inmediata de todos los deseos, deseos y necesidades. Si estas necesidades no se satisfacen inmediatamente, el resultado es un estado de ansiedad o tensión. Por ejemplo, un aumento de la sed o el hambre debe producir un intento inmediato de comer o beber. El Ello es muy importante desde los momentos más tempranos de la vida, ya que asegura que se satisfagan las necesidades de un bebé. Si el bebé tiene hambre o se siente incómodo, él o ella van a llorar hasta que las demandas del Ello sean satisfechos.

ESQUEMA PSIQUICO

El Psicoanalista Sigmund Freud creía que el comportamiento y la personalidad derivan de la interacción constante y única de fuerzas psicológicas conflictivas que operan en tres diferentes niveles de conciencia: el preconsciente, el consciente y el inconsciente. La teoría psicoanalítica de la mente consciente e inconsciente a menudo se explica utilizando una metáfora del iceberg: El conocimiento consciente es la punta del iceberg, mientras que el inconsciente está representado por el hielo oculto debajo de la superficie del agua. ¿Qué significan estas expresiones? ¿Qué ocurre exactamente en cada nivel de la conciencia? La interacción entre el Ello, el Yo y el Superyó Con tantas fuerzas en competencia, es fácil ver cómo podría surgir un conflicto entre el Ello, el Yo y el Superyó. Freud utilizó el término fuerza del ego para referirse a la capacidad del ego para funcionar a pesar de estas fuerzas en duelo. Una persona con buena fuerza del Yo es capaz de gestionar eficazmente estas presiones, mientras que aquellos con muy poca fuerza del Yo, pueden llegar a ser demasiado inflexibles o antisociales. Según Freud, la clave de una personalidad sana es un equilibrio entre el Ello, el Yo y el Superyó.

LIBIDO Engloba todo apetito de amor (erotismo, sexualidad, cariño, enamoramiento, afán por el cuidado del otro) en la noción de libido. Jung identifica totalmente la libido con la energía psíquica, mientras que Freud casi siempre distinguió en la energía psíquica la libido y otro tipo de pulsiones o apetitos: en sus primeros escritos, la energía psíquica se desdobla en los instintos sexuales o libido y los instintos de conservación; en un segundo momento, interpretará los instintos de conservación como una manifestación del amor dirigido hacia uno mismo, y en los últimos, contrapone los instintos de la vida (Eros), (que se podrían identificar con la libido) al instinto de muerte (Tánatos).

En psicoanálisis, el complejo de Edipo, a veces también denominado conflicto edípico, se refiere al agregado complejo de emociones y sentimientos infantiles caracterizados por la presencia simultánea y ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia los progenitores.1 Se trata de un concepto central de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, expuesto por primera vez dentro de los marcos de su primera tópica. En términos generales, Freud define el complejo de Edipo2 como el deseo inconsciente de mantener una relación sexual (incestuosa) con el progenitor del sexo opuesto y de eliminar al padre del mismo sexo (parricidio).

LA INTERPRETACION DE LOS SUEÑOS

Freud considera que todo sueño es interpretable, es decir, puede encontrarse su sentido. La labor de interpretar no recae sobre todo el sueño en su conjunto sino sobre sus partes componentes basándose en una especie de libro de los sueños, donde cada cosa soñada significa tal otra cosa en forma rígida, sin considerar la peculiaridad de cada sujeto. Primero se descompone el relato en partes, y recién al final surge la interpretación final o global, en la cual se nos revela el sueño como una realización de deseos. El sueño no es meramente actividad somática: es un acabado fenómeno psíquico de realización de deseos, y por tanto debe ser incluido en el conjunto de los actos comprensibles (no incomprensibles) de nuestra vida despierta, constituyendo el resultado de una actividad intelectual altamente complicada.

CONSCIENTE Freud describe a la mente consciente como una composición de todos los procesos mentales de los cuales somos conscientes. La misma (mente consciente) se sitúa en el presente y es quien le permite al sujeto tener percepción de la realidad. La consciencia es el conjunto de vivencias de las cuales el individuo es consciente de ellas en el mismo instante en el que están ocurriendo.En la mente consciente, el sujeto presenta conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea. Según Freud, el estar consciente es lo que le permite al sujeto pensar y comunicarse de forma racional. La consciencia está relacionada con la memoria a corto plazo y está limitada en términos de capacidad.

PRESCONSCIENTE En la mente preconsciente se encuentra lo que no está en la consciencia pero tampoco en el inconsciente. En ese lugar se sitúan los sentimientos y pensamientos de los cuales el sujeto no es consciente en el mismo instante en el que ocurren, pero cuando lo desea puede traerlos a la consciencia. El preconsciente comprende pensamientos, saberes y vivencias que no se encuentran conscientes en la actualidad. En el mismo se produce una recuperación de la memoria, sacando a flote algunos recuerdos requeridos por la mente consciente. A diferencia de los pensamientos y sentimientos que se encuentran en el inconsciente, los que se encuentran en el preconsciente no están reprimidos, por lo que podemos decir que se encuentran en una ”sala de espera” de la cual saldrán cuando la consciencia centre su atención en ellos.

EL INCONSIENTE Para Freud, la mente inconsciente comprende los procesos mentales que son inaccesible a la consciencia. Para él, el inconsciente es la fuente primaria de la conducta humana. En el inconsciente se encuentran deseos instintivos y primitivos que han sido reprimidos. La información que se encuentra reprimida en el inconsciente, se encuentra encerrada mediante los mecanismos de defensa. Estos mecanismos tienen la función de retener los eventos traumáticos o acontecimientos altamente negativos para que queden fuera del alcance de la conscienciaPodemos comparar las dos tópicas freudianas de esta manera: el ello se encuentra dentro del inconsciente y el consciente y preconsciente hacen referencia al superyó. Los pensamientos y sentimientos inadecuados para el individuo (de acuerdo a la sociedad) son enviados al inconsciente, estos pensamientos son impulsados por el ello y a la vez son reprimidos por el superyó. Las cosas que están ocultas a la conciencia, para Freud, son las que ejercen la mayor influencia sobre nuestras personalidades y comportamientos, por tanto afirma que lo que se encuentra en el inconsciente son fuerzas que impulsan nuestro comportamiento y definen nuestra personalidad. .

LA HIPNOSIS Los primeros pasos de Freud con la hipnosis En los inicios de su obra, Freud dedicó gran parte de su atención al estudio del hipnotismo y la sugestión. Es posible buscar con cierto detalle la experiencia clínica de Freud con el hipnotismo. Al momento de establecerse en Viena como especialista en enfermedades nerviosas, intentó emplear varias técnicas para el tratamiento de las neurosis, como la terapia eléctrica, la hidroterapia y las curas de reposo, pero sin embargo, fue comprobando que todos esos tratamientos no daban los resultados esperados, lo cual tuvo que recurrir nuevamente al hipnotismo. Freud relata en una de sus obras que en la Escuela de Nancy utilizaban la sugestión hipnótica o la sugestión sin hipnotismo con fines terapéuticos obteniendo asombrosos resultados, explica: “Todas estas circunstancias me llevaron a hacer de la sugestión hipnótica mi principal herramienta de trabajo (…) durante mis primeros años de actividad médica”.

SUEÑOS